miércoles, 11 de julio de 2012


USHUAIA, PARAGUAY Y LOS MODERNOS BANDEIRANTES

Emilio Nouel V

     


En solidaridad con su amigo Lugo, los presidentes de Mercosur decidieron suspender a Paraguay de ese bloque comercial, violentando su ordenamiento jurídico y “comprando” un problema que traerá en el futuro consecuencias letales para un proyecto que ya viene cojitranco desde hace algunos años.
Alegaron un supuesto golpe de estado que sólo ellos y algunos cuantos descaminados vieron en un procedimiento estrictamente constitucional, puesto en práctica por un poder autónomo legitimo y democrático. Pero éste fue el pretexto perfecto para otro despropósito adicional.  
La jugada les permitió incorporar a la peña mercosuriana a otro de sus amigos, el presidente Chávez, cuyo gobierno, en materia de integración económica, no tiene la menor idea y se incorpora allí con objetivos contrarios a lo que han sido hasta ahora los principios que inspiran esa empresa.
Pepe Mujica, a pesar de que su gobierno iba con la línea de no aceptar a Chávez en el club, torció la decisión, apremiado, según lo afirma él mismo, por poderosas razones de orden político que diera la señora Dilma Rouseff en petit comité.  Las cuestiones jurídicas pasaron a un segundo plano. A confesión de parte…..  
Se cuidaron, sí, de no afectar la parte comercial aduciendo que con ello se afectaría al pueblo de ese país. Que no se vaya a creer que tal decisión fue por los negocios mercantiles, ¡No¡, ¡Por favor¡, ni tampoco por los miles de brasiguayos que echaron el grito al cielo. Por delante, las razones humanitarias¡ No sea el lector malpensado.
A todas éstas, el gobierno paraguayo resuelve intentar una demanda por ante los órganos establecidos en el bloque para la solución de las controversias que pudieren surgir entre sus miembros.
Tenemos entendido que han recurrido o recurrirán ante el Tribunal Permanente de Revisión, creado fundamentalmente para las divergencias de carácter comercial. Aunque lleva el nombre de Tribunal, si nos atenemos a sus competencias y procedimientos, antes que un mecanismo jurisdiccional, como es el Tribunal Andino de Justicia, es más bien un órgano de arbitraje sobre materias comerciales, no políticas, tal es el caso de la suspensión ilegal de que es víctima Paraguay.  
La medida se fundamentaría en el Protocolo de Ushuaia, el cual contiene, en síntesis, la llamada cláusula democrática. El Protocolo establece que en caso de que se produzca una ruptura en el orden democrático de un país miembro, los otros podrán tomar medidas en su contra.
Estas medidas podrían llegar a la suspensión del derecho a participar en los órganos del proceso de integración o de los derechos y obligaciones emergentes de él.
Ahora bien, para disponer cualquiera de tales medidas, el artículo 4 dispone que “los Estados Partes promoverán las consultas pertinentes entre sí y con el Estado afectado”. Y sólo cuando estas consultas resultaren infructuosas es que se podría decidir las medidas antes mencionadas.
En el caso paraguayo -y es aquí en donde vemos el doble discurso, la doble medida, de los presidentes mercosurianos- la consulta obligatoria con el Estado afectado no se produjo. No hubo ni siquiera un diálogo con las nuevas autoridades constitucionales paraguayas. El ejercicio del derecho a la defensa que se pidió para el señor Lugo, que, a mi juicio, no operaba, fue obviado en éste caso, violación que se hace más patente, sobre todo, cuando ese requisito está estipulado de manera expresa en el Protocolo en cuestión.  
Dudo que la demanda de Paraguay vaya a tener ninguna acogida en el tribunal referido, no sólo por las razones expresadas, sino también porque a los otros países no les interesa darle curso. Lo jurídico, sin ninguna duda, no es la prioridad.
Las motivaciones económicas y geopolíticas se imponen. Brasil ha decidido reactivar y ampliar el Mercosur. El canciller brasileño Antonio Patriota lo confirma en su comparecencia reciente ante el senado: “Venezuela representa mercado de gran potencial para los socios de Mercosur: casi 30 millones de consumidores”; “la adhesión de Venezuela es un paso crucial en el rediseño de la geopolítica de la región”; “Con Venezuela, la dimensión territorial de Mercosur pasa a incorporar una importante conexión entre la Amazonia y el Caribe”. Más claro, el agua.

Mientras en su paranoia, Chávez acusa a EEUU de lo que ocurrió en Paraguay, el gigante brasileño lo aprovecha para avanzar en su inveterado proyecto hegemónico en la región, posicionando sus empresas y captando negocios para ellas.
Los modernos bandeirantes están haciendo su trabajo.

EMILIO NOUEL V.
@ENouelV

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