SIN MONEDA DEVALUADA NO SE VAN PRODUCTOS A COLOMBIA
Como es su costumbre, mala costumbre, el
petrosocialismo chavista, además de que suele culpar a terceros de sus
exclusivas pifias, descamina a los ciudadanos acerca de las verdaderas causas
de los problemas.
Así, nuestros males devienen todos de
conspiraciones y planes mefistofélicos, o del capitalismo salvaje, o del
imperialismo yanqui y sus lacayos, la burguesía depredadora y apátrida.
Nunca ven la viga en el ojo propio. Se
niegan a admitir que es la ideología socialista demencial que profesan la que
ha llevado al desastre económico. Para ellos, no es su autoritarismo congénito
de vocación totalitaria el que ha creado un ambiente irrespirable de
confrontaciones políticas y sociales, de violaciones de los derechos humanos,
de demolición de las instituciones. No es su incompetencia manifiesta para resolver
los problemas. No. Son sus adversarios políticos, sus opositores, cuando no,
factores externos, los causantes de los problemas.
El gobierno ha tenido la desfachatez de
afirmar, porque nos cree subnormales, que el contrabando de extracción que
ocurre hacia Colombia es el origen del desabastecimiento de alimentos en
Venezuela. Cuando se sabe que las cantidades de ese contrabando no tienen las
dimensiones para causar tal carestía. Cuando cualquiera con dos dedos de frente
sabe que la penuria nacional se debe a la destrucción del aparato productivo
nacional privado y público que sistemáticamente ha tenido lugar los últimos
años. A las políticas económicas nefastas ejecutadas, a las expropiaciones, a
los irracionales controles.
¿Por qué se da ese trasiego a Colombia de
productos en cantidades mayores a las que deberían ser usuales en una frontera?
Simplemente porque hay una disparidad en el cambio de las divisas que hace
atractivo y/o rentable comerciar productos venezolanos en el territorio
colombiano. ¿Quién estimula que ese comercio se dé?
No es un asunto delictivo, como ahora se
pretende presentarlo. La oportunidad del “delito” la ha generado el mismo
gobierno. Así como penalizó la tenencia de dólares y su comercio, lo mismo
sucede con la venta de productos alimenticios a Colombia. Algo que debiera ser
normal, es convertido en delincuencial y encima se le achaca la responsabilidad
del desabastecimiento nacional.
Si políticas económicas erradas no se
hubieran instrumentado, el problema del contrabando de extracción no existiera,
mucho menos como delito. Sin la brutal devaluación de nuestra moneda,
nadie se ocuparía del natural comercio fronterizo con Colombia.
Es lo mismo que ocurre con los llamados “fondos
buitres” tan denostados en Argentina. Muchos parecen olvidar que el
problema no son ellos, sino los gobiernos argentinos adictos a los déficits
públicos, al populismo clientelar, a los subsidios descomedidos, a la
corrupción, los cuales han llevado a endeudamientos enormes que después no
pueden ser honrados.
Leandro Area usó en artículo reciente y de
manera muy acertada una expresión que define muy bien lo que ocurre con
Colombia: “Contrabando de distracción”.
Y en efecto, se pretende desorientar al
venezolano acerca de la causa efectiva de sus penurias, tomando medidas improvisadas
que en lugar de solucionarlos, crean más problemas a los ciudadanos y empresas
de la frontera. El descalabro enorme de nuestra moneda, hechura inequívoca del
gobierno petrosocialista, es el culpable del incremento de la salida de
productos venezolanos hacia el vecino país. Esto ha sido aprovechado, como es
esperable, por mucha gente, principalmente, por funcionarios militares y
civiles, free riders prevalidos de su autoridad, para
enriquecerse.
Si no hay productos de consumo masivo en
Venezuela no es por aquel trasiego fronterizo. Es, fundamentalmente, el
resultado necesario de un gobierno inepto, inspirado en un credo colectivista y
destructivo, propio de las fracasadas experiencias socialistas del siglo
pasado.
EMILIO NOUEL V.
@ENouelV
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