BERGOGLIO, “EL
BOLCHEVIQUE”
De arrancada, debo decir que el
nuevo Papa me cayó muy bien desde los primeros días de su nombramiento. Lo que
sabemos de su conducta como pastor de almas y hemos visto una vez asumido el
cargo, me han reafirmado en esa primera impresión. Su sencillez, su “fuerza tranquila”, buen humor y la seguridad que
transmite me llamaron la atención.
En estos días que corren está
visitando nuestro patio, y aunque no practico religión alguna, soy un "católico sociológico", pertenezco a ese nebuloso grupo que llaman agnósticos, a pesar de estar
debidamente bautizado en la fe católica, no dejo de estar atento a las cosas
que dice y hace Bergoglio.
Ciertamente, en su discurso y en
las pocas acciones que ha tomado, debemos advertir que con él posiblemente
venga una onda de renovación que no sé si será exitosa o si de verdad produzca
cambios profundos en la iglesia católica, lo que muchos, por cierto, están
pidiendo.
Obviamente, por más que él sea
quien es, no basta con su disposición y sólida voluntad para empujar las
transformaciones que, barrunto, quiere concretar. La iglesia católica es una
institución no ajena a la pugna de intereses, a la lucha por el poder. No es
sólo lo espiritual lo que allí se debate. De todo hay en la viña del señor,
diría el padre Luis, mi profesor de religión en
bachillerato.
No traigo oro ni plata, sólo a Cristo, palabras más, palabras
menos, le oí decir a Francisco I a su llegada a Brasil. En esas sencillas
palabras, ya hay una definición, una postura existencial, una doctrina, una
vocación, que preanuncia por dónde van los tiros. Una iglesia pobre para los
pobres, dicen que es la idea-fuerza que predica. Algunos lo llaman "el Papa de la gente". Llama a enfrentar a los ídolos que se ponen en el lugar de Dios. Amanecerá y veremos.
Le han querido comparar con otros
papas. Algunos dicen que sería una mezcla de Juan XXIII con Juan Pablo II. Pero
me temo que estamos frente a alguien diferente, con un perfil específico.
A Bergoglio, lo siento, más allá
de líder, un militante. Un hombre entregado en cuerpo y alma a una fe, a una idea en la
que cree con fervor intenso, convicción y abnegación. No parece quedarse en las
alturas doctrinales, como su antecesor. Sabe lo que quiere, ésa es la percepción que tengo a la distancia.
Para rematar, y esto no es
despectivo, es jesuita. Dato que por más que se diga que no tiene relevancia,
la tiene.
La Societas Jesu es una congregación que históricamente ha sido centro
de polémicas. Rechazados por unos, respetados por otros. A ella, los que la
adversan, le atribuyen una conducta particular, sinuosa, sibilina, interesada, ambigua.
Cuántas veces no hemos oído decir de manera despectiva: “eso es muy de jesuitas”.
Los que la bien ponderan, piensan
que es una congregación que ha dado trascendentes aportes a la fe católica y su
propagación en el planeta. No soy de los primeros y tengo un buen concepto
sobre la mayoría de los jesuitas que he conocido, parte de mi educación es de ellos. Quizás mi opinión esté sesgada también, porque aprendí con ellos
cosas que valoro como positivas. Su preparación intelectual, inusual en otras
congregaciones en general, me hace simpatizar con la orden.
El premio nobel mexicano Octavio
Paz, llamaba a los jesuitas, los bolcheviques del catolicismo, por el papel que jugaron siempre en la defensa
militante y disciplinada de la iglesia, mediante una estructura
cuasi militar y habilidades gerenciales para el financiamiento de sus actividades.
Bolchevique, más allá de su referencia
ideológica al comunista ruso que luchó contra el Zarismo, es sinónimo de militante
férreo, disciplinado, comprometido, sacrificado y abocado a construir una
sociedad en la que creía, con devoción cuasi-religiosa, aunque estuviere equivocado.
A Bergoglio lo siento un
militante de ese talante, muy jesuita en ese sentido, entregado a su misión. Un
militante al estilo bolchevique, sin duda. Aunque quizás pueda ser al revés la cosa, que los bolcheviques fueran los jesuitas del marxismo-leninismo, digo yo.
Pablo VI dijo en cierta oportunidad que:
"Donde quiera que en la Iglesia,
incluso en los campos más difíciles o de primera línea, ha habido o hay
confrontaciones, en los cruces de ideologías y en las trincheras sociales,
entre las exigencias del hombre y mensaje cristiano, allí han estado y están
los jesuitas".
Me temo que Bergoglio es uno de ésos. De
repente me equivoco, después de todo, quien escribe estas líneas no es especialista
en los menesteres de la iglesia católica, y éstas son sólo elucubraciones que hago en momentos en que visita estos pagos un hombre que se las trae, y que, quién sabe, podría torcer el rumbo de su iglesia.
EMILIO NOUEL V.
@ENouelV
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