miércoles, 9 de septiembre de 2009

CHACUMBELE ¡QUÉ GRANDE ERES¡

Emilio Nouel V.

Eventos políticos, sociales y económicos de diversa envergadura y conectados entre si, en el patio y fuera de él, se están sucediendo sin solución de continuidad, solapándose unos con otros; el de ayer es opacado por el de hoy y éste, esta misma noche, pasa a ser historia pretérita; vorágine demencial ésta que nos dificulta la debida reflexión de cada uno de ellos o al menos de los más importantes. Es un gordo problema esta dinámica. ¡Qué difícil se hace formular una estrategia o ejecutar las tácticas que la acompañan¡ Así las cosas, por un lado, vemos que el Presidente huye amoratado de la reunión del club unasuriano, y corre, sin ninguna justificación en términos de los intereses de Venezuela, a reunirse en Trípoli con lo peor de cada casa, incluido, el líder de los piratas de Somalia, en un tour de fin de verano que comprende la visita a varios gobiernos forajidos del planeta. ¡Chacumbele ¡qué grande eres¡ Luego, todo este rosario de torpezas que perjudican la imagen del país, lo pretende compensar con la presencia en un festival de cine en Venecia de la mano de Oliver Stone, cuya fascinación por Chávez y cuyo “desconocimiento” de la realidad venezolana no sabríamos a qué atribuir. Mientras esto ocurre, empezamos en la capital a sufrir más a menudo y gracias a la proverbial incompetencia gubernamental, interrupciones de la luz eléctrica y del agua, acompañando con esto a gran parte del territorio nacional en donde aquellos servicios se van desde hace mucho tiempo todos los días y por largas temporadas. Igualmente, vemos a los sindicatos que se mantienen en pie de lucha por sus reivindicaciones y en defensa de los derechos laborales que el gobierno revolucionario les quiere arrebatar; a lo que se une la creciente alarma con los asesinatos y secuestros a granel, como el horrendo del niño torturado de Guatire, sin que haya respuestas contundentes. Observamos a un gobierno que no sabe qué hacer frente a una economía que ha estado destruyendo en los últimos años; que no, por supuesto, la de los bolsillos de la llamada boliburguesía y de los jerarcas del gobierno. Una permisería kafkiana, una banda de funcionarios ignorantes e incompetentes y leyes absurdas y desestimulantes de la actividad productiva y las inversiones, están convirtiendo el mundo de los negocios en un infierno, en el que difícilmente nadie, nacional o extranjero, se aventurará. Simultáneamente, se producen masivas marchas de la sociedad civil y los partidos políticos en contra de leyes inconstitucionales, la criminalización de las protestas pacíficas y los atropellos a los medios de comunicación, a lo que el gobierno, atemorizado y perdiendo audiencia y apoyo aceleradamente en la población, responde con más represión y amenazas de cierre de medios. Todo, por supuesto, sin dejar de mencionar que la inflación va rumbo al mismo nivel del año pasado o quizás a uno más alto, y de que se anuncia que el país baja en el ranking de competitividad, colocándose a los niveles de países africanos pobres. La industria petrolera, otrora empresa razonablemente eficiente, es un caos administrativo y productivo, amen de acogotada por las deudas. Definitivamente, pareciera que todos los males estuvieran viniéndosenos encima de una sola la vez, poniendo la olla de presión social y política a altas temperaturas, lo que no sabemos a donde nos llevará. En medio de este desorden, el descalabro de la imagen internacional del Presidente no puede ser mayor. Han tenido lugar en decenas de ciudades en el mundo un rechazo al intervencionismo y el guererismo del Presidente de Venezuela. Su propagación del odio, su lenguaje insultante y soez, y sus violaciones a los derechos humanos, la conchupancia con el terrorismo, por mencionar sólo tres cosas muy graves, le ha granjeado a Chávez un repudio que ha adoptado una forma nunca antes vista de cara un gobernante, que yo recuerde. De nuevo aparece el caso del maletín incautado en Buenos Aires, en el que se aportan ahora más datos sobre los manejos dolosos de los gobiernos venezolano y argentino. Saltan a la palestra también, nuevos negociados entre revolucionarios uruguayos y chavistas que aparentemente buscan esconder financiamientos a campañas electorales. La entrada de Venezuela a Mercosaur comprometida, después del retiro de la aprobación del Protocolo de adhesión por el gobierno de Paraguay y las condenas del senado brasileño al cierra de radios en el país. ¿Haría falta agregar algo más para describir esta situación económica y social irrespirable? ¿Podrán percatarse algunos bienintencionados del gobierno del desastre al que nos están conduciendo? ¿Terminarán –¡qué milagro sería¡- de darse cuenta de que lo que quieren hacer es irrealizable? ¿De que todos sus esfuerzos serán en vano? ¿De que sus orientaciones, leyes y políticas la realidad y la mayoría de los venezolanos las rechazan por contrarias a sus principios, valores morales, cultura e intereses? Es la hora de comenzar a prepararse para corregir estos entuertos. La oportunidad preciosa que tuvieron para hacer los cambios democráticos y en libertad que el país necesita, la echaron al tacho de la basura. La tarea será dura y compleja pero no imposible. Para acometerla, Venezuela, la democrática, dialogante e inclusiva, la que no se acobarda ante la represión, cuenta con recursos humanos y materiales suficientes. Que el miedo, natural en cualquiera, no nos venza. La persecución política, la politización de los tribunales, el desconocimiento de los derechos laborales y la criminalización de la protesta que el gobierno militar utiliza para atemorizarnos, serán ineficaces siempre que sigamos manteniendo la unidad en la lucha democrática y pacífica. Del mundo se están enviando señales cada más sólidas y persistentes de rechazo al autoritarismo militar que pretende entronizarse para siempre en nuestra Patria. La reconquista de la democracia de los venezolanos está siendo acompañada desde muchos rincones del planeta. A pesar de lo abrumados que estamos por tantos y acelerados acontecimientos diarios, hay que hacer el gran esfuerzo, por encima de ellos, de superarlos y lograr nuestros anhelos de una patria libre, próspera y en paz.

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