domingo, 15 de noviembre de 2015

          "ALLONS ENFANTS DE LA PATRIE......"
 
El nihilista es un soldado de una guerra ‘absoluta’ (en el sentido

de Clausewitz); se considera más aniquilador que defensor,

actúa por la más pura y simple destrucción (…) para él, no hay

nada que perder, nada que salvar”

                                                                   André Glucksmann

 De nuevo, la bestialidad islamo-fascista hace de las suyas. En Francia, el viernes pasado tuvo lugar otra matanza de los “locos de dios”, que a Europa y en general, al mundo  civilizado, los tiene horrorizados.
Si ya los degüellos de ISIS filmados sin ningún escrúpulo nos habían perturbado, los asesinatos a mansalva de ahora en Paris nos desafían y exasperan.
La agresión inicua a un país cualquiera siempre nos choca, nos revuelve la sangre. Y cuando eso ocurre a una nación con la que nos unen no sólo lazos políticos, económicos o familiares, sino también espirituales, con más razón nos duele e indigna.
Francia no es un país cualquiera. Más allá de su importancia en el ámbito de lo material, de su significación como potencia mundial, Occidente le debe mucho en el terreno de las ideas modernas y de los avances sociales que el hombre ha alcanzado en los últimos siglos. De las tres grandes revoluciones que en el mundo han sido, una es francesa.
Francia es el símbolo de todo lo contrario a lo que representan las “ideas mortíferas” que llevaron a unos desquiciados a realizar la matanza de ese fatídico viernes 13 de Noviembre.
Ideas mortíferas” es la expresión que he utilizado, que no es mía, sino de un intelectual francés, de los que llamaban “nuevos filósofos”, por más señas, fallecido hace un par de semanas: André Glucksman.  
Este pensador brillante fue uno de los que con mayor profundidad reflexionó y describió la amenaza que para nuestra civilización personifican estos terroristas, estos nihilistas destructores.
Glucksmann, después de lo de las Torres Gemelas, se preguntaba qué hacía que una sociedad global que dispone de los medios de información e intervención más formidables de la historia, sea tan abúlica y esté tan paralizada ante los desmanes que comenten estos desadaptados.
Para él, Occidente se juega su supervivencia en esta lucha contra el terrorismo. Llegó a escribir: “un fantasma recorre el planeta: el fantasma del nihilismo. Utiliza antiguas religiones, abusa de antiguas ideologías y de exaltaciones comunitarias, pero no las respeta”.
La fuerza del nihilismo -afirmaba Glucksmann- proviene de la división y la disolución. Rompe alianzas y tradiciones. Las víctimas iniciales de sus guerras son  sus propios conciudadanos, sus hermanos de fe. “Los ejércitos musulmanes se enfrentan a ejércitos musulmanes y los estadistas árabes caen bajo las balas árabes”.  
El terrorismo se ha convertido en un enemigo planetario, que agrede a la humanidad, como ha dicho bien el presidente Obama. Las guerras recurrentes en el Medio Oriente están repercutiendo más allá de su espacio geográfico.  
La comunidad internacional debe atender con decisión este grave problema que no tiene fronteras. Nadie se salva de ser víctima eventualmente de él.
Hoy le tocó de nuevo a Francia. Y no basta ser solidarios con un pueblo que tan valiosos aportes civilizatorios ha dado al mundo.
Todos los países sin excepción deben sumarse a la lucha por extirpar una lacra que pone en riesgo la convivencia democrática y pacífica entre los seres humanos. No es un problema de fácil solución, por sus complejidades y extensión. Sólo la cooperación estrecha entre los gobiernos del mundo puede garantizar esa difícil tarea.
Estamos con Francia en este momento grave, como estuvimos con EEUU, España, Reino Unido, Argentina y otros países, cuando fueron agredidos por estos terroristas.
Ante el desorden, el caos y la muerte que quieren sembrar los terroristas, los que creemos en los valores de la libertad, la democracia y la tolerancia en el mundo, debemos unirnos con coraje, firmeza y convicción para cerrarles el paso.
Emilio Nouel V.

@ENouelV

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