jueves, 1 de agosto de 2013

         ¿UNA CONSTITUCIÓN MERCOSURIANA?

                        

En días pasados, el internacionalista Julio Cesar Pineda publicó en El Universal un artículo titulado "Por una Constitución Latinoamericana", que merece unos comentarios. 
Al evocar la experiencia pionera de la Unión Europea, él sugiere para nuestra región la formalización de un entramado jurídico constitucional, que englobe los distintos espacios de integración que han sido creados. 
Formula, sin embargo, una propuesta concreta que denomina "Constitución para Mercosur", territorio en donde habría una tradición común de constitucionalismo, que allanaría, según él, el camino para alcanzar tal propósito.
Unas cuantas interrogantes sobre la viabilidad de tal propuesta cabría hacerse. Y están referidas no sólo a lo económico-comercial, de por sí muy complejo, sino también, y sobre todo, a lo político, hueso más duro de roer.  
Pero comencemos por la trayectoria europea al respecto.
Ciertamente, en el largo proceso de construcción comunitaria europea para arribar a lo que es hoy, el sueño deseable de fundar los “Estados Unidos de Europa”, expresión utilizada por Víctor Hugo a mediados del siglo XIX, no ha logrado ser coronado. Un estado federal ha sido imposible concretarlo, a pesar del intento, fallido, de aprobar una Constitución para Europa. Debo recordar que dos referendos en Francia y Holanda impidieron su aprobación, lo cual condujo a una renegociación que culminó en el Tratado de Lisboa, el cual fue un retroceso respecto del documento original. El voto mayoritario antieuropeísta-euroescéptico en los países mencionados frustró la aprobación del proyecto.
Si en un espacio geográfico como ése, en el que grandes logros económico-sociales se alcanzaron, existe una conciencia muy elevada de la bondad de la aventura integracionista y la supranacionalidad es un elemento esencial al proceso, fue imposible una Constitución a causa de pulsiones nacionalistas exacerbadas ¿qué podemos esperar de un proyecto similar en otros ámbitos en los que no existen sólidos y consolidados nexos económico-comerciales, las divergencias político-ideológicas son marcadas y enfrentadas, los intereses particulares más que hacia la confluencia, buscan el beneficio individual cuando no la rivalidad, a pesar de la retórica inflamada sobre integración y hay modelos político-económicos divergentes y concepciones sobre la soberanía de los Estados, en su mayoría, anacrónicas?
En nuestro hemisferio, la CAN es la experiencia más cercana a la UE, en términos de modelo jurídico-institucional. El relativo desarrollo de la supranacionalidad normativa y  la creación de una jurisdicción independiente, lo hicieron superior a otros bloques de la región, sin que ello alcanzara,obviamente, los altos niveles europeos.
Mercosur, en cambio, no admite la supranacionalidad, lo cual, por cierto, lo corroboró expresamente el Tribunal Permanente de Revisión de ese bloque en el reciente Laudo sobre la suspensión de Paraguay.  
La supranacionalidad choca principalmente contra el principio de soberanía que hasta ahora han defendido celosamente los países de ese grupo. Brasil, sobre todo, es el que muestra mayor reserva frente a poderes supranacionales, y nada indica que vaya a modificar este enfoque, quizás es lo que más conviene a sus intereses. En esto actúa igual que EEUU.
A pesar de que Argentina y Paraguay admiten en sus constituciones la normativa supranacional, queda por ver si existe en ambos, no sólo en sus gobiernos, una posición proclive a una Constitución federativa en el marco de Mercosur.
Hay razones poderosas para dudarlo, particularmente, cuando observamos el papel determinante que juegan en el bloque los Estados por la carencia de órganos con competencias supranacionales, lo que explica, entre otras cosas, el récord de incumplimientos y de contramarchas en ese bloque, en fin, de su crisis crónica. El proteccionismo recurrente allí  iría a contravía de un marco jurídico federal, lo cual no pareciera interesar a muchos. Por otro lado, en esos países, la fuerte tradición de nacionalismo (soberanismo) jurídico conspira contra la instauración de una Constitución para Mercosur.
Ciertamente, el derecho se ha globalizado, y en los regímenes de integración más avanzados lo vemos en su máxima expresión. Europa es la prueba, y su Tribunal comunitario ha contribuido sustancialmente al desarrollo de una concepción supranacional del derecho más acorde con el mundo de interdependencia global actual. Y sin embargo, ya hemos visto las reticencias a una Constitución federal, en la actualidad reforzadas por la crisis financiera.
Soy escéptico frente a la utopía de una Constitución mundial, y aunque en un ámbito pluriestatal más acotado pudiera ser realizable vistas las circunstancias y la dinámica presente de la globalización, dentro y fuera de nuestro hemisferio, a mi juicio, luce improbable una Constitución en Mercosur y mucho menos en las distintas Latinoaméricas. Hace muchos años pudo haber sido, hoy la veo muy cuesta arriba.

EMILIO NOUEL V.

@ENouelV

emilio.nouel@gmail.com


No hay comentarios: