sábado, 27 de febrero de 2010

EL SÍSIFO LATINOAMERICANO REINICIA LA CUESTA DE NUEVO.

Nunca he sido partidario de estructurar las relaciones políticas y económicas hemisféricas, excluyendo a algún país por razones de tamaño, idioma o cultura. A lo sumo, he reclamado que cualquier país que pretenda gozar de todas las prerrogativas que trae consigo la cooperación o la integración hemisférica, sea respetuoso de las libertades y de los principios democráticos. Aún hay alguien que te sigue, Rómulo.

Y en esto me sé en franca minoría; resulta difícil luchar contra una enraizada y secular ideología latinoamericanista cargada de mitos y excluyente de la “otra América”, que ve a EEUU o Canadá como enemigos, y no como socios estratégicos con los que debemos acordarnos e integrarnos para avanzar en el camino del crecimiento y el desarrollo.

En el mundo globalizado de hoy, no tiene sentido alguno seguir insistiendo en compartimientos estancos, exclusivos, simplemente porque son insostenibles, ineficaces e inconvenientes. El que se mantenga en esta posición absurda, muy pronto será arrollado por la marea de la interdependencia planetaria.

La economía mundial avanza a pasos agigantados para convertirse en unas cuantas décadas en prácticamente una. La crisis financiera reciente y sus efectos planetarios no hicieron más que evidenciar las interconexiones bastante consolidadas entre las llamadas economías “nacionales”. Las distancias, los tiempos, las velocidades y las necesidades de hoy son otros, muy distintos a las de nuestros padres y abuelos.

Nos guste o no, las fronteras político-territoriales se han ido diluyendo, la soberanía es un concepto maltrecho, ineficaz, inútil, y es también un obstáculo al imperio del derecho. Poner trabas al comercio, a las corrientes de inversiones y las personas, se está convirtiendo en una política anacrónica que conspira contra el desarrollo de las naciones.

Mucho menos son sostenibles posturas por supuestas razones de “identidad cultural colectiva”, en nuestro caso, “latinoamericana”, cuya existencia real pongo en duda. Vargas Llosa lo ha dicho muy acertadamente: "El logro más grande de una civilización no es dotarse de una identidad colectiva (…) Es exactamente lo contrario: haber alcanzado un nivel de desarrollo económico, de cultura y de libertad que permita a los ciudadanos emanciparse de las identidades colectivas, esos yugos a los que nacen uncidos, y elegir voluntariamente su propia identidad, en armonía o en desarmonía con el resto de la tribu. Una identidad colectiva es un gueto, un campo de concentración donde el individuo está secretamente clonado, para mantener una ficción de una homogeneidad que nunca existe".

Definitivamente, no hay razones económicas, políticas, étnicas, idiomáticas o culturales para el aislamiento o la exclusión en los tiempos que corren, y mucho menos para establecer organizaciones internacionales fundamentadas en ellas.

En la reunión de Cancún recientemente celebrada por los países de América Latina y el Caribe (ALyC), se ha revivido de nuevo una vieja aspiración que, a mi juicio, si alguna vez tuvo pertinencia, ya no la tiene en la actualidad.

Repetidas veces he señalado que ALyC, como bloque unitario, es una suerte de Sísifo, que desde hace casi dos siglos no hace otra cosa que subir y subir la misma piedra y no alcanza nunca a ponerla en la cima.

Este refundacionismo persistente, expresado en organizaciones variopintas, que nunca terminan de dar sus frutos, cuando ya están creándose otras o cambiando sus nombres, constituye un enorme fracaso que debiera hacer reflexionar a los líderes sobre si no es un error de fondo insistir en la misma idea, fundamentadas en las mismas razones.

OEA, ALALC, ALADI, PACTO ANDINO, COMUNIDAD ANDINA, MERCADO COMUN CENTROAMERICANO, G3, CARICOM, SELA, MERCOSUR, COMUNIDAD SURAMERICANA DE NACIONES, GRUPO DE RÍO, TIAR, UNASUR, y ASOCIACION DE PAÍSES DEL CARIBE, son, entre otras, las organizaciones latinoamericanas y/o hemisféricas que se han creado en los últimos 50 años. Múltiples tratados se han suscrito sobre disímiles materias.

En la Declaración final de la Cumbre de la Unidad de América Latina y el Caribe de Cancún se anuncia otra organización más. No sabemos si es una institución nueva o un mecanismo de consulta, pero se oyeron expresiones como “comunidad” y “unidad”. Alguno declaró de manera rimbombante que es "un paso decisivo en la historia institucional de la región"; que deberá impulsar la integración regional, promover la concertación política y aumentar la coordinación.

Sabemos que es Brasil, el propulsor y principal beneficiario actual y futuro de esta idea. Con ella se busca excluir a EEUU y Canadá, y formar un coto cerrado “Latinoamericano y del Caribe” que según las noticias, será la instancia en que la que se exprese la voz unitaria de estos países. La propuesta, por otro lado, busca incorporar al club a México, que se sintió ninguneado, desde la creación de UNASUR.

El propósito de la nonata aún organización, hasta ahora es bien etéreo, y se supone que más adelante sabremos por donde vienen los tiros.

Por lo demás, nihil novum sub sole en Cancún; la misma retórica de siempre. Wishfull thinkings. La misma historia fracasada y eterna de Sísifo. Las utopías y/o los mitos por encima de las realidades. Se sigue sacrificando lo útil en el altar de una ideología latinoamericanista demodé, que no se corresponde con el mundo cada vez más abierto de hoy.

lunes, 15 de febrero de 2010

EL ARMAPAGÓN

Desde siempre, la literatura, empezando por la Biblia, y el cine de ficción, nos han perturbado nuestra tranquilidad espiritual, cuando anuncian un momento apocalíptico que llegaría inesperadamente, en el cual desaparecerían todos los seres vivos por efecto del choque con un gran meteorito, o por una guerra que conduciría al fin del mundo. Según la Biblia, este apocalipsis tendría lugar en un sitio en el que entrarían en batalla Dios y la Bestia, llamado Armagedón.

Mientras ese destino catastrófico que predicen las Escrituras no ocurra, en nuestro país estamos amenazados por algo más real, ya palpable, y casi inminente: el gran apagón de electricidad.

Y esta terrible perspectiva, fortuita en el caso bíblico, pero en nada ficción para nuestro país, ya tiene fecha muy cierta, según los entendidos en la materia: todo ocurrirá en “el mes más cruel”, abril.

Todos conocemos ampliamente la primera reacción de los que dirigen la empresa encargada del asunto. Convencido de que el problema no tiene que ver con una carencia de gerencia adecuada y de inversiones oportunas, sino de un fenómeno de la naturaleza, “el Niño expiatorio”, el presidente de Corpoeléctrica decidió convocar a sus empleados para lanzar un clamor al cielo que conjure la crisis que se ha desencadenado. Piden un milagro, y al igual que hacían los pieles rojas norteamericanos cuando pedían al cielo que lloviera, los “gerentes” de aquella empresa se lanzan a un ritual religioso, con vistas a que mágicamente, evitemos el gran berenjenal en que nos metió la ignorancia, la incompetencia y la corrupción de la administración gubernamental socialista que padecemos.

Por otra parte, el Presidente de la República, muy creativo él, ha dado también su versión de las causas del Armapagón que se nos viene encima en los próximos meses de forma ineluctable.

En su demencia ideológica y con toda la desfachatez que es capaz de mostrar, el señor Chávez dice que el culpable de que no tengamos ni luz eléctrica ni agua en nuestros hogares, es el capitalismo. Nada tendría que ver su gobierno que tuvo 11 largos años para prever la hecatombe eléctrica, y tomar las medidas necesarias.

A sabiendas de que hay mucha gente ingenua y desinformada, el déspota de Miraflores, siguiendo las enseñanzas del nazi Goebbles, no tiene empacho en decir cualquier disparate, presentándolo como cierto. ¿Acaso no se hizo eco de una especie inverosímil, por imposible, de que el desastroso terremoto de Haití fue causado por la Marina norteamericana? Como si fuera una tontería mover las placas tectónicas de la tierra. Pero cuando se cree en teorías paranoico-conspirativas, hasta los complots de marcianos valen.

Pero lo nuestro no es de placas tectónicas, sino de incapacidad manifiesta de un gobierno cuya divisa es la chapuza, como acostumbran decir los españoles. ¡Qué capitalismo ni que niño muerto!

Lo que debemos preguntarnos ahora los venezolanos es qué vamos a hacer cuando llegue ese momento inevitable. Y no estoy aludiendo a las previsiones que deben tomarse en materia de compra de velas, linternas o plantas eléctricas suficientes.

Me refiero a los efectos políticos y sociales insospechados que traerá un escenario de despelote que se va a desatar en las calles y avenidas sin semáforos, en las industrias y comercios apagados, en las oficinas públicas, en los hospitales y clínicas, en los aeropuertos y puertos, en las escuelas y universidades, en hoteles, en los edificios residenciales, en las policías y el ejército.

¿Podemos imaginarnos un día entero sin luz eléctrica simultáneamente en Caracas, Maracaibo y Barquisimeto? ¿O sólo en Caracas? ¿No es de esperar que un evento de tal magnitud podría hasta sobrepasar la capacidad de control de la fuerza pública?

¿Hemos pensado en el seno de la dirigencia de las fuerzas democráticas cual será nuestra respuesta llegado el momento?

No está de más que comencemos a evaluar seriamente este grave asunto, que a diferencia del Armagedón bíblico, lo tenemos en nuestras narices, en pocos meses. Desearíamos que no suceda, pero todo lleva a su realización ¿Tenemos alguna idea de lo que haríamos ante una emergencia política que desencadene un colapso eléctrico nacional?

¡Ay Elliot¡ Abril será el mes más cruel, pero por razones muy distintas a las tuyas.

EMILIO NOUEL V.

miércoles, 10 de febrero de 2010

UNA OPINIÓN POLÍTICAMENTE INCORRECTA

Ya comenzó la carrera por las candidaturas unitarias en el seno de las fuerzas democráticas. Me parece una noticia excelente. Al estar en desventaja, no hay que perder tiempo, porque la avalancha que se nos viene del lado del déspota también ha arrancado, y sabemos que todos los recursos del Estado estarán a disposición de éste, sin control.

No hay que olvidar tampoco su capacidad para atemorizar no solo a los que él considera sus enemigos. Él teme, por un lado, a ser derrotado, y por otro, traicionado por eventuales saltos de talanquera, desconfiado como lo es de todo el que lo rodea. Hará todo lo que esté a su alcance para mantenerse en el poder.

Bienvenida entonces la partida hacia las elecciones parlamentarias de septiembre, que pintan muy bien para la oposición.

La Mesa Unitaria ha anunciado algunos acuerdos en regiones, alcanzados con base en los compromisos asumidos por todos los sectores a finales del pasado año.

Para nadie es un secreto que existen unas reglas, que deben ser cumplidas seria y responsablemente, so pena de que el acuerdo construido dificultosamente se derrumbe, perdiéndose así la oportunidad de un triunfo.

Sería imperdonable y suicida que éstas sean infringidas o puestas de lado por movimientos o aspiraciones de algunos grupos que independientemente de su legitimidad, número o motivación, obstruyan o tuerzan el rumbo del itinerario trazado.

Lo primero que debe decirse, valga la obviedad, es que el ejercicio de la política (ser diputado lo es) es para los políticos, y no podemos tratar de afrontar un problema en este campo con quienes no lo son. Son legión los que pueden tener las mejores intenciones e ideas, pero no todos están preparados para la lucha política. La antipolítica desprecia, precisamente, a los políticos, y transmite la idea de que cualquiera puede ejercerla, cuando no es así. Por ello, es que hay que dejar sentada esta premisa cuando acometemos el análisis de las posibles candidaturas de las fuerzas de oposición. Por supuesto, no queremos que se infiera de lo dicho que los ciudadanos no deban interesarse en los problemas políticos, todo lo contrario.

Pero en los días que corren hemos visto cómo desde ciertos medios de comunicación, algunos grupos o personalidades con poder de fuego mediático, atacan a los partidos que arribaron al acuerdo de unidad, acusándolos de egoístas, mezquinos o de cualquier cosa, incluso echándole en cara -¡Insólito¡- algo que es esencial a ellos, su razón de ser, es decir, aspirar a gobernar u obtener cargos representativos. Es como que se le recrimine a un industrial, comerciante o profesional, que quiera ganar dinero con su actividad; o a un periodista que quiera ser dueño o director de un periódico, radio o televisora. Mayor disparate no puede concebirse. Y lo peor es que cuando a estos críticos los señalamos como anti-partidos o antipolíticos, echan el grito en el cielo.

Una de las recriminaciones que aludo es la de que los partidos no quieren a los candidatos de la sociedad civil y, entre ellos, los presos políticos. Algunos llegan hasta pretender que la mayoría sea de la sociedad civil.

En las reglas que las fuerzas de la Mesa Unitaria aprobaron, está estipulado que serán considerados y postulados candidatos provenientes de la llamada sociedad civil, lo cual quiere decir, que personas que no militan en partido alguno podrían ser opciones que apoyarían los partidos, y esto, por cierto, fue siempre así. Obviamente, éstas deberían reunir un conjunto de cualidades que las hagan merecedoras de una candidatura.

Y aquí surge el primer asunto a dilucidar. ¿Cuáles deben ser esas credenciales? El tema no es fácil. Porque una persona puede tener los mejores conocimientos sobre un tema determinado, pero como diputado puede ser un gran fiasco. ¿No sería mejor para este hipotético diputado especialista ser asesor de los diputados que salgan electos que serlo? Lo ideal es que reúna ambas cualidades, y estoy seguro que los hay.

Quizás un criterio más cercano a lo que queremos como diputado sea el que el personaje en cuestión se haya destacado como lo que llaman por ahí “luchador social”, con liderazgo real, audiencia comprobada, independientemente de si tiene o no el dominio sobre un área específica del conocimiento. En estos casos, tampoco es garantía de que sea un buen diputado, pero al menos es un líder social.

De modo pues, que la selección no será muy fácil, y no puede estar tampoco guiada exclusivamente por sus apariciones en prensa o tv.

En le caso de los presos políticos, reconozco la angustia de las familias de éstos. Sabemos el via crucis por el que pasan, y los atropellos y violaciones a los derechos humanos que han sufrido en carne propia. Estas familias han visto como salida a esta situación lamentable, el que sean postulados como diputados y han iniciado una campaña a tales fines. No les niego el derecho a aspirar a eso y mucho menos a plantearlo, pero aparece aquí otro problema, a mi juicio, serio. Sería inconveniente e irreal candidatearlos a todos. No todos podrían ser lanzados, pero además, ¿cual sería el criterio para seleccionar a alguno de ellos? Porque pretender que todos engrosen las listas de posibles puestos salidores -¡Cómo desearíamos que se pudiera hacer¡- es un despropósito y un riesgo que no podemos darnos el lujo de correr.

Yo sé que no estoy en los zapatos de esta gente justificadamente desesperada. Pero, desafortunadamente, el destino colectivo de un país, por un lado, y el de unas fuerzas políticas que luchan por consolidarse y a la vez impedir la instauración de un sistema totalitario, por otro, no pueden ser sacrificados a las aspiraciones particulares, por muy legitimas que sean, de unas cuantas familias, cuyo dolor compartimos y deseamos que desaparezca lo más pronto posible.

Así las cosas, debo decirlo de una vez, dudo que la comentada sea una salida viable a estas personas injustamente presas. Casi me atrevería a pronosticar que en el hipotético caso de que alguno de ellos saliera electo, con seguridad sería desconocido por el gobierno. Y ojalá me equivoque en esta apreciación.

¿No sería mejor entonces tratar de lograr una mayoría y buscar la manera desde la Asamblea de impulsar una ley de amnistía? ¿Acaso no sería más eficaz dar esta pelea por la libertad de estos presos desde una posición de mayor fuerza como ésa?

Algunos dirigentes de los partidos ya han declarado que tienen en mente la posibilidad de lanzar como candidatos a alguno de los presos políticos. Las reglas aprobadas lo permiten.

No obstante, uno, ciudadano a pie, angustiado porque avancemos cada día con paso firme en la recuperación de la libertad y la democracia, se siente obligado a llamar la atención sobre este tema de difícil solución, pero que es necesario abordar con toda la fortaleza y la honradez que el caso amerita, no olvidando, obviamente, los sentimientos de angustia y desesperación que allí se mezclan.

Sé que esta opinión no caerá muy bien a muchos, pero, qué se le va a hacer, sólo pido que reflexionemos un poco sobre ese asunto con cierto realismo. La acción política nos demanda ciertos sacrificios, y tomar decisiones duras que no satisfacen a todos. Esperamos que los costos que ellas implican no rompan con la necesaria unidad de esfuerzos.

EMILIO NOUEL V.



miércoles, 3 de febrero de 2010

NO GASTEMOS PÓLVORA EN ZAMUROS

Hay iniciativas políticas desde el campo de la oposición democrática, cuyas buenas intenciones no niego, pero que son, a mi juicio, nefastas, por inútiles y desligadas de la realidad, sobre todo, de una muy importante: la correlación de fuerzas.

Son también, sin ninguna duda, distraccionistas, y no aportan nada a la lucha democrática eficaz que estamos adelantando por salir de este estado de cosas insoportable.

Ciertamente, cuando analizamos aquellas propuestas, pareciera que la experiencia de todos estos 11 años con el gobierno autoritario y su líder, no nos hubieran enseñado nada.

Llama la atención que algunos políticos experimentados y que siempre hemos tenido en alta estima, caigan tan fácilmente en el juego tramposo en el que desea meternos el tirano, que no es otro que el de la confrontación abierta alrededor de su figura, porque es allí en donde él tiene más ventajas. Es la búsqueda del plebiscito permanente, y no es casual que en las últimas semanas esté retando a la oposición a un referendo revocatorio de su mandato, a sabiendas de que nunca faltan descaminados que puedan caer en esa tentación.

Pedir su renuncia como política, aunque puede ser muy explicable, justificado y hasta normal en cualquier democracia, en nuestro caso, nos coloca en un curso de acción hacia ningún destino cierto, amen de que centra el debate inconvenientemente en una persona, el mandón. En torno a él, entonces, girará todo, haciéndonos olvidar que en el camino por recuperar la democracia y un clima político civilizado, es necesario ir dando pasos firmes, cumpliendo una hoja de ruta establecida, en la conquista de los espacios institucionales en manos de los autoritarios, lo cual excluye los bandazos a diestra y siniestra, buscando no sabemos qué.

Es menester que nos concentremos en la tarea colectiva de recuperar los espacios políticos perdidos, sin olvidar la lucha diaria por las distintas reivindicaciones de la sociedad, sin desmayar en el cuestionamiento de la incompetencia gubernamental, sin dejar de denunciar la enorme corrupción y la violación de los derechos humanos, todo lo cual es también erosionar las bases de sustento de Chávez, que hoy son cada vez más débiles.

Si ése es el camino que tenemos por delante (no veo otro en las circunstancias presentes), no exento éste, obviamente, de obstáculos formidables ¿qué sentido político efectivo tendría pedir la renuncia del Presidente, si se ha abierto una gran oportunidad para los próximos meses, habida cuenta del deterioro acelerado del gobierno?

¿Se piensa ingenuamente que Chávez atendería ese llamado? ¿O es que acaso se espera que ese pedimento desencadene mágicamente algún hecho político o de otra naturaleza, que no alcanzamos a ver, y que haría que el gobierno caiga? ¿O es que se quiere sabotear la estrategia que con tanto esfuerzo y no pocas discusiones han puesto en marcha las fuerzas opositoras? ¿O se trata sólo de una posición testimonial?

Chávez sabe que en el momento actual no goza de la anuencia de la mayoría en los temas que busca imponer a la brava, a pesar de gozar de popularidad en un número no desdeñable de venezolanos. La propiedad comunista, la centralización del poder, la represión a los medios de comunicación críticos, y last but not least, su permanencia en el poder después del 2012, son amplia y mayoritariamente rechazados.

Conoce, igualmente, que en las próximas elecciones parlamentarias de septiembre no podrá hacer caída y mesa limpia, y que en el mejor de los casos, para él, tendría una mayoría muy precaria que podría eventualmente volteársele. También conocemos que tiene un profundo desprecio por la casi totalidad de los diputados suyos, y que dejará a muchos de ellos con los crespos hechos. Soy de la opinión de que el resultado será exitoso para la oposición, y quién sabe, si se hacen las cosas bien, es posible que la diferencia a favor de las fuerzas democráticas pueda ser, además, holgada. Lo impensable puede darse.

Yo comprendo perfectamente la exasperación y la angustia que nos produce el desastre de gobierno que tenemos y la deriva totalitaria por donde nos lleva. Estoy persuadido de las urgencias que se imponen, para evitar caer, como sociedad, en el barranco que nos conduce al caos y la violencia, como ha ocurrido en experiencias históricas más que conocidas.

Pero hoy, como nunca antes, estamos obligados a mantener la cabeza fría, y no ceder a la impaciencia y la rabia. Estamos enfrentando situaciones no convencionales, lo cual exige de enfoques y acciones no convencionales. Debemos pisar tierra. La política no es apuesta mágica. Quizás esta posición que asumimos nos haga acreedores de los ataques rabiosos de minorías enceguecidas de la anti-política y el anti-partidismo y nos acusen de colaboracionistas, chavistas soterrados o de cualquier otra cosa que se les ocurra. Están en su derecho. Sólo los llamamos a que reflexionen un poco y revisen los errores de los últimos años: impaciencia, ánimo de venganza, rechazo del diálogo, desprecio de la política y los partidos, entre otros.

Pero de lo que sí estamos seguros es de que para salir as soon as posible, de esta pesadilla política que nos ahoga, no debemos salirnos del itinerario trazado y que no pocos desencuentros nos ha costado. Tampoco perder tiempo en jugadas inútiles que pueden desviarnos del objetivo: ganar las elecciones parlamentarias de septiembre. Lo demás es gastar pólvora en zamuros.

EMILIO NOUEL V.