jueves, 22 de septiembre de 2011


RECUERDOS INTEGRACIONISTAS Y LA ACTUAL CRISIS EUROPEA


Corrían los años finales de los setenta del siglo pasado, y entusiasmado con la experiencia europea de integración económica vivida de cerca, me dispuse a cursar un postgrado que me permitiera sumergirme con seriedad en el tema, pero desde la perspectiva de nuestra realidad latinoamericana. Los temas internacionales siempre me habían interesado y aquí estaba una oportunidad atractiva.  
La Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la UCV, en 1976, hacía un par de años -creo- había creado una opción de estudio sobre la integración económica, y resolví emprenderla.

                      


Allí, de la mano -es un decir- de excelentes juristas venezolanos y algunos extranjeros, conocedores del Derecho y la economía internacionales, un grupo de alrededor dos docenas de alumnos propios y extraños, nos adentramos entusiasmados en el campo de la integración y su regulación.
Recuerdo con mucho afecto y admiración a quienes tenían a su cargo las distintas cátedras de la maestría. Allí estaban, entre otros no menos destacados profesores: Isidro MORALES PAÚL, Sebastián ALEGRETT, Nelson SOCORRO y Tesalio CADENAS, y los argentinos Eduardo SCHAPOZNIK y Juan Mario VACCHINO. De vez en cuando se sentaba con nosotros, en calidad de oyente de excepción, un gran jurista español que hizo de ésta su patria: Antonio MOLES CAUBET.
De ellos conocimos, además de los antecedentes, los obstáculos, las ventajas, las oportunidades y los desafíos tanto económicos como políticos que están envueltos en todo proceso de conformación de bloques de comercio. 
Sin embargo, las distintas materias nos arrastraban a ir más allá del tema concreto que ocupaba nuestra atención. Se nos imponía paralelamente una reflexión mayor sobre la historia de lo que habíamos sido los países del continente hasta entonces. Había que abordar el asunto de las causas profundas de los males de nuestras economías, y los valladares que aquellos ponían a una integración eficaz y vigorosa -la soñada por tantos líderes latinoamericanos durante dos siglos- que permitiera enrumbarnos por una senda sostenida de crecimiento y bienestar para las mayorías, sobre la base de reglas de derecho uniformes, aceptadas y acatadas por todos, como garantía para alcanzar los fines y objetivos perfilados por sus propulsores.
En esos casi dos años que estuvimos transitando por esos asuntos, nos volvimos integracionistas militantes. Nos convencimos de que el desarrollo de nuestras naciones pasaba por la ejecución de una estrategia conjunta y complementaria de integración con los países de la región. Aquellos excelentes profesores, casados con la “idea”, nos habían convertido a esa “ideología”, casi una fe, y hasta creamos una asociación de especialistas de la cual algunos de aquellos formaron parte con el mismo ánimo que sus alumnos.
Afincados en nuestro fervor, no advertíamos aún, en toda su magnitud, lo difícil que iba a ser la concreción de aquella “idea-fuerza” que tenía ya varias décadas dándose golpes con la compleja realidad de nuestras naciones, y la cual en los tiempos que corren sigue con muchas asignaturas pendientes.

                    


Entonces la experiencia emblemática europea era el ejemplo a seguir; fueron los pioneros que establecieron instituciones, normas y políticas en función de ese objetivo. Sus éxitos para esas fechas eran innegables. Y lo serían mayores con el correr de los años. De 6 miembros originarios pasarían a 27; la Comunidad Europea se volvería la Unión Europea. Vendría la moneda única: el euro. Las políticas macroeconómicas, comerciales, agrícolas, de seguridad, de defensa, de consumidores y tantas otras, serían únicas en el bloque y frente al mundo, a pesar de ciertos desencuentros puntuales. La UE se convertiría en un actor fundamental de las relaciones políticas y económicas del planeta después de haberse levantado de las ruinas en que la había dejado la Segunda Guerra Mundial. Sin duda, un ejemplo exitoso a imitar, aunque no exento de críticas por estos predios y en la misma Europa.
Hoy, la Unión Europea vive una crisis financiera terrible y angustiosa, sobre cuya solución no se ponen de acuerdo los líderes. Aquel modelo de integración que nos vendieron y compramos para adaptarlo a nuestras circunstancias particulares hace aguas. Vargas Llosa nos habla en estos días de “estado agónico” de la UE, no sé si exagerando para que se tomen las medidas urgentes para salvarla de la debacle. Leo con mucha inquietud que la única alternativa para Grecia y otros países europeos en la misma situación difícil, es que abandonen la eurozona y vuelvan a una moneda nacional depreciada que les permita recuperar la competitividad y el crecimiento (Nouriel Roubini).
De producirse esta decisión de consecuencias inimaginables, sin duda, significaría un retroceso evidente que pone en tela de juicio las virtudes del proceso para lidiar con estas crisis. ¿Tiene culpa la integración, el euro, concretamente, en que se haya arribado a esta circunstancia lamentable, que pone en peligro la existencia de un experimento único? Algunos creen que sí.
¿Se avanzó demasiado rápido en el proceso integrador? Quién sabe.
Los problemas detectados hace algunos años de competitividad en la zona ¿fueron abordados con resolución? Parece que no.
¿Habrá otra salida distinta y viable a la de “sacrificar” a los más débiles para preservar el conjunto? Quizás sí, pero no hay consenso al respecto; el principio de solidaridad comunitaria no llegaría a tanto desprendimiento.
A pesar de las distancias y de las diferencias, esta crisis aún no concluida ¿puede tener alguna enseñanza para los latinoamericanos?  Con seguridad, sí.
La integración latinoamericana y la hemisférica han debido sortear muchas dificultades de orden político y económico; no las hemos vencido todas. La integración probable, la pragmática, es una tarea inconclusa, a pesar de sus avances no espectaculares. 


                              

En nuestro hemisferio, uno de las trabas más importantes es la manía refundacionista de una integración económica excluyente de EEUU y CANADÁ. Es una de las ideas más nefastas, por ineficaz, que deberíamos desechar.
El mundo ha dado muchas vueltas desde aquellos años setenta de la "Gran Venezuela", generosa con los perseguidos políticos del continente, y cuyo líder pretendió ser el paladín del llamado entonces Tercer Mundo.  Mucha agua ha corrido debajo de los puentes desde esa época en que nos animaba un ideal integracionista latinoamericano. La interdependencia global  ha llegado a una profundidad insospechada. 
En la actualidad, a mi juicio, no hay cabida ni viabilidad para proyectos integracionistas parciales o de alcance geográfico acotado en un mundo profundamente interconectado. Seguir promocionando utópicos bloques comerciales cerrados, además de que es un imposible, es un despropósito, un autoengaño, producto de prejuicios e ideas que perdieron su vigencia. No existen razones válidas, de ningún tipo, para persistir en la idea de una integración exclusivamente latinoamericana, que las realidades ya han sobrepasado. 

EMILIO NOUEL V.


EMILIO NOUEL V.

jueves, 15 de septiembre de 2011


ACERCA DE LAS SANCIONES ANTINARCOTERRORISTAS A VENEZOLANOS



El inefable nuevo Procurador General -¿de la República?- ha declarado que están "estudiando las acciones que vamos a ejercer en contra del Gobierno de Estados Unidos", por la medida que adoptó el Departamento del Tesoro contra algunos venezolanos. 
Recientemente, la Oficina de Control de activos extranjeros (OFAC) de dicho Departamento publicó una lista de personas y empresas sancionadas por ella, entre las cuales aparecen militares de alto rango y diputados de nuestro país. Cada cierto tiempo este órgano emite este tipo de decisiones administrativas. Por ejemplo, en 2009, dictó 13; en 2010, 14; y en 2011, 8. Entre los sancionados aparecen los gobiernos de Irán y Siria, los cárteles de Sinaloa y Tijuana, los Zetas, las FARC, Rodríguez Orejuela, entre otros. 

                      


                                      
En septiembre de 2008, apareció también otro grupo de venezolanos. Al revisarse estas medidas, se observa que están directamente relacionadas con el narcoterrorismo de las FARC colombianas. En el primer lote aparecieron señalados Ramón Rodríguez Chacín, Hugo Carvajal y el general Henry Rangel Silva. En el segundo, el diputado del Parlatino Amílcar Figueroa, alias “Tino”; el diputado Freddy Bernal, el funcionario de inteligencia Ramón Madriz, alias “Amin” y el general Clíver Alcalá Cordones.
Según documentos oficiales, dicha oficina administra y ejecuta las sanciones económicas y comerciales que fundamentadas en los objetivos de política exterior y de seguridad nacional, se aplican a países, regímenes, terroristas y traficantes internacionales de drogas, que estén comprometidos en actividades vinculadas con la proliferación de armas de destrucción masiva y otras amenazas a la seguridad nacional, la política exterior o la economía de EEUU.  
La OFAC actúa de conformidad con los poderes presidenciales de emergencia nacional, pero también de conformidad con varias leyes, para imponer controles sobre transacciones y congelar activos situados en territorio norteamericano. Muchas de sus medidas están fundamentadas en las decisiones de las Naciones Unidas y otros órganos multilaterales, y envuelven estrecha cooperación con gobiernos aliados.
¿Cuál es la naturaleza jurídica de esta oficina?
¿Cual es carácter de una sanción emitida por ella?
¿Qué cabe hacer, desde el punto de vista jurídico, frente a una decisión que tome ella contra una persona?
La OFAC es un ente administrativo adscrito o dependiente del Departamento del Tesoro, es decir, de un Ministerio norteamericano. Su decisión no es de carácter jurisdiccional; no es un tribunal.  Es una dependencia dentro de la “Oficina sobre Terrorismo e Inteligencia Financiera”, cuyo jefe reporta al Secretario o Ministro del Tesoro.
La importancia de este Departamento o Ministerio, por el papel que juega en la institucionalidad gubernamental norteamericana,  no puede ser soslayada. Sobre todo en el tema de las amenazas contra la seguridad financiera del país; de allí que tenga la competencia para sancionar.
Ahora bien, debe enfatizarse que las sanciones anunciadas son de carácter administrativo. Incluyen medidas preventivas sobre bienes muebles o inmuebles de los presuntos delincuentes. Éstas, por tanto, pueden ser cuestionadas y atacadas en sede jurisdiccional por quienes se vean afectadas por ellas, en virtud de que las consideren infundadas. El alcance de esas medidas es el del territorio norteamericano.
La base legal está en: el Decreto u Orden Presidencial (Executive order) para bloquear Activos y prohibir transacciones con traficantes de narcóticos importantes, emitido bajo la presidencia de Bill Clinton (1995); la “Foreign Narcotics Kingpin Designation Act”; la Ley de Poderes económicos por emergencia internacional, la Ley de Emergencias Nacionales y otros instrumentos reguladores.
Las medidas recientes, por lo visto, son el resultado de un procedimiento que se ha seguido en materia de narcotráfico, en el que figuran las FARC, como “significant foreing narcotics traficker”.

           
              Ivan Márquez (FARC), Hugo Chávez y Piedad Córdoba

¿Sobre qué tipo de evidencia fáctica se adoptaron? Lo desconocemos. Algunos presumen, el gobierno venezolano, entre ellos, que la información obtenida de las computadoras incautadas a líderes de las FARC ha servido para emitir la medida.
Por cierto, tal información es cuestionada por el gobierno venezolano porque fue desestimada por el Tribunal Supremo de Colombia hace un tiempo en un juicio. Es de recordar que tal desestimación se hizo por razones procedimentales de forma, no se examinó, por tanto, su contenido. De allí que la veracidad de tal información no haya sido negada. No hay que olvidar que la Interpol la certificó en su momento.  
Dicho lo anterior valdría la pena preguntarse sobre cuáles bases jurídicas se intentaría una demanda contra el gobierno norteamericano, tal y como lo anuncia el Procurador General. A menos que esta amenaza sea sólo demagogia o pura bulla de fanfarrón para el público de galería, no alcanzamos a ver la viabilidad de esta acción.
En primer lugar, las medidas en cuestión están dirigidas a personas naturales, por más que hayan ostentado u ostenten cargos públicos. Son éstas las que deben actuar contra aquellas si es que las consideran infundadas.
En segundo lugar, debemos recordarle al Procurador, si es que su paso por la Asamblea Nacional y la ideología demencial que defiende no se lo han hecho olvidar, que él representa a la República de Venezuela, no a un gobierno ni a un particular.
El artículo 2 de la ley que regula a la Procuraduría General y sus competencias establece que ella le corresponde asesorar jurídicamente a los órganos del Poder Público Nacional y ejercer la defensa y representación judicial y extrajudicial de los derechos, bienes e intereses patrimoniales de la República”. Por otro lado, el artículo 9 ejusdem, dispone lo relativo a las competencias de ese ente, y en ninguna de ellas está la de defender los derechos e intereses de un funcionario público, como es el caso que nos ocupa.
Una observación final. El gobierno chavista, no hay ocasión en la que no se envuelva en la bandera tricolor y vocifere su carácter soberano para sancionar leyes, adoptar políticas, tomar medidas y posiciones sobre cualquier tema.
Sin embargo, cuando es otro el país que hace lo mismo, que reivindica su condición soberana, pero que toca al gobierno nacional o a uno de sus miembros, entonces esa autonomía es cuestionada.
Si seguimos la lógica que los bolivarianos defienden, es legítimo entonces que EEUU, en ejercicio de su plena independencia, persiga y sancione en su territorio a los que considera infrinjan sus leyes o afecten sus intereses. ¿Por qué entonces contestar una conducta que se reclama para sí mismo y se considera justa?
Este doble rasero, esta doble moral, este doble discurso, sin duda, contribuye a que con el paso de los días el gobierno venezolano reafirme en la comunidad internacional su falta de credibilidad y desprestigio.
No obstante, el Procurador tiene todo el derecho de hacer el ridículo en materia jurídica; por lo demás, a eso nos tiene acostumbrados.

EMILIO NOUEL V.


viernes, 9 de septiembre de 2011


MIRANDA, BOLÍVAR Y LA INTEGRACION HEMISFÉRICA 

Los reiterados intentos de integración en nuestro hemisferio tienen raíces seculares. Los insatisfactorios o incompletos resultados, producto de los desencuentros entre "las dos Américas" y entre los latinoamericanos entre sí, también vienen de lejos en el tiempo.
Uno de los más tenaces propulsores de una América independiente y unida fue, sin duda, el venezolano Francisco de MIRANDA, entre cuyas propuestas estaba la creación de una gran patria americana que llevaría el nombre de “Incanato”.
Entre 1790 y 1808, MIRANDA presentó varios proyectos, y en ellos el precursor habla de la creación de una federación americana, de un poder ejecutivo, un ejército y unos comicios americanos. Para la consecución de estos planes, buscó y obtuvo el apoyo de la Gran Bretaña, país en el que tenía amplias relaciones personales y políticas. Posteriormente, en sus gestiones ante el gobierno de EEUU, logró un soporte importante. Este apoyó norteamericano le causó fricciones a ése país con España, con la cual mantenía una alianza entonces.

                             
                              Francisco de Miranda

MIRANDA, al hacer comparaciones, se lamentaba que la América española no haya adoptado muchos de los valores y costumbres de la América anglosajona. “Dos grandes ejemplos -decía- tenemos delante de los ojos: la revolución americana y la francesa.  Imitemos discretamente la primera; evitemos con sumo cuidado los fatales efectos de la segunda.”

MIRANDA, según el escritor Arturo USLAR PIETRI, “las más extraordinaria personalidad que había florecido en el vasto territorio del nuevo mundo”, fue un liberal de pensamiento. Éste se resume en lo que escribió a Thomas Payne: “La conservación de los derechos naturales, y sobre todo, de la libertad de las personas, seguido de sus bienes, es incuestionablemente la piedra fundamental de toda sociedad humana, bajo cualquier forma política en que ésta sea organizada.”

La simpatía por MIRANDA en EEUU se tradujo en apoyo político y material. No hay que olvidar el financiamiento de la expedición invasora de El Leander en 1806, en la que vinieron norteamericanos, entre ellos, un nieto de John ADAMS que cayó prisionero.

Es conocida la nota que escribió ADAMS  a John JAY, en 1786, en la que manifestaba que una revolución en Sudamérica, sería de gran provecho para EEUU, y que en este caso, ése país no pondría obstáculos a ella.

Los planes de MIRANDA fueron apoyados ardientemente por otro founding father, Alexander HAMILTON. Asimismo, el Secretario de Estado, James MADISON y el presidente Thomas JEFFERSON discutieron esos planes.   
Empero, hay que recordarlo, EEUU no se comprometerá de manera abierta (sí vendió a armas a los patriotas) sino al final de la guerra de independencia.

                         
                            Simón Bolívar
Simón BOLÍVAR también puso su empeño en plasmar en los hechos la idea de una América hispana integrada en una sola nación, objetivo romántico que nunca pudo lograr a causa de las divergencias políticas.
En cierta ocasión (1827), BOLÍVAR escribirá al general y político inglés, Sir Robert WILSON: “No se sabe en Europa lo que me cuesta mantener el equilibrio en estas regiones”.
El Libertador expresó muchas veces la idea de la unificación. Desde 1810, cuando fue a Londres en una misión diplomática de la Venezuela naciente, se mostró partidario de una confederación de las colonias para asegurar la independencia, la misma de MIRANDA. Posteriormente, en 1814, conceptuará en una sola frase su pensamiento sobre el continente: “Para nosotros, la Patria es América.”
BOLÍVAR explayará su visión unitaria en la Carta de Jamaica (1815): “Yo deseo más que ningún otro ver formar en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riqueza que por su libertad y gloria”. En este documento hará sus pronósticos acerca el curso político que podría seguir la América española. Hacia 1818, en carta a Juan Martín PUEYRREDÓN nuevamente declarará: “Una sola debe ser la patria de todos los americanos, ya que en todo hemos tenido perfecta unidad.”
Al año siguiente de la liberación de Venezuela, escribirá a Pedro GUAL que “Nada interesa tanto al gobierno de Colombia como la formación de una liga verdaderamente americana. La confederación proyectada no debe fundarse únicamente en el principio de una alianza EMILIdefensiva u ofensiva ordinaria: debe en cambio ser más estrecha que la que se ha formado recientemente en Europa contra la libertad de los pueblos. Es necesario que la nuestra sea una sociedad de naciones hermanas, separadas por ahora en el ejercicio de su soberanía por el curso de los acontecimientos humanos, pero unidas, fuertes y poderosas, para sostenerse contra las agresiones del poder extranjero.”
El general Daniel F. O’LEARY, quien estuvo muy cerca de Bolívar, evocará los propósitos de BOLÍVAR, al escribir: “Pensó en confederar los nuevos estados en una república que se defendiera de Europa, sirviera de contrapeso a Brasil y a los Estados Unidos y pesara en las decisiones políticas del mundo (…) Según este plan, cada una de las repúblicas confederadas conservaría su independencia en cuanto a su administración, y sólo la dirección de las relaciones exteriores y la defensa del país seria de la peculiar incumbencia del Gobierno Federal. Consideraba que la parte de soberanía que cada Estado cedía en favor del bien general quedaba ampliamente compensada con la mayor respetabilidad y fuerza que derivaría de la Unión.
De manera pues, que para El Libertador, la “unidad de la América meridional” será un punto que reiterará en muchos de sus escritos, proclamas y correspondencia a lo largo de su vida pública. No obstante, al final de sus días las realidades lo obligarán a renunciar a tal propósito.
La utopía bolivariana se topará entonces con las duras y amargas realidades de la política. Su proyecto no era compartido por todos en virtud de las diferencias de ópticas, intereses y rivalidades que afloraron entre los que condujeron la guerra de independencia. Particularmente, los líderes estaban más interesados en mantener el poder en cada uno de sus feudos, que en crear una confederación de naciones bajo un gobierno único, incluso sí ésta sólo fuera de carácter defensivo frente a las potencias europeas.
La oposición que tuvo la propuesta, sobre todo, en la Gran Colombia, no era ajena a los planteamientos que BOLÍVAR hizo sobre la forma de gobierno a instaurar y las relaciones particulares que esa nueva república tendría con países como INGLATERRA, EEUU y otros. Recuérdese al respecto, la observación que el historiador Pedro Manuel ARCAYA hizo sobre el pensamiento de BOLÍVAR: “Estúdiese la historia de Bolívar imparcialmente y se hallará que como doctrina de gobierno sustentaba la necesidad de un poder ilimitado, la tutela ejercida sobre la Nación para salvarla, a su modo de ver, de la anarquía y el desorden; en una palabra, la dictadura suya considerándose él como llamado a misión providencial; en el fondo la misma concepción de los monarcas españoles.”
Es harto conocida la idea insólita de El Libertador de convertir a la Gran Colombia en un protectorado inglés: “Entreguémonos en cuerpo y alma a los ingleses. No podemos existir aislados, ni reunidos en federación sino con el beneplácito de los ingleses. Toda América junta no vale una armada británica”.
Esta propuesta, que evidenciaban una inclinación exagerada por una potencia colonial, cuya ayuda a la emancipación no se podía desconocer, sin embargo, encontró rechazo. Intentar traerla de nuevo al continente no podía ser una idea más imprudente. Enfrentaba a la Doctrina MONROE, igualmente.
Para el escritor e historiador colombiano Germán ARCINIEGAS, la ausencia de BOLÍVAR en el Congreso Anfictiónico de Panamá, cuyo objetivo era el de concretar la idea de la confederación, dice mucho de lo poco que ya él mismo creía en la viabilidad de la propuesta.
En cualquier caso, vale la pena destacar que en ese congreso no se aprobó un documento que al menos esbozara algún interés en los tema de integración comercial. Incluso, el planteamiento de formar una unión, liga y confederación de carácter defensivo para protegerse de la dominación extranjera, no obtuvo la solidaridad del resto del continente. Sólo el peruano Manuel VIDAURRE presentó un documento calificado de amplio y audaz, titulado “Bases para el pacto de la Unión entre estados de América”,   en el que se planteaba una unión aduanera.
Tampoco la propuesta de crear una “autoridad sublime”, “con rigor y autoridad verdaderamente soberana” -la supranacionalidad en términos de hoy- que uniformara las instituciones y principios que unen a los países asociados, tuvo la acogida esperada.  
Rechazado y abandonado el modelo confederado, incluso por sus defensores más entusiastas, como VIDAURRE, quien luego de ser un bolivariano comprometido con el proyecto de BOLÍVAR, más tarde dirá a éste: “Te aborreceré tirano como te admiré héroe”, el desarrollo político post-independentista de las ex colonias seguirá un curso caracterizado por una suerte de “balcanización”.
ARCINIEGAS dirá al respecto que América quedó convertida en “una colección de islas, en un archipiélago”. El signo será la desunión y los enfrentamientos entre ellas, a pesar de los reiterados intentos a lo largo de los siglos XIX y XX para materializar la integración.
Al final de la primera década del tercer milenio, los latinoamericanos seguimos, una y otra vez, refundando la integración que soñaron MIRANDA, BOLÍVAR y otros, y rechazando extraña y absurdamente la integración con “la otra América”, la anglosajona. ¿Comprenderemos, al fin, la inconveniencia para todos en el hemisferio de que excluir a EEUU y CANADÁ es un disparate político y económico, producto de prejuicios y resentimientos históricos anacrónicos?

EMILIO NOUEL V.

Libro de Javier Solana, ex ministro de Relaciones exteriores de España, ex Secretario General de la OTAN, ex Alto representante del consejo para la Política Exterior y de Seguridad Común de la Unión Europea.  
"La reivindicación de la Política. Veinte años de relaciones internacionales". (En Conversación con Lluís Bassets)

REIVINDICACION DE LA POLÍTICA

martes, 6 de septiembre de 2011


ORGULLO DE PARROQUIA

                 R. Betancourt y J. Kennedy

Una observación sosegada y desapasionada del discurso de la mayoría de nuestros líderes de cara a los acontecimientos políticos y económicos mundiales, nos muestra un incomprensible desapego, incluso desdén, por esos temas, lo que al final se traduce en un desconocimiento que les impide ver o comprender la conexión existente entre sus realidades particulares y el conjunto global, y las repercusiones de este último en su actividad política concreta, en este caso, doméstica.
No cabe duda que el político debe poner énfasis en los temas “nacionales”; es lo más natural. Sin embargo, eso no lo es todo. El entorno internacional ocupa cada vez más un espacio mayor en las preocupaciones políticas y se ha hecho insoslayable para quien quiera asumir un liderazgo integral en estos tiempos.
Pero el líder político pareciera no haberse percatado aun de que hoy es imposible sustraerse de los eventos que trascienden las fronteras, que nuestros problemas y sus soluciones, así como el destino hacia el que nos encaminamos, sea éste auspicioso o calamitoso, están íntimamente ligados a la dinámica entre los distintos actores y factores que se interrelacionan en esta nave que llamamos planeta Tierra.
Esta visión miope lleva con facilidad al extravío político, al error de apreciación a la hora de analizar los distintos asuntos, a la equivocación en materia de políticas a acometer, no sólo en el ámbito de las relaciones exteriores.  
En el fondo, es una postura, además de corta de miras, anacrónica, fuera de época, que tiene sus expresiones más inquietantes, en el campo de lo político, económico y cultural, en nacionalismos absurdos o mal entendidos, en el patrioterismo xenofóbico, en autarquías y proteccionismos económicos empobrecedores, en trasnochadas e inmorales concepciones sobre la soberanía, y en última instancia, en la intemperancia y la confrontación con el distinto a uno, el extranjero, que puede, en casos graves, empujar a la guerra.
Esta perspectiva estrecha, por supuesto, no es exclusiva de nuestro patio latinoamericano. Se ve incluso en países desarrollados.
Obviamente, no esperamos de nuestros políticos que sean especialistas de las relaciones internacionales, como tampoco de la física cuántica. Lo que sí aspiramos de ellos es que presten mayor atención al mundo que nos circunda para mejor comprenderlo, dejando de lado la limitación congénita que alberga el aldeanismo político. Que se asomen con más frecuencia a ese espacio exterior convertido ya en interior. Las nuevas tecnologías lo permiten. Las informaciones y las ideas van y vienen libre y velozmente, lo cual propicia un contacto mas amplio e interactivo con los ciudadanos propios y extraños.
En otros tiempos, cuando no disponíamos de aquellos avances, había, sin embargo, políticos que valoraban el tema internacional. 
El padre de la democracia venezolana, Rómulo Betancourt, al referirse al desencuentro histórico entre los países del hemisferio, y mostrarse partidario de la necesaria integración entre ellos, hablaba del “orgullo de parroquia”, como un elemento que siempre la obstaculizó.
En La Habana, en 1950, Betancourt pronunció el discurso de clausura de la Primera Conferencia Interamericana Pro-Democracia y Libertad; allí decía:
 “Evidente resulta que esta cooperación económica interamericana, para ser totalmente eficaz, impone la articulación y coordinación de los dispersos sistemas de producir y distribuir de los países latinoamericanos. Formamos un archipiélago de veinte ínsulas arrogantes, enquistadas cada una dentro de su orgullo de parroquia. Cultivamos el aislamiento lugareño, mientras se perfilan en otros continentes formidables federaciones futuras de pueblos y razas”.
Este extraordinario político venezolano, hace 61 años, ya exhibía su condición de gran estadista compenetrado con los asuntos económicos internacionales y su importancia, en una época en que aún la globalización no había llegado a los niveles de intensidad que conocemos hoy.
Como él, otros políticos venezolanos, de su misma generación o de la anterior, no sólo habían reflexionado sobre los asuntos más apremiantes de la realidad nacional, sino que también habían volcado su mirada al mundo exterior.

        Alberto Adriani

En retrospectiva, es asombroso constatar lo visionario que fue un venezolano en la materia de integración económica internacional, fallecido cuando tenía aún mucho que dar a su país. Me refiero a Alberto Adriani, quien en 1935, fecha en que no se vislumbraba siquiera el nacimiento de la Unión Europea, escribió lo que sigue: Se  redondearán grandes áreas capaces de controlar la más completa variedad de recursos, dentro de  las cuales la vida económica puede alcanzar la mayor diversificación posible; donde puedan trabajar con el máximo rendimiento las grandes industrias de producción en masa. Son  éstas las agrupaciones humanas que van a ser los grandes actores de la historia por venir”. Y no se equivocó. Esas "grandes áreas" son los bloques que 20 años después empezaron a surgir.
Betancourt y Adriani, aunque diferentes, de distintas generaciones y hasta distantes en lo ideológico, son dos ejemplos de políticos venezolanos que no se quedaron atascados en el aldeanismo, en la cortedad de miras. Sin despegarse de sus raíces, amando como amaron a su país, comprendieron también que hay un mundo más allá de las fronteras político-territoriales a no desconocer, porque forma parte de aquél, querámoslo o no. El orgullo de parroquia es ineficaz e inútil, una rémora del pasado a depositar en el tacho de basura de la historia. Tomen nota los jóvenes políticos.

EMILIO NOUEL V.


   

domingo, 4 de septiembre de 2011


ANA MARÍA MATUTE: "El que no inventa no vive"

viernes, 2 de septiembre de 2011


INTEGRACIÓN ECONÓMICA, IDEAS E IDEOLOGÍAS

Es una verdad de Perogrullo que las ideas, ideologías y creencias en toda época y actividad humana juegan un papel fundamental, tienen consecuencias en la realidad en que son divulgadas.  Y en el curso que han seguido la interdependencia y la integración económicas en el hemisferio americano, y en particular, en AL, aquellas han ejercido, sin duda, una influencia decisiva, y siguen siendo inspiradoras de muchos gobernantes y líderes políticos o empresariales. De allí que las políticas que éstos formulan y/o acometen sean el producto directo de aquellas ideas y visiones.. Vislumbrar con claridad el itinerario que seguirán la dinámica integradora comercial y sus negociaciones en el ámbito regional, así como la suerte que correrán en lo inmediato o a mediano plazo los distintos esquemas de integración vigentes, no resulta una tarea fácil, por la complejidad de los asuntos envueltos, los diversos actores, las variables en liza y, obviamente, los puntos de vista que entran en acción.  
Porque en esta materia no se trata sólo de analizar los aspectos técnico-económicos generales del problema (mecanismos de liberación e intercambio de mercancías y servicios, tarifas y niveles arancelarios, flujo de capitales, inversiones, solución de controversias y otros temas no menos importantes) o las fortalezas y debilidades individuales de cada uno de los países involucrados tiene (nivel de desarrollo industrial, comercial, agrícola o de servicios, ahorro interno, capacidad institucional, competitividad, productividad, recursos humanos, tecnologías disponibles, comunicaciones, transporte, seguridad jurídica). Además del examen de estos factores relevantes, es obligante también escudriñar la dimensión política (geopolítica) y cultural del asunto, las expectativas y planes de los actores en competencia, sobre todo, de aquellos con más poder para determinar el curso del proceso.
Una idea como la integración en general y la hemisférica en particular, que puede ser deseable y factible en lo económico, requerirá también de un análisis que tome en cuenta una variable decisiva: la política continental, en la cual son factores fundamentales las ideas. 
Determinar las conveniencias, riesgos, oportunidades, ventajas, desventajas y expectativas económicas para cada país en un hipotético bloque hemisférico o en esquemas más limitados, siendo de por sí complejo, resulta, sin embargo, menos complicado que su análisis desde el ángulo de la factibilidad política. Porque aquella complejidad en lo económico y en el juego de intereses se multiplica cuando nos adentramos en el plano de las fuerzas que pugnan por la hegemonía en el continente.
La viabilidad económica no siempre coincide con la viabilidad política, incluidas las consideraciones geopolíticas. La economía podría indicarnos un itinerario a seguir que la política rechace o no acepte de entrada; o que compartiendo los fines, exija ritmos distintos o no concurrentes en el tiempo.


De modo pues, que es menester también recorrer el camino de las ideas que sobre la materia han movido o mueven a las fuerzas políticas y sociales en nuestro hemisferio, toda vez que ellas, en gran medida, determinarán la trayectoria de los acontecimientos futuros, propiciando, viabilizando, obstaculizando u oponiéndose a cualquier proyecto de integración. 
El pensamiento que han preconizado las distintas corrientes políticas y los intelectuales más destacados a lo largo de la historia latinoamericana y hemisférica, ha sido decisivo en los resultados alcanzados.
El nacionalismo latinoamericano, el marxismo y el neomarxismo, el estructuralismo, el dependentismo, el socialismo, la socialdemocracia y la democracia cristiana, el indigenismo, el tercermundismo, el antiamericanismo y el liberalismo, han marcado su huella en los políticos y gobernantes, en las visiones que sobre las relaciones internacionales en general, y el tema de la integración en particular, han querido poner en práctica.
Éste es un tema que es necesario indagar en profundidad para avizorar el futuro que nos espera en materia de inserción internacional de nuestros países. 

EMILIO NOUEL V.