viernes, 27 de julio de 2018

LA COMUNIDAD INTERNACIONAL, NUESTRA PRINCIPAL ALIADA PARA RECUPERAR LA LIBERTAD
                                                    
                              
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La expresión Comunidad Internacional (CI) no es una denominación retórica más para aludir a un grupo de países o al conjunto de ellos que conforman la sociedad planetaria. 
No es una entelequia sin existencia real como algunos pudieran pensar. 
La CI es un todo integrado, en primer lugar, por los Estados, cuyas relaciones entre sí, se rigen por normas de Derecho Internacional vinculantes, obligatorias. La CI, igualmente, es una comunidad de derecho, que incluye también a las organizaciones internacionales  y otras entidades.
Declaraciones, resoluciones, dictámenes y sentencias de organismos internacionales la refieren. Ella es considerada una entidad jurídica, que opera y acomete acciones.
De modo que no es un mero apelativo utilizado en los discursos para representar a la sociedad internacional. 
La CI, así entendida, ha significado para nuestro país adolorido un aliado crucial. En sus diversas expresiones ha tomado partido por la urgente recuperación de la democracia y las libertades pisoteadas por una tiranía desastrosa y corrupta.
Desde las Naciones Unidas, la OEA, la Unión Europea, el Grupo de Lima, las ONGs y de gobiernos de países, en particular, no ha faltado la solidaridad con los venezolanos que luchan contra la arbitrariedad de un gobierno violador de los Derechos Humanos y destructor de una de las economías con más futuro y pujante del hemisferio.
A pesar de la parsimonia con que se mueve el entramado institucional de la CI, se han logrado concretar medidas de presión para que el gobierno despótico chavista ceda en el sentido de buscar una salida consensuada y democrática a la enorme crisis política y social que nos agobia.      
Para algunos quizás no sean aún suficientes tales iniciativas, visto que el gobierno venezolano actual se mantiene tercamente en sus trece, ahondando cada vez más el cataclismo social con medidas disparatadas que en lugar de solventar los problemas, los agravarán.
A la CI, no obstante, debemos reconocerle y agradecerle que haya tomado cartas en nuestro asunto. Obviamente, para ella no se trata sólo de un problema de los venezolanos. En un mundo cada vez más interconectado y poroso, lo que nos ocurre también comienza a afectarlos. No son pocos los problemas que comienza a causar la emigración forzada de venezolanos hacia otros países. La gobernanza en éstos y también la regional se están poniendo en el tablero político y social  como problema compartido que demanda una solución colectiva perentoria. La seguridad de todos se está poniendo en riesgo por causa de la ejecutoria de un gobierno indolente enceguecido por una ideología letal y dominado por una mafia peligrosa.
De modo que para los demócratas venezolanos se imponga saludar el activismo de la CI respecto de la situación trágica de Venezuela, y rechazar a quienes en nuestro país y desde perspectivas supuestamente de oposición, se han dedicado de manera suicida y con torpeza política asombrosa, a atacarla y a cuestionar a sus representantes, no sabemos si con planes inconfesables de trastienda, por simple ignorancia o por visiones anacrónicas.
Finalmente, hay que decir que esa formidable alianza que tienen los demócratas venezolanos con la CI, debe ser atendida y cultivada en momentos tan difíciles como los presentes; de allí la importancia de formalizar los contactos con ella designando representantes y/o interlocutores, únicos voceros, que hagan conocer nuestras estrategias y líneas políticas internas, y que además, canalicen e inteligencien con ella lo que haga falta en el urgente propósito de construir la manera de salir del infierno que está viviendo Venezuela.
No tengo ninguna duda acerca de la necesidad del apoyo de la CI para complementar la determinante acción política interna y poder alcanzar el objetivo anhelado por los angustiados venezolanos: el fin del gobierno chavista.

EMILIO NOUEL V.

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