domingo, 30 de agosto de 2009

UNASUR EN BARILOCHE: ¡QUÉ PÉRDIDA DE TIEMPO¡

En Bariloche, los supuestos vientos de guerra anunciados por Chávez fueron convertidos por los Presidentes de UNASUR en brisita mañanera. Allí, lo más parecido a una ventisca fue el regaño de Lula a Correa, producto del desagrado que estuvo evidenciando en gran parte de la reunión con una cara de fastidio y sueño nada disimulada. Olvida que él propició esta reunión, a mi juicio, inútil.
La visión paranoica-conspirativa de “los albanos” que llevó a Colombia al banquillo de los acusados de ese club de presidentes suramericanos que llaman UNASUR, no se impuso y quedó diluida, como siempre, en una declaración de compromiso -"de mínimos", dicen por ahí- que en definitiva no incluyó la condena que buscaban histéricamente Chávez y sus adláteres del acuerdo de cooperación antinarcoguerilla entre Bogotá y Washington.
Como se sabe, las denuncias hechas en comandita por los "albanos" las semanas anteriores al encuentro, señalaban que dicho convenio contemplaba el establecimiento de unas bases militares norteamericanas en territorio colombiano, lo que no es cierto, y que desde allí se podría invadir a cualquier país suramericano. Es decir, que Brasil, Argentina o Perú tendrían que poner sus barbas en remojo, porque tarde o temprano serían invadidos por los demoníacos yanquis, cuyo impulso de dominación no controlan, para lo cual serían ayudados por la oligarquía apátrida colombiana; como si para tal disparate, impensable en la hora actual y dados los avances tecnológicos, fuera necesario firmar un acuerdo.
En el fondo de toda esta reacción paranoica están, sin duda, por un lado, el antiamericanismo y por el otro, los temores de Chávez de que sus acuerdos clandestinos con fuerzas oscuras le puedan traer graves consecuencias. Porque con convenios o no, no nos engañemos, siempre dirán lo mismo quienes hoy representan esa visión trasnochada a lo Guerra fría. Hoy es el convenio colombo-estadounidense, mañana será cualquier otro pretexto.
Para ellos, EEUU, mientras sea una superpotencia imperialista, será un enemigo a combatir porque de un momento a otro nos intervendrán, y UNASUR es sólo un vehículo para proyectar su proyecto autoritario, porque en el fondo no creen en los principios de ésta.
Por otro lado, vale la pena comentar la justificación que hizo la Presidenta anfitriona de la alharaca que ha hecho Chávez con todo este asunto, dando por sentado que la salida de Chávez del poder en el 2001 fue planificada por EEUU, cuando los venezolanos sabemos que no fue así y que fueron los militares los que lo defenestraron del poder. Vimos por TV que la renuncia a la Presidencia ("la cual aceptó") fue pedida por sus propios compañeros militares, al mando de los cuales estaba quien fue su Ministro posteriormente y hoy es su embajador en Portugal, Lucas Rincón.
Por eso, a otro perro con ese hueso, estimada señora.
En suma, la decisión final negociada de UNASUR no complace a los paranoicos, y se llevan sólo un compromiso de que el Consejo de Seguridad de esa entelequia estudiará la materia de las actividades eventuales de fuerzas militares extra-Suramérica en estos territorios, a los fines de sentar una doctrina al respecto.
Colombia se va tranquila, con un triunfo, sin duda, en la mano; su convenio con EEUU no fue rechazado de manera formal-institucional (ése era el objetivo fundamental de la reunión para Chávez), y Uribe logró superar la prueba, incluso desde mucho antes, al aceptársele que la reunión fuera televisada, lo cual obró en su favor.
Las declaraciones alarmistas previas a la reunión quedaron sin soporte. Ni hay vientos de guerra ni es verdad que habrá bases militares norteamericanas. Salieron derrotados.
Ecuador, por ahora, pareciera que quiere reconciliarse con Colombia. La inefable Cristina se fue contenta porque no llegó la sangre al río. Lula mantiene el liderazgo para su país, a pesar de que lo puso en juego al apoyar a los albanos en su deseo fallido. El organismo hemisférico, la OEA, a pesar de los pesares, es reconocido en la declaración final como marco general, evidenciando que a EEUU no se puede, no se debe o no se quiere dejar por fuera.
Después de la pérdida de tiempo que representó esta reunión, todos quedaron felices como las perdices…excepto el principal derrotado, que debe volver a un país en ebullición, y en el cual la represión en contra de los ciudadanos y fuerzas políticas que protestan pacíficamente medidas antidemocráticas y totalitarias se acentúa.
¿Servirá UNASUR para frenar esta deriva totalitaria del Hugo-rila Chávez?
Así como nunca me han podido convencer de la necesidad de esa organización, igualmente dudo de que pueda hacer algo, como institución, por la restauración de la democracia en Venezuela.
Entretanto, Chávez, aporreado en UNASUR, se dispone a iniciar otro viaje para que veamos que sí es oído en lejanas latitudes, sobre todo, por sus aliados, los gobiernos forajidos, y sus proveedores de armas.

Emilio Nouel V.

martes, 25 de agosto de 2009

OTRO DESVARÍO DE CHOMSKY: APOYAR A CHÁVEZ

El inefable señor Noam Chomsky, en visita a Caracas, al ser recibido por el Presidente atribuye a éste todo el mérito de "ver en Venezuela como se está construyendo ese otro mundo posible”.

¿Estará consciente realmente este señor del monumental disparate que está diciendo?

O Chomsky es un individuo que la ideología anacrónica, maniquea e inconsistente que profesa lo tiene enceguecido o simplemente vive en las nebulosas de la desinformación, lo cual pondría en duda.

Es bien sabido que todo lo que signifique cuestionar lo que ha representado y representa EEUU en el mundo, en tanto que potencia, cuenta con su respaldo incondicional e irracional. Chomsky es de aquellos que responsabilizan a EEUU no sólo de sus propios errores sino también de los de los demás. Por algo lo llaman “el ayatola del antiamericanismo” y sus libros son leídos y difundidos por la izquierda radical en el mundo y en su país.

Muchos pueden compartir o no este enfoque, pero llegar al extremo aberrante de que no les importe que se trate de un tirano sangriento o de un demagogo que empobrezca a su país, viole los derechos humanos o se conduzca arbitrariamente, siempre que se diga antiimperialista, como es el caso de Chomsky, para algunos resulta cuesta arriba. Pero esto es ya una evidencia incontrovertida de que algo marcha mal en la perspectiva maniquea de este intelectual norteamericano.

Así vemos, que a juicio de Chomsky basta que éstos tiranos se presenten como antiamericanos, para que logren su bendición y aval suficiente como grandes gobernantes que están “construyendo el otro mundo posible” en su lucha contra quien, según él, representa el mal.

¿Tendrá idea Chomsky del desastre actual de los hospitales y escuelas venezolanos? Desde las alturas de su cátedra en el MIT ¿se habrá tomado unos minutos para informarse del estado deplorable en que se encuentran las empresas del Estado venezolano, quebradas por una gentuza ignorante y depredadora?

¿Se habrá enterado el reputado semiólogo Chomsky de que somos el país con la inflación más alta del continente y una de las más altas del mundo? Alguno de quienes lo invitaron ¿lo habrá informado del fracaso estruendoso de los planes agrícolas del gobierno que nos han convertido en una economía de puertos?

¿Conocerá el señor Chomsky que para los venezolanos ese “otro mundo posible” de que habla ha significado miles de personas asesinadas en las calles y casas de Caracas en los años de revolución, sobre todo de los barrios más pobres, porque no se persigue a la delincuencia como debe ser y hay, además, autoridades que conviven con ella, hasta para propósitos políticos?

Dudo que no sepa muchas de estas cosas y más. Pero su enfoque le lleva a atribuir tales problemas no a quienes con su incompetencia e ignorancia los crean o agravan, sino al causante de todos los males: el imperialismo norteamericano. Así, se justifica cualquier disparate.

El señor Chomsky seguirá equivocándose en política y en economía, como siempre. Los grupos más radicales y milenaristas del mundo seguirán adorándole como un gurú. Después de haber justificado a Bin Laden y todos los movimientos terroristas anti-EEUU, qué extraño tiene que déspotas como Chávez se sientan apuntalados por su discurso incongruente y deshonesto.

Sus apoyos insólitos a tiranos y demagogos antiamericanos le han enajenado el respeto que algunos pudieron haberle tenido en otras épocas. Con Saramago y otras connotadas personalidades de la intelectualidad mundial, incluidos personajes bien “aceitados” de la farándula de Hollywood, forma parte de ese parque jurásico que se niega a rendirse ante las evidencias.

Muchos diplomas, muchas cátedras, muchos libros, mucho prestigio y mucha influencia no significan nada al lado de estos desvaríos.

EMILIO NOUEL V.

viernes, 21 de agosto de 2009

ARGENTINA SUSTITUTA

En este mundo de cambios constantes e imprevisibles los riesgos de equivocación a la hora de los vaticinios son muy altos, pero me atrevería a pronosticar que las medidas comerciales absurdas, amen de las otras acciones diplomáticas abiertas y/o soterradas que está adoptando el gobierno de cara a Colombia, van derecho a un rotundo fracaso, incluida la sustitución de ese país, como proveedor, por Argentina.

Son de todos conocidas las razones que el gobierno venezolano ha esgrimido para congelar, suspender o restringir las relaciones con Colombia en varias oportunidades. Hemos visto cómo de manera frecuente embajadores y demás personal diplomático van y vienen llamados por ambos gobiernos, para consultas, creándoles a aquellos pobres funcionarios trastornos de diversa índole.

Desde motivos comerciales hasta políticos han sido utilizados, disparatados todos en el caso del gobierno de Caracas. Incluso la salida de Venezuela de la CAN se hizo porque Colombia estaba negociando un TLC con EEUU que supuestamente permitiría la entrada de productos norteamericanos al mercado nuestro a través del vecino que afectarían la producción nacional (¿..?). Esta salida, por cierto, hirió de muerte ése proceso de integración andino.

Sabemos igualmente, cómo Caracas ha echado a un lado sin muchas explicaciones, las distintas objeciones, y ha reiniciado nuevamente las relaciones, con abrazos y promesas de amor eterno incluidos.

En estos días, el motivo del desencuentro es otro convenio con EEUU, que permitirá ampliar el uso de bases militares colombianas por parte de fuerzas estadounidenses en la lucha conjunta contra el narcotráfico y el terrorismo que encabezan los grupos guerrilleros. En definitiva, una ampliación del Plan Colombia.

Aunque tal iniciativa, a mi juicio, es cuestionada por motivos principalmente de antiamericanismo visceral, otras causas están presentes en el rechazo exagerado y estridente del gobierno venezolano, las cuales tendrían que ver con las evidencias cada día más claras de sus lazos estrechos con movimientos subversivos. Es de lamentar que en esta locura haya logrado enrolar a otros gobiernos de la región, como Brasil, cuyo liderazgo o influencia, creo, se resentirán al participar en tan absurda comparsa. El ex Presidente brasileño Fernando Enrique Cardoso, en días pasado ante la posición del gobierno de Lula Da Silva, señala que no es EEUU el que está atacando a LatinoAmérica sino Chávez. (“Chavez amenaza, él no está siendo amenazado”)

Son evidentes también razones de política nacional que lo llevan a echar mano de la manida maniobra del enemigo que amenaza invadir, en este caso, desde territorio colombiano, paranoia ésta que pretende contagiar al resto del continente.

Sin embargo, somos de la opinión de que los sólidos vínculos y relaciones de toda naturaleza que se han establecido entre Colombia y Venezuela no podrán desanudarse fácilmente, por mucho que se tenga poder y recursos para hacerlo.

Y si nos circunscribimos al tema estrictamente económico-co-mercial, nuestra apreciación, aún con más fuerza, se reafirma.
Pretender con puro voluntarismo irreal sustituir lo que Colombia representa para nosotros en la actualidad en términos de mercado para nuestros productos o de fuente de suministro de alimentos y otros bienes, por un suplidor como Argentina, no es más que una quimera, una solución sin asidero real duradero.

Y esto no sólo debido a las distancias y los costos que traen aparejados, lo que es ya de por sí un obstáculo enorme para hacer accesibles y competitivos ciertos bienes que demanda el mercado nacional. Están envueltos en este asunto, un sin número de aspectos que no pueden ser desdeñados: gustos y hábitos del consumidor, las costumbres mercantiles, rutas de transporte permanentes, adecuación de los productos a las necesidades de la demanda interna, familiaridad con las marcas y otros elementos no menos importantes. Todos estos factores, para cualquiera que conozca cómo se mueve el comercio, no pueden ser trastocados, borrados o desplazados de un día para otro, sin grandes costos y trastornos de abastecimiento.

Posicionarse en nuestro mercado desde tan lejos, requiere muchas inversiones, socios nacionales con disposición y relaciones comerciales, canales de distribución, publicidad, garantías de seguridad jurídica, compradores, etc; y esto precisa años y esfuerzos de establecimiento y marketing con los que no cuenta ni el Estado venezolano, ni mucho menos una empresa extranjera que parta de cero.

Por más que se utilicen los recursos y facilidades de una empresa estatal importadora, como se lo plantea el gobierno, el posicionamiento de una gama amplia de bienes argentinos en el mercado venezolano será en extremo difícil de mantenerlo sostenidamente en el tiempo. Se podrá concretar, no lo dudamos, algunas operaciones comerciales de ciertos productos (alimentos, por ejemplo) que contarían con un subsidio del gobierno venezolano y supuestas facilidades en materia de trámites cambiarios y aduaneros; pero que este intercambio pueda resistir en el largo plazo, definitivamente lo ponemos en duda.

No creemos que ninguna empresa argentina se aventure, aparte de ventas puntuales, a apostar a un comercio regular y de largo aliento con Venezuela, ni a establecerse en nuestro país como productora.
En cuanto a este punto y a la exigencia gubernamental de transferencia de tecnología, mi escepticismo es todavía mayor. El comportamiento reciente en materia de legislación contra la propiedad privada y estatizaciones bastaría para pensar en que difícilmente los empresarios argentinos arriesgarían su dinero en un país cuyo gobierno está dirigido por un presidente arbitrario, caprichoso e irresponsable que no respeta los derechos humanos ni las leyes, sin mencionar una burocracia ignorante e incompetente.

El empresariado argentino tiene varios ejemplos recientes de esta conducta, y somos escépticos respecto de que algo los pueda hacer cambiar sobre esta percepción negativa.

Por otro lado, debemos comentar que resulta verdaderamente insólito que toda esta movida del gobierno venezolano no incluya siquiera una contrapartida para los actores económicos nacionales. La negociación realizada es un embudo, en donde lo ancho es para Argentina. Y esto no extraña a quienes hacemos un seguimiento de esta materia. No hay un solo evento internacional en el que el gobierno venezolano promueva a los productores venezolanos. Su discurso permanente consiste en ofrecimiento de puertas abiertas de nuestro mercado para los productores de otras naciones, sin exigir a cambio nada, y esto, sin duda, no puede ser catalogado de otra forma que de traición a los intereses de la patria.

En esta ocasión ocurre lo mismo, como decían nuestras abuelas: “oscuridad de la casa y claridad en la calle”.

Que los empresarios argentinos se vean en el espejo de los empresarios brasileños, cuyos pagos hoy tienen grandes retrasos, y se han visto obligados a recurrir al Presidente Lula Da Silva para que abogue por ellos ante el gobierno de Caracas.

EMILIO NOUEL

jueves, 13 de agosto de 2009

CHÁVEZ LOS TIENE LOCOS

No, apreciado lector, no hago alusión con el título que viene de leer a los ministros y demás funcionarios del gobierno venezolano que andan más que desesperados, ojerosos y desconcertados con la hiperactividad errática y disparatada del su jefe máximo.
En esta oportunidad no me referiré al desquiciamiento que están experimentando esos pobres servidores públicos madurados con carburo, que ya no hayan qué hacer ante las marchas y contramarchas, órdenes y contraórdenes, caprichos y mal humores, amenazas y humillaciones, que genera la perturbación ideológica de un hombre que en mala hora llegó al más alto cargo de la Nación.
A lo que vamos a dedicar estas líneas es al efecto que parece causar el presidente más allá de las fronteras patrias, sobre todo, en el vecindario, y un ejemplo patente de ello podemos constatarlo en los días que corren, en la discusión que ha tenido lugar en el ámbito de esa entelequia llamada UNASUR.
Ya con ocasión de los desafortunados eventos hondureños, el presidente de Venezuela intentó incorporar, y lo logró con algunos, a todos los mandatarios del continente a un curso alocado de acciones que pudo conducir a un baño de sangre y al bloqueo económico de ese pequeño país. Pareciera que esto es lo que en el fondo estuviera buscando a toda costa, escondido detrás de una retórica supuestamente pacifista.
Afortunadamente, allí la sensatez hasta ahora se ha impuesto, dando cabida a una negociación que parece ser la fórmula más conveniente para solventar un problema creado, no por quienes asumieron el poder en circunstancias poco ortodoxas, aunque hasta cierto punto justificadas, sino por quienes están fomentando la instauración de gobiernos autoritarios aupados y financiados desde Caracas, valiéndose de artimañas que violentan o desnaturalizan las normas constitucionales de los países.
La ocasión para seguir sembrando zozobra y caos en el hemisferio, anunciando vientos de guerra que sólo perciben mentes enfermas, se la brinda ahora a aquellas fuerzas oscurantistas un convenio que están por suscribir Colombia y EEUU, para utilizar 7 bases en el combate del narcotráfico y el terrorismo.
Es conocido que un pronunciamiento formal condenatorio sobre este tema impulsado por el gobierno venezolano, no tuvo respaldo en UNASUR, aunque el presidente Chávez forzadamente lo introdujo en la sesión final.
No se trata, según la información disponible, de crear bases o entregar bases a fuerzas militares estadounidenses como se ha querido presentar el asunto por algunos. De lo que se trata es de continuar y ampliar los esfuerzos desplegados por el Plan Colombia, bajo la dirección del Estado colombiano y sus fuerzas de seguridad.
Sin embargo, los fomentadores de odio y violencia en el continente, estimulados por su paranoia conspirativa, han tergiversado la iniciativa con el propósito claro de alborotar el avispero y así pescar en río revuelto.
Lamentablemente, algunos gobiernos suramericanos han caído en la trampa y han alcahueteado de cierta manera este despropósito de Caracas, a sabiendas muchos de ellos que los “vientos de guerra” denunciados no están en otro lugar que en las expresiones de un discurso incendiario de un gobernante que ha perdido la chaveta y pretende arrastrar a los demás a esta deriva perversa.
Ciertamente, algunos gobernantes del hemisferio, aunque se aprovechan de esa conducta impropia para sus fines e intereses particulares nacionales, con seguridad no van a ser atrapados en esa locura. Con ciertas excepciones, son estadistas responsables los que están al frente de la mayoría de los países. Pero no deja de ser preocupante que se siga consintiendo estas incitaciones soterradas o abiertas a la violencia, o se promueva los enfrentamientos entre naciones hermanas.
UNASUR, para el actual gobierno venezolano, es un escenario internacional que utilizará en la medida que favorezca sus planes. La filosofía que inspira esta formación -ténganlo claro los suramericanos- no es compartida en el fondo por el gobernante de Caracas. Así como la CAN, Mercosur, ALADI, la OMC, la OEA, e incluso, la ONU, no son santos de su devoción, porque son organismos nefastos, según documentos oficiales, UNASUR también lo es. Que los brasileños, propulsores de esta idea, no se hagan muchas ilusiones con UNASUR mientras esté Chávez en el poder. Desde la ALBA, que no es integración, y la cual maneja a su antojo de manera imperialista, buscará erosionar todas aquellas iniciativas de cooperación e intercambio. Ya destruyó prácticamente la CAN. Si entra a Mercosur, no le arriendo la ganancia. La integración con Colombia, si se concretan las medidas absurdas recientes, va por el mismo camino. Viviremos para ver esa deriva demencial, pero también su inexorable derrota.

EMILIO NOUEL V.

sábado, 1 de agosto de 2009

UNA LOCURA RECORRE EL HEMISFERIO

Según los entendidos, quienes padecen de trastornos mentales graves afectan a aquellos que integran su entorno, envolviéndolos también, en mayor o menor medida, en su desarreglo; de allí que el tratamiento de estos enfermos deba incluir, en ciertos casos, a los que los rodean, con vistas a lograr una cura satisfactoria.
Con la locura ideológica ocurre lo mismo, y el ejemplo más patente lo estamos sufriendo los latinoamericanos en estos tiempos oscuros en que se pretende imponer un modelo de manejo de los asuntos públicos, ya superado por el avance político, económico y social experimentado en la mayoría de las naciones del hemisferio.
Hoy el foco principal de propagación de esta enfermedad político-ideológica es Venezuela. Curiosamente, el país que fue ejemplo de democracia en el continente, mientras estuvo rodeado por una cadena de tiranías militares que creíamos había pasado a la historia. Un país que con todas sus imperfecciones mantuvo el pluralismo político y acogió siempre en su seno de manera desinteresada a los perseguidos por el despotismo latinoamericano.
Sin embargo, se ha demostrado que no estamos exentos de recaer en estas situaciones de retroceso social, sobre todo, en países como los nuestros que -desgraciadamente- llevan en su ADN esa proclividad a seguir líderes mesiánicos que ofrecen construir el cielo en la Tierra suprimiendo las libertades.
La letal enfermedad que se está expandiendo no es otra que la del autoritarismo militarista, con sus matices colectivistas, populistas, chauvinistas y fascista-indigenistas. Con vista a tales propósitos, se utilizan las formas democráticas y se promueven asambleas constituyentes que consagren la reelección indefinida de los gobernantes autoritarios.
Así, desde el poder alcanzado, tiranuelos electos desencadenan procesos de destrucción de la democracia desde sus mismas entrañas. Vacían a las estructuras político-constitucionales de sus principios y garantías de libertad y demuelen las instituciones establecidas, valiéndose de los mecanismos que aquella ha creado, desnaturalizándolos, todo en función de un proyecto despótico que persigue eliminar la pluralidad política, la propiedad privada y el libre juego de las ideas.
En la ejecución de esta suerte de libreto anacrónico y perverso, se suprime la descentralización político-administrativa, se caotiza el Estado, se corrompe la administración, se conculca progresivamente los derechos de libre expresión, información y prensa, criminalizándolos; se pretende adoctrinar mediante modelos educativos de corte totalitario; se concentra el poder en manos del poder ejecutivo, eliminando su autonomía; se destruye la economía productiva, acosándola y cercándola; se ahuyentan las inversiones en general y se persigue toda manifestación de oposición, generando así una anarquía en las sociedades en que se implanta.
Esta demencia política opera en un caldo de cultivo social conformado por poblaciones cargadas de problemas y de esperanzas, pero muy dadas a seguir demagogos aventureros, duchos en la manipulación de los mitos y en grandilocuencia a la hora de las promesas fantasiosas.
Los que pretenden implantar este modelo no tienen escrúpulo alguno para acomodarse a las circunstancias y a la hora de tejer sus alianzas. Son capaces de comprometer al país poniendo por delante sus intereses políticos particulares en detrimento de los del país. Sus socios pueden ser los narcoterroristas de las FARC, los fundamentalistas islámicos de Hamas y Hezbolá, la ETA, los déspotas Putin, Lukashenko, Mugabe y Ahmadinejad, o cualquier delincuente que haga falta.
La lamentable situación que hoy experimenta Honduras es una prueba fidedigna del rechazo a un intento de aplicar este mismo esquema retorcido a como dé lugar, y las pruebas son evidentes al ver la intervención descarada de los gobiernos de Venezuela y Nicaragua en estos acontecimientos.
Latinoamérica es hoy campo de batalla entre este modelo autoritario y empobrecedor y la fórmula democrática del bienestar material y de respeto de las libertades fundamentales del hombre. A medida que se aceleran los acontecimientos hemisféricos, muchas más personas y países se dan cuenta del dilema.
Por un lado, la búsqueda del conflicto permanente, el impulso armamentista, el fomento de la violencia, el afán desestabilizador, la carrera enloquecida hacia ninguna parte y a una mayor pobreza; y por el otro, el sendero del diálogo, la cooperación y la integración fructíferas, de la paz, de la garantía de los derechos humanos y de la producción de riqueza en equidad.
De cara a esta locura ideológica, está un modelo político y económico que va dando, con sus naturales altibajos, resultados positivos en términos de libertad, prosperidad y equidad. Brasil, Chile, Costa Rica o Colombia, si mencionamos sólo algunos, van avanzando en tal sentido de progreso, afincados en la pluralidad política y el respeto de los derechos humanos, todo en función de alcanzar niveles superiores de equidad social.
La deriva política demencial de unos pocos gobernantes es posible frenarla y aislarla. Ésa es la tarea prioritaria de los verdaderos estadistas responsables del hemisferio. Ese objetivo lo alcanzaremos si revigorizamos las instancias de cooperación existentes, para lo cual es imprescindible un remozamiento profundo y una adecuación flexible a los nuevos desarrollos, de modo que se vuelvan más eficaces a la hora de preservar la democracia y la libertad de los ciudadanos.
Quizás estos deseos sean vistos como los de un iluso, habida cuenta de la experiencia. Es posible que tengan razón los que así piensan. En política, como lo enseñaba el maestro Raymond Aron, la elección no es entre lo bueno y lo malo, sino entre lo detestable y lo preferible. De allí que apostemos por que se imponga lo preferible, con todo y sus imperfecciones. Y esto significa seguir el difícil camino de los encuentros institucionales y/o informales, debates, negociaciones, consensos y acuerdos, y de los nuevos desencuentros. Perseverar tercamente este proceso es la única garantía de que no nos matemos y que la paz pueda tener una oportunidad, así ésta sea inestable.
Con sus defectos y fallas, las organizaciones internacionales de nuestro hemisferio están obligadas a promover y proteger la democracia y la libertad, de cara a los intentos de imponer un modelo tiránico de nueva generación que se proyecta desde Venezuela.
EMILIO NOUEL V.