miércoles, 30 de septiembre de 2020

¿LAS SANCIONES INTERNACIONALES SON CAUSANTES DE LA FALTA DE GASOLINA EN VENEZUELA?

 

Emilio Nouel V.


En la opinión pública nacional e internacional rueda la fábula de que en Venezuela no hay medicinas, alimentos, repuestos, electricidad, agua y gasolina, entre otros productos y servicios, por causa de las sanciones internacionales acordadas en contra de los tiranos que usurpan el poder. Hasta se llega a hablar de bloqueo siguiendo la retórica mentirosa que le sirvió al castrismo cubano largo tiempo para presentarse como víctima.

No obstante, lo más llamativo para cualquiera que se asome a la tragedia que vive nuestro país petrolero es la carencia de gasolina. Situación insólita, incomprensible, absurda.

No hace falta esforzarse mucho para demostrar que la causa fundamental del descalabro económico venezolano y de su industria energética en particular, es una conducción gubernamental funesta, consecuencia de la ignorancia y la incompetencia, amén de una ideología letal que puso en práctica durante dos décadas una horda de desalmados.

No son las relativamente recientes sanciones las que nos han hundido como país, a pesar de que algunos, no solo desde Miraflores, quieran convencernos de lo contrario.

Las cifras del país están a la luz, y basta examinarlas superficialmente para constatar que el desastre arrancó hace muchos años, antes de las sanciones. Una ideología demencial, estatista, colectivista y expropiadora acabó con nuestra estructura productiva.

Al oír decir que la gravísima situación de falta de gasolina se debería atribuir a las sanciones mencionadas, no le queda a uno sino compararnos con Irán, país que tiene sanciones desde hace más de 40 años, pero que sigue produciendo petróleo y hasta nos vende gasolina, que, por cierto, pagamos con oro. 

Las sanciones contra los jerarcas del régimen tiránico chavista comenzaron en 2017.  Las de EEUU, en 2017 y 2018, de carácter financiero y comercial y por razones políticas y de corrupción, dirigidas a funcionarios del gobierno, y las de la Unión Europea, en 2017 (embargo de compra de armas), y en 2018, contra funcionarios gubernamentales por elecciones no justas y libres. Es decir, que para Venezuela, las sanciones tienen 3 años de vigencia. En ese momento, Venezuela ya producía aproximadamente 1 millón cien mil barriles diarios, cuando en 2011 produjo el doble, 2 millones 400 mil aproximadamente. Debe recordarse que cuando Chávez llegó al gobierno la producción alcanzaba 3.5 millones de barriles.  

Vayamos al caso de Irán.

Las primeras sanciones tanto de EEUU como de la Unión Europea, comenzaron en 1980, después de la revolución de los ayatolas. A estas se agregan, desde entonces, las de 1987, 1995, 2006 (del Consejo de Seguridad de las NNUU), 2010, 2011, 2012, y la más reciente este año 2020, por parte de EEUU. Estas sanciones han sido, prácticamente, de toda naturaleza. Financieras, bancarias, comerciales, nucleares, equipos para enriquecimiento de uranio, etc., excepto las de naturaleza humanitaria.

Y uno se pregunta: ¿Dejó Irán de producir petróleo y gasolina a causa de las múltiples sanciones? ¿Los iraníes destruyeron su industria petrolera como sí lo han hecho los chavistas en Venezuela?

Veamos las cifras iraníes de producción y exportación de petróleo.

Desde 1986 hasta el 2012 (año de nuevas sanciones), Irán mantuvo su exportación de petróleo en unos niveles en ascenso y estables, a pesar de las sanciones en vigor. En 2018, alcanzó casi 4 millones de barriles diarios producidos, después de dos años de caída de la producción (cifras del Banco Central de Irán e ÍNDICE IATBXOIL).

Desde 1996 hasta 2017, Irán se ha mantuvo, según la OPEP, en un rango de exportador de petróleo de alrededor del 8 % del total de exportación de todos los miembros de esa organización.

En 2019, las exportaciones petroleras iraníes alcanzaron unos niveles inesperados, según lo reporta Royal Global Energy.  El 22% fue a China, el 18% a Unión Europea, 14% a Japón, 13% a India y 10% a Corea del Sur, entre otros destinos.

Un país sancionado durante tantas décadas como Irán, por lo visto, y con sus altibajos, no ha destruido su industria energética.  Esta sigue funcionando.

¿Cómo es entonces que la de Venezuela esté destruida, supuestamente, con apenas 3 años de sanciones a jerarcas del régimen y un año a PDVSA? La exportación de crudo ha caído a los niveles de comienzos del siglo XX. Y sobre la carencia de gasolina no hay nada más que agregar, el drama está frente a nosotros a diario. El transporte de personas, productos y alimentos, ha devenido una calamidad social, que comienza a movilizar en protesta a la gente a lo largo y ancho del país. 

¿Es culpa de las sanciones la destrucción de nuestras refinerías y por eso no tenemos gasolina?  ¡A otro perro con ese hueso!

Aquí, no hay más responsable que tiranos incompetentes y ladrones que aún siguen en Miraflores, que como siempre en estos casos, echan las culpas propias a terceros y pretenden resolver el problema aprobando leyes bufas como la que llaman de “antibloqueo”, cuyo objetivo es solo presentar una imagen engañosa ante el mundo.

Los problemas de la gasolina, la electricidad, la hiperinflación, la incompetencia y la corrupción, por solo mencionar estos pocos asuntos, no tendrán solución con la gentuza usurpadora del gobierno que nos oprime. Solo su salida permitirá que iniciemos un proceso de recuperación institucional en libertad y hacia la prosperidad anhelada.

 

viernes, 18 de septiembre de 2020

VENEZUELA: DOS GOLPES NOBLES

 

EMILIO NOUEL V.


La semana que está por finalizar trajo dos noticias muy importantes a los venezolanos que anhelamos salir lo más pronto posible de un ya inmensamente largo padecer.

Fueron dos golpes nobles de la Comunidad Internacional que pusieron al desnudo de nuevo el carácter tiránico y al margen de la ley del régimen chavista.

Uno, el Informe de la Misión Internacional Independiente para la determinación de hechos sobre Venezuela, creada por  las Naciones Unidas. Y otro, la declaración del Grupo Internacional de Contacto de la Unión Europea.

Dicho Informe se presentó ante el Consejo de Derechos Humanos en cumplimiento de la resolución 42/25 del 27 de septiembre de 2019.

Su contenido no puede ser más espeluznante, deplorable, desgarrador, en tanto que ciudadanos de este país del que hemos estado orgullosos por muchas razones.

Aunque ya conocíamos, total o parcialmente, muchos episodios de los allí expuestos, no deja de ser perturbador y alarmante para cualquiera que tenga una pizca de sensibilidad humana.

Informes anteriores de la doctora Michelle Bachelet ya habían asomado ese horror, ese “imperio del terror que sufre Venezuela”, como dice el periodista Daniel Lozano, y que ahora la Misión corrobora y amplía señalando responsables concretos de las múltiples violaciones a los DDHH cometidas por la tiranía chavista.

El Informe no habla de hechos aislados, asevera que ha habido coordinación y planificación en la comisión sistemática de tales crímenes, por funcionarios de seguridad civiles y militares siguiendo órdenes de autoridades superiores, quienes estarían al corriente de esas barbaridades.

La calificación de tales delitos como de lesa humanidad es otro grave señalamiento del Informe, y se pide que sean investigados por las autoridades competentes, no solo las nacionales sino también las internacionales.

Sin duda, este trabajo en detalle demoledor, constituye un duro golpe al gobierno usurpador, sobre todo, en momentos en que desesperadamente anda buscando, mediante sus trampas y argucias, poner en escena unas elecciones fraudulentas, pretendiendo así, lavarse la cara ante el mundo.

Este sainete electoral –y aquí viene la segunda noticia- ha recibido también un duro golpe de parte del Grupo Internacional de Contacto (GIC) en donde juega papel importante la Unión Europea.  

Este Grupo ha dicho que “la única solución sostenible a la crisis venezolana será una política inclusiva, pacífica y democrática, a través de elecciones legislativas y presidenciales libres, creíbles, transparentes y justas” y exige que todos los presos políticos deben ser liberados inmediata e incondicionalmente. Para el Grupo, la necesaria eliminación de todos los obstáculos a la participación política, implica “respeto del mandato constitucional de la Asamblea Nacional elegida democráticamente, la devolución del control de los partidos políticos a sus administradores legítimos, el cese de la inhabilitación y el enjuiciamiento de los líderes políticos, el pleno restablecimiento de sus derechos y de otros candidatos a la igualdad política, actualización integral del padrón electoral, incluyendo a votantes jóvenes y venezolanos en el exterior, y un CNE independiente y equilibrado, y participación igualitaria y acceso irrestricto a todos los medios”.

Para cualquier observador internacional, sea gobierno o no, tales señalamientos no pueden ser soslayados a la hora de una evaluación del régimen chavista y sus iniciativas.

Los horrendos crímenes denunciados por el Informe de marras y las arbitrariedades evidenciadas por el GIC abonan la idea de la necesidad perentoria de que los tiranos venezolanos salgan de escena y den paso a un gobierno de transición o emergencia, mediante una fórmula de negociación consensuada y efectiva, o un alejamiento voluntario de quienes están en Miraflores.

La situación económico-social agravada por la pandemia y sus preocupantes perspectivas en el corto y mediano plazo, exigen soluciones definitivas y viables que impliquen los menores costos posibles para nuestra sociedad.

Está claro lo que busca la tiranía con su farsa electoral. Eso no resolverá nuestra crisis, sino que la prolongará y agravará.

Como medida previa, se debería comenzar por aplazar el proceso electoral montado por el régimen, de manera que se abra un espacio para la negociación necesaria, que conduzca a un camino de recuperación de las libertades, la democracia y la prosperidad, con un gobierno distinto. Lo contrario es prolongar nuestra desventura.      

 

 

viernes, 4 de septiembre de 2020


Venezuela: EL QUID PRO QUO


Está claro que las elecciones convocadas por la tiranía para Diciembre no serán avaladas por los más importantes gobiernos democráticos del mundo.
Y esta constatación no es un asunto menor, a pesar de que hay algunos descaminados que lo desdeñan, unos, por ignorancia, y otros, por desconexión con la realidad.
La crisis compleja de Venezuela dejó de ser, hace ya varios años, un problema doméstico. Y las pruebas están a la vista. Por más que un gobierno de un país afectado o que potencialmente pudiera estarlo, por los efectos de nuestra crisis, se quiera sustraer de ella, no tiene alternativa sino seguir viendo  hacia nuestro país buscando una solución.
El hecho de que autoritarismos como el ruso, el iraní o el turco, hayan metido su nariz en nuestro país, dice mucho también de esa grave circunstancia.
Es por ello que se estén inmiscuyendo en las elecciones de marras, por razones económicas y/o geopolíticas, no altruistas.
Las dictaduras amigas y socias de la tiranía chavista andan tratando, a toda costa, de lavar la cara a esta última.
Dado el derrumbe de su imagen y credibilidad a causa de su reiterada ejecutoria de violación de los DDHH, su desprecio por el Estado de Derecho, la destrucción de una economía otrora próspera y la expulsión hacia el mundo de alrededor de 5 millones de venezolanos, entre otros desaguisados y delitos cometidos, los gobernantes compinches están maniobrando para evitar su hundimiento definitivo.
Se mueven en las NNUU, la Unión Europea o el Vaticano, buscando apoyos para el régimen chavista. Saben que la crisis puede llegar a mayores y entienden que la tiranía debe hacer ciertas concesiones si quiere permanecer en Miraflores.
La presión diplomática y económica de la Comunidad Internacional ha venido surtiendo sus efectos y se asoma para el régimen una situación cada vez más insostenible.
Rusos, turcos y cubanos conocen de las diferencias en el seno de la oposición democrática. Y para el plan de rescatar a la tiranía se hace necesario agudizar las contradicciones a su interior.
El objetivo es dar la impresión nacional, y sobre todo, ante el mundo exterior, que la oposición al régimen se ha avenido a participar en unos comicios fraguados a la medida de aquel. Para ello bastaría con reclutar algunas dirigentes o figuras conocidas y así lograr el propósito de la maniobra.
¿Y esto a cambio de qué?
En primer lugar, liberar a una parte importante de presos políticos, todos injustamente encarcelados, muchos torturados, y permitir que algunos perseguidos o exiliados pueden regresar a sus actividades en el país.
Esta medida se adorna con un discurso hipócrita de paz y reconciliación del país, que solo se explica por la fuerte presión que se está recibiendo y su desesperación por obtener un reconocimiento internacional.
Todos los venezolanos de bien, por supuesto, nos sentimos contentos de que hayan sido puestos en libertad. 
Para las elecciones fraudulentas, con seguridad aparecerán candidatos que se postularán por la llamada mesita, los alacranes y ahora gente de Henrique Capriles.
Se conoce que no logran llenar las listas, pocos aceptan postularse. Puede ser que tengan algún remoto chance sin van unidos en alguna circunscripción, pero se oye que no se ponen de acuerdo y están pidiendo a Maduro que les prorrogue aún más la fecha de inscripción.
Tienen dificultades para concertar planchas conjuntas. Los de Eduardo Fernández no se quieren “retratar” al lado de Juan Barreto y Claudio Fermín. Capriles no acepta algunos del falconismo, nadie quiere al general eructo y a Luis Parra.  
Quien escribe estas líneas, no les arrienda la ganancia a ninguno.  La abstención pareciera que será enorme. El régimen se ha encargado de estimularla, sin mencionar que todos estos años ha vaciado de contenido de cambio político y eficacia real al voto, con un CNE y un TSJ a su servicio para convalidar trampas y arbitrariedades.
El pueblo venezolano quiere votar, pero que su voto sea contado y hecho público. 
Faltan pocos días y se desconoce cómo votaremos. La plataforma técnica electoral es un secreto. Varias objeciones se han formulado por los especialistas. No habrá observación internacional porque a estas alturas es imposible realizarla de manera debida según los protocolos establecidos por las instituciones que podrían realizarla.
Queda sin lugar a dudas claro cuál fue el precio que se tuvo que pagar para que la tiranía liberara a los que secuestró. La participación de algunos opositores en el sainete electoral no logrará limpiar el rostro tiránico al régimen, aunque algunos se estén prestando para tal tramoya política.   

EMILIO NOUEL