lunes, 21 de mayo de 2012


LA SUERTE DE EUROPA ES TAMBIÉN


LA NUESTRA


Emilio Nouel V.

Los cada vez más insólitos y preocupantes acontecimientos políticos de Venezuela apenas nos dejan espacio para levantar la mirada más allá de las fronteras, hacia asuntos internacionales que conmocionan el mundo y que tarde o temprano impactarán nuestro entorno cercano.
Al sentarnos a escribir en estos días, cómo no seguir comentando la grave situación europea que amenaza con hundir a esa región en un abismo social de impredecibles consecuencias, si al final no se ponen de acuerdo los líderes de uno y otro lado del Atlántico y más allá, sobre qué hacer.

                                   
                                        Reunión del G8 en Camp David

Los pronósticos de economistas de primer rango no son tranquilizadores. El debate sobre las medidas más adecuadas para impedir o frenar la debacle se ha prolongado tantos años como tiene la crisis de la eurozona, que como sabemos, es consecuencia, a su vez, de la crisis de la deuda soberana. Especialistas de distinta procedencia han hecho sus diagnósticos y predicciones, a cual más inquietante. Pero el problema central es cómo reducir la carga de la deuda para los países del sur de aquella región y reiniciar un proceso de recuperación económica.
Tienen ante sí los europeos, una suerte de dilema hamletiano. Ajustar o incentivar. Fomentar el crecimiento mediante la inyección de dinero y permitir niveles mayores de inflación, o apretar el cinturón de la austeridad con una férrea disciplina fiscal que controle la subida de los precios.
Para ambas posiciones se muestran argumentos de peso, todos respetables, todos conteniendo una parte de la verdad. Lo que llama la atención es que algunos que han abogado por el crecimiento cero, ahora pidan políticas de crecimiento. 
Sobre las causas más lejanas e inmediatas, huelgan los comentarios. Han sido suficientemente expuestas, aunque pueda haber divergencias sobre la valoración que se tenga sobre ellas, lo cual no deja de ser un tema de importancia capital para no cometer de nuevo los errores en el futuro. 
En estos días, el premio Nobel Paul Krugman señala como ineluctable e inminente la salida de Grecia de la zona euro y recomienda a España e Italia abstenerse de hacer inversiones públicas, es decir, no entrar en una dinámica keynesiana. No ve otra salida, si se quiere evitar la agudización de la crisis. Sugiere, igualmente, la inyección de liquidez por parte del Banco Central Europeo.
El economista Nouriel Roubini de New York University viene diciendo  también que Grecia debe salir de la eurozona, regresar a la moneda nacional y devaluarla. Según él, “Grecia está atascada en un círculo vicioso de insolvencia, pérdida de competitividad, déficits externos y una depresión cada vez peor. La única forma de cortar este círculo es iniciar un default con abandono del euro, en forma ordenada, de modo de minimizar los daños colaterales para ella y el resto de la eurozona.” Para Roubini, las políticas de austeridad recesiva y de reformas estructurales no resolverán la crisis.
Por otro lado, Daniel Gros, Director del Centro de Estudios de Política Europea de Bruselas, señala que nadie se opone al crecimiento como prioridad, pero se pregunta qué puede hacer Europa para generar crecimiento, y contesta que muy poco. Según él, la misma receta de crecimiento de anteriores ocasiones es la que debaten los líderes.
Gros dice que el acuerdo para los países del sur de la UE no debe ser la austeridad más un Plan Marshall, sino una austeridad prolongada más reformas al mercado laboral en esa región.  
El economista Kemal Dervis, ex funcionario de las NNUU y del Banco Mundial,  ha señalado que  la solución correcta estaría en una combinación de un razonable nivel de contención de los salarios, tasas de inflación bajas pero no negativas, al lado de  políticas microeconómicas que estimulen la productividad. Para él, una causa subyacente a la crisis es la diferencia de costos de producción entre países del Norte y Sur de Europa.
De modo que tomar en cuenta las diferencias de productividad y de competitividad entre aquellos es clave a la hora de arbitrar soluciones de la crisis a mediano y largo plazos.
Desde este rincón del planeta, apostamos por la superación de esta situación, que será difícil. En ello es importante que se venza el pesimismo y el nerviosismo que se han apoderado de ciertos sectores. Lo decisivo es que un amplio y realista diálogo conduzca a la mejor salida, la cual sería una combinación de políticas de reformas estructurales, recortes presupuestarios y crecimiento. Y ojalá sea posible evitar la salida de Grecia de la eurozona, aunque el ministro de Finanzas de Alemania ha declarado que Europa podría resistir tal salida.  
La responsabilidad no es sólo de los dirigentes políticos, es también de los pueblos a la hora de elegir las mejores opciones de liderazgo. Vienen elecciones parlamentarias en Grecia y será una oportunidad para demostrar cordura y sentido histórico; no es poco lo que se juegan. El que asuma las riendas de ese país debe estar dispuesto a negociar; la alternativa es el infierno. 
Las próximas elecciones parlamentarias en Francia también son esperadas y repercutirán en los acuerdos entre los 2 grandes de la Unión. 
La salud económica y política de Europa no es asunto exclusivo de los europeos. No podemos alegrarnos, como algunos que profesan ideologías demenciales, de las dificultades por las que pasa. A los ciudadanos de nuestro hemisferio americano nos interesa y mucho, su recuperación, incluso por razones de política mundial.
Los equilibrios necesarios del planeta son temas frente a los cuales no podemos sustraernos. Una Europa unida, fuerte y con una sola voz es garantía de los contrapesos que las relaciones mundiales de hoy exigen. Sin Europa como actor en las grandes decisiones, el mundo será más inseguro; y la democracia y las libertades se resentirían.  



EMILIO NOUEL V.

Twitter: @ENouelV
E-MAIL: emilio.nouel@gmail.com



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