Venezuela: EL QUID PRO QUO
Está claro que las elecciones convocadas por la tiranía para
Diciembre no serán avaladas por los más importantes gobiernos democráticos del
mundo.
Y esta constatación no es un asunto menor, a pesar de que hay
algunos descaminados que lo desdeñan, unos, por ignorancia, y otros, por
desconexión con la realidad.
La crisis compleja de Venezuela dejó de ser, hace ya varios
años, un problema doméstico. Y las pruebas están a la vista. Por más que un
gobierno de un país afectado o que potencialmente pudiera estarlo, por los
efectos de nuestra crisis, se quiera sustraer de ella, no tiene alternativa sino
seguir viendo hacia nuestro país buscando
una solución.
El hecho de que autoritarismos como el ruso, el iraní o el turco,
hayan metido su nariz en nuestro país, dice mucho también de esa grave
circunstancia.
Es por ello que se estén inmiscuyendo en las elecciones de
marras, por razones económicas y/o geopolíticas, no altruistas.
Las dictaduras amigas y socias de la tiranía chavista andan
tratando, a toda costa, de lavar la cara a esta última.
Dado el derrumbe de su imagen y credibilidad a causa de su reiterada
ejecutoria de violación de los DDHH, su desprecio por el Estado de Derecho, la
destrucción de una economía otrora próspera y la expulsión hacia el mundo de
alrededor de 5 millones de venezolanos, entre otros desaguisados y delitos
cometidos, los gobernantes compinches están maniobrando para evitar su
hundimiento definitivo.
Se mueven en las NNUU, la Unión Europea o el Vaticano,
buscando apoyos para el régimen chavista. Saben que la crisis puede llegar a
mayores y entienden que la tiranía debe hacer ciertas concesiones si quiere
permanecer en Miraflores.
La presión diplomática y económica de la Comunidad
Internacional ha venido surtiendo sus efectos y se asoma para el régimen una
situación cada vez más insostenible.
Rusos, turcos y cubanos conocen de las diferencias en el seno
de la oposición democrática. Y para el plan de rescatar a la tiranía se hace
necesario agudizar las contradicciones a su interior.
El objetivo es dar la impresión nacional, y sobre todo, ante
el mundo exterior, que la oposición al régimen se ha avenido a participar en unos
comicios fraguados a la medida de aquel. Para ello bastaría con reclutar
algunas dirigentes o figuras conocidas y así lograr el propósito de la
maniobra.
¿Y esto a cambio de qué?
En primer lugar, liberar a una parte importante de presos
políticos, todos injustamente encarcelados, muchos torturados, y permitir que
algunos perseguidos o exiliados pueden regresar a sus actividades en el país.
Esta medida se adorna con un discurso hipócrita de paz y
reconciliación del país, que solo se explica por la fuerte presión que se está
recibiendo y su desesperación por obtener un reconocimiento internacional.
Todos los venezolanos de bien, por supuesto, nos sentimos
contentos de que hayan sido puestos en libertad.
Para las elecciones fraudulentas, con seguridad aparecerán
candidatos que se postularán por la llamada mesita, los alacranes y ahora gente
de Henrique Capriles.
Se conoce que no logran llenar las listas, pocos aceptan
postularse. Puede ser que tengan algún remoto chance sin van unidos en alguna
circunscripción, pero se oye que no se ponen de acuerdo y están pidiendo a
Maduro que les prorrogue aún más la fecha de inscripción.
Tienen dificultades para concertar planchas conjuntas. Los de
Eduardo Fernández no se quieren “retratar” al lado de Juan Barreto y Claudio
Fermín. Capriles no acepta algunos del falconismo, nadie quiere al general
eructo y a Luis Parra.
Quien escribe estas líneas, no les arrienda la ganancia a
ninguno. La abstención pareciera que
será enorme. El régimen se ha encargado de estimularla, sin mencionar que todos
estos años ha vaciado de contenido de cambio político y eficacia real al voto,
con un CNE y un TSJ a su servicio para convalidar trampas y arbitrariedades.
El pueblo venezolano quiere votar, pero que su voto sea
contado y hecho público.
Faltan pocos días y se desconoce cómo votaremos. La
plataforma técnica electoral es un secreto. Varias objeciones se han formulado
por los especialistas. No habrá observación internacional porque a estas
alturas es imposible realizarla de manera debida según los protocolos
establecidos por las instituciones que podrían realizarla.
Queda sin lugar a dudas claro cuál fue el precio que se tuvo
que pagar para que la tiranía liberara a los que secuestró. La participación de
algunos opositores en el sainete electoral no logrará limpiar el rostro
tiránico al régimen, aunque algunos se estén prestando para tal tramoya política.
EMILIO NOUEL
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