miércoles, 25 de noviembre de 2009

CONTINÚAN REVELÁNDOSE INFORMACIONES SOBRE EL AJUSTE DE CUENTAS DE MAFIAS POLÍTICO-MILITARES Y FINANCIERAS.

El ajuste de cuentas que se ha producido en los días que corren entre las distintas mafias político-militares y económicas que se reparten el botin que les entregó el gobierno durante los últimos años, sigue dando qué hablar.
Detalles, nombres, vínculos, crímenes y negociados turbios y escabrosos comienzan a aparecer de manera profusa por la prensa e Internet.
Lo que queda bien claro a cualquier observador es que estamos presenciando una pelea a cuchillo entre grupos rivales que se disputan negocios de todo tipo, y algunos comienzan a tomar posiciones desde otras instituciones financieras.
Se oye por ahí que un ministro muy poderoso, actor principal en la pelea que nos ocupa, ya despacha desde el Banco de Venezuela, recién estatizado, y es el Presidente de facto de esa importante institución bancaria. Ha ordenado comprar un lote de motos BMW cuyo propósito para el banco no tiene ningún sentido, y se teme que es para otros fines. Igualmente, han ordenado la compra de cientos de guayaberas rojas finas para los empleados altos y medios. También se dice que serán emitidas 1 millón de tarjetas de crédito prepagadas, cada una con un valor de 1 millón de bolívares para ser regaladas en las misiones. Una suerte de tarjeta Mi negra, pues, pero en este caso, financiada por el banco.
Queda aun por saber los intringulis de esta pelea encarnizada y sus ramificaciones. Lo que están escenificando los grupos de poder en el gobierno traerá muchas más sorpresas. Ojalá el pueblo venezolano tome definitivamente conciencia de quienes nos están gobernando, y actúe en consecuencia. El espectáculo continúa.





martes, 24 de noviembre de 2009

SE BUSCA A SANTOS “POMPEYO” YORME

Emilio Nouel V.

Como todos los domingos, aprovechamos el pasado para leer el mayor número de periódicos, y en medio de las noticias escandalosas producidas por el último ajuste de cuentas -esta vez financiero- protagonizado por los gangs gubernamentales y sus socios, nos topamos con una que resulta verdaderamente sorprendente. Dice así: “A un supuesto comando especializado en operaciones de inteligencia y asaltos que reporta directamente al jefe de Estado y que está conformado tanto por funcionarios cubanos como por iraníes, le fue encomendada la misión de tener a raya, entre otros, a …Pompeyo Márquez”. (Columna de Luís Felipe Colina, La Razón, 21 de noviembre 2009)

“Tenerlo a raya”, ¡válgame Dios¡

Muchos se preguntarán cómo un hombre de tan avanzada edad e indefenso pueda producir tales temores e insomnios al gobierno, que hacen necesario su monitoreo permanente. La desproporción pareciera saltar a la vista, aunque bien mirado, hay razones de mucho peso para que los organismos de seguridad no se equivoquen.

Imagino que al leerla, al viejo Pompeyo le habrán asaltado recuerdos de otras épocas políticas igual de repugnantes que la actual, como fue la de la dictadura militar de Pérez Jiménez, en la que fue perseguido sin que, por cierto, lo hayan podido atrapar.

Pasados más de 50 años de aquella dictadura, admiradores de ella, los milicos actuales, deciden, si damos crédito al periodista mencionado, incluir de nuevo hoy en una lista de supuestos subversivos de alta peligrosidad, ¡quién iba a creerlo¡, a Pompeyo, a sus 87 y ya disminuido en muchas de sus facultades físicas.

Pero así como creo que le hayan venido aquellos recuerdos de lucha antidictatorial, asimismo, estoy convencido de que con esa noticia el “viejo” habrá sentido como si le hubieran aplicado una inyección concentrada de un multivitamínico mezclado con adrenalina y quien sabe qué otro repotenciador. Se habrá dicho, satisfecho y gozoso, para sus adentros, “A pesar de las pocas fuerzas físicas que me quedan y de que no tengo ni quiero empuñar arma alguna, aún asusto a los autócratas”.

Y le concedemos toda la razón al “viejo” Pompeyo. Porque las comillas en la anterior frase no son casuales. Amen de que lo llamamos así con gran afecto, hay motivos suficientes para que el mandón tema lo que él representa. Más jóvenes y vigorosos no podrían ser su entusiasmo, su capacidad de trabajo, su espíritu de lucha y su voluntad por recuperar la democracia y la libertad para su país.

Es admirable su recorrido cotidiano. A lo largo de su intensa agenda semanal, del Grupo Diálogo salta a la Mesa de Reflexión Democrática; de allí a la Fundación Gual y España, al otro día a una reunión con dirigentes de partidos, al siguiente a una manifestación pública, después a un Foro o bautizo de un libro, después a una reunión en el grupo Espacio Abierto o con el Grupo La Colina, todo sin dejar de leer gran parte de la prensa y libros de actualidad, así como escribir artículos para dos o tres diarios. Muy pocos podrían aguantar tal ritmo de actividad a esa edad.

Ciertamente, el gobierno militar autoritario que padecemos y sus sabuesos, no se equivocan al vigilar a este hombre tenaz e incansable. Tiene la fuerza de cien muchachos de 20. Su recio ejemplo, valentía, pensamiento y su corazón son invalorables, sobre todo en la hora actual. Tienen razón en temerle.

Pero que no se equivoquen los esbirros del gobierno. Ese árbol fuerte y frondoso que es Pompeyo Márquez, ya dio sus frutos y sigue dándolos. Por allí andan miles y miles de pompeyos jóvenes luchando por sus derechos democráticos y un país mejor.

Si estamos seguros de que la libertad no podrán arrebatárnosla los tiranos, será porque existen hombres que con su ejemplo de vida nos alientan e inspiran. Pompeyo es, sin duda, uno de ellos. Y el día que recuperemos la democracia plena, él estará allí en primera fila, celebrando con todos los que amamos la libertad y repudiamos los despotismos de cualquier signo.

EMILIO NOUEL V.

domingo, 22 de noviembre de 2009


CHANTAJES PATRIOTEROS Y ACHAQUES ANTINORTEAMERICANOS

Las bases en Colombia no amenazan a nadie

Ricardo Lagos, ex presidente de Chile

Con el escándalo que ha armado el chavismo hemisférico por el acuerdo suscrito entre Colombia y EEUU sobre el uso de bases militares colombianas por los norteamericanos para el combate de la narcoguerrilla y el terrorismo, se ha pretendido colocarnos a los venezolanos frente a dos dilemas.

Desde la perspectiva del gobierno, si no te pones al lado de Chávez y no condenas tal acuerdo por ser una supuesta agresión o amenaza a Venezuela y el subcontinente, eres un vendepatria, apátrida o lacayo del imperialismo yanqui, y si te opones a él, pues serás todo lo contrario: un digno representante de la dignidad nacional, la Patria de Bolívar y de una larga lista de paparruchas cursis.

Desde el enfoque de cierta izquierda no chavista, si bien no están siempre presentes aquellas acusaciones e insultos, en el fondo el dilema es similar: la utilización de las bases son una amenaza de EEUU y por tal razón hay que expresar rechazo o desacuerdo, de lo cual se infiere que quien las apoye estaría sirviendo objetivamente a los intereses del imperio y su complejo militar-industrial. El dilema es el mismo: a favor o en contra de la utilización por parte del imperio norteamericano de las referidas bases.

En ambas perspectivas se inscriben personas de distinta procedencia política, aunque debe reconocerse que hay matices. Por ejemplo, entre los segundos están los que creen que no es necesario el acuerdo para los fines que se persiguen (T. Petkoff), y no entran en mayores profundidades, a pesar de que me temo que ésa no sea la única razón de éstos para cuestionarlo. El antiamericanismo irracional sigue gozando de buena salud por estos predios.

Al margen de éstos nos topamos con otros que temerosos de que se les acuse de traidores a la patria, se colocan en una posición no menos cuestionable y, a mi juicio, inútil, porque al estar opuestos al gobierno, no se salvarán de ser señalados de repudiables antipatriotas. En estos casos, el discurso, por ejemplo, equipara erróneamente a Uribe y Chávez, cuando sabemos que sus conductas son distintas en relación con el tema en cuestión.

Obviamente, no tratamos con este enfoque de suscribir o avalar cualquier cosa que haga Uribe, ni mucho menos apoyar o criticar la utilización que él hace en política interior de este conflicto, algo que, por lo demás, cualquier político haría, verbigracia, el presidente de Venezuela.

Quien suscribe estas líneas por ningún respecto aceptará tales chantajes, ni caerá en la trampa del patrioterismo de los demagogos.

Colombia es un país soberano que puede firmar acuerdos con quien le venga en gana, y no debemos meternos en ese asunto. (¿Acaso el gobierno venezolano no ha suscrito convenios militares incluso secretos con otros países recientemente?) Está suficientemente claro que este acuerdo es la continuación y ampliación de otros que los mismos actores han firmado desde hace 50 años. Nada nuevo bajo el sol.

Por otro lado, si se examina bien, el acuerdo de marras no constituye una amenaza para nuestro país, sino todo lo contrario. Nuestra población en general, y la fronteriza en particular, que rechaza el narcotráfico, el secuestro y el terrorismo, podría sentirse mejor y más segura, si los que viven de esos crímenes en el vecino país, son combatidos y aniquilados. Falta saber si al gobierno de Venezuela le interesa que eso ocurra. Hoy, lamentablemente, podríamos afirmar que no, conocidas como son las evidencias que corroboran las relaciones político-ideológicas, y quien sabe de qué otra naturaleza, tiene con esos grupos de delincuentes.

Las preguntas que resta hacer a los venezolanos demócratas que creen en la cooperación, la integración y la paz con los hermanos colombianos, son las siguientes: Mientras estemos amenazados por un gobierno autoritario militar y con vocación totalitaria ¿ese acuerdo nos ayuda o no? ¿Qué piensan de ese acuerdo los productores del campo, los ganaderos y las familias que viven en la frontera con Colombia, cuyas actividades están afectadas por los diversos crímenes de la narcoguerrilla? ¿Apoyan o no el acuerdo? En definitiva: ¿Nos conviene a los venezolanos o no? ¿A quien amenaza el acuerdo? ¿A los ciudadanos decentes y trabajadores o a aquellos que son sus cómplices en nuestro territorio?

EMILIO NOUEL V.

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domingo, 15 de noviembre de 2009


EL MUNDO KAFKIANO DE LAS EMPRESAS Y LOS SERVICIOS PÚBLICOS VENEZOLANOS

Dos de los ámbitos en que puede observarse en toda su magnitud la hecatombe que significa el gobierno bolivariano es el de los servicios públicos en general y el de las empresas estatales.

El servicio público en nuestro país, como se sabe, va desde el otorgamiento de cédulas de identidad o pasaportes hasta la asistencia hospitalaria, los registros, la educación, el metro de Caracas y la telefonía en manos del Estado. Y en éstos y los demás, es lastimoso comprobar hoy que son prácticamente un desastre, una calamidad.

No hay oficina pública o taquilla que funcione medianamente bien. Se ha instalado en ellas un caos surrealista, que los males de anteriores administraciones se vuelven apenas insignificancias al lado del tormento que los ciudadanos estamos viviendo ahora.

Oficinas que mal que bien operaban satisfactoriamente, por obra y gracia de los caprichos de un ignorante improvisado o el establecimiento de criterios, reglamentos e instructivos a cual más irracional y absurdo, han devenido infiernos burocráticos que generan enormes costos adicionales a las personas naturales y empresas que deben realizar allí necesariamente trámites.

Desde las notarías y registros, pasando por Cadivi o una alcaldía, hasta el suministro de la luz eléctrica y el agua, todo es un fracaso y pérdida de tiempo precioso. No es casual que según los estándares internacionales nuestro país se ubique hoy entre los últimos de la lista en materia de permisería y competitividad.

No tienen los que gobiernan ni la más mínima idea de cómo resolver estos problemas. Los profesionales y técnicos con experiencia y que sabían su oficio han sido desplazados para colocar en sus puestos a funcionarios poco calificados o bisoños.

Es conocido el caso de una notaría, dirigida por la esposa de un alto magistrado, en la que se detectaron supuestos delitos. A los genios del ministerio respectivo no se les ocurrió otra cosa para solucionar el problema que cerrar la Notaría. No les pasó por la cabeza el perjuicio que podrían causarle a los ciudadanos que han autenticado documentos allí. En lugar de cambiar a los funcionarios y mantener la oficina abierta, sin más, la cierran, como si la oficina es la causa y no quienes la dirigen. Y el mismo proceder se ha observado en otras áreas de los servicios públicos, verbigracia, la de salud pública, la cual se pretende arreglar abandonando la infraestructura hospitalaria existente, y acometer otra, la de Barrio adentro, la que según el mismo gobierno está también en el suelo.

Cuando no es ésa la reacción, creen que con cambiarle la denominación al Ministerio o la oficina, hacer una nueva ley o crear una institución paralela con el adjetivo de socialista, van a corregir el problema mágicamente.

La otra salida que las mentes brillantes de estos sabios han parido es o estatizar o tomar posesión de los bienes privados que están cumpliendo cabalmente con su cometido. En tanto que extraordinarios destructores, son, obviamente, incapaces de construir nada bien, de allí que lo más fácil para ellos sea tomarse a la fuerza lo que los privados han logrado levantar durante años de trabajo e inversiones. Pero lo peor de todo es que al apropiarse de estos bienes, el destino seguro es su deterioro y consecuente destrucción. (textileras, papeleras, centrales azucareros, acereras, etc)

Por otro lado, las empresas de producción en manos del Estado revolucionario han sido conducidas todas a la quiebra o están funcionando con pérdidas incalculables. PDVSA, Sidor, ALCASA, los bancos Industrial, del Pueblo y de la Mujer, y el Metro de Caracas, están en situaciones financieras y operativas deplorables. No se trata sólo del harakiri que nos estamos haciendo con cerrar el comercio con Colombia, es también el manejo gerencial funesto que padecen en estas empresas. Y ya todo el mundo hace apuestas acerca de cuándo quebrará el Banco de Venezuela o el Hilton de Margarita en manos de los incapaces que nos gobiernan.

El caso de las empresas de suministro de servicios de electricidad y agua son emblemáticos en este proceso de 11 años de demolición de las instituciones. Allí el desorden, la indolencia, la ausencia de gerencia y planificación, la falta de inversiones, el despilfarro y la corrupción son las notas más resaltantes de este mundo kafkiano.

Pero ante las fallas crecientes y advertidas hasta la saciedad ¿cual ha sido la respuesta del gobierno? Que nos medio bañemos o que no consumamos electricidad, todo lo contrario a lo que debería ser el desideratum de estas empresas,

En lugar de poner a funcionar bien las empresas existentes, se crea un nuevo ministerio, y para remate, coloca al frente a alguien que no tiene ni una sola credencial profesional ni experiencia en el ramo, un improvisado más, lo que garantiza desde ahora el descalabro.

Este enorme desastre institucional y económico es atribuible exclusivamente a una demencia ideológica, que pretende hacernos creer que todo es culpa del imperialismo, el capitalismo, el fenómeno del El Niño o de nosotros los consumidores, y que ellos, con 11 años en el poder, por supuesto, nada tienen que ver.

Esta demencia fundamental les impide ver la realidad. A ello se suma una monumental ignorancia sobre los problemas, sus causas y correctivos. Sin conocimientos adecuados de cómo se administra, gerencia o planifica, la solución nunca vendrá de estos incompetentes.

Más temprano que tarde saldremos de este marasmo.

EMILIO NOUEL V.

jueves, 12 de noviembre de 2009


EMBUSTERO E IRRESPONSABLE

El domingo pasado cualquiera que lo haya oído en su programa “Aló presidente” está claro en lo que dijo. Y quien no, pudo haberlo visto o leído al día siguiente a través de cualquier medio televisivo, radial o impreso. El presidente hizo un llamado a prepararse para la guerra explícito y sin subterfugios.

El lenguaje corporal, el tono y las demás expresiones no dan lugar a otra interpretación. Para el que lo oía era inminente la confrontación; de allí la alarma hemisférica que desencadenó.

Además de las reprimendas que formuló, humillándo a sus colaboradores incapaces y sinvergüenzas y el cúmulo de mentiras acerca de porqué se va la luz y el agua, sus palabras fueron textualmente las siguientes: "Señores militares no perdamos ni un día en nuestra principal misión: Prepararnos para la guerra y ayudar al pueblo a prepararse para la guerra, porque es responsabilidad de todos", "Señor comandante de la guarnición militar, batallones de milicia, vamos a formar los cuerpos de milicianos, a adiestrarnos. Estudiantes revolucionarios, trabajadores, mujeres: ¡Todos listos para defender esta patria sagrada que se llama Venezuela!" "los escuálidos son una quinta columna. Ellos son tan apátridas como la oligarquía colombiana", “si a EEUU y sus lacayos en Colombia se les ocurre atacar al país se desataría la guerra de los 100 años.”

Al día siguiente, algunas “focas” de la Asamblea y otros lacayos del PSUV confirmaron la línea a seguir. A estas alturas, quién sabe qué habrá pensado o que locura esté maquinando el malandraje rojo que ha sido armado por el partido de gobierno ante este llamado irresponsable de guerra.

Pero el cinismo de quien nos gobierna no tiene límites. El día 10 de los corrientes, apercibido de la gran metida de pata y de la reacción alarmada que se produjo más allá de las fronteras por aquellas declaraciones, declara todo extrañado, rostro desencajado y con cara de billete de 3 bolívares (qué dirían los de la serie “Lie to me”):“Ahora me acusan a mí. Ahora me llaman guerrerista (…) Me acusan a mí en lugar de acusar a Uribe y a Washington,Yo lo que hice el domingo fue reflexionar sobre un adagio: Si quieres la paz, prepárate para la guerra. Y ahora me acusan de que estoy llamando a la guerra”, “Hay que tener cinismo y una cara bien dura para que un gobierno como el de Colombia pretenda llevarnos al Consejo de Seguridad de la ONU”, “Es el mundo al revés: nosotros que somos los agredidos y amenazados, nos llaman agresores”.

¿Quién fue el que llamó a prepararse para la guerra con entonación de urgencia? ¿Uribe? ¿Obama? Que sepamos ninguno ha hablado del tema en el pasado ni en estos días refiriéndose a Venezuela.

¿Quien nos ha agredido o amenazado en estos días que corren? A menos que no nos hayamos dado cuenta, ni EEUU ni Colombia nos ha invadido o agredido en los últimos 100 años, por no ir más allá. La única invasión que conocemos es la que dirigió Fidel Castro por Machucuruto para imponernos una dictadura comunista, que no pudo triunfar gracias a un gobierno democrático y unas fuerzas armadas verdaderamente patriotas, que hoy, lamentablemente, extrañamos.

Ya han pasado 2 días de aclaratorias del presidente tratando de explicar que aquello que dijo no fue lo quiso decir. Donde dije digo, dijo Diego. Y que, como era de esperarse, todo es producto de una distorsión de los medios de comunicación golpistas burgueses, apátridas al servicio del imperialismo.

Ahora resulta que todos entendimos mal, incluido el gobierno del amigo Lula, que alarmado hasta de mediador se propuso. Y que la mansa ovejita, amiga de las FARC, el ELN, Hezbolah, Gaddafy, el Chacal y Ahmadinejad, es una pacifica criaturita que en sus discursos nunca habla de la muerte, de sus Kalashnikov y aviones Sukoi, ni de guerras de 100 años.

A otro perro con ese hueso…..

EMILIO NOUEL V.

martes, 10 de noviembre de 2009


SIN AGUA, NI LUZ, PRETENDEMOS IR A LA GUERRA.

Hoy amanecimos en Caracas con muchos lugares sin agua, y varias ciudades del interior sin luz por varias horas.
La incompetencia, la imprevisión, la improvisación, la carencia de gerencia, la falta de inversiones oportunas y la corrupción está lanzando a Venezuela hacia el caos en materia de servicios públicos.
Ya el gobierno actual está desbordado por los problemas. De nada le sirvieron alrededor de 700 mil millones de dólares producto de la venta de petróleo. Toda esta descomunal cantidad de dinero la despilfarró, malversó, regaló y robó. Y los venezolanos nos encontramos en términos de calidad de vida cada vez más degradados.
No conforme con este desastre administrativo, ahora el presidente de la República, en otra de sus locuras, lanza amenazas de guerra con el hermano país de Colombia y con nuestro socio comercial principal EEUU.
Dice que nos preparemos para la guerra que viene en un arranque de irresponsabilidad insólita. Como si eso fuera un juego, una tontería.
Los venezolanos, afortunadamente, no caeremos en esas provocaciones. La mayoría no cree en tales disparates. Nadie va a acompañar en tal aventura a un Presidente que parece desquiciado por los problemas sociales y económicos que no puede resolver en el país. Su treta no funcionará ya estamos curados de tanto delirio. Cuesta abajo en su rodada.

E. Nouel

miércoles, 4 de noviembre de 2009

DE MERCOSUR, METIDAS EN CINTURA Y ESPERANZAS

La Comisión de Relaciones Exteriores del senado brasileño aprobó el Protocolo de ingreso de Venezuela a MERCOSUR y ahora vendrá la muy segura aprobación en el plenario; allí, hay una mayoría favorable en ese sentido, y no se puede esperar un resultado diferente.

Aún falta superar el escollo de Paraguay para que entre en vigencia el referido instrumento; de allí que no esté garantizada esta entrada hasta el año que viene, a pesar de que algunos creen que a los paraguayos no le queda otra que seguir el ejemplo brasileño, opinión ésta que pongo en duda, dada la animadversión que existe mayoritariamente en contra del gobierno venezolano en ese parlamento. Pero las realidades son las realidades, y al final del día, éstas casi siempre se imponen.

Ya hemos señalado en múltiples oportunidades que el gobierno venezolano en MERCOSUR, muy diferente al país y sus fuerzas democráticas, va a representar un serio problema en ese bloque. Sus orientaciones política y económica van a contrapelo de los principios de ese proceso de integración, y más allá de los grandes negocios que puedan hacer algunas empresas argentinas y brasileñas, en algún momento del camino surgirán complicaciones que afectaran esos intercambios y la misma política, habida cuenta del proyecto ideológico que se impulsa desde Caracas.

Obviamente, en Derecho Internacional no se puede hacer la separación entre gobierno y país. Si el gobierno actual nos lanza por esa pendiente, jurídicamente hablando, él y el país son una misma cosa frente a los países de MERCOSUR. Resulta imposible diferenciarlos. Las obligaciones y compromisos asumidos, aunque sean mal negociados o no consultados con los principales afectados en nuestro país, igual tendrán fuerza de ley. Y a correr con las malas o buenas consecuencias.

Es por ello inadecuado, desde el punto de vista jurídico, plantear el ingreso de Venezuela y no del gobierno venezolano, y exigirle a éste, por ejemplo, que declare que va a comprometerse a respetar el contenido del Protocolo democrático de Ushuaia, documento que, por lo demás, está incluido en el “combo” para la aceptación y es sólo una formalidad que firmará –creo- sin problemas. A mi juicio, esa declaración no pondría ni quitaría nada especial, ni es garantía de un proceder.

Pretender que ella permitiría meter en cintura o controlar al gobierno venezolano en materia de conductas democráticas es un tanto naïf. Hasta ahora no ha podido hacerlo la OEA y su Comisión de los Derechos Humanos, la Corte Interamericana de los DDHH, ni el mismo Consejo Seguridad de la NNUU cuando se atrevió Chávez, contra viento y marea, a visitar a un gobernante como Sadam Hussein, en aquel momento aislado de la comunidad internacional, mucho menos lo podrá hacer MERCOSUR, ni creo que esté interesado en hacerlo.

Venezuela y sus gobiernos siempre han sido integracionistas, a pesar de las reservas que en algunos momentos ciertos sectores manifestaron cuando ingresamos a ALALC-ALADI o el Pacto Andino-CAN. Ingresar a MERCOSUR no sería un exabrupto en concordancia con esa tradición. Asimismo, en términos de libre comercio, las evidencias demuestran que siempre el saldo es positivo para los países que se posicionan adecuadamente en las corrientes de intercambio mercantil internacional, y en consecuencia, MERCOSUR podría ser una oportunidad, siempre y cuando se cumpla con ciertas premisas.

Porque una cosa son aquellas orientaciones generales y otra es negociar las mejores condiciones de ingreso en un bloque comercial determinado.

Para ello, no sólo es necesario haber definido y puesto en práctica una política o políticas económicas en general, también es crucial una de comercio exterior que esté en armonía, además, con la de relaciones políticas exteriores. Estas políticas de Estado deben expresar en lo posible la mayoría de los intereses diversos del país, de allí que sea menester consultar todos los sectores con el fin de balancearlos y armonizarlos para luego representarlos de la manera más fiel en el exterior.

Y esto es lo que no se ha hecho con MERCOSUR en Venezuela. La solicitud de ingreso del gobierno venezolano es de naturaleza política, y está más que claro que a él no le interesa promover a los productores, exportadores y comerciantes del país. Su interés en ese bloque responde a propósitos políticos sectarios, excluyentes, no consensuados y contrarios a la Nación. Aquí no se trata de oponernos a esa entrada, ni de pedir que nos acepten o nos rechacen. Nuestra posición al respecto es de principio y ya la hemos señalado en varias ocasiones. De lo que se trata es de que ese ingreso no forma parte de una política de Estado que haya atendido a los intereses de los sectores que se verán afectados irremediablemente. Por tanto, no podemos, bajo las actuales circunstancias, sentirnos conformes con un ingreso a un bloque cuyas condiciones comerciales, arancelarias y jurídicas desconocemos.

Si al final nos aceptan, habrá que correr con las consecuencias económicas, que no serán pocas para nuestras industrias y el agro. Será necesario, como se dice coloquialmente, “guapear”, y esperemos que el daño no sea irreparable. Nos queda sólo la esperanza -“Muerte es esperanza larga”- de que en otro gobierno modifiquemos esas condiciones, y afortunadamente, siendo MERCOSUR un esquema muy laxo, poco disciplinado, en permanente crisis y no tan serio, es probable que podamos enderezar el entuerto.

EMILIO NOUEL V.