Ni siquiera Hans Morgentau, gran
gurú de la teoría realista en las relaciones internacionales, pudo expresar
mejor y de manera tan asequible al común, el asunto del comportamiento de los
Estados, que aquel viejo dicho que reza así: “A las puertas del cielo, primero yo que mi padre”.
Y esto viene a cuento,
precisamente, en un tema que ha estado flotando estos días en los medios, tocante
a la asunción de Venezuela a la
presidencia pro-témpore de Mercosur, bloque comercial en crónica crisis.
Harto sabida es la forma espuria,
ilegal y afrentosa, mediante la cual se hizo entrar a nuestro país a ese grupo.
Sobre este punto se ha escrito y he escrito mucho, a esos trabajos remito al lector.
El caso es que ahora, dentro de
pocos días, se espera que Venezuela ocupe, de conformidad con la normativa
pertinente, la condición de Presidente temporal de Mercosur, a lo cual se
oponen tanto el presidente actual (Franco) como el entrante (Cartes) de
Paraguay. Una mayoría abrumadora en el Parlamento de ese país sostiene la misma
opinión.
Como venezolano, no hay que olvidar
que en Paraguay las fuerzas democráticas venezolanas, en su lucha contra el
autoritarismo chavista, han contado con la simpatía y el apoyo de importantes
sectores políticos, y sobre eso estaremos siempre agradecidos.
Sin embargo, el problema que
confronta ese país dentro de Mercosur tiene su raíz, principalmente, en los
acontecimientos que condujeron a la salida de Fernando Lugo de la Presidencia
de la República, mediante la aplicación de un procedimiento constitucional de impeachment. Esto provocó la suspensión
de Paraguay de la institucionalidad del bloque mercosuriano, aunque no de sus
beneficios comerciales, todo “de
conformidad” con los Protocolos de Ushuaia.
Paraguay no está suspendido por
la posición que ha mantenido sobre el ingreso de Venezuela a Mercosur, sino por
la defenestración de Lugo, a mi juicio, ajustada a derecho. Que los demás
países aprovecharon el atropello a los paraguayos para incluir a Venezuela es harina
de otro costal. Aunque debo reconocer que por la simultaneidad de ambos
asuntos, se tienda a mezclarlos, siendo que tienen motivaciones distintas.
Los gobernantes de Mercosur
declararon entonces que esta nación sería reincorporada, una vez fuera elegido
un nuevo gobierno.
Este hecho ya ocurrió y el
próximo 15 de agosto tomará posesión el señor Horacio Cartes. No obstante, éste
ha pedido que sea su país el que asuma la presidencia pro-témpore el 12 de
julio de 2013, pues a él le correspondería según la secuencia establecida, no a
Venezuela como se ha anunciado. Aquí, de nuevo se mezcla nuestro país en la
controversia, pero lo que está en discusión es la aplicación de una norma, que
Paraguay la alega en función de su interés nacional, legítimo, por lo demás. No
se discute ya, como algunos han erróneamente señalado, la condición democrática
o no del gobierno venezolano, ni la opinión que se tenga sobre éste.
Lo que exige Paraguay es su
derecho a presidir pro-témpore Mercosur.
En apoyo a esta apreciación viene
la información que se ha conocido, de que Paraguay estaría colocando como
prerrequisito para aprobar el Protocolo de Adhesión de Venezuela en su
parlamento, que se acepte aquella aspiración este mes de julio. El canciller
actual de ese país ha declarado que una vez sea reintegrado Paraguay, “vamos a estudiar los cuatro socios
fundadores la situación venezolana”.
Esta posición de Paraguay, de
defensa de su dignidad, como ellos lo dicen, me parece natural y lógica. Por
encima de todo, están sus intereses nacionales, y en ello no hay nada
cuestionable.
Ahora bien ¿estarían dispuestos
los gobiernos restantes de Mercosur a aceptar esa propuesta paraguaya?
Me inclino a pensar que no, a
pesar de que todo es posible a la hora de las negociaciones.
Mercosur sigue profundizando su
crisis y retrocesos, siendo Argentina la principal causa. Allí no hay mucha
seriedad ni consistencia a la hora de cumplir con los compromisos asumidos, y
en los casos de la suspensión de Paraguay y el ingreso de Venezuela, entre
muchos otros, quedaron evidenciados, una vez más, las violaciones flagrantes a las
normas de integración. El sincero Pepe Mujica lo admitió sin ningún empacho;
fueron razones políticas, no jurídicas, las que llevaron a tomar tales
decisiones.
Mientras tanto, Paraguay voltea
su mirada e intenciones hacia otros horizontes, y el Pacífico es uno de ellos.
Amanecerá y veremos qué deciden sobre su futuro en Mercosur.
“A las puertas del cielo, primero yo que mi padre”
EMILIO NOUEL V.
@ENouelV
emilio.nouel@gmail.com
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