viernes, 4 de septiembre de 2020


Venezuela: EL QUID PRO QUO


Está claro que las elecciones convocadas por la tiranía para Diciembre no serán avaladas por los más importantes gobiernos democráticos del mundo.
Y esta constatación no es un asunto menor, a pesar de que hay algunos descaminados que lo desdeñan, unos, por ignorancia, y otros, por desconexión con la realidad.
La crisis compleja de Venezuela dejó de ser, hace ya varios años, un problema doméstico. Y las pruebas están a la vista. Por más que un gobierno de un país afectado o que potencialmente pudiera estarlo, por los efectos de nuestra crisis, se quiera sustraer de ella, no tiene alternativa sino seguir viendo  hacia nuestro país buscando una solución.
El hecho de que autoritarismos como el ruso, el iraní o el turco, hayan metido su nariz en nuestro país, dice mucho también de esa grave circunstancia.
Es por ello que se estén inmiscuyendo en las elecciones de marras, por razones económicas y/o geopolíticas, no altruistas.
Las dictaduras amigas y socias de la tiranía chavista andan tratando, a toda costa, de lavar la cara a esta última.
Dado el derrumbe de su imagen y credibilidad a causa de su reiterada ejecutoria de violación de los DDHH, su desprecio por el Estado de Derecho, la destrucción de una economía otrora próspera y la expulsión hacia el mundo de alrededor de 5 millones de venezolanos, entre otros desaguisados y delitos cometidos, los gobernantes compinches están maniobrando para evitar su hundimiento definitivo.
Se mueven en las NNUU, la Unión Europea o el Vaticano, buscando apoyos para el régimen chavista. Saben que la crisis puede llegar a mayores y entienden que la tiranía debe hacer ciertas concesiones si quiere permanecer en Miraflores.
La presión diplomática y económica de la Comunidad Internacional ha venido surtiendo sus efectos y se asoma para el régimen una situación cada vez más insostenible.
Rusos, turcos y cubanos conocen de las diferencias en el seno de la oposición democrática. Y para el plan de rescatar a la tiranía se hace necesario agudizar las contradicciones a su interior.
El objetivo es dar la impresión nacional, y sobre todo, ante el mundo exterior, que la oposición al régimen se ha avenido a participar en unos comicios fraguados a la medida de aquel. Para ello bastaría con reclutar algunas dirigentes o figuras conocidas y así lograr el propósito de la maniobra.
¿Y esto a cambio de qué?
En primer lugar, liberar a una parte importante de presos políticos, todos injustamente encarcelados, muchos torturados, y permitir que algunos perseguidos o exiliados pueden regresar a sus actividades en el país.
Esta medida se adorna con un discurso hipócrita de paz y reconciliación del país, que solo se explica por la fuerte presión que se está recibiendo y su desesperación por obtener un reconocimiento internacional.
Todos los venezolanos de bien, por supuesto, nos sentimos contentos de que hayan sido puestos en libertad. 
Para las elecciones fraudulentas, con seguridad aparecerán candidatos que se postularán por la llamada mesita, los alacranes y ahora gente de Henrique Capriles.
Se conoce que no logran llenar las listas, pocos aceptan postularse. Puede ser que tengan algún remoto chance sin van unidos en alguna circunscripción, pero se oye que no se ponen de acuerdo y están pidiendo a Maduro que les prorrogue aún más la fecha de inscripción.
Tienen dificultades para concertar planchas conjuntas. Los de Eduardo Fernández no se quieren “retratar” al lado de Juan Barreto y Claudio Fermín. Capriles no acepta algunos del falconismo, nadie quiere al general eructo y a Luis Parra.  
Quien escribe estas líneas, no les arrienda la ganancia a ninguno.  La abstención pareciera que será enorme. El régimen se ha encargado de estimularla, sin mencionar que todos estos años ha vaciado de contenido de cambio político y eficacia real al voto, con un CNE y un TSJ a su servicio para convalidar trampas y arbitrariedades.
El pueblo venezolano quiere votar, pero que su voto sea contado y hecho público. 
Faltan pocos días y se desconoce cómo votaremos. La plataforma técnica electoral es un secreto. Varias objeciones se han formulado por los especialistas. No habrá observación internacional porque a estas alturas es imposible realizarla de manera debida según los protocolos establecidos por las instituciones que podrían realizarla.
Queda sin lugar a dudas claro cuál fue el precio que se tuvo que pagar para que la tiranía liberara a los que secuestró. La participación de algunos opositores en el sainete electoral no logrará limpiar el rostro tiránico al régimen, aunque algunos se estén prestando para tal tramoya política.   

EMILIO NOUEL

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