sábado, 13 de junio de 2020


¿ESTÁ PERDIENDO EL “HEGEMÓN BENÉVOLO” SU LIDERAZGO GLOBAL?


Desde hace varios años se viene hablando de un debilitamiento del poder preponderante de EEUU y de su influencia.  
Obviamente, su poder actual no es comparable al indiscutible que tuvo en el período que sucedió a la Segunda Guerra Mundial. A partir de ésta, como se sabe, fue casi determinante, convirtiéndose en lo que se llamó “el hegemón benévolo”.
Ese híperpoder ya no existe en los términos que fue conocido entonces; ha menguado; es discutido y hasta ignorado, incluso por micropoderes cuya influencia proviene de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, como bien lo ha señalado en The end of Power, Moisés Naim.
Líder indisputable EEUU por muchas décadas, su significación y peso han ido disminuyendo, a pesar de seguir siendo la potencia más grande en los campos económico, tecnológico y militar.
Con el tiempo, otros actores mundiales han surgido para hacerle sombra, lo que vino a comportar una competencia apreciable, sobre todo, en el ámbito económico-comercial con la presencia de China.
Desde hace un tiempo, estudiosos norteamericanos y europeos han comenzado a preguntarse si el liderazgo norteamericano no está ya de retirada, y la evidencia sería la conducta de sus gobernantes últimos, principalmente la de Donald Trump, con su particular visión nacionalista y de retraimiento hacia el interior de sus fronteras.
Recientemente, el especialista francés en geopolítica, Barthelemy Courmont (‘Fin de partie pour le leadership des Etats-Unis?’ en Diploweb). ha señalado que en EEUU ciertas debilidades estructurales están cobrando una mayor importancia, denotando su pérdida de poder creciente de cara al mundo.
Él habla, entre otras cosas, de una falta de cohesión de la sociedad norteamericana y de un fracaso de su multiculturalismo, hechos que se patentizan recientemente en los disturbios desencadenados por el asesinato del ciudadano norteamericano, George Floyd, por causa de trato brutal policial.
Desprovista de una visión estratégica renovada, según Courmont, la política de EEUU, muy dependiente de la Casa Blanca, corre el riesgo de ser cambiante e incoherente, y afirma que la desestabilización política actual de ese país conduce también a una acción exterior vacilante.
Coincide aquel con Joseph S. Nye Jr., quien hace un tiempo se refirió a la particular ejecutoria de Trump, afirmando que éste, además de carecer de experiencia en asuntos internacionales, tiende a proyectar eslóganes antes que una estrategia en política internacional.
Por su parte, el presidente del Consejo de Relaciones Internacionales de EEUU, el norteamericano Richard Haass, admite también que la crisis interna de ese país, lo está haciendo vulnerable en el exterior.
Así, una carencia de visión estratégica y una diplomacia irresoluta harían que EEUU se exhiba disminuido y perdiendo su liderazgo mundial.
¿Estamos entrando entonces a un mundo con ausencia de liderazgo?
¿EEUU terminará volviéndose sobre sí mismo en lo sucesivo?
¿Las potencias se circunscribirán a sus áreas de influencia, a falta de un liderazgo global?
¿No traerá esta nueva situación focos de inestabilidad dispersos en el mundo?
Vargas Llosa ha llamado acertadamente a EEUU “La sociedad punta de nuestro tiempo”. De allí que podamos decir que es, sin duda, sin que pongamos de lado sus problemas, el único país en el presente con capacidad para el liderazgo global, rol sobre el cual no se avizora un sustituto en lo inmediato.
No obstante, la redistribución del poder mundial en la que actores distintos a EEUU cobran mayor incidencia y peso, es una realidad que no podemos soslayar.
Cabe preguntarse, finalmente, por cuanto tiempo el poder global norteamericano y su influencia se mantendrán y si su dirigencia política podrá corregir el rumbo, hasta cierto punto errático, que la política exterior y su diplomacia han adelantado en los últimos años. Recordemos los desencuentros en la OTAN, con China y la Unión Europea, así como en los acuerdos comerciales, que han afectado negativamente la imagen de ese gran y admirable país.






miércoles, 10 de junio de 2020

DE BRIBONADAS, “LA MESITA” Y DEMÁS POLITIQUEROS GORRONES

La  ruin maquinación que conduce a montar un tinglado comicial fraudulento para elegir los nuevos integrantes del parlamento venezolano ya se comenzaba a asomar meses atrás; aunque ha sido un plan que arrancó desde el mismo momento en que se eligió la actual Asamblea Nacional en 2015.
Ciertamente, desde entonces todos los exabruptos constitucionales y legales que pudieran urdirse contra aquella elección popular se pusieron en práctica, con la complicidad manifiesta de un Tribunal Supremo, perrito faldero del poder tiránico que nos oprime.  
La más reciente vulneración de la Carta Magna, la última arbitrariedad, es la que declara una absurda omisión legislativa en la designación del CNE, decisión que fue impulsada nada menos y nada más -¿por qué no lo hizo el gobierno directamente?- que por los cómplices de la llamada ‘mesita’; como si esta acción fuera una prueba que puso la tiranía para que demostraran su lealtad y compromiso con el régimen.  
Hace unas semanas dije que ese grupo de colaboracionistas sin respaldo popular alguno, iban a generar ex profeso una mayor abstención electoral en la ciudadanía venezolana, porque nadie iba a salir a votar en ese sainete ilegítimo y tramposo, articulado por Miraflores y sus compinches “opositores”.
La abstención, decía, será enorme porque solo participarán como candidatos los políticos y los partidos que el régimen permita. Y de nada valdrán evocaciones al apego al voto arraigado en el venezolano, ni  argumentaciones cuidadosamente elaboradas, ni voluntariosos llamados a votar, mientras esas condiciones sean las que imponga la dictadura.
El propósito fraudulento e inconstitucional está hoy más claro con la eventual designación por el TSJ de un nuevo CNE espurio,  a la medida del gobierno de facto.
Ir a votar en los comicios que organizará eventualmente el régimen autoritario no significará elegir, ni mucho menos elegir con libertad y con la garantía de que el voto será contado y declarado. Y el venezolano lo sabe perfectamente.
Con una abstención alta, la tiranía, con cualquier cantidad de votos que saque realmente o que forjen en la trastienda del CNE, saldría vencedora.  Por otro lado, los de la “oposición” que ha engendrado a su gusto, pescando en rio revuelto, tendrán también las migajas que le echen sus amos, y que les permitirán medrar a la sombra del poder hoy usurpado y sacar provecho de ello, con el menor esfuerzo y mediando una bribonada política.
De esta manera, pretenderán presentarse frente al mundo como demócratas que se habrían sometido al veredicto del pueblo.
Para las plumas al servicio del colaboracionismo y en consecuencia de la tiranía, esta maniobra desvergonzada y repugnante es considerada como “hacer política”. Lanzan opiniones y elogios diversos, con argumentos y frases ampulosas de exhibicionismo intelectual, en twitter  y otros medios, todo con el propósito  de darle respaldo ante una opinión pública que no se comerá ese cuento.
Será en vano todo lo que hagan. NI dentro ni fuera del país los acompañarán la Venezuela democrática decente ni las democracias del mundo. Al contrario, los seguirán repudiando y aislando, porque no gozan ni gozarán de legitimidad alguna.
La enorme crisis que vivimos no se resolverá con ese burdo chanchullo, más bien se agravará.
Solo espero que los venezolanos, en su gran mayoría, sean contundentes en el rechazo a esos politiqueros amortizados y gorrones, que mucho daño han hecho y le hacen a la actividad política, y al país.