LAS CARAS DE LA POLÍTICA Y VENEZUELA
Aquí en Venezuela como en cualquier rincón del mundo, hemos
visto como la mentira, la hipocresía y la manipulación son monedas de curso
“legal” en la política, aunque ésta no es sólo eso, tiene también una cara virtuosa.
En este campo, ciertamente, el “todo se vale” se ha vuelto el emblema. Izquierdas, derechas y
centros, a menudo, actúan igual, nadie se salva de conductas malsanas y
desviaciones morales. Somos seres humanos, por tanto, imperfectos; para los
gestos más sublimes o las peores bajezas estamos hechos.
Ególatras o humildes, vanidosos o modestos, soberbios o
generosos, ambiciosos o sacrificados, megalómanos o sencillos, mitómanos o racionales,
sensatos o descabellados, consistentes o contradictorios, carismáticos o sosos,
directos o guabinosos, intelectuales
o incultos, competentes o ineptos, estudiosos o perezosos, especialistas o toderos, eficaces o inútiles, sabihondos
o ignorantes, picos de plata o parcos,
eruditos o iletrados, improvisados o experimentados, delincuentes u honestos,
arribistas o moderados, cuerdos o sociópatas, veraces o embusteros, cínicos o decentes, inteligentes o brutos, torpes o
finos, de todo hay en la viña política del señor.
Allí, sin duda, están presentes la zancadilla, la artimaña, la
trampa, el engaño, la envidia, la confabulación y la intriga, aunque no es solo
eso.
Ese oficio o vocación tiene también su lado noble y positivo.
Es entrega al bien colectivo, es lucha por la libertad, la democracia, la
justicia y la paz. Es perseguir junto a otros la prosperidad para el mayor
número de conciudadanos. Es, igualmente, la búsqueda de la eficacia en la solución de
los asuntos que conciernen a la polis, incluso más allá de las llamadas
fronteras patrias. Allí, hay solidaridad, compañerismo, humanidad, sensatez,
generosidad, honor, brillo intelectual, utopías, imaginación, entrega, coraje, bondad
y grandeza.
Entre ambos extremos de la política, y a pesar de los
pesares, el ser humano en su vida en sociedad ha ido avanzando, retrocediendo y
volviendo a avanzar.
Es por ello que los contrapesos han sido cruciales en toda
dinámica política. Ésa es precisamente la función de la separación de los
poderes públicos de la que nos habló Montesquieu, de las instituciones que se
controlan mutuamente, de la existencia
de los partidos políticos competidores, del toma y daca de gobierno y oposición,
de las opiniones contradictorias y divergentes en todo debate democrático, de
los variopintos medios que canalizan los distintos pareceres en libertad.
Esa es la política, con sus luces, tinieblas y claroscuros. Y
en ella la escogencia, como diría el maestro Aron, no es entre lo bueno y lo malo, sino entre lo preferible y lo detestable.
Es en ese entorno que tiene sus posibilidades de desarrollo y
profundización la imperfecta democracia, con su congénita fragilidad y su
siempre insatisfactoria performance.
Sabemos que nunca se estará conforme con ella, con sus
métodos para alcanzar los consensos y los acuerdos, con las negociaciones
engorrosas y tediosas que deben hacerse entre las fuerzas en pugna y los
intereses envueltos. Siempre habrá quien la critique, cuestione o combata, principalmente,
los impacientes, maniqueos, intolerantes y binarios; los que no se sienten
cómodos con los debates a veces interminables, fastidiosos e inciertos, pero
siempre necesarios. Son los que buscan imponer su opinión sin mayores
deliberaciones y contrastes de razonamientos, los que no admiten más que la
unanimidad en torno a ellos, en fin, los autoritarios, los que prefieren la
rapidez con que los tiranos toman las decisiones, y menosprecian la lentitud de
las discusiones democráticas. Los que exaltan al cuatriboleado y su arrojo, y desprecian al sosegado, reflexivo y racional.
El universo de la política y de los partidos es así de
complejo, dudoso, fortuito, impreciso. Pocos la entienden o están conscientes
de que es así. Por eso la repudian hasta con asco, aunque muchos de los que
reaccionan de esa manera frente a la política, en sus vidas personales o en sus
oficios, actúan de igual o peor manera
que los políticos que critican.
Hay políticos y políticos, de lo cual no tiene culpa la Política,
escrita, así, con mayúscula.
La libertad y la democracia en Venezuela están en niveles muy
bajos. Aun hay espacios -cada día más estrechos- en donde podemos manifestarnos
libremente y hacer política. Pero seguimos agobiados por
un gobierno cuya enseña es la mentira, la más burda. No tiene honor ni vergüenza.
Su cinismo es ilimitado. Ése es su estilo de hacer “política”.
En el día a día vemos su talante despótico, arbitrario y un irrespeto por las formas civilizadas. Su conducta natural es la persecución
feroz contra políticos de oposición, a quienes fragua delitos y encarcela,
utilizando una administración de justicia que da vergüenza y repugna.
Ésta es la clase de política antidemocrática que saben hacer
los desalmados que mandan en nuestro país.
A los demócratas no queda otra salida que combatir esa
barbarie y devolver al país sus espacios de libertad y democracia, en donde la política
que se practique sea civilizada, dialogante y respetuosa de los derechos fundamentales.
EMILIO NOUEL V.
@ENouelV
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