¿UNA
CONSTITUCIÓN MERCOSURIANA?
En días pasados, el internacionalista
Julio Cesar Pineda publicó en El Universal un artículo titulado "Por una Constitución Latinoamericana", que merece unos
comentarios.
Al evocar la experiencia pionera de la
Unión Europea, él sugiere para nuestra región la formalización de un entramado
jurídico constitucional, que englobe los distintos espacios de integración que
han sido creados.
Formula, sin embargo, una propuesta
concreta que denomina "Constitución para Mercosur", territorio en
donde habría una tradición común de constitucionalismo, que allanaría, según él, el camino para alcanzar tal propósito.
Unas cuantas interrogantes sobre la
viabilidad de tal propuesta cabría hacerse. Y están referidas
no sólo a lo económico-comercial, de por sí muy complejo, sino también, y sobre
todo, a lo político, hueso más duro de roer.
Pero comencemos por la trayectoria europea
al respecto.
Ciertamente, en el largo proceso de
construcción comunitaria europea para arribar a lo que es hoy, el sueño
deseable de fundar los “Estados Unidos de Europa”, expresión utilizada
por Víctor Hugo a mediados del siglo XIX, no ha logrado ser coronado.
Un estado federal ha sido imposible concretarlo, a pesar del intento, fallido,
de aprobar una Constitución para Europa. Debo recordar que dos referendos en
Francia y Holanda impidieron su aprobación, lo cual condujo a una renegociación
que culminó en el Tratado de Lisboa, el cual fue un retroceso respecto del
documento original. El voto mayoritario antieuropeísta-euroescéptico en los
países mencionados frustró la aprobación del proyecto.
Si en un espacio geográfico como ése, en
el que grandes logros económico-sociales se alcanzaron, existe una conciencia
muy elevada de la bondad de la aventura integracionista y la supranacionalidad
es un elemento esencial al proceso, fue imposible una Constitución a causa de
pulsiones nacionalistas exacerbadas ¿qué podemos esperar de un proyecto similar
en otros ámbitos en los que no existen sólidos y consolidados nexos
económico-comerciales, las divergencias político-ideológicas son marcadas y
enfrentadas, los intereses particulares más que hacia la confluencia, buscan el
beneficio individual cuando no la rivalidad, a pesar de la retórica inflamada
sobre integración y hay modelos político-económicos divergentes y concepciones
sobre la soberanía de los Estados, en su mayoría, anacrónicas?
En nuestro hemisferio, la CAN es la experiencia más cercana a la UE, en términos de
modelo jurídico-institucional. El relativo desarrollo de la supranacionalidad
normativa y la creación de una jurisdicción independiente, lo hicieron
superior a otros bloques de la región, sin que ello alcanzara,obviamente, los
altos niveles europeos.
Mercosur, en cambio, no admite la
supranacionalidad, lo cual, por cierto, lo corroboró expresamente el Tribunal
Permanente de Revisión de ese bloque en el reciente Laudo sobre la suspensión
de Paraguay.
La supranacionalidad choca principalmente
contra el principio de soberanía que hasta ahora han defendido celosamente los
países de ese grupo. Brasil, sobre todo, es el que muestra mayor reserva frente
a poderes supranacionales, y nada indica que vaya a modificar este enfoque,
quizás es lo que más conviene a sus intereses. En esto actúa igual que EEUU.
A pesar de que Argentina y Paraguay
admiten en sus constituciones la normativa supranacional, queda por ver si
existe en ambos, no sólo en sus gobiernos, una posición proclive a una
Constitución federativa en el marco de Mercosur.
Hay razones poderosas para dudarlo,
particularmente, cuando observamos el papel determinante que juegan en el
bloque los Estados por la carencia de órganos con competencias supranacionales,
lo que explica, entre otras cosas, el récord de incumplimientos y de
contramarchas en ese bloque, en fin, de su crisis crónica. El proteccionismo recurrente
allí iría a contravía de un marco jurídico federal, lo cual no pareciera
interesar a muchos. Por otro lado, en esos países, la fuerte tradición de
nacionalismo (soberanismo) jurídico conspira contra la instauración de una Constitución para Mercosur.
Ciertamente, el derecho se ha globalizado,
y en los regímenes de integración más avanzados lo vemos en su máxima
expresión. Europa es la prueba, y su Tribunal comunitario ha contribuido
sustancialmente al desarrollo de una concepción supranacional del derecho más
acorde con el mundo de interdependencia global actual. Y sin embargo, ya hemos
visto las reticencias a una Constitución federal, en la actualidad reforzadas
por la crisis financiera.
Soy escéptico frente a la utopía de
una Constitución mundial, y aunque en un ámbito pluriestatal más acotado
pudiera ser realizable vistas las
circunstancias y la dinámica presente de la globalización, dentro y fuera de
nuestro hemisferio, a mi juicio, luce improbable una Constitución en Mercosur y
mucho menos en las distintas Latinoaméricas. Hace muchos años pudo haber sido, hoy la veo muy cuesta arriba.
EMILIO
NOUEL V.
@ENouelV
emilio.nouel@gmail.com
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