La ruin maquinación
que conduce a montar un tinglado comicial fraudulento para elegir los nuevos
integrantes del parlamento venezolano ya se comenzaba a asomar meses atrás;
aunque ha sido un plan que arrancó desde el mismo momento en que se eligió la
actual Asamblea Nacional en 2015.
Ciertamente, desde entonces todos los exabruptos
constitucionales y legales que pudieran urdirse contra aquella elección popular
se pusieron en práctica, con la complicidad manifiesta de un Tribunal Supremo,
perrito faldero del poder tiránico que nos oprime.
La más reciente vulneración de la Carta Magna, la última
arbitrariedad, es la que declara una absurda omisión legislativa en la
designación del CNE, decisión que fue impulsada nada menos y nada más -¿por qué
no lo hizo el gobierno directamente?- que por los cómplices de la llamada ‘mesita’;
como si esta acción fuera una prueba que puso la tiranía para que demostraran
su lealtad y compromiso con el régimen.
Hace unas semanas dije que ese grupo de colaboracionistas sin
respaldo popular alguno, iban a generar ex
profeso una mayor abstención electoral en la ciudadanía venezolana, porque
nadie iba a salir a votar en ese sainete ilegítimo y tramposo, articulado por Miraflores
y sus compinches “opositores”.
La abstención, decía, será enorme porque solo participarán como
candidatos los políticos y los partidos que el régimen permita. Y de nada valdrán
evocaciones al apego al voto arraigado en el venezolano, ni argumentaciones cuidadosamente elaboradas, ni voluntariosos
llamados a votar, mientras esas condiciones sean las que imponga la dictadura.
El propósito fraudulento e inconstitucional está hoy más claro
con la eventual designación por el TSJ de un nuevo CNE espurio, a la medida del gobierno de facto.
Ir a votar en los comicios que organizará eventualmente el
régimen autoritario no significará elegir, ni mucho menos elegir con libertad y
con la garantía de que el voto será contado y declarado. Y el venezolano lo sabe
perfectamente.
Con una abstención alta, la tiranía, con cualquier cantidad
de votos que saque realmente o que forjen en la trastienda del CNE, saldría
vencedora. Por otro lado, los de la
“oposición” que ha engendrado a su gusto, pescando en rio revuelto, tendrán
también las migajas que le echen sus amos, y que les permitirán medrar a la
sombra del poder hoy usurpado y sacar provecho de ello, con el menor esfuerzo y
mediando una bribonada política.
De esta manera, pretenderán presentarse frente al
mundo como demócratas que se habrían sometido al veredicto del pueblo.
Para las plumas al servicio del colaboracionismo y en
consecuencia de la tiranía, esta maniobra desvergonzada y repugnante es
considerada como “hacer política”. Lanzan opiniones y elogios diversos, con argumentos
y frases ampulosas de exhibicionismo intelectual, en twitter y otros medios, todo con el propósito de darle respaldo ante una opinión pública que
no se comerá ese cuento.
Será en vano todo lo que hagan. NI dentro ni fuera del país
los acompañarán la Venezuela democrática decente ni las democracias del mundo.
Al contrario, los seguirán repudiando y aislando, porque no gozan ni gozarán de
legitimidad alguna.
La enorme crisis que vivimos no se resolverá con ese burdo
chanchullo, más bien se agravará.
Solo espero que los venezolanos, en su gran mayoría, sean
contundentes en el rechazo a esos politiqueros amortizados y gorrones, que mucho
daño han hecho y le hacen a la actividad política, y al país.
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