martes, 9 de octubre de 2012


VENEZUELA: EL DILEMA NACIONAL Y EL PORVENIR


                          




No te rindas, por favor, no cedas, aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, 
aunque el sol se esconda, y se calle el viento,  aún hay fuego en tu alma,  aún hay
en tus sueños, porque cada día es un comienzo nuevo, porque ésta es la hora y el 
mejor momento”

Mario Benedetti

Hugo Chávez ganó el 7 de Octubre, pero reduce su votación porcentual en 10 puntos en relación con la elección de 2006. Henrique Capriles Radonsky alcanzó un no despreciable 45% de los votos, aumentando la oposición 50% de su votación respecto de aquel mismo año, pese a que enfrentó un adversario que inescrupulosamente puso los enormes recursos financieros, institucionales y mediáticos del Estado a disposición de su campaña electoral, violando todas las leyes y las normas éticas.
La elección ocurrió sin incidentes mayores a pesar de la crispación existente desde hace varios años. La oposición crece, acumula más fuerza social y política. El chavismo poco avanza, desgastado en pugnas internas, asordinadas los últimos meses, y a pesar de estar sostenido por los dineros del Estado.
El país sigue escindido en dos porciones casi iguales. En dos visiones de cómo manejar los asuntos públicos. Por un lado, una Venezuela de pensamiento moderno que no logra su objetivo, y por otro, una aferrada al populismo autoritario, al asistencialismo estatal y  a líderes mesiánicos, que sale triunfadora en la elección.   
El resultado electoral confirma una mayoría (54%) para la cual catorce años de atentados sistemáticos contra la república civil, de corrupción desembozada, persistente y ascendente inflación, de descalabro de los servicios públicos, expropiaciones caprichosas, desmantelamiento del aparato productivo, de atentados reiterados a los derechos humanos, de supresión de la autonomía de los poderes y de miles de muertos en manos del hampa, no fueron suficientes razones para cambiar de gobierno. Para ella, más han pesado las políticas de variados subsidios, esquemas redistributivos de ingresos, controles de precios y de reparto clientelar de dádivas, que optar por la oferta de un rumbo político diferente que prometía mejor calidad de vida, seguridad pública, educación de calidad y un país a tono con el mundo contemporáneo. 
No debe tampoco desdeñarse que el temor de perder algunas de esas políticas, alimentado por el gobierno, debió influir en el resultado electoral.
Bajo estas circunstancias, Chávez gana de nuevo unas elecciones en las que puso a prueba su carisma cuasi religioso, en condiciones de salud personal aparentemente precarias, cuyo desenlace satisfactorio o fatal es aún incierto. Muchos se preguntan, con razón, si podrá culminar su nuevo mandato, conocido el cáncer que padece. Pero allí queda la incógnita, habida cuenta del secreto con que se maneja su enfermedad.
Obtenido el triunfo ¿Profundizará Chávez su revolución populista y colectivista o moderará su ejecutoria dada la ventaja no apabullante con que ganó? ¿Saldrá indemne de la recesión económica que se ha venido incubando en el país como consecuencia de políticas desacertadas que los altos precios petroleros han amortiguado y que se anuncia para el año entrante?
Estos interrogantes retumban en las cabezas de muchos venezolanos que justificadamente temen  las consecuencias de que un gobernante de ideología tan nefasta siga al frente del Estado.
Con todo, las fuerzas democráticas, a pesar de no haber logrado el triunfo electoral, salen con un liderazgo consolidado y fortalecido, que les permitirá acometer las elecciones de gobernadores del mes de Diciembre próximo. Hechos el balance (aciertos y fallos) y los ajustes a que haya lugar, la Unidad se dispone a la brevedad a enfrentar esos nuevos retos.
El destino de Chávez no estará en juego en esas elecciones, y sus candidatos son derrotables porque han sido ineficaces y corruptos, y hasta los mismos chavistas no los quieren.
La preservación de los espacios político-institucionales conquistados es tarea prioritaria para la Unidad democrática. Y ganar unos nuevos es bastante probable.
De allí que a pesar del dolor de la derrota del 7O, nos esté vedado rendirnos. Hay razones, más bien, para continuar en la pelea. Hemos crecido, tenemos más fuerza y hay un liderazgo nuevo y unitario claro.   
Por lo pronto, para Venezuela seguirá planteado el dilema: autoritarismo militarista o democracia civil con vigencia plena del Estado de derecho. Nuestro sueño es que ese dilema se resuelva en favor de la libertad y la prosperidad de todos.

EMILIO NOUEL V.
@ENouelV
emilio.nouel@gamil.com

   

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