martes, 29 de diciembre de 2015

     LA NUEVA ASAMBLEA NACIONAL Y EL CAMBIO

 
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“En el vértigo de los procesos históricos suelen triunfar los que menos dudas ofrecen”

                                            Ignacio Camacho
 

Son ya varios los sectores del país que han salido a presentar sus respectivos cahiers de doleances a la nueva mayoría que nos trajo en buena hora el 6D.
Pretensiones de diversa procedencia comienzan a hacer fila en busca de satisfacción.
De allí que no pocos soliciten de los diputados soluciones a los graves problemas, para lo cual cada uno tiene su lista personal de prioridades.
Unos piden la derogación de leyes, otros su modificación. Las leyes de Tierras, de precios justos y algunos las de medios o del Banco Central. Los de más allá esperan retomar la descentralización prácticamente eliminada con disparates inútiles como el del poder comunal, esto sin dejar de mencionar la Ley de amnistía de los presos políticos o las peticiones presupuestarias justas de las universidades públicas,  y también -¿por que no?- el control de cambios. 
La Asamblea que estrena sus funciones tiene ante sí una ardua labor que deberá comenzar por tratar de enderezar algunos entuertos e impedir un número mayor, mientras se cambia el poder ejecutivo, lo cual será bien visto en el exterior como señal auspiciosa.
Sabemos que los problemas tendrán arreglo definitivo con otro gobierno. El desastroso que tenemos ha demostrado que no quiere o no sabe cómo sacarnos del atolladero en el que nos metió.

Gracias a una estrategia acertada de la MUD, se ha abierto la posibilidad de iniciar un proceso político transicional que vaya dejando atrás una ejecutoria gubernamental calamitosa y evite la debacle total.
Soy de los que piensa que se puede adelantar un trabajo legislativo que intente disciplinar al ejecutivo y abra cauces al nuevo gobierno que llegará. No será fácil, por supuesto.
Obviamente, impedir el hundimiento definitivo del país requerirá de acuerdos mínimos entre los poderes legislativo y ejecutivo, difíciles, es verdad, pero no imposibles. Tocar la puerta no es entrar.
Lo decisivo es que la tarea que tiene ante sí la oposición democrática sea encarada de manera unitaria, con responsabilidad, claros criterios y reglas, también sentido de grandeza. La terrible situación lo demanda.
Diferencias las hay, y en la pluralidad no se pueden negar. Hay algunos que no comprenden lo que sucedió el 6D. Las lecturas sobre las claves de tal éxito no son todas coincidentes. Hasta se pretende minusvalorar el papel de una dirección unitaria colectiva, subrayando sólo y equivocadamente la actuación de individualidades.  
El próximo capítulo de esta empresa política es la instalación de la nueva Asamblea.
En tal ocasión estelar, el mensaje que debería transmitir la oposición, además de su cohesión interior, es reiterar el de cambio que resultó triunfante el 6D.
La mayoría de los venezolanos que votaron por la propuesta opositora están conscientes de que la defenestración del chavismo en el poder legislativo es un primer paso para modificar el rumbo enloquecido del país, de su economía y de la confrontación artificial alimentada desde el gobierno.
El país está pidiendo un liderazgo nuevo, distinto, responsable, firme, moderno, conciliador y decente. Apegado estrictamente a la ley y a tono con las cambiantes realidades nacionales e internacionales. Que demuestre que es conocedor de los problemas y sus soluciones viables. Sensible frente a las desgracias de vastas capas sociales que aún se mantienen al margen de los bienes materiales e inmateriales más elementales.
La Asamblea Nacional y quienes la dirijan deben reflejar esa aspiración de cambio muy sentida. Ella y su actuación serán el espejo de lo que se quiere para más adelante, cuando alcancemos el poder ejecutivo.
Esperamos que el poder legislativo que inicia este año esté a la altura de las graves circunstancias.
De la oposición unida, esperamos que nos conduzca a buen puerto más temprano que tarde, a pesar de las dificultades y los no pocos obstáculos con que se enfrentará desde el 5 de Enero próximo. 

EMILIO NOUEL V.

@ENouelV

jueves, 17 de diciembre de 2015

A PESAR DE LOS PESARES, HAY QUE CELEBRAR

Más allá de las cautelas, prudencias y de los muy oscuros nubarrones económicos en el horizonte, se impone celebrar, sí, CELEBRAR, con mayúsculas.
Ciertamente, la vida personal está en extremo complicada para todos. El bolsillo ha sido golpeado como nunca.
No obstante, el 6-D la libertad ganó una, y bien importante, a la tiranía que se ha querido entronizar en nuestro país.
Mayoritariamente, los venezolanos hablaron alto y claro el 6D. Rechazaron la incompetencia gubernamental, su ineficacia y la corrupción desbordada. Repudiaron la escasez y la inflación actuales, hijas de unas políticas equivocadas.
Impugnaron las violaciones a los Derechos Humanos y el sectarismo.
No quieren saber más de una obsoleta, arbitraria, hambreadora y fracasada revolución.
Pero la reacción del gobierno ante la derrota que sufrió deja a cualquier observador nacional o internacional atónito. Mostrando una incongruencia insólita, hasta han puesto en cuestión al sistema electoral que diseñaron para su propio beneficio. No se han percatado de su enorme fracaso en la conducción del país y pretenden atribuirlo a otros.
Lo que en un país democrático normal conduce al acatamiento y el respeto de la Constitución, en Venezuela vemos que se hace lo contrario, desconociendo resultados electorales que le han sido adversos.
El cabello-madurismo, al perder la mayoría de la institución parlamentaria, anda amenazando con esa entelequia que llaman poder comunal, cuya vida depende del financiamiento gubernamental que ya ha dejado de fluir. Con unos pequeños grupos que representan muy poco de la población, han montado un show mediático para asustar a la oposición sin ningún éxito.
Ni siquiera sus votantes se creen los fantasiosos inventos sobre las causas del descalabro.
Dejémoslos que se cocinen en su propia salsa, y que sigan perseverando en los errores.
Es decisivo que oteemos el porvenir con optimismo. No será fácil superar la situación actual. Pero ahora, digan lo que digan ciertos opinadores que sólo ven las amenazas o buscan mezquinamente restar merecimientos a la dirigencia de oposición, contamos con mayor fuerza institucional, una ampliada legitimidad y también un superior respaldo popular.
Al votar por la oposición, la mayoría no sólo repudió al gobierno, votó también por una opción que consideró la que más conviene al país. Votó por los partidos que conforman la Unidad Democrática, un liderazgo y la oferta que pudieron presentar con muchas limitaciones. La gente no votó, como algunos descaminados han dicho, por cualquiera que enfrentara el gobierno. Optó por dirigentes políticos en los que vió la posibilidad de cambiar el estado de cosas actual.
A los del vaso medio vacío o casi vacío, los desesperanzados crónicos, los que no ven el horizonte cierto que nos espera, les pedimos que se sacudan el desaliento, que no cedan al temor que el gobierno quiere infundir en ellos. Ese gobierno ya dejó de ser lo que fue, perdió el afecto de la mayor parte de la colectividad y a medida que pasan los días los opositores se amplían. De allí que esté dando bandazos, desesperados por la debacle no solo electoral sino también moral.
Hay razones de más para estar animados, a pesar de las dificultades, las carencias materiales que agobian y los temores que se quiere sembrar entre los ciudadanos.
 

PS: Para todos los que se detienen generosamente a leer lo que escribo por estos medios electrónicos, mis mejores deseos para el 2016. 

EMILIO NOUEL V.

@ENouelV

miércoles, 9 de diciembre de 2015

                         ACUERDO NACIONAL O CAOS

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Emilio Nouel V.

No hay que hacer mucho esfuerzo para percatarse de que quienes gobiernan desastrosamente a Venezuela no creen en la democracia.
Lo hemos experimentado más de tres lustros, y ya lo estamos observando en las reacciones que han tenido ante la zurra electoral recibida.
Que el pueblo les haya propinado el 6D un fenomenal varapalo, les tiene sin cuidado. Su irrespeto al pueblo venezolano lo reiteran, y pretenden continuar su burla hacia él anunciando obstaculizar a la nueva Asamblea Nacional.
Al gobernante autoritario le importa poco o nada el voto expresado mayoritariamente, sobre todo, cuando le es adverso. Para él, su voluntad es la que debe imponerse por encima de lo que opine todo un pueblo, independientemente de si tiene o no legitimidad. Su desprecio por la voz del colectivo es proverbial.
La experiencia histórica confirma ese proceder arbitrario, totalitario, sobre el cual no hay que abundar demasiado.
El militarismo cabello-madurista no entiende en qué consiste la democracia, ni es ésa su intención. La reducción de su cuota de diputados en el parlamento a una tercera parte parece no indicarles nada. Perdieron la legitimidad que confiere el apoyo popular y siguen pensando en actuar a espaldas del pueblo, como si no hubiera acaecido un cataclismo político-electoral que lo obliga a rectificar y/o acordarse con quienes disponen ahora del respaldo expresado inequívocamente en los comicios. Poco caso hacen a un deseo de cambio de una gestión económica disparatada, inflacionaria y hambreadora, de una forma de gobernar arrogante, sectaria y atropelladora de los derechos humanos.
En unas deleznables y deprimentes intervenciones televisivas, Maduro, de nuevo, amenaza con desconocer las leyes que sancione la Asamblea opositora, poniéndose así al margen de la  Constitución Nacional. No cesa de decir embustes y disparates, de repetir un discurso risible sobre las causas de la derrota, y en el que ya nadie cree, como se demostró el 6D.
Amenaza, bluffea, sabiéndose débil, noqueado, no sólo ante el país y el mundo exterior que vigila lo que ocurrirá en lo sucesivo, sino ante sus propios correligionarios, vapuleados, deprimidos, desmoralizados y divididos, buscando cada uno sobrevivir después del huracán electoral que arrasó a ese mondongo político indigesto que llaman PSUV y su proyecto obsoleto. 
La oposición sabía de antemano que ése era un escenario probable.
Esperar una conducta racional del gobierno no es la regla, sino la excepción.
Creer que se van a comportar responsablemente, una vez que no cuentan con el favor de la ciudadanía, es no ver que estamos ante unos gobernantes antidemocráticos, incivilizados, bárbaros.
Han dicho que van a designar a nuevos magistrados del Tribunal Supremo y eso está por verse, conocido como es el sordo rifirrafe que en esa institución hay.
Quién sabe qué otra iniciativa adelantaran antes de entregar el poder legislativo, además de regalar demagógicamente ese bodrio que es la televisora de la Asamblea, a sus trabajadores, cuyo futuro financiero, me atrevo a pronosticar, será muy corto.
Hasta un desquiciado decreto de inamovilidad laboral por 3 años más ha ofrecido Maduro, que, estoy seguro, sólo producirá mayor desempleo, menor actividad económica, más desabastecimiento, más inflación, en fin, más caos social.
Dicho lo  dicho, sin  embargo, estamos   obligados a  tener  alguna  esperanza -pequeña, claro- de que al gobierno se le encienda una luz que le haga ver que por el barranco nos podemos precipitar todos. Ellos y nosotros, todo el país.
Si se niegan a reconocer el resultado del 6D, si no aceptan que la MUD hoy encabeza el poder popular más representativo de la Nación, si no se avienen a dialogar y concretar un acuerdo político y económico mínimo que impida el derrumbe, y se empecinan en profundizar unas políticas equivocadas que han conducido al grave crisis actual, entonces la salida de ésta será la peor.   
@ENouelV

emilio.nouel@gmail.com
 
 
 

martes, 8 de diciembre de 2015

MUD: PACIENCIA ESTRATÉGICA, ACIERTO Y NOCAUT

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Sin duda, el venezolano es un pueblo de gestos colectivos inesperados, y de nuevo nos sorprendió el 6D, incluso a los que pensábamos en un triunfo de la oposición democrática, pero no en la magnitud que se dió.
Ha hablado en esta oportunidad, de forma clara, tajante y sin ambages, como pocas veces lo ha hecho en su historia.
Demostró que sabe lo que quiere, sobre todo, lo que no quiere.
Se expresó como ha sido la costumbre que aprendió en democracia: votando y poniendo por delante su pacifismo, su rechazo a la violencia, a pesar de que una caterva de bárbaros e ignorantes lo han querido hundir durante tres lustros en la crispación social permanente, en la lucha de clases, en el odio entre hermanos.
Cómo nos hemos equivocado con ese pueblo, que en no pocas ocasiones llegamos al desprecio.
En las semanas previas a las elecciones, cuando asomábamos ante nuestros interlocutores, la posibilidad de un triunfo de la oposición, no era extraño oír de boca de algunos incrédulos, de los portadores crónicos de la desesperanza o de arrogantes menospreciadores, expresiones como: “el venezolano es un sinvergüenza, por un plato de lentejas se vende”, “acepta la humillación de las colas para comprar alimentos”, “es un lambucio e ignorante”, “tu verás, por la dádiva de un kilo de harina o un televisor regalado sale a votar por el chavismo”, y así, terminaban afirmando que el gobierno, por tanto, sería invencible, que no había nada que hacer.
Afortunadamente, la dirigencia de la oposición democrática, la de la MUD, sí, esa MUD denostada por cantamañanas o “cantaclaros”, diseñó y ejecutó una estrategia política que fue al encuentro de esas mayorías que algunos miran por encima del hombro desdeñándola.
Esa MUD repitió a lo largo y ancho del país, con infinidad de obstáculos y limitaciones, que es posible otro país. Ilusionó con una Venezuela diferente, próspera, libre y pacífica, y pidió su respaldo para ganar la Asamblea Nacional, lo cual viene de lograr el 6D, acertando así con su política.
Esta estrategia exitosa puesta en práctica ha ido  avanzando sin descarríos hacia el objetivo trazado, que no es otro que alcanzar el poder por la vía democrática, constitucional, electoral y pacífica. Civilizadamente, sin buscar atajos absurdos, sin aventuras inciertas.  
Por allí andan todavía en la oposición ciertos descaminados –minúsculos en número y en cerebro- que de manera enfermiza siguen jugando suicida e infructuosamente a su descalabro. Mezquinos, no reconocen sus decisivos aciertos, y en todo momento buscan demeritarla, reducirle su importancia. Para éstos inconscientes, no tengo la menor duda, el destino es la intrascendencia, el basurero de la historia.   
La victoria arrolladora de la opción democrática es un evento de hondas repercusiones para el futuro de nuestro país y del hemisferio en que vivimos. El nocaut político propinado al populismo autoritario es un hecho formidable. Una excelente noticia para el mundo.
Quisiéramos creer que en los derrotados quedan aun restos de racionalidad, de sensatez, o si se quiere, de una visión pragmática.
Lo que se avecina para el año entrante en el campo económico es muy serio.  No sólo los sectores políticos deben ponerse de acuerdo. Una concertación nacional se impone. La sociedad civil, los empresarios, la universidades, los sindicatos, el comercio, todos son necesarios para sacar adelante el país.
Son las bases materiales, la institucionalidad, la supervivencia como sociedad viable, la vida, la paz, las que están en riesgo de terminar de desmoronarse; caos en el que todos saldremos perdiendo.
El rol que deberá jugar la MUD en lo que está por venir se ha agigantado. La Unidad es indispensable, esencial, vital. Los venezolanos demócratas tenemos en ella el instrumento adecuado para salir del hueco social y económico en que estamos. En la inteligencia y experiencia de sus dirigentes confiamos. Lo que haya que mejorar en ella, hagámoslo. Tiempos difíciles aun nos aguardan.
Que el trascendente éxito alcanzado nos sirva para avanzar en la senda de la libertad y la democracia, perdidas éstas en gran parte en un período histórico de nuestro país que queremos enterrar y olvidar.    

EMILIO NOUEL V.

@ENouelV

emilio.nouel@gmail.com

 

 

martes, 1 de diciembre de 2015

ARGENTINA: UNA NUEVA GENERACIÓN DE POLITICOS EMERGE


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Decenas de artículos publicados en nuestro hemisferio y en el mundo entero reflejan un inusitado entusiasmo con el reciente resultado electoral presidencial en Argentina.

El clima político en la región suramericana está sintiendo frescos vientos de renovación, a pesar de noticias no tan buenas en el campo de la economía.
Como se sabe, la década de oro de los commodities llegó a su fin, y la caída de la demanda mundial y los precios de estas materias primas auguran menores ingresos y en consecuencia dificultades para el conjunto de los países.
Aquellos que no se dejaron llevar por la borrachera populista, ahorraron y administraron prudentemente, podrán afrontar el temporal en mejores condiciones y los que alegremente dilapidaron sus recursos, como son los casos de Argentina y Venezuela, deberán adoptar políticas económicas de ajuste que no serán del agrado de las mayorías.
Muchos han dicho que con el triunfo de Mauricio Macri comienza el declive del populismo, en un entorno en el que la crisis política y la grave recesión económica en el Brasil de Dilma Roussef, así como el desarrollo del desastre venezolano, complementan ese nuevo cuadro político que se dibuja en la región.
Ciertamente, y si nos atenemos a la información que está corriendo en la prensa, el gobierno argentino entrante trae orientaciones que hacen pensar en un viraje sustancial para esa nación que con seguridad incidirá en la dinámica que hasta ahora se había impuesto en el hemisferio.
El relativo aislamiento de los últimos años frente al mundo llega a su fin. El antiamericanismo luce que será proscrito en el gobierno de Macri. El obstáculo que los Kirchner habían puesto a la negociación de Mercosur con la Unión Europea, pareciera que será levantado. La apertura hacia el Acuerdo del Pacifico también se muestra como un hecho en la nueva administración. Con los chinos mantendrá buenas relaciones. La defensa de la democracia y las libertades en el continente es principio que lo inspira:”América Latina no puede seguir callando sobre los presos políticos en Venezuela. El debate vale la pena”, ha dicho, planteando la aplicación del Protocolo de Ushuaia al gobierno chavista.
Por otro lado, el presidente electo ha señalado como fundamental dar la bienvenida a las inversiones extranjeras, tan necesitado como está ese país de fondos frescos y de iniciativas que lo desbloqueen ante el mundo de las finanzas internacionales.
Y sobre todo, la creación de una atmósfera de confianza en la economía argentina ha sido la consigna enarbolada de manera insistente por el nuevo liderazgo.
Desde Venezuela, no dejamos de sentir una cierta envidia por lo que en aquel país está ocurriendo. Lo vemos como un nuevo despertar que ojalá terminara concretándose y además contagie al vecindario.
Deseamos que Argentina logre retomar la senda que hace muchísimas décadas la colocó entre los países más promisorios y punteros del mundo, pero que el nefasto populismo peronista la hundió en crisis políticas y económicas crónicas, perdiendo gran parte de su vigor como sociedad llamada a estar entre las primeras del mundo desarrollado.
Apostamos al éxito del nuevo gobierno. No lo tendrá fácil. Altas son las expectativas que ha levantado. Hay razones muchas para confiar en el liderazgo que está asumiendo la conducción de un país que tuvo siempre un gran potencial.
Con Mauricio Macri una generación distinta de políticos irrumpe en la escena argentina y latinoamericana con ideas, enfoques y estilo innovadores, y esto es una buena noticia. Por lo pronto, en la región muchos somos los que quedamos expectantes y esperanzados.
Emilio Nouel V.
@ENouelV