martes, 29 de junio de 2010

EL PRÓFUGO AL BASHIR DESEMBARCÓ EN VENEZUELA

A la calladita, sin mucho aspaviento, el perseguido por la justicia internacional, Omar Hassan Ahmad Al Bashir, Presidente de Sudán, sindicado por la Corte Penal Internacional (sobre él pesa una orden de captura), de cometer horrendos crímenes de guerra, genocidio y contra la humanidad, hace poco tiempo abrió una embajada en nuestro país.

Al Bashir, según la CPI, está acusado de numerosos ataques ilegales y sistemáticos contra civiles pertenecientes a los grupos étnicos tour, massalit y zaghawa.

La Corte ha expresado que existen motivos razonables para creer que Al Bashir, siendo Presidente y comandante en jefe de las fuerzas armadas, y ejercer control total sobre todas la ramas del poder del Estado, de las milicias janjaouid, las fuerzas policiales y los órganos de información y seguridad, jugó un rol esencial en la coordinación y ejecución de un plan que tuvo como resultado los crímenes mencionados.

Ciertamente, los relatos de estos crímenes son espeluznantes, parecidos a los de Ruanda, aunque estos últimos duraron menos tiempo. En Sudán, durante 5 años, millones de civiles fueron expulsados de tierras que ocuparon por siglos, todos sus medios de subsistencia fueron destruidos, asistieron a la expoliación de sus propiedades y a la ocupación de ellas por nuevos habitantes. Miles de violaciones de niñas frente a sus padres; asesinatos en masa, quemas de aldeas y ciudades.

Todos estos crímenes se escondían detrás del argumento de que se estaba sofocando una insurrección, “una estrategia de lucha contra la insurrección”, decían. Para desvincularse de las matanzas, el gobierno alegó que se trataba de “enfrentamientos intertribales” o “acciones de milicias autónomas”.

Pero las pruebas de que Al Bashir, su gobierno, ejército y milicias eran culpables de tales horrendos delitos de lesa humanidad y genocidio estaban a la vista.

Así las cosas, quedan también al descubierto elementos de prueba de que Al Bashir, antes que ir en ayuda de la población de Darfour, movilizó el conjunto del aparato del Estado, a los fines de someter intencionalmente a 2.450.000 personas que vivían en campos para personas desplazadas, a condiciones de existencia que no podían sino conducirlas a su destrucción física.

Estos crímenes están tipificados en los artículos 6, 7 y 8 del Estatuto de la CPI.

El procedimiento se inició con la creación de una Comisión Internacional de investigación en 2005 por parte del entonces Secretario General de la ONU, Kofi Annan, en aplicación de la Resolución 1564 del Consejo de Seguridad. De este modo, y habiendo suficientes evidencias de la comisión de crímenes contra la humanidad y de guerra, fue remitido el caso al Fiscal de la CPI. Este último decidió abrir una averiguación el mismo año, que concluyó en que hay evidencias suficientes para la apertura de un juicio, y en 2008 solicita el arresto de Al Bashir, lo cual, en 2009, y con base en las pruebas concluyentes, acuerda la Sala de Cuestiones Preliminares de la CPI. En el mandato de arresto, se excluye el delito de genocidio, que había pedido también el Fiscal.

Al Bashir sería así acusado de ser penalmente responsable en tanto que autor y/o coautor indirecto, de ataques intencionalmente dirigidos contra una importante parte de la población civil de Darfour, de asesinatos, actos de exterminio, violación, tortura, así como de traslados forzados de un gran número de civiles y del pillaje de sus bienes. Es el primer mandato de arresto que hace la CPI en contra de un jefe de Estado en ejercicio, condición que no lo exonera de la responsabilidad penal, ni le confiere inmunidad respecto de las investigaciones de la CPI.

Es con éste despreciable y siniestro personaje, que el gobierno de Venezuela entabla relaciones diplomáticas precisamente el mismo año en que se inicia su juicio en la CPI.

Venezuela, junto a Brasil, son los únicos países del hemisferio que le han abierto las puertas al gobierno de este criminal. En el año 2005, se suscribió un Acuerdo Marco de Cooperación, en las materias siguientes: cultura, comunicación e información, ciencia y tecnología y finalmente vivienda y hábitat. En el año 2009, Chavez invitó a Al Bashir a Venezuela, desafiando a la CPI, y atacando a esta última por haber decidido su arresto.

La mayoría de los venezolanos desconocen este disparate de nuestro gobierno, que ya suma a otros que ya ha cometido. Las fuerzas democráticas venezolanas deben repudiar con todo vigor que estemos abriendo relaciones con regimenes forajidos, a cuya cabeza están criminales como el de Sudán. En lugar de contribuir a su aislamiento, le abrimos nuestras puertas, dando oxígeno a un gobierno infame, que representa la antitesis de nuestras mejores tradiciones democráticas, así como de los valores universales de la libertad.

EMILIO NOUEL V.

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