jueves, 28 de agosto de 2014

                    EL PETROSOCIALISMO EN CAIDA LIBRE


                                 

Emilio Nouel V.

A medida que pasan los días la decepción y la angustia crecen. La desagradable sensación es de hundimiento incesante, como si cada mañana, al despertar, bajáramos un peldaño de una escalera hacia un precipicio. Es el escalofrío de la caída libre.
El gobierno no toma las decisiones que debe tomar, sigue jugando con candela. A su ineptitud suma la vacilación. Las razones de esta irresolución parecieran estar en su proverbial incompetencia y en los condicionamientos ideológicos. Para los demagogos y populistas, hacer lo correcto en el momento indicado no es lo prioritario, el propio pellejo está primero.
Mientras tanto, retoman un nuevo aire las protestas. Comienzan de nuevo a incrementarse las manifestaciones callejeras, aunque algunas cometiendo los mismos errores que le restan apoyos y llevan agua al molino del gobierno.
El repudio a la conducción gubernamental va en aumento, la evaluación de ella es la peor de los últimos años. La gente no ve un futuro cierto, sino una situación económica y política en decadencia acelerada. Las encuestas lo reportan claramente.
Más ciudadanos se suman a la convicción de que la causante directa de los males que padecemos y se agravan es la política de controles irracionales, de expropiaciones indiscriminadas y caprichosas, y de expulsión de las inversiones nacionales y extranjeras.
El petrosocialismo chavista es un estruendoso fracaso. Sin dólares no funciona. Ya no hay suficiente para repartir a manos llenas ni para regalar en el extranjero. Las reservas internacionales en franco descenso y los próximos pagos del servicio de la deuda externa son inciertos.  El subsidio a la gasolina es insostenible. Las tarifas de los servicios públicos a cargo del Estado no tienen otra salida que ser elevadas.  
La descomunal burocracia estatal, ampliada por el clientelismo populista, se come el presupuesto. El despilfarro y la corrupción desembozada también. El Estado no tiene recursos suficientes para hacer inversiones productivas. La gallina de los huevos de oro, PDVSA, está endeudada en cifras astronómicas, demandada por miles de millones de dólares; produce y exporta menos, y para remate, se dedica a lo que no debería, cargando con una nómina de trabajadores absurda e injustificada. Se dice que hasta petróleo va a comprar pronto. Insólito.
El petrosocialismo está ávido de dólares, no sabe “gobernar” sin abundancia de ellos, sus enormes carencias técnicas y gerenciales, su ignorancia general sobre los asuntos de gobierno, las ha compensado a realazos. De allí que, consumidos alegremente cientos de miles de millones de dólares petroleros, ahora quiera, desesperadamente, vender activos públicos y empeñar más al país de forma irresponsable, con los chinos, los rusos o con quien haga falta, para mantenerse en el poder.
El petrosocialismo cuenta con que el maná que brota de un pozo de petróleo lo salvará de la debacle. Pero la dirigencia política ignorante y equivocada  que desgobierna está sumida en un festín obsceno de malversación y peculado.
El petrosocialismo es rentista, improductivo, ineficiente, autoritario, parasitario, produce pobreza, desabastecimiento de productos de consumo masivo, ausentismo laboral y  poca competitividad.
El petrosocialismo, por otro lado, ha apuntalado una diplomacia al servicio de un proyecto político y económico destructor. El clientelismo interno tiene su correspondiente en los espacios internacionales. Así, los beneficiarios de la generosidad venezolana se hacen de la vista gorda frente a los atropellos a la democracia, a las violaciones a los derechos humanos. Es el realismo pérfido en acción.
En Venezuela hay el conocimiento, talento y experiencia acumulados para salir del marasmo en el que nos hundió el petrosocialismo. Las soluciones a esos problemas están más que analizadas y estudiadas. Sólo nos resta lograr la mayoría social y política necesaria y contundente para desalojarlo del poder. Estrategia y tácticas claras, organización moderna, coordinación con base en objetivos concretos, movilización permanente y eficaz, y sobre todo, responsabilidad, disciplina y lealtad entre las fuerzas democráticas. Ésa es la unidad que garantizará los triunfos parciales y el definitivo de cara al nefasto petrosocialismo.  

EMILIO NOUEL V.
@ENouelV 

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