miércoles, 21 de septiembre de 2016


            LIBRE COMERCIO Y RETÓRICA POPULISTA
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No son pocos los artículos de prensa publicados a diario en que se arremete contra los tratados de libre comercio, acusándolos de todos los males que puede haber.

No gozan de muy buena reputación estos acuerdos, si nos atenemos también a las protestas que particularmente en Europa están teniendo lugar por lo del tratado trasatlántico que se está negociando.

Sobre el tema hay mucho simplismo y poca profundidad en el análisis. Por lo general, las afirmaciones condenatorias no se respaldan con datos ciertos. Encontramos generalizaciones absurdas y disparatadas. La retórica anti-comercial está plagada de frases efectistas, medias verdades, mitos y prejuicios. En suma, no todo lo que se dice es cierto.

Este discurso engañoso ha servido de punta de lanza para demagogos de toda laya, que utilitaria e interesadamente echan mano de los problemas sociales reales de los ciudadanos para apuntalar sus propósitos políticos.

Así, el populista ha sido el actor ideal para esgrimir la proclama antiglobalización, aunque no es sólo él quien la asume. Tiende a culpar de los problemas domésticos a los demás, a los extranjeros, sus empresas y productos, quienes serían  los causantes directos de las dificultades y crisis de toda naturaleza que se viven.

Obviamente, no todo es una maravilla en la dinámica comercial internacional, hay asimetrías y conductas anticompetitivas. Como en todo, la perfección allí no existe, pero con exageraciones e infundios es muy difícil que comprendamos lo verdad del asunto, y apreciemos lo positivo que es el comercio para los países. Las evidencias reales cuantitativas y cualitativas prueban que el crecimiento y el desarrollo de los países, más allá de la monserga barata que reina en ciertos círculos sociales y políticos, son alcanzables con mayor facilidad a través de la apertura comercial.

No es cierto, por tanto, que el intercambio comercial exterior de un país de manera ineluctable ponga en riesgo los empleos, y por tanto, se deba establecer políticas proteccionistas para impedirlo.

Sobran los estudios serios que afirman que las economías abiertas crecen más rápido que las cerradas. El Banco Mundial, por ejemplo, ha afirmado que los países en vías de desarrollo que se abrieron al mundo en los años 90 del siglo pasado crecieron tres veces más rápido que los que mantuvieron políticas proteccionistas frente a la competencia internacional.

Y con esto no se quiere decir que el comercio exterior no impacte los mercados de trabajo domésticos, produciendo cambios en el corto plazo; de allí la importancia de que los gobiernos adopten políticas para posibilitar tales ajustes, estableciendo compensaciones sociales, que permitan la adecuación progresiva de los países al intercambio mercantil.

En esta actividad todos pueden ganar, unos más que otros, obviamente. Pero no es un juego suma cero, como algunos lo presentan en sus discursos políticos. Y los efectos hay que analizarlos en el mediano y largo plazo. Es probable que de arrancada no todo sea miel en hojuelas, pero con el tiempo los resultados serán positivos y permanentes.

Las políticas de apertura del comercio exterior tienen que ser complementadas con otras. Por ejemplo, las relativas al desarrollo institucional, la educación y a la atracción de las inversiones extranjeras. Leyes competitivas, desarrollo del recurso humano, seguridad jurídica y generación de confianza en la administración pública, son elementos centrales que apuntalan las políticas de apertura comercial.

El populista soslaya esos temas de fondo atribuyendo los problemas a los vínculos con el extranjero. Igual ocurre en países desarrollados como en los demás.

Se aprovecha de los sentimientos nacionalistas de pertenencia o identitarios de los ciudadanos para satanizar al fuereño, considerándolo el que amenaza el sistema de vida, los empleos, las empresas, en fin, la economía interna.

Lamentablemente, se ha desatado una paranoia en este campo que puede causar graves problemas a las sociedades actuales y comprometer la paz futura. Europa está experimentando esos embates, colocando en un disparadero al proceso de integración que tantos beneficios sociales ha traído a los países pertenecientes a la Unión.

En EEUU, el mismo fenómeno funesto. Vemos a políticos de los dos grandes partidos haciéndose eco de planteamientos que contradicen lo que ha sido uno de los principios económicos que hizo grande a ese país desde los inicios de su existencia.

El premio Nobel (2013), Robert Shiller, recientemente asomó la idea de que la próxima revolución en el mundo será contra las diferencias nacionales y surgirá de las interacciones diarias con extranjeros a través de Internet. Y agrega: “es probable que los pasos más importantes para resolver la injusticia derivada del lugar de nacimiento no tengan que ver con la inmigración, sino con fomentar la libertad económica (...) Esto debería ser motivo suficiente para la firma de tratados comerciales mejorados, con la posible creación de mecanismos de seguridad social de mucho mayor alcance que los actuales para proteger a los habitantes de cada país durante la transición a una economía global más justa”.

Ojalá los líderes del mundo puedan impedir la deriva peligrosa que promueven algunos populistas, y que apunta a cerrar a sus países ante los demás. Hay sobradas razones políticas, económicas y morales para actuar contra esa perniciosa visión.



Emilio Nouel V.
@ENouelV



domingo, 18 de septiembre de 2016


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MERCOSUR, PARLASUR Y LA CRISIS VENEZOLANA



                             

La crisis venezolana tiene alborotada a la sub-región suramericana. Frente a lo que ocurre en nuestro país no puede haber indiferencia de parte de quienes defienden la democracia y las libertades.

Las violaciones flagrantes y cotidianas de los DDHH son ampliamente conocidas en tiempo real por nuestros vecinos en el hemisferio. Sólo los que se hacen de la vista gorda o apañan las arbitrariedades de la dictadura venezolana se niegan a ver tal lacerante realidad.

Los gobiernos de los países miembros de  Mercosur vienen de formular un ultimátum al gobierno de Venezuela, que está referido a retrasos en materia de requisitos normativos en ese bloque comercial. La espada de Damocles de la suspensión de la membresía se ha levantado contra nuestro país, a menos que cumpla con ciertas exigencias antes del 1 de Diciembre próximo.

Ya lo he dicho en otra ocasión. El culpable de esta lamentable situación es el gobierno nacional, su incompetencia y desidia. Es él el que expuso a Venezuela al descrédito internacional.

Se ha dicho erróneamente por ahí que de concretarse la suspensión, se suspendería también nuestra participación en el Parlamento de Mercosur.

Quien así piensa, o desconoce la naturaleza “independiente y autónoma” de tal Parlamento o pretende utilizar ese argumento de manera interesada, engañosa y/o retorcida como presión de carácter política.

Así, oímos decir que la suspensión de Venezuela “nos haría perder una tribuna política que tanto nos hace falta actualmente”.

Pues, déjenme decir, que con eso se falta a la verdad, y  no hay asidero político ni jurídico para sustentar esa afirmación.

El único caso de suspensión que hasta ahora se conoce en Mercosur es el de Paraguay. Está más que claro que a ese país, lo suspenden con base en argumentos políticos, no jurídicos. El mismo Pepe Mujica, presidente a la sazón de Uruguay, lo admitió. En Paraguay se había dado un procedimiento de impeachment ajustado a la Constitución de ese país, pero que los amigos del defenestrado, el cura Lugo,  consideraron un golpe de Estado. Lo mismo que dicen ahora del caso de Dilma Rousseff.

La medida comportaba “suspender a la República del Paraguay del derecho a participar en los órganos del MERCOSUR y de las deliberaciones, en los términos del artículo 5° del Protocolo de Ushuaia”.

Y los “órganos de Mercosur” son: el Consejo del Mercado Común, el Grupo del Mercado Común y Comisión del Mercado Común.  Es decir, que de éstas instancias ejecutivas y administrativas quedaría marginado Paraguay en tanto que suspendido. En cuanto a los “órganos derivados”, como el Parlamento y el Tribunal Permanente de Revisión, habría que matizar.  

La medida en cuestión, tomada, por cierto, desconociéndole el derecho a la defensa a Paraguay, no implicó limitaciones al comercio o al tránsito de personas, incluso se garantiza la continuidad de los proyectos relativos a Paraguay en el Fondo de Convergencia Estructural del MERCOSUR (FOCEM)”.

Por otro lado, en el texto de la decisión se puede leer de manera expresa: “Comunicar al Parlamento del MERCOSUR la presente decisión”, lo cual implícitamente reconoce la independencia de este órgano.

Con ello se informaba al Parlamento de la medida, instancia que tenía, por cierto, casi dos años sin reunirse y sin adoptar resolución alguna. Incluso, el año mismo de la suspensión (2012) no se reunió, y sobre ella no hubo pronunciamiento alguno.

De acuerdo con el texto constitutivo de Parlasur,  en su artículo 1º se establece que es un “órgano de representación de sus pueblos, independiente y autónomo”.

Si interpretamos correctamente tal disposición, al ser autónomo, Parlasur no está obligado a suspender a la representación popular de un país, en caso de que por razones de incumplimiento de normas sea suspendido por los órganos ejecutivos. de bloque. De hecho, los parlamentarios paraguayos, en el asunto mencionado más arriba, no fueron suspendidos como diputados parlasurianos mediante una decisión expresa. Y si hubo alguna intención de hacerlo, que pudo darse, eso no fue formalizado, que sepamos. 

De modo pues, que en caso de que se aceptara una valorización particular de la presencia de parlamentarios venezolanos en el Parlasur, no sería lo correcto afirmar con base jurídica válida, que con una suspensión de Venezuela, se suspendería de manera automática a nuestros parlamentarios en tal espacio democrático.
Emilio Nouel V.

viernes, 16 de septiembre de 2016


VENEZUELA, TITULARES Y  DEBACLE
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“Venezuela, enfermo de Sudamérica y riesgo para la estabilidad regional”

Irán desplaza a Venezuela como proveedor de petróleo a España

“Gobierno de EEUU mantiene a Venezuela como incumplidor de acuerdos antidroga”

“Secretario General de la OEA: ‘La situación en Venezuela es grave’.

“Argelia proveerá petróleo a Cuba tras crisis venezolana”

 “Escalada represiva en Venezuela”   

“Gobierno de Brasil dice que mejorar relaciones con el gobierno de Maduro es un caso sin esperanzas”

“Vicepresidente de EEUU pide respeto a la Constitución de Venezuela y la realización del Referendo en el 2016”

“China se replantea su alianza con una Venezuela tambaleante”

“Secretario General de la OEA: ‘La situación en Venezuela es grave’

“La larga sombra militar sobre Venezuela”

“No hubo golpe en Brasil, pero sí lo hay en Venezuela”

“Maduro no gobierna, sólo se mantiene en el poder”

“En Agosto la producción petrolera de Venezuela continuó cayendo”.

“Gobierno de Brasil expresa preocupación por detenciones arbitrarias en Venezuela”

Cepal: Venezuela, el país latinoamericano con la velocidad de Internet más lenta”.

“ONU rechaza bloqueo del gobierno de Maduro a expertos de DDHH”

“Países fundadores de Mercosur vetan presidencia de Venezuela en el bloque”

“El Gobierno está muerto y no se ha dado cuenta”

Los anteriores titulares son sólo una muestra pequeña, no del último año, sino de la última semana. Ha sido extraída de artículos y reportajes de prensa, sobre todo, la internacional, referidos, como se ha visto, a Venezuela.

Si eso no es una prueba de la debacle que estamos sufriendo los venezolanos que baje Dios y lo diga.

En tales escritos, los medios no hacen sino reflejar la monumental tragedia política, económica y social de nuestro país.  Conflictos con países amigos, pérdida de clientes para nuestro petróleo, derrumbe de la calidad de vida, rostro militarista, violaciones a los DDHH y presos políticos.

El aislamiento hemisférico de la dictadura militarista que nos agobia es notorio. Los gobiernos de Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Canadá, Costa Rica, EEUU, Jamaica, México, Paraguay y Perú, entre otros, están muy claros sobre lo que nos está pasando. Incluso, algunos que se niegan a reconocer abiertamente la catástrofe venezolana, lo admiten a la chita callando, pero con igual preocupación que aquellos.

En la OEA, UNASUR o MERCOSUR, y fuera del continente, en la Unión Europea o la ONU, las grandes internacionales políticas o las ONGs de defensa de los DDHH,  es ya un convencimiento pleno de que nuestro país está al borde del colapso, y de que ya no es posible seguir silenciando esta realidad.

Repito: sólo en una semana aparecieron los titulares que encabezan estas líneas. Cualquiera que los lea no puede permanecer indiferente o no  inquietarse.

Con seguridad los que en esta semana vinieron a visitar a Isla Margarita con ocasión del encuentro de ese inútil y anacrónico grupo internacional que llaman No Alineados, no verán la ruina en que han convertido al país. Tal como las “aldeas Potemkim”, la triste realidad de nuestra querida isla será escondida y/o maquillada para la vista de las decenas de representantes de países, en los que, por cierto, y en no pocos, hay tiranías horrendas y sangrientas. Los margariteños en extrema penuria sí se verán abofeteados por el derroche del gobierno ante sus invitados.

Nunca antes Venezuela había estado en los medios ligada a tantas y tan malas noticias. El descrédito de nuestra Patria, por culpa de quienes nos oprimen, ha alcanzado cotas inauditas.  Impresentables bárbaros dirigen los destinos de un país que fue y debería ser ejemplo de democracia y bienestar para su entorno. Estos desalmados lo han arruinado. Sus inmensas riquezas naturales las han dilapidado. Miles de millones de dólares han ido a parar a los bolsillos de una oligarquía militar-civil corrompida, sin honor y perversa.

Les llegó su final y no se han percatado.

Pero Venezuela se recuperará, no será fácil lograrlo. Habrá que apartar la incompetencia, la improvisación y una ideología nefasta. Con voluntad, determinación, encuentro y unidad de los venezolanos se recompondrá el país. Es la apuesta a hacer, no hay otro camino.

Distintos y amables titulares aparecerán reseñados entonces sobre Venezuela.



EMILIO NOUEL V.

@ENouelV

emilio.nouel@gmail.com




martes, 6 de septiembre de 2016


¿SÓLO EN AMÉRICA LATINA DECLINA EL RESPALDO A LA DEMOCRACIA?

Latinobarómetro señala en días recientes que el respaldo a la democracia en Latinoamérica ha bajado en los últimos años.

Tomando como referencia el año 2010, ha aumentado la indiferencia respecto del sistema político, alcanzando un 23% y se mantiene estable el nivel de preferencia por el autoritarismo (16-17 %). La adhesión a la democracia es de 54%, cuando aquel año fue de 61%.
No es raro que suceda eso. Las dificultades económicas y su no solución, generan necesariamente un desencanto que repercute en el afecto de los ciudadanos hacia el régimen político establecido. Se achaca a éste  problemas que por lo general tienen causas que se colocan más allá del sistema de gobierno.

Como se sabe, por su propia naturaleza, la democracia es relativamente frágil en general. Su funcionamiento natural es complejo. Los necesarios debates y las interminables negociaciones que tienen lugar en ella entre las diferentes fuerzas políticas, le impiden soluciones expeditas  que satisfagan a todos los intereses en juego.  Los consensos deben imponerse, y para ello es menester el diálogo y los acuerdos, lo cual consume tiempo que la impaciencia del común no perdona.

Las dictaduras tienen entonces grandes ventajas frente a las democracias. En ellas solo el autócrata decide, según su criterio personal, sin tener que consultar con nadie o pidiendo opinión a muy pocos de su entourage político. No hay contrapesos democráticos ni limitaciones legales. La palabra del dictador es santa palabra.

De allí que a los que los mecanismos democráticos les parezcan engorrosos, molestos o ineficaces, por ser lentos y consensuados, más les acomoden las prácticas expeditas de los gobiernos autoritarios.

Y de esta posición hay millones en Latinoamérica. No sólo entre las élites, también en el pueblo llano. Obviamente, es un problema cultural, de desarrollo político e institucional, que, a pesar de ciertos avances, aún arrastramos en nuestra región.    

Lo curioso es que este fenómeno de retroceso de apoyo a la democracia que registra Latinobarómetro en América Latina, si volteamos la mirada hacia lo que está sucediendo en otros países, encontramos síntomas de lo mismo, incluso en países desarrollados.

Y no es por aquello de que “mal de muchos consuelo de tontos”. Pero es lamentable el retroceso tanto entre nosotros como en otras latitudes. Obviamente, hay matices, intensidades y alcances diferentes en ese reflujo democrático en el mundo. Sin embargo, es el sistema democrático y de libertades el que ‘paga el pato’ de las crisis económicas, de las guerras y sus consecuencias, de la intolerancia religiosa, de la xenofobia y del racismo, cuyas causas no devienen de aquel sistema.

En Venezuela, según Latinobarómetro, la identificación con la democracia es la mayor en el estudio realizado (77%); quién sabe si es porque estamos viviendo bajo una dictadura sui generis, pero dictadura al fin. Tal noticia es alentadora, sin duda. No en vano la tuvimos, a pesar de sus lunares, durante 40 años, antes de que llegara el populismo autoritario y militarista. En nuestro ADN están inscritas la democracia y las libertades, a pesar de los extravíos de los años recientes, producto precisamente de los problemas económicos, de las disfuncionalidades del sistema político y de su incapacidad para reformarse.

La democracia representativa, la vigencia plena del Estado de Derecho y la garantía de los DDHH, son las claves para avanzar hacia estadios superiores de desarrollo cultural, institucional y de bienestar social. No hay sistema político perfecto, sin fallas. Sobre todo, la democracia no lo es. Atribuir a ella exclusivamente los males económicos no es lo acertado, es apuntar al blanco equivocado.  



EMILIO NOUEL V.