jueves, 4 de diciembre de 2014

LAS CARAS DE LA POLÍTICA Y VENEZUELA


Aquí en Venezuela como en cualquier rincón del mundo, hemos visto como la mentira, la hipocresía y la manipulación son monedas de curso “legal” en la política, aunque ésta no es sólo eso, tiene también una cara virtuosa. 
En este campo, ciertamente, el “todo se vale” se ha vuelto el emblema. Izquierdas, derechas y centros, a menudo, actúan igual, nadie se salva de conductas malsanas y desviaciones morales. Somos seres humanos, por tanto, imperfectos; para los gestos más sublimes o las peores bajezas estamos hechos.
Ególatras o humildes, vanidosos o modestos, soberbios o generosos, ambiciosos o sacrificados, megalómanos o sencillos, mitómanos o racionales, sensatos o descabellados, consistentes o contradictorios, carismáticos o sosos, directos o guabinosos, intelectuales o incultos, competentes o ineptos, estudiosos o perezosos, especialistas o toderos, eficaces o inútiles, sabihondos o ignorantes, picos de plata o parcos, eruditos o iletrados, improvisados o experimentados, delincuentes u honestos, arribistas o moderados, cuerdos o sociópatas, veraces o embusteros, cínicos o  decentes, inteligentes o brutos, torpes o finos, de todo hay en la viña política del señor.   
Allí, sin duda, están presentes la zancadilla, la artimaña, la trampa, el engaño, la envidia, la confabulación y la intriga, aunque no es solo eso.
Ese oficio o vocación tiene también su lado noble y positivo. Es entrega al bien colectivo, es lucha por la libertad, la democracia, la justicia y la paz. Es perseguir junto a otros la prosperidad para el mayor número de conciudadanos. Es, igualmente,  la búsqueda de la eficacia en la solución de los asuntos que conciernen a la polis, incluso más allá de las llamadas fronteras patrias. Allí, hay solidaridad, compañerismo, humanidad, sensatez, generosidad, honor, brillo intelectual, utopías, imaginación, entrega, coraje, bondad y grandeza.
Entre ambos extremos de la política, y a pesar de los pesares, el ser humano en su vida en sociedad ha ido avanzando, retrocediendo y volviendo a avanzar.
Es por ello que los contrapesos han sido cruciales en toda dinámica política. Ésa es precisamente la función de la separación de los poderes públicos de la que nos habló Montesquieu, de las instituciones que se controlan mutuamente,  de la existencia de los partidos políticos competidores, del toma y daca de gobierno y oposición, de las opiniones contradictorias y divergentes en todo debate democrático, de los variopintos medios que canalizan los distintos pareceres en libertad.
Esa es la política, con sus luces, tinieblas y claroscuros. Y en ella la escogencia, como diría el maestro Aron, no es entre lo bueno y lo malo, sino entre lo preferible y lo detestable.
Es en ese entorno que tiene sus posibilidades de desarrollo y profundización la imperfecta democracia, con su congénita fragilidad y su siempre insatisfactoria performance.
Sabemos que nunca se estará conforme con ella, con sus métodos para alcanzar los consensos y los acuerdos, con las negociaciones engorrosas y tediosas que deben hacerse entre las fuerzas en pugna y los intereses envueltos. Siempre habrá quien la critique, cuestione o combata, principalmente, los impacientes, maniqueos, intolerantes y binarios; los que no se sienten cómodos con los debates a veces interminables, fastidiosos e inciertos, pero siempre necesarios. Son los que buscan imponer su opinión sin mayores deliberaciones y contrastes de razonamientos, los que no admiten más que la unanimidad en torno a ellos, en fin, los autoritarios, los que prefieren la rapidez con que los tiranos toman las decisiones, y menosprecian la lentitud de las discusiones democráticas. Los que exaltan al cuatriboleado y su arrojo, y desprecian al  sosegado, reflexivo y racional.
El universo de la política y de los partidos es así de complejo, dudoso, fortuito, impreciso. Pocos la entienden o están conscientes de que es así. Por eso la repudian hasta con asco, aunque muchos de los que reaccionan de esa manera frente a la política, en sus vidas personales o en sus oficios, actúan de igual o peor  manera que los políticos que critican.
Hay políticos y políticos, de lo cual no tiene culpa la Política, escrita, así, con mayúscula.
La libertad y la democracia en Venezuela están en niveles muy bajos. Aun hay espacios -cada día más estrechos- en donde podemos manifestarnos libremente y hacer política. Pero seguimos agobiados por un gobierno cuya enseña es la mentira, la más burda. No tiene honor ni vergüenza. Su cinismo es ilimitado. Ése es su estilo de hacer “política”.
En el día a día vemos su talante despótico, arbitrario y un irrespeto por las formas civilizadas. Su conducta natural es la persecución feroz contra políticos de oposición, a quienes fragua delitos y encarcela, utilizando una administración de justicia que da vergüenza y repugna.
Ésta es la clase de política antidemocrática que saben hacer los desalmados que mandan en nuestro país.  
A los demócratas no queda otra salida que combatir esa barbarie y devolver al país sus espacios de libertad y democracia, en donde la política que se practique sea civilizada, dialogante y respetuosa de los derechos fundamentales.

EMILIO NOUEL V.
@ENouelV     


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