jueves, 23 de febrero de 2017


DONALD ¿NUESTRO “SON OF A BITCH”?



“He may be a son of a bitch, but he's our son of a bitch."



La frase del epígrafe se ha atribuido a varios funcionarios norteamericanos, aunque algunos afirman que el autor es el presidente F. D. Roosevelt y en su momento se refería al dictador nicaragüense Anastasio Somoza.

No hubo quien no criticara esa posición amoral de parte del gobierno yanqui respecto de autócratas detestables latinoamericanos.

En todo caso, es una expresión que cualquiera pudo haber proferido desde una posición política determinada. Es una opinión desde el realismo político, y es también el corolario de aquella otra conseja: ‘el enemigo de mi enemigo es mi amigo’, por tanto, al que la utiliza le tendría sin cuidado que ese “amigo” tenga principios morales o no, o se conduzca antidemocráticamente. Lo que interesa es que golpee a nuestro adversario; después de todo, el fin justificará los medios, y no importa con quien se haga migas o alianzas.

¿Por qué viene a cuento la evocación?

Precisamente, porque frente a Trump hay venezolanos que asumen la misma posición amoral que se ha cuestionado a los norteamericanos. Parecieran decir: Trump es un hijo de p…., pero es nuestro hijo de p….. 

Del nuevo inquilino de la Casa Blanca, no se ha dejado de hablar desde hace meses en el mundo, y por mucha gente, no muy bien. Evidencias claras de autoritarismo, xenofobia, misoginia y nepotismo, las hay, sin dejar de mencionar agresiones verbales y amenazas a los medios. Hoy, son todos ellos términos asociados al inefable personaje.

He tenido la oportunidad de intercambiar ideas acerca de lo que se puede espera en el mundo de la presidencia del magnate, y en particular, del futuro de las relaciones entre Venezuela y su gobierno.

Si a su estilo, opiniones y actuaciones iniciales nos atenemos, es muy difícil no inquietarse. No son pocos los motivos de preocupación que producen incertidumbre y recelo, tanto en el ámbito interno norteamericano como en el internacional. De modo que como presidente del país aún más importante del planeta, de su ejecutoria no podemos sustraernos por más que lo queramos los demás mortales. Ciertamente, EEUU no tiene el mismo poder de otras épocas, pero sigue siendo determinante.

Por otro lado, la interdependencia global en todos los sentidos no nos permiten apartarnos de los efectos de los fenómenos políticos o económicos que ocurran en cualquier rincón del mundo. Países pequeños, medianos y grandes, tienen la capacidad de generar reacciones en cadena insospechadas. Con mucha más razón EEUU.

Si nos centramos en la crisis venezolana y las reacciones recientes de Trump respecto de nuestros perseguidos y presos políticos, pareciera que las relaciones de éste con la tiranía chavista no pintan bien, aunque habrá que esperar el desarrollo venidero.

La relación bilateral futura habrá que inscribirla en un entorno mayor que la trasciende. Y allí salta Putin, con quien Trump se lleva bien o comparte algunas visiones.

Aun seguimos creyendo que cualquier desaguisado de Trump puede ser contrarrestado por la institucionalidad y los poderes de facto estadounidenses, incluidos sus compañeros del Partido Republicano. Son las que llaman “las fuerzas sistémicas”, que podrían ponerle freno.

Pero no estamos exentos de que pueda suceder algún estropicio.

Sandra Navidi, CEO de una importante firma consultora en posicionamiento macroeconómico y estratégico, decía hace pocos días (De cómo la Trumpocracia corrompe la democracia”, artículo en Project Syndicate) que muchos indicadores parecen apuntar a un potencial take over hostil sobre la democracia liberal, por parte de Trump y su equipo.

Para ella, la forma más efectiva de destruir un sistema es creando, primero, un caos. Trump habría aplicado en un mes varias shocks tácticos en ese sentido: paralizó y distrajo a los electores, mientras antagoniza con aliados, provoca a los enemigos, y crea alianzas nuevas con socios dudosos, yendo hasta crear una suerte de universo paralelo.

Navidi recuerda que el jefe de estrategia de Trump, Steve Bannon, citó hace un tiempo a Julius Evola, fascista italiano, quien argumentaba que cambiar el sistema no es cuestión de impugnar o polemizar, sino de hacer explotar todo.

Para esta asesora lo que pudiera venir ahora, de no pararle los pies, es un desmantelamiento de los fundamentos institucionales de la democracia por parte de Trump.

Pudiera sonar exagerado lo de Navidi, y ojalá sus temores sean infundados. Sin embargo, no queda otra que andar prevenidos.

En un personaje que no tiene empacho en decir que está de acuerdo con la tortura de detenidos, que amenaza a empresas con subir los aranceles de importación si no dejan de invertir en otros países o que afirma que los medios son enemigos del pueblo porque lo critican, resulta cuesta arriba confiar.

Dejar de decir estas cosas porque supuestamente Trump es enemigo de mi adversario o porque el perjuicio que podría causar a otros países no me incumbiría, es asumir claramente una conducta amoral, sin visión estratégica.  

Que no se quejen después los que solo ven desde el “realismo” político sus propios intereses, aquellos que hoy repiten el denostado “He’s our son of a bitch”, cuando en el futuro nos llegue la factura de la insolidaridad o de la incongruencia.

EMILIO NOUEL V.

   


lunes, 20 de febrero de 2017


PARLASUR Y LA LUCHA DEMOCRÁTICA EN VENEZUELA

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El presidente Fernando Henrique Cardoso dijo en cierta ocasión que el Mercosur era hijo de la democracia, y, en efecto, lo ha sido. No sólo porque coincidió con el advenimiento de la democracia en sus países miembros, después de años de dictaduras militares, sino también porque con el tiempo incorporó a su ordenamiento jurídico la cláusula democrática. 

Ciertamente, luego de muchos intentos a lo largo de décadas, la idea inicial del Barón de Río Branco a comienzos del siglo XX, tomó cuerpo formal cuando los países del Cono Sur, excepto Chile, suscribieron el Tratado de Asunción (1991). 

Esta evocación la hago, porque los gobiernos de los países miembros fundadores, como se conoce, han declarado que Venezuela, miembro también, ha cesado como tal, habida cuenta de la desidia de nuestro gobierno en la aprobación de un conjunto de instrumentos jurídicos indispensables para ejercer la membresía de pleno derecho en ese bloque comercial.

Este estatus jurídico general y poco claro para Venezuela, plantea, entre otros asuntos, el de la condición de los parlamentarios venezolanos en Parlasur. 

Venezuela ha ‘cesado’ en Mercosur, según la decisión mercosuriana. Sin embargo, algunos han dicho que una vez que nuestro país incorpore al derecho venezolano aquellos instrumentos normativos, volvería a ser miembro con todas las de la ley. 

¿Qué se puede interpretar por ‘cesación’?

¿Dejó de ser miembro de Mercosur de manera definitiva o provisional? ¿Volvió a la condición de miembro asociado?  ¿cuál es realmente su cualidad en ese régimen de integración?

Porque ‘suspendida’ no está, como fue el caso de Paraguay en el año 2011. Fue aplicada a este la cláusula democrática (Protocolos de Ushuaia). Pero los compromisos de naturaleza comercial se mantuvieron, no implicó limitaciones al comercio o al tránsito de personas. No fueron cesados ni suprimidos. Solo fue excluido de las reuniones formales, por ende, de las decisiones, hasta que se realizaran nuevas elecciones presidenciales.

En la actualidad, Venezuela no participa, al igual que Paraguay en aquel período de suspensión, de reuniones formales y decisiones. Está excluida, pero no echada del bloque, aunque no sabemos sí es esa la intención de fondo.

Esta situación particular, nebulosa e imprecisa, generó un debate al interior de Parlasur que apuntaba a definir cuál debería ser el estatus de los diputados venezolanos allí. Estos fueron designados por nuestra Asamblea Nacional, no están elegidos directamente sino por un procedimiento de segundo grado,  aunque gozan de legitimidad democrática. Y esto fue así, por causa de una decisión que el gobierno venezolano impuso antes de efectuarse las elecciones de diciembre de 2015, impidiendo que los venezolanos eligiéramos a nuestros representantes al Parlasur.

Parlasur fue creado mediante tratado, y allí se lee que es “independiente y autónomo” (artículo 1º ).

Si interpretamos correctamente tal disposición, este ente no estaría obligado a suprimir o suspender la representación democrática de un país, en caso de que por razones de incumplimiento de normas, atribuido a un gobierno, sea ‘cesado’ por los órganos ejecutivos del bloque. De hecho, los parlamentarios paraguayos, en el asunto mencionado más arriba, no fueron suspendidos como diputados parlasurianos. Y si hubo alguna intención de hacerlo, que pudo darse, eso no fue formalizado, que sepamos.   

De modo, pues, que, a nuestro juicio, la situación de ‘cesación’, sea lo que sea que ella signifique para Venezuela, hasta tanto no haya una expulsión de Venezuela del bloque, la presencia de parlamentarios venezolanos en el Parlasur debía ser reconocida y admitida, como en efecto sucedió esta seman. No sólo tiene un sustento jurídico válido, es también la aplicación del principio democrático, toda vez que los diputados en ejercicio son una genuina expresión de legitimidad democrática expresada en las urnas electorales en diciembre de 2015.

Obviamente, no escapa a nosotros que todo este asunto, más allá de lo jurídico, es político, diría, más bien, esencialmente, político. Que había un interés de parte de la tiranía militar-cívica chavista de quitar esa importante tribuna a la representación de los demócratas venezolanos, que tanto hace falta en momentos en que ella arrecia sus acciones represivas y contra los derechos humanos, acusada como está por graves denuncias que la vinculan a delitos diversos.

Por otro lado, tenemos entendido que Parlasur ha solicitado del Tribunal Permanente de Revisión del bloque un pronunciamiento acerca de la legalidad de la medida de cesación acordada contra Venezuela, la cual cuestionan. Sobre el particular, hemos opinado en anterior ocasión, respaldándola;  sin embargo, dejaremos para una próxima entrega un alcance a ella.   

En cualquier caso, creemos que queda a los partidos políticos venezolanos luchar con firmeza para que ese espacio democrático no les sea arrebatado.

EMILIO NOUEL V.

jueves, 9 de febrero de 2017


LA INTEGRACION HEMISFÉRICA A INICIOS DE 2017

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A nuestro hemisferio no solo lo está inquietando el nuevo talante y las medidas que está tomando y que de seguro adoptará el nuevo presidente norteamericano. Hay otros asuntos de mucho interés que también preocupan a los países del entorno, particularmente, los que atañen a las relaciones económico-comerciales con el resto del mundo.

En estos días se han conocido varios eventos y noticias que vale la pena comentar por las repercusiones que pudieran tener.

Un encuentro muy importante se dió entre los gobiernos de Argentina y Brasil. Los dos presidentes suscribieron una declaración conjunta en la que se refieren a un amplio conjunto de temas.

Una expresión de Michel Temer ha resaltado con ocasión de tal reunión: ´convergencia pragmática´.  Y afirma de seguidas: “Nuestra unión es todavía más necesaria en un mundo inmerso en incertidumbres e influencias desintegradoras. Ante nacionalismos exacerbados y de crecientes presiones proteccionistas tenemos que aproximarnos y articularnos cada vez más. Nuestra respuesta a tendencias aislacionistas debe ser más integración”.

Temer arremete contra las concepciones dogmáticas, y dice que la idea entre ambos países es concentrarse en el crecimiento económico, aumentar el empleo y el bienestar de sus pueblos, y que de lo que se trata es de recuperar el tiempo perdido, especialmente, re-dinamizando y rescatando el espíritu original de Mercosur: libre mercado y democracia.

La Declaración Conjunta del 7 de Febrero próximo pasado  contempla los temas de la integración fronteriza y física, comercio bilateral, cooperación energética, tecnológica, jurídica y derechos humanos, entre otros.

En materia de integración, se hizo énfasis en la negociación de protocolos sobre cooperación y facilitación de las inversiones y compras públicas; diálogo con la Alianza del Pacifico; coordinación macroeconómica; y avanzar en el acuerdo con la Unión Europea.

En capítulo aparte, manifiestan preocupación con la situación política, social y humanitaria de Venezuela, y hacen votos por que el diálogo entre gobierno y oposición encuentre caminos para superar la difícil situación que se vive.

Llama la atención que el punto de las relaciones comerciales bilaterales se trate de manera especial, al margen del régimen de Mercosur. Este enfoque prioritario desde lo bilateral, subrayado por la canciller argentina Malcorra, no abona mucho en términos mercosurianos.

Otra noticia ligada al asunto anterior es la intervención del canciller uruguayo Nin Novoa ante su Parlamento, en la cual trata el eventual Acuerdo comercial de su país con China.

En ese país se ha desatado un debate en el que se expresan opiniones contrarias a la suscripción de tal acuerdo. Algunos empresarios han expresado que sería negativo para algunas actividades industriales nacionales.

El canciller, por su parte, pareciera favorecer ese convenio aunque admite la idea de que debería ser asumido por el Mercosur en su conjunto. De hecho, han consultado a Argentina y Brasil al respecto sin que aun hayan recibido respuesta de éstos gobiernos. En todo caso, parecen abiertos a todas las opciones posibles, con o sin socios mercosurianos, con o sin la anuencia de ellos.

Lo más cierto de todo es que los dos grandes de Mercosur, como es la costumbre inveterada allí, se están poniendo de acuerdo primero, marginando a los dos pequeños, y por supuesto, sin tomar en cuenta a Venezuela, cuya condición jurídica en ese bloque es poco menos que incierta, por no decir surrealista.

Mercosur aun no sale de su crisis de ralentización y/o estancamiento. Es harto sabido el porqué.

El proteccionismo, en aparente auge en EEUU y Europa, que ahora Temer y Macri critican, es como mencionar la soga en casa del ahorcado. Estos dos países arrastran políticas proteccionistas que se mantienen. En esa materia, los problemas entre ellos dos no han cesado. Puede ser que ahora quieran resolverlos, habida cuenta de las nuevas orientaciones de ambos presidentes. Habrá que verlo.

Unos cuantos puntos de relevancia   (trato nacional, acceso al mercado, reglas de origen, facilitación del comercio, cooperación aduanera,  prácticas desleales de comercio, medidas sanitarias/fitosanitarias, obstáculos técnicos, inversión, comercio electrónico, compras públicas, propiedad intelectual, normas laborales, medioambiente) están planteando los uruguayos a los chinos, que afectarían todas las normativas de Mercosur.

Por su parte, Paraguay, el otro pequeño del grupo, suscribió con EEUU en días pasados, un TIFA (Trade Investment Framework Agreement), el cual abre un marco regulador para acordar temas económicos de mutuo interés (acceso a mercados, protección de los derechos de propiedad intelectual, etc).

Otra noticia a colación en este contexto, es la de las declaraciones de Carlos “Chacho” Álvarez, secretario general de ALADI, cuyo enfoque político no se disimula. Son una suerte de respuesta a las amenazas y desafíos que, según él, provienen del “contexto mundial”.

Álvarez dice: "Se trata de trabajar en la articulación del conjunto de acuerdos que se han desarrollado en las subregiones en el plano político, social y cultural,además de lo económico— y tener un proyecto de carácter latinoamericano que ayude a fortalecer la cooperación y pasar de lo bilateral o lo plurilateral, al plano regional reforzando nuestra identidad”. (subrayado nuestro).

Habla de crisis del multilateralismo, de un mundo casi ingobernable y desbocado, y de la necesidad de una respuesta latinoamericana propositiva y articulada, con aumento del comercio intrarregional. Remata proponiendo un Acuerdo Económico Comercial Integral Latinoamericano. Álvarez, al igual que Temer, usa la palabra pragmatismo.

¿Qué posibilidades y viabilidad podría tener esta propuesta desde ALADI, tomando en cuenta la historia de las múltiples oportunidades perdidas, de los desencuentros permanentes, de las recurrentes refundaciones, del constante invento de organizaciones y siglas, en fin, de las frustraciones repetidas?
¿Es aun dable una integración “latinoamericana y del Caribe” a las alturas de un mundo globalizado como el actual, en el que la amplia porosidad de las fronteras y la interconexión profunda y múltiple de las economías, hacen casi imposible un retroceso a cotos cerrados y protegidos de producción endógena?

¿Está vigente la idea de seguir hablando en términos identitarios, como lo hace Álvarez, en un mundo que va empujando hacia una ciudadanía planetaria de identidades múltiples, no persiguiendo identidades perdidas o imposibles, ni  apuntando a estrechas lealtades nacionalistas, a pesar de manifestaciones contrarias en ciertos puntos del planeta?

No son buenas las noticias que vienen del más grande del hemisferio y de Europa. La bilateralización, el proteccionismo y las pretensiones regresivas hacia autarquías nacionales en las relaciones económicas nos alejan de las soluciones que los problemas globales nos plantean.

El Mercosur, a pesar de la retórica de los gobiernos, se sigue mostrando incierto, sin rumbo claro. No sabemos que terminará de ocurrir en el NAFTA, el cual significa negocios por el orden de los 600 mil millones de dólares ¿los despreciará Trump? . El papel de China en nuestra región ¿adonde llegará?

El año 2017, en la materia comentada, comienza sobrecargado de interrogantes, cuyas respuestas adecuadas sólo las puede un liderazgo continental consciente y responsable de los graves asuntos que conciernen a todos sin excepción, más allá de los discursos y los intereses particulares.

EMILIO NOUEL V.

@ENouelV

emilio.nouel@gmail.com