sábado, 24 de noviembre de 2012


4 JUICIOS Y UNA SOLA GLOBALIZACIÓN

                              

En últimos dos meses han sido emitidas 4 sentencias de gran interés no solo para los juristas especializados que lidian con los temas internacionales, sino también para los ciudadanos y gobiernos de los países envueltos en tales litigios.
Son de gran relevancia esas decisiones jurisdiccionales en virtud de los temas en disputa y del alto perfil mediático que han tenido.
En el caso de Argentina, en uno de los juicios, se produce un embargo de su buque escuela, el “Libertad”, practicado en Ghana. Se trata de un juez nacional ghanés que aplica normas internacionales, que afectan a varios actores y países. Aquí el tema de la inmunidad para los buques de uso militar está en discusión. En el otro, un juez norteamericano de la Corte Federal de New York (Thomas Griesa) falla sobre el impago de una deuda pública y decide la orden de pagar y constituir un fondo de garantía de 1.330 millones de dólares en favor de los acreedores, llamados por los argentinos “fondos buitre”, que no entraron en la negociación de reestructuración de deuda (quitas) de los años 2005 y 2010 que realizó ese país.
Ambas controversias fueron ocasionadas por obligaciones emitidas y no honradas por el gobierno de ese país.
En el de Colombia, el diferendo con Nicaragua sobre la soberanía del archipiélago de San Andrés y Providencia. La instancia jurisdiccional que intervino es el Tribunal Internacional de Justicia, el cual decide que los territorios insulares en disputa son de Colombia pero la plataforma marítima continental en que se encuentra es nicaragüense.
En el de Venezuela, el Comité de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas (NNUU), condena a Venezuela, a su gobierno, como consecuencia de una actuación violatoria de los derechos humanos en el juicio al ciudadano Eligio Cedeño, el cual estuvo  cargo de la juez venezolana, María L. Afiuni, salvajemente torturada y violada en prisión. 
Un denominador común de los 4 juicios: se trata de países latinoamericanos demandados. En ellos están envueltas la interpretación y aplicación del Derecho Internacional sobre varios principios y materias: soberanía, inmunidad jurisdiccional, costumbre internacional, Derecho del Mar, Derechos Humanos, contratos internacionales, entre otros.
Es decir, que en estos casos estamos en presencia, sin ninguna duda, de una realidad cada día más consolidada: la globalización del derecho.
Y en efecto, una de las facetas de la interdependencia global es la que representa su dimensión jurídica.
Esta se expresa a través del acercamiento creciente y necesario de los ordenamientos jurídicos nacionales, mediante la armonización y/o unificación del Derecho. La búsqueda de un lenguaje común en esta materia, que permita el entendimiento entre las naciones en su vasto y profundo relacionamiento, ha sido uno de los medios a que han echado manos los países durante siglos.
Para la política y el comercio entre Estados se ha impuesto la necesidad de negociar y suscribir tratados y contratos; reglas consensuadas y aceptadas, con carácter vinculante y obligatorio para todos los actores que participan en la escena internacional (Estados, organizaciones internacionales públicas y privadas, empresas, individuos). Igualmente, han sido instituidas instancias jurisdiccionales y arbitrales para la solución de las divergencias entre las naciones. Sin estos instrumentos jurídicos, la vida armónica en una sociedad planetaria sería imposible o caótica. Si no existieran principios y normas comunes (jus commune), e interpretaciones armónicas o uniformes de éstos, sólo el poder y la fuerza serían las únicas vías que decidirían el curso de los acontecimientos de la humanidad.
Los 4 juicios son expresión de un mundo cada día más interdependiente y corroboran que las visiones trasnochadas, inútiles y hasta éticamente cuestionables de soberanía absoluta de los estados, no tienen ya cabida en el mundo que vivimos.
Independientemente de las opiniones que podamos tener sobre las  sentencias (me referiré a ellas con más detalles en ocasión futura), juzgo muy elocuente su impacto para la reflexión jurídico-económica e internacional, más allá de lo mediático. Las interpretaciones sobre las normas envueltas en los fallos mencionados tendrán repercusión mundial, porque sientan precedente y podrían incluso introducir modificaciones en las estipulaciones que vayan a firmarse en nuevos tratados y contratos. Y esto, sobre todo, con vistas a litigios eventuales que pudieran generarse de la ejecución de los contratos que contengan obligaciones financieras internacionales, como es el caso de la parte de la deuda no renegociada argentina.
EMILIO NOUEL V.

miércoles, 21 de noviembre de 2012


¿TENDRÁN QUE RESOLVER LOS ELECTORES MONAGUENSES EL CONFLICTO SORAYA-GATO BRICEÑO?

                                        






La divergencia suscitada en Monagas sobre la candidatura única de la oposición ha generado no poco debate. Incluso en las redes sociales se ha desatado una polémica al respecto.

El tema no es de fácil abordaje, mucho menos lo es su solución. Sobre todo por lo que está en juego: ganar o perder la gobernación de ese estado. 

Como se sabe, Soraya Hernández es candidata oficial de la oposición después de haber ganado en unas elecciones primarias organizadas y reguladas por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD).
En tal sentido, como candidata, es poseedora no sólo de legitimidad política, sino también de legalidad. Su opción cuenta con un respaldo popular expresado en elecciones libérrimas, consensuadas y aceptadas por los que participaron en ellas. Y esto no es una tontería que puede despacharse así como así, por razones de realismo político, tal y como lo proponen algunos.
Al momento de esa elección, todos suponíamos que el candidato a vencer sería José Gregorio “El Gato” Briceño u otro que el dedo de Chávez designara. La oportunidad de triunfo que la candidatura de Hernández tenía entonces, a juicio de muchos, era muy precaria. Para muchos, entre ellos me cuento, Monagas no estaba entre los nuevos espacios institucionales que conquistaríamos.
Pero era Soraya la abanderada oficial de la oposición y con ella había que llegar hasta el final, haciendo honor a los compromisos asumidos por todas las fuerzas políticas y a la voluntad de los que fueron a las primarias a votar.
Sin embargo, después sobrevino la defección de “El Gato” Briceño de las filas chavistas. Las razones de ello todos las conocemos. Más adelante, él manifiesta su apoyo a Henrique Capriles, lo cual desencadenaba el problema electoral regional que ahora estamos enfrentando.
“El Gato”, según las encuestas, goza de un amplio respaldo en su estado. Mayor que el que tiene Soraya. Él ha propuesto resolver el conflicto candidatural de varias formas, pero Soraya se ha negado, fundamentada en que ella es la abanderada oficial de la oposición.
La MUD nacional, en vista de una decisión tomada en días pasados por un grupo mayoritario de organizaciones políticas de Monagas, apoyando a “El Gato” Briceño, se vio obligada a emitir su opinión, y en ella ratifica a Soraya.
Así las cosas, estamos ante un conflicto no solo entre dos aspirantes a candidatos, sino también entre la dirigencia nacional y la regional de la oposición.
Algunos, partidarios de la opción representada por “El Gato”, la que consideran como la que tiene chance de ganar, han salido a cuestionar a la MUD nacional. Han dicho que no ha sabido manejar el asunto, es decir, que habrían fallado en su liderazgo político, al no haber impuesto la candidatura de Briceño; dando por descontado que en la MUD nacional todos estarían contestes en que “El Gato” es el que puede ganar, pero que estarían atrapados en una suerte de leguleyismo que les impide tomar la decisión política adecuada. Esta conducta obligaría, según éstos, a revisar el papel de la MUD en lo sucesivo.
Para quienes estamos viendo el problema, no tanto desde la barrera, pero sí fuera de los mecanismos decisorios, el asunto es harto complicado. Resulta difícil inclinarse por una u otra posición.
En este debate, están envueltos valores y principios políticos, por un lado, y por otro, realidades y necesidades políticas. También hay pasiones, intereses, resentimientos, ojerizas, enemistades, desafectos, e imagino que hasta odios, entre las partes en conflicto.
¿Cómo lidiar con todas estas cosas juntas en un solo problema que es político? 
¿Cómo hacer para mandar al diablo la voluntad expresada por miles de personas en unas primarias y desconocer el legítimo derecho de una candidata que respetó y se sometió a unas reglas, y forzar a la brava la candidatura del que está mejor posicionado en las encuestas?
¿Cómo hacer para despreciar lo que realistamente indican unas encuestas y reafirmar, a pesar de ello, una decisión tomada democrática y legalmente en primarias? 
Tengo entendido que la MUD y algunos dirigentes gestionaron para que se llegara a un acuerdo satisfactorio entre las partes enfrentadas en este caso. Y no lo lograron.
Ante esta situación ¿Qué otra cosa podía hacer la MUD sino ratificar lo decidido en primarias, en vista del desacuerdo mantenido?
Si no lo hacía, a mi juicio, todo su prestigio se hubiera venido abajo. Lo decidido es la reiteración de una conducta responsable y seria. Institucionalmente hablando, no cabía otra salida, a pesar de que pudiera haber el convencimiento mayoritario de que con ello se podía estar decretando la derrota en Monagas. No se puede pisotear todo un  andamiaje político-jurídico levantado con pinzas y mucho esfuerzo, sólo porque el realismo político indique un curso contrario determinado.
Sé que decir estas cosas puede ser objeto de burlas del que ve la política desde la perspectiva realista pura y dura, la que sólo ve el resultado eficaz final. Quien escribe estas líneas, no pocas veces la ve también así. Pero creo que los costos a pagar en términos de credibilidad y respeto pudieran haber sido más altos si la MUD hubiera actuado de otra manera.   
Es verdad, ha habido casos que se salieron de los resultados de las primarias, pero en ellos no hubo conflicto alguno y la negociación entre los involucrados operó. En el de Monagas no ha sido posible; por tanto, a la MUD no le quedaba más que hacer lo que hizo, y por ello no pueden ser puestos en tela de juicio su liderazgo y proceder acertados.
Si no hay un acuerdo en los próximos días, quizás se pierda para la oposición la gobernación de Monagas. Ojalá que no, y ocurra el milagro de un acuerdo de última hora. Porque por encima de todo está el bien superior que es la unidad de las fuerzas democráticas. Hubiera querido que se hubiera solucionado este impasse de la mejor manera. 
En cualquier caso, ¿tendrá que ser el pueblo elector monaguense el que al final resuelva la divergencia no saldada entre las partes enfrentadas?

EMILIO NOUEL V.

martes, 20 de noviembre de 2012


OBJETIVO PRIORITARIO: GANAR EL 16D

                                   

Como si los problemas del país no fueran lo suficientemente graves para andar angustiados sobre el porvenir, algunos de manera obsesiva dedican esfuerzo y saliva a temas que si bien pueden ser importantes, no lo son en las circunstancias políticas actuales.
Tenemos unas elecciones decisivas en puerta, y otras dentro de pocos meses. El 16D se juega mucho en términos de la lucha democrática que hemos estado librando en los últimos años. Nuestro foco debe estar en ganar ese evento electoral, a pesar de que vamos en condiciones desiguales.  Y ganar significa consolidar los espacios institucionales ya alcanzados, y si es posible, ocupar unos nuevos, lo cual no es descartable.
Ésa es la única forma de poner un freno a las intenciones de instaurar una tiranía total sobre el país. Es el medio de hacernos más fuertes y tener puntos de apoyo para seguir adelante. Es la fórmula de mostrar que somos mejores en el ejercicio de las funciones de gobierno. Es avanzar en nuestro propósito de restaurar la democracia y la libertad. Y es, además, reiterar nuestras convicciones sobre la necesidad de fortalecer los mecanismos democráticos y civilizados en la solución de las disputas políticas.   
Mucho se ha hablado y escrito sobre el tipo de régimen político que padecemos los venezolanos. No estamos frente a un despotismo tradicional. Enfrentamos un adversario que ha aprovechado los mecanismos democráticos para vaciarlos de su contenido esencial.
Los últimos años hemos experimentado cómo la logia militarista que gobierna y sus lamebotas civiles han prostituido y degenerado la democracia venezolana, con sus métodos perversos. La han utilizado para destruirla enarbolando un discurso falsamente democrático, edulcorado con una mojiganga izquierdista indigesta, que solo esconde sus designios autoritarios puros y duros.
Así, todo ese gamelote infesto sobre el estado comunal no es más que eso, porque su intención íntima no es llevarlo a cabo; ellos, los que dirigen por debajo del tirano mayor, saben que es inviable; que es mera retórica para la galería, pues ellos pretenden seguir viviendo viven como privilegiados gozando de os dineros de la corrupción. El que lo hayan llevado a leyes no es óbice para afirmar que ese esperpento político-jurídico se vaya a instaurar. Lo que con seguridad va a pasar es que en el “intento” de establecerlo, los estropicios políticos, económicos y sociales serán enormes, y las mayorías las que principalmente sufriran los efectos de las maquinaciones de unos aprendices de brujo.
Contra este tipo de disparates lo que queda es la respuesta contundente, el rechazo de todos los demócratas, no sólo en el plano intelectual y/o del mensaje político, sino también en el acto de votar.
El voto, sin ninguna duda, es el arma que en las actuales circunstancias tenemos para impulsarnos hacia adelante. En el mediano y largo plazo, los partidos políticos que vienen en un proceso de recuperación, deben insertarse más en los conflictos cotidianos de la gente. Con formas organizativas e instrumentos novedosos de participación. Hay espacio para cambiar la forma tradicional de hacer política.
Sin embargo, en estos tiempos, las prioridades nos constriñen a centrarnos en la competencia electoral. En ella nos jugamos asuntos muy graves. No podemos desviar nuestra atención hacia temas que consumen energías que son necesarias para lograr el objetivo de ganar espacios de poder y de resistencia de cara al poder dictatorial que busca sojuzgarnos definitivamente. La unidad, bien alcanzado después de muchos   contratiempos, debe ser reforzada, profundizada y ampliada. Sin ella, el éxito no se logrará.
Es verdad, debemos denunciar todo aquello que signifique abusos e irregularidades electorales, pero eso no puede ser el centro de nuestra actividad político-electoral, ni convertirse en nuestro único y obsesivo discurso.
Nuestro combate por la democracia comporta ofrecer mejores condiciones vida para la población; gobiernos eficaces y honestos; calles y hogares más seguros, respeto a la descentralización administrativa contemplada en la Constitución y un liderazgo acorde con los tiempos.
La deriva dictatorial sólo podrá ser detenida y contrarrestada con una amplia y vigorosa movilización de las fuerzas democráticas en las elecciones venideras y en los distintos escenarios de conflictividad social que se presentarán en lo sucesivo.

EMILIO NOUEL V.

@ENouelV
emilio.nouel@gmail.com 

viernes, 16 de noviembre de 2012


¿ES POSIBLE Y VIABLE UN POLO DE INTEGRACIÓN  HISPANOAMERICANO?

                                  



Muy sugerente el artículo de Carlos Leañez A. sobre el dilema Hispanoamérica o Mercosur. Es un tema de relevante actualidad; de allí que no haya resistido a la tentación de pergeñar algunas ideas al respecto.     
Vayamos de una vez al núcleo de lo que escribió.
Debo confesar que a medida que iba leyendo el artículo, pude evocar diversos textos de pensadores latinoamericanistas, con los cuales, de una u otra forma, se emparentan el de Leañez. Igualmente, observé una marcada huella huntingtoniana en la fundamentación de su propuesta.
Según él, en un mundo que se dirige hacia la conformación de grandes polos, el país que no esté articulado a uno de ellos de manera orgánica, “no tendrá consistencia ni pegada”; “será un enano en medio de gigantes.” Sólo requeriría estar adscrito al polo adecuado a su cuerpo histórico-cultural, toda vez que, de lo contrario, no dispondrá de la fortaleza para su relacionamiento óptimo con el mundo.
Para Hispanoamérica, la vía sería, entonces, la creación de un polo construido sobre la base de su cultura y lengua comunes. La cohesión y la especificidad de este polo se derivarían de aquellos elementos, que combinados sinérgicamente con otros, “producirían maravillas”.
Sobre las causas de que tal polo no se haya concretado, señala los intereses y privilegios de las élites locales poco preocupadas con la unión y ligadas a factores externos que estimularían la división para poder imperar. Por otro lado, indica que la inclusión de países como Brasil y los anglófonos, afectaría los intereses de ese polo, al desdibujarlo, al borrarle su especificidad cultural-linguística, y sumirlo en una “confusión cartográfica”.
Concluye Leañez que la creación de ese polo es un imperativo impostergable y viable, pues conduciría a la construcción de nuevas estructuras jurídico-políticas que permitan negociar nuestro puesto en el mundo.
Sin duda, el texto de Leañez se inscribe en la tradición latinoamericanista; la que persiguió siempre el ideal nunca alcanzado de la integración, basado en una supuesta identidad propia derivada de la cultura, tradiciones y lengua.
Andrés Bello llegó a decir que lo importante era una íntima confederación entre los pueblos que ya han sacudido las antiguas cadenas por hacer causa común, entenderse con frecuencia, y nunca hacer convenciones separadas”.
Más tarde Juan B. Alberdi declarará: “aliar las tarifas, aliar las aduanas, he aquí el gran medio de resistencia americana”. En Memoria sobre la conveniencia y objetos de un congreso general americano escribirá acerca de la necesidad de una organización económica, política y cultural del continente.
A finales del XIX, José Martí afirmará: “Es hora del recuento y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de Los Andes (…) Injértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas”. Martí desaconsejará “precipitadas alianzas políticas y económicas con los Estados Unidos”.
José Enrique Rodó criticó lo que denominaba la “nordomanía”, o sea, el apego a las ideas que venían del norte anglosajón, frente a las cuales proponía una “emancipación mental”.
El mexicano Leopoldo Zea, pensador ligado al tema de la integración latinoamericana desde la perspectiva de la dimensión identitaria y cultural; escribirá: “Se quiere que Hispanoamérica sea un país a la altura del progreso universal; pero con sus características. Es decir, de acuerdo con esa realidad imposible de eliminar”.
Estos y otros pensadores y políticos más contemporáneos se adscriben de una u otra manera a la visión lingüística-cultural que preconiza Leañez, la cual ha sido elemento sustantivo en la ideología integracionista de nuestra región.
Dicho lo anterior, vale la pena preguntarse si es viable a estas alturas del desarrollo e intensidad de la interdependencia política, económica, tecnológica, demográfica, cultural y jurídica del planeta, la creación de un polo fundado principalmente en factores identitarios. ¿Cómo sería viable construir ese polo en un mundo interconectado, de sociedades interpenetradas, con rasgos marcados de homogeneización en muchos aspectos de la vida,  en que ya están constituidos o están por constituirse bloques político-comerciales con diversidad cultural y donde ya participan países hispanoamericanos? El tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLCAN), el Mercosur, el Foro Asia-Pacífico, los BRICS, los MIST y la misma Unión Europea son esquemas de integración, cooperación y alianzas establecidos, cuyos lazos trascienden lo cultural-lingüístico.
Además, cabe interrogarse si es procedente hablar de manera terminante de una cultura común o de una identidad colectiva en Hispanoamérica, habida cuenta de las expresiones diversas de la región y de los efectos de los profundos y seculares intercambios culturales en tiempos de globalización.  ¿No está acaso Hispanoamérica inmersa en la cultura occidental, o como diría Huntington, en una sub-civilización occidental
Podemos preguntarnos también si para pertenecer a un polo que potencie a Hispanoamérica sea condición sine qua non lo cultural-lingüístico. A México, por ejemplo, para proyectarse vigorosamente al mundo como lo ha hecho en las últimas décadas ¿se lo ha impedido el pertenecer al polo NAFTA (EEUU-Canadá)?  Y qué decir de Chile que pertenece al Foro Asia Pacífico. O de Brasil que está en un polo con Rusia, India y China.
Vargas Llosa nos habla convincentemente de una concepción inmovilista de la cultura que no tendría el menor fundamento histórico. Y agrega: “La noción de ‘identidad cultural’  es peligrosa, porque, desde el punto de vista social, representa un artificio de dudosa consistencia conceptual, y, desde el político, un peligro para la más preciosa conquista humana, que es la libertad”. Esa noción sería reductora y deshumanizadora, de signo colectivista, que abstrae todo lo que hay de original en el ser humano; una ficción ideológica que para algunos etnólogos y antropólogos no representa una verdad. Y remata: “Las culturas necesitan vivir en libertad, expuestas al cotejo continuo con culturas diferentes, gracias a lo cual se renuevan y enriquecen, y evolucionan y adaptan a la fluencia continua de la vida.”
Octavio Paz acompaña a Vargas Llosa cuando dice que toda cultura nace del encuentro, de las mezclas, de los choques con otras culturas; y que del aislamiento ellas pueden morir, desaparecer. 
Alberto Adriani, hacia 1930, como visionario que fue, divisaba los bloques de integración futuros: Se redondearán grandes áreas capaces de controlar la más completa variedad de recursos, dentro de las cuales la vida económica puede alcanzar la mayor diversificación posible...van a ser los grandes actores de la historia por venir. “
Mariano Picón Salas vio el tema con tino: seguramente llegaremos de una aislada economía de naciones a una economía hemisférica”. Con base en la idea de la “común misión de América”, señaló que es “urgente, que las dos porciones de América se aproximen y colaboren en una justa organización del mundo; que el desarrollo técnico de los Estados Unidos y la riqueza potencial de Hispanoamérica participen en la empresa de un orden continental más próspero y permanente.”
Ambos pensadores venezolanos no vieron lo cultural-lingüístico como obstáculo insalvable para dar el salto hacia la prosperidad anhelada.
Estoy convencido de que en el mundo interdependiente que vivimos la conformación de polos de poder político y económico es una realidad insoslayable. No obstante, soy profundamente escéptico respecto de un polo hispanoamericano en estos tiempos de interdependencia global creciente, y no me luce acertado afirmar que la viabilidad o éxito de un polo de poder internacional dependa sólo de una identidad cultural-lingüística.
Por otro lado, observo muchas latinoaméricas. Y comparto la conclusión de Marta Lagos (Latinobarómetro) de que América Latina no existe, sino 18 realidades distintas, a pesar de los rasgos comunes.
El ingreso espurio de Venezuela a Mercosur nos plantea, más que un problema cultural-lingüístico, uno práctico. El problema no es que en Mercosur esté un Brasil de habla y cultura portuguesa con pretensiones hegemónicas, sino que tal ingreso ha sido mal negociado y no responde a los intereses venezolanos.     
Perseguir la creación de un polo hispanoamericano es, en el fondo, reincidir en una quimera, en un sueño imposible. El Sísifo latinoamericano ha fracasado consistentemente en el propósito de una unión completa. ¿Las causas? Más que en los maquiavelismos de malvados e interesados fuereños de ojos azules, hay que buscarlas en nuestra propia conducta, en los errores reiterados y en nuestra cultura política.       



EMILIO NOUEL V. 
   

miércoles, 14 de noviembre de 2012


LAS ENSEÑANZAS DE DON POMPEYO





Hace un tiempo, -¿uno, dos años?- asistimos a una reunión organizada por el sociólogo venezolano Carlos Raúl Hernández, en la que Pompeyo Márquez era el ponente.
El “viejo” nos iba a hablar de las lecciones que había sacado de su larga y azarosa vida consagrada a la política.
Nadie mejor que él para conversar sobre las vicisitudes de ese oficio, que según -dicen- decía Gonzalo Barrios, no es un trabajo, pero cómo cansa.
La “ponencia” presentada por Pompeyo fue enriquecedora e inspiradora. También los comentarios de la modesta pero selecta audiencia.
En momentos en que terca y absurdamente algunos venezolanos se empeñan aún en reeditar conductas que van a contravía de lo que debe hacerse en política para frenar la deriva totalitaria del gobierno de Chávez, preservar y ganar espacios institucionales, acopiar fuerzas y reafirmar, a pesar de las condiciones adversas, la voluntad democrática mediante el voto, resulta oportuno evocar las enseñanzas vertidas aquel día por Pompeyo.
De mis notas de esa reunión -quizás se me haya escapado alguna idea- extraigo el siguiente decálogo resumido:
Realismo: Las realidades no pueden desconocerse o despreciarse, y no se puede actuar sobre ellas sin tomarlas en cuenta al hacer política.
Antidogmatismo: la inmutabilidad de los dogmas no nos permite comprender el mundo cambiante. Los dogmas no sirven para la acción política.
No al fanatismo ideológico: Los fanatismos son perversos, intolerantes, excluyentes, son antidemocráticos.
Firmeza en los principios y capacidad inagotable de diálogo: Los principios son la guía de acción del político y sin diálogo sincero, abierto y plural es imposible avanzar con pie firme hacia lo que aspiramos como sociedad democrática.
La amistad, la solidaridad y sentido del humor: la amistad y la solidaridad son bienes preciados incluso entre adversarios ideológicos; el político debe tener buen sentido del humor siempre.
Estudio, análisis concreto del momento concreto y rodearse de gente que sepa más que uno: el político debe ser un estudioso de su realidad social,  de las situaciones concretas  que enfrenta, y mantenerse actualizado, leer mucho y estar muy informado.
Nadie tiene el monopolio del patriotismo.   
Concentrarse en el adversario: el político debe conocer a su oponente tanto o mejor que a sí mismo. Para vencer, no se debe olvidar quién es el objetivo. El político no debe distraerse en lo subalterno.
Amplitud y Unidad: en la lucha política, se debe estar abierto a todos los que comparten objetivos y estrategias; en la suma mayor de fuerzas diversas convergentes, en la Unidad, siempre está la clave del triunfo.
Capacidad para soñar: el político no puede renunciar a sus sueños de vivir en un mundo mejor.
Estas son las que he llamado las enseñanzas de Pompeyo; y el político o aspirante a tal que tenga ojos y oídos, que vea y oiga; sobre todo, el de las nuevas generaciones que tiene sobre sus hombros la responsabilidad de recuperar la democracia y poner las bases para una Venezuela cónsona con la contemporaneidad.
Mencioné más arriba una supuesta frase de Gonzalo Barrios, que si no es cierta, un hombre ocurrente y de aguda inteligencia como fue la de él, pudo haberla pronunciado. Y ciertamente, la política es una actividad tan ardua y extenuante como necesaria en toda sociedad.   
Sin embargo, a los 90, Pompeyo no se rinde, ni se ha empantuflado, todo lo contrario, sigue activo luchando por la democracia y la libertad de su país, amenazado hoy por unos tiranos demenciales. En el momento que estoy ordenando estas líneas, nos enteramos que como demócrata que es a carta cabal y no ajeno a los asuntos importantes que lo rodean, está ejerciendo su derecho al voto en las elecciones del Colegio de Periodistas.  Bravo, querido amigo¡
Sabemos que contamos contigo y que el 16D estarás de primero en la fila de tu centro de votación, consecuente con tus principios y sueños.


EMILIO NOUEL V. 

@ENouelV
emilio.nouel@gmail.com

miércoles, 7 de noviembre de 2012


       4 AÑOS MÁS PARA OBAMA



Hace 4 años escribí que la elección de Barack Obama constituía una nueva revolución americana que tocaba las profundidades del alma de esa Nación. Que EEUU exhibía su extraordinaria vitalidad y también su excepcionalidad. Era insólito que un mulato, hijo de inmigrante, llegara a la Casa Blanca con los votos de la mayoría de los estadounidenses. 
Hoy EEUU confirma que sigue siendo la democracia más sólida y vigorosa del planeta, con una gran capacidad para el cambio, todo en el marco de los valores fundamentales que fijaron sus fundadores. 
En aquel entonces la emoción que lo llevó a la Casa Blanca fue enorme, dentro y fuera de ese país. 
En esta oportunidad no la ha sido tanto. Si bien el desgaste natural del ejercicio gubernamental produce estragos, con más razón cuando pensamos en lo que le ha tocado a Obama como consecuencia de la crisis económica y financiera interna e internacional. De distintos ángulos, se ha cuestionado el manejo de esta crisis por su gobierno, pero, visto lo visto, pudo superar la prueba. 
Obama reitera su posición mayoritaria en el electorado de su país en competencia cerrada. No fue apabullado Romney. Ciertos sectores claves hicieron la diferencia, y pareciera que fueron los latinos, a quienes, en general, no les agradó la propuesta del republicano en materia inmigratoria, la autodeportación. 
El país está dividido en dos partes cercanas en tamaño. Y el descontento seguirá allí, una nueva oportunidad para Obama de no defraudar. 
La composición del congreso favorece a los republicanos. Si los partidos colocan los intereses de la Nación por encima, podrían adelantarse iniciativas bipartidistas que traigan beneficios colectivos sin distingos de sectores. Pero no luce fácil ese panorama. La negociación en este nuevo mandato promete ser ardua.
En lo externo, durante sus primeros 4 años, Obama reafirmó su talante abierto al diálogo y la concertación, de cara a temas cruciales que aquejan al mundo. No se ha inmiscuido más allá de lo “necesario” en ciertos temas, lo cual le ha granjeado críticas. En esto ha sido un alumno muy aplicado de la tradición jeffersoniana que enseña que la política exterior de EEUU no debería involucrarse mucho en el mundo, que debería preocuparse más en preservar la democracia a lo interno, y que prefiere que el poder norteamericano se mantenga dentro de los límites que los ciudadanos escojan para ellos mismos y no confinarse en los que los otros le elijan. 
Así, de alguna manera se sustrajo a problemas políticos y económicos de nuestro hemisferio, lo cual no ha dejado de ser cuestionado por algunos que señalan que esta conducta displicente ha permitido los avances de la China en nuestro patio. Y ciertamente, a remolque fue llevado Obama a firmar los TLCs con Panamá, Perú y Colombia. Y ha dejado ejercer la hegemonía a Brasil en Suramérica. Sin duda, es otra la visión de los asuntos internacionales que tiene el reelecto presidente, si lo comparamos con los anteriores. 
En relación con Latinoamérica (LA), ya lo he dicho, no debe esperarse un viraje sustantivo en lo que ha sido la dinámica de los años recientes. Basta leer la plataforma programática del partido demócrata para percatarse de la poca importancia que se concede a nuestra región en los asuntos prioritarios. Mientras vemos allí un desarrollo amplio de lineamientos y políticas hacia otras regiones, a LA se le dedican muy pocas líneas, que no van más allá del saludo a la bandera que significa decir que se reforzarán los lazos de amistad y se incrementará la cooperación en los temas del combate al narcotráfico y el terrorismo. 
Quizás el hecho de que en el hemisferio no haya mayores problemas de seguridad que amenacen a EEUU, como en otras épocas; que en materia comercial estén instituidas unas reglas aceptadas y en ejecución a lo largo y ancho del continente, o que hay países que se han echado a andar por cuenta propia, todo ello conduzca a ese país a no preocuparse de manera particular de lo que ocurra en la región y a dar por descontado una relación establecida, normal; de allí su desinterés o indiferencia relativa en lo retórico. 
Sean cuales sean las razones del comportamiento de EEUU hacia LA, a mi juicio, es la hora de abandonar el discurso de reproches hacia ese país porque no tenga políticas de ayudas o porque no nos confiera mayor atención. Es tiempo que asumamos los retos del mundo en que vivimos contando con nuestras propias fuerzas e iniciativas, lo que no implica desdeñar la aproximación cooperativa exterior. 
Obviamente, con el país más poderoso del globo, vecino hemisférico y socio, nuestras relaciones deben ser las más cordiales y fructíferas que se pueda tener. De EEUU tenemos mucho que aprender. Nuestros lazos históricos y el compartir los mismos valores universales nos imponen la convergencia y el entendimiento. Una mayor integración comercial y mejores mecanismos de cooperación (científicos, tecnológicos, culturales, de seguridad colectiva, etc) son necesarios de cara a los problemas que enfrenta el mundo. Esperamos de EEUU y del nuevo gobierno consecuencia con los principios, el respeto mutuo y la preservación de la paz. Lo que es decir bastante.

EMILIO NOUEL V.

@ENouelV
emilio.nouel@gmail.com 

martes, 6 de noviembre de 2012


                  EL ESTADO COMUNAL Y EL 16D


                                   


Soy de los profundamente convencidos de que ni el socialismo propugnado por el gobierno, ni la fulanas comunas, a pesar del entramado jurídico demencial y contrario a la Constitución fraguado para estas últimas, tienen porvenir alguno en este país.
Todo ese tinglado políticamente tóxico no tiene viabilidad, ni forma de hacerse realidad. Le sucederá lo mismo que a las empresas expropiadas: fracaso y ruina.
Sin embargo, las políticas y acciones que se planifiquen y ejecuten para tratar de implantar esas ideas delirantes, sí van a tener consecuencias políticas y económicas desastrosas para los venezolanos. Lo que hará más difícil, costosa y complicada, la recuperación que vendrá más temprano que tarde, pero que llegará inexorablemente.
Algunos me dirán, con razón, que el desconocimiento de la propiedad privada, las expropiaciones, la colectivización y/o estatización creciente de la economía, la mediatización de la educación, la propaganda ideológica gubernamental, el autoritarismo militarista, y en fin, la retórica del liderazgo chavista, todo, es propio de un gobierno con rasgos comunistas-fascistas, y que, en consecuencia, estaríamos o nos dirigiríamos a un estado comunal tal y como la soñaban Lenin, Fidel, Pol Pot y en Venezuela, Chávez.
No niego que ése pudiera ser el desiderátum de algunos trastornados en las esferas del poder venezolano, aunque sabemos que muchos otros sólo piensan en el poder que les llenará el bolsillo.  
Pero de esa aspiración a la realidad, el trecho me luce muy largo, en un país de las características del nuestro, y enmarcado en un entorno internacional que va a contravía de ese tipo de experiencias anacrónicas.
No hay que olvidar, y esto no es una nimiedad, que en Venezuela casi la mitad de los electores rechaza lo que representa aquella deriva autoritaria y absurda, y que gran parte de la otra mitad no entiende  ni le interesa el estado comunal. Esto sin mencionar que el 7-O sólo 2 de cada 5 venezolanos se pronunciaron a favor de que Chávez siguiera en la presidencia, si sumamos el 20% aproximado que no fue a votar por él al abstenerse.
Visto que el estropicio material y moral que traerá consigo el tiempo que le quede al chavismo en el poder, será grande, a las fuerzas democráticas en ascenso no le queda más camino que seguir acumulando poder social y electoral, pero también ocupar espacios político-institucionales que le permitan proyectarse como opción real y válida de gobierno, como alternativa de administración mejor y más eficaz de los dineros públicos, hoy y después que pase esta fase política ignominiosa.  
Votar el 16 de Diciembre constituye un imperativo ineludible para los que aspiramos rescatar la democracia y las libertades en nuestra nación. Preservar los espacios institucionales que ya se han logrado y conquistar nuevos debe ser el objetivo que nos permita contrarrestar y frenar el poder despótico que pretende barrer con la democracia al querer establecer modelos políticos disparatados como el estado comunal.
No hay razón valedera para abstenerse de votar. Ni siquiera lo es el abuso de los  gobernantes y de los que están arrodillados frente a éstos en instituciones como el CNE. Es muy probable que haya más bien abstención de los que sólo votan cuando el destino de Chávez está en juego; y porque gran parte de ellos rechazan a los candidatos chavistas a gobernador.  
Sólo una voluntad férrea es capaz de superar el sin número de obstáculos que han atravesado en el camino a las fuerzas democráticas.  
No tenemos derecho a entregar el país a los tiranos y la barbarie, por más que nos sintamos decepcionados por el resultado del 7-O.
No hay mas opción que seguir votando y avanzando. 
Nuestras familias, nuestros amigos, la Nación toda, siempre nos agradecerán que nunca nos vieron rendidos ante la adversidad. 

EMILIO NOUEL V.
@ENouelV