sábado, 6 de diciembre de 2014

¿EXISTE REALMENTE UN NACIONALISMO LATINOAMERICANO? ¿ES SÓLO WISHFUL THINKING? 
              


                                  



"La resurrección de los muertos servía, pues, para glorificar las nuevas luchas"

                                                                                      CARLOS MARX

"Una nación es un grupo de personas unidas por un error común acerca
de sus antepasados y un disgusto común por sus vecinos"
                               
                                                                                      E.B. WHITE

"América Latina no existe...Somos europeos en el destierro"

                                                                                    JORGE LUIS BORGES


La idea nacionalista en América Latina está muy ligada al tema de la integración. No pocos hombres públicos impulsaron desde el siglo XIX el sueño de una suerte de nacionalismo latinoamericano, fundamentado en una supuesta identidad común entre las que fueron colonias de España y Portugal. 
En el altar sagrado de los mitos de América Latina, el nacionalismo de la llamada Patria Grande tiene lugar privilegiado.
En general, el nacionalismo, como idea o visión, ha sido una noción muy controvertida, y como objeto de estudio, para algunos historiadores, es un tema espinoso. Si mal no recuerdo, Hanna Arendt al referirse a él lo llamó nacional-tribalismo.
El profesor norteamericano Benedict Anderson ha señalado que nación, nacionalidad y nacionalismo son términos difíciles de definir y analizar. Es amplia la polémica sobre este asunto, frente al cual hay enfoques encontrados.
No pocos lo señalan como “paso retrógrado en la historia” (Lord Acton), causa de guerras (Renan) y potencialmente imperialista (Northedge).
No obstante, como conjunto de ideas ha sido un fuerte estímulo para líderes políticos y sociales, y ha incidido sensiblemente en el devenir de muchos países.  
En tanto que fuente de inspiración, ha servido para fines sociales plausibles, pero también ha conducido a situaciones políticas aberrantes.
Se ha afirmado que es un sentimiento de cohesión e identidad que se va configurando de forma progresiva en el marco de un país o de un territorio determinado. Juan Pablo Fusi agrega que es un “principio último de la legitimidad del orden político”.
El nacionalismo se entiende en dos sentidos. Habría uno, afirmativo, progresista, universalista y abierto a la cooperación entre las naciones, y otro, negativo, xenófobo, ligado a ideas racistas, étnicas, culturales y militaristas.
El nacionalismo aparece en Europa en la segunda mitad del siglo XIX, al calor de los procesos de construcción de los estados modernos. El francés Maurice Barrés dirá en 1894: “el nacionalismo es la ley de los pueblos modernos”.
En América, en su conjunto, podríamos decir que sin llamarse como tal, existió tempranamente un sentimiento nacionalista difuso pero intenso que compartían los criollos de los distintos territorios coloniales que estaban bajo el dominio inglés, español y portugués. Expresiones como “americanidad”, “el nuevo mundo es nuestra patria”, “la causa de América”, “Nuestra América”, “América para los americanos”, entre otras, denotan ese indefinido sentimiento “nacional”, ampliado a todo un continente, sobre todo, en una clase política e intelectual que lideró la lucha independentista cada una con sus especificidades anglosajonas e iberoamericanas. Brasil, un caso particular que guarda relación con el desarrollo especial que tuvo con su metrópoli, Portugal, cuyos monarcas se vieron obligados a establecerse en nuestro continente, huyendo de la invasión napoleónica.     
En nuestro hemisferio, el nacionalismo ha devenido en ideología y sufrió la influencia del europeo, el cual devino con el tiempo en uno más asociado a valores tradicionales, históricos o militares.
Fusi señala que el nacionalismo, en su desarrollo histórico europeo, hizo de los elementos de diferenciación cultural –lengua, etnia y religión- la base de la identidad nacional. Para este autor, el nacionalismo asumió “formas agresivas e intolerantes, identificándose con ideas de grandeza nacional, expansionismo militar y superioridad racial, populistas y antiliberales”. Así, el nacionalismo-sentimiento inicial se volvió luego una ideología, una teoría, una doctrina en las que se fundamentaba la acción política y la acción del Estado. Más tarde, aparecerá un nacionalismo autoritario y antidemocrático, caldo de cultivo de los movimientos nazifascistas que tuvieron su eco en tierras suramericanas. El peronismo y el estado novo de Getulio Vargas son ejemplos de ello, entre otros.
Anderson señala que una nación es una “comunidad política imaginada, inherentemente limitada y soberana”, en la que sus habitantes tienen en la mente una “imagen de su comunión” y “la nación se concibe como un compañerismo profundo, horizontal”.
¿Son los países latinoamericanos un conjunto social cohesionado en torno a elementos étnicos, culturales y políticos comunes, que los diferencian sustancialmente de sus raíces múltiples europeas, indígenas y africanas? ¿Tenemos los latinoamericanos una identidad particular, individualizada, que nos distancia del resto del género humano o es solo una aspiración que pensadores y políticos han alimentado desde nuestra independencia política? ¿El mestizaje cultural de Latinoamérica nos autoriza para hablar de un conjunto humano diferente, específico, de una civilización nueva y distinta que se habría configurado durante los últimos 5 siglos? ¿Puede hablarse con propiedad de Latinoamérica como una nación en formación? ¿O es solo un sueño sin sustento real  o existe una base real para proclamar un nacionalismo latinoamericano que reúna a todos los países ubicados entre el Rio Grande y la Patagonia?  
¿Puede hablarse de “una representación de nosotros mismos” los latinoamericanos, de una cosmovisión compartida?
El tema, sin duda, es polémico. Hay respuestas divergentes a esas interrogantes. 
A mi juicio, lo que queda claro es que hay varias latinoaméricas diferenciadas, a pesar de los elementos comunes y de los intentos fallidos de unidad de ellas durante más de dos siglos.
Luego de océanos retóricos, de proyectos fracasados o inconclusos, de refundaciones o relanzamientos, hoy por hoy no estamos frente a una nación individualizada que conformarían todos los países iberoamericanos, ni de cara a hechos concretos, más allá de los tratados, de que aquella pueda crearse, sobre todo en un planeta cada vez más integrado, fluido y poroso en todos los sentidos (económico, cultural, tecnológico).
Si alguna vez fue posible una nación latinoamericana integrada, una federación política de cara al mundo, en la actualidad es ya una quimera.

EMILIO NOUEL V.
@ENouelV
emilio.nouel@gmail.com



No hay comentarios: