viernes, 1 de julio de 2011

MI ARTÍCULO DE LA SEMANA



AQUÍ TODO SE TRASTOCÓ


Al fin se confirmó oficialmente lo que se rumoreaba o barruntábamos. El presidente está enfermo y no de una tontería, como muchos del partido de gobierno pretendían que creyéramos todos lo venezolanos; aunque, de verdad, me atrevo a afirmar que ni ellos pudieron saber de qué adolecía el primer mandatario.

Algo que es natural que a cualquiera le suceda, cuando estamos ante alguien que ostenta el cargo de presidente de un país, el problema no es sólo de él o de sus familiares, trasciende al colectivo que gobierna.

Por tanto, la transparencia, como señaló el Dr. Ramón Guillermo Aveledo, debió ser la nota característica del gobierno frente a este asunto, para evitar incertidumbres y rumores, lo cual, en su torpeza, no hicieron.

Por otro lado, esta ausencia del presidente, como asunto de Estado que es, debe canalizarse institucionalmente, y resolverlo aplicando la normativa sobre la materia, en este caso, la contenida en la Constitución.

Sobre el tema de ausencia temporal pudiera haber algún problema de interpretación de la Constitución, o algo opaco que no permita dar una opinión tajante en relación con los tiempos.

Pero lo que sí está claro en la Carta Magna, es que el poder público tiene su asiento en el espacio territorial nacional, y desde éste deben emitirse todos los actos de aquel.

En los hechos, Chávez no está gobernando, entre otras cosas, porque no puede hacerlo, está bajo condiciones que se lo impiden. Por mucho que pretendan dar impresión de lo contrario, está al margen de lo que realmente está ocurriendo, lo cual no es de poca importancia. ¿Quien o quienes gobiernan realmente? That’s the question.

No obstante, debemos decirlo hasta la saciedad, es inconstitucional e inaceptable que Chávez gobierne formalmente desde La Habana. No puede seguir rubricando actos administrativos, cuando todo el mundo sabe que no está en la sede de los poderes públicos, es decir, en el territorio nacional. Tamaña irregularidad no puede ser tolerada.

Aunque lo haya dicho en broma, el presidente de Uruguay tiene razón. Chávez, además de que físicamente no está en plenitud de sus facultades por la enfermedad que padece (se dice que comenzó sesiones de quimioterapia) está secuestrado por los tiranos de Cuba. Sigue sus instrucciones a pìe juntillas. Lo admitió en su cadena del jueves pasado. Además, sabemos que desde hace tiempo está entregado a los gobernantes de Cuba; ahora con más razón.

No sabemos aún cuál es el probable desenlace de la enfermedad de Chávez, el posible desarrollo futuro, para poder así especular con mayor solidez sobre qué va a pasar en la política venezolana en los próximos meses y años. Sabemos parte de la verdad, pero nos siguen dosificando la información; es factible, que no lo sepan saben totalmente.

Las fuerzas democráticas, como es lógico, deben estar analizando los escenarios. Y cuáles iniciativas motorizar en breve y mediano plazo.

¿Qué hacer con la fecha acordada de las primarias? ¿Se mantiene o vale la pena reconsiderarla? ¿Se adelantarán las elecciones? ¿Valdrá la pena proponer esto? ¿Será candidato Chávez?

Lo que si aparece claro es que la estrategia democrática y electoral de la oposición debe reafirmarse, independiente de cambios de fechas y de ajustes que puedan sobrevenir. La Unidad tiene que salvaguardarse y consolidarse por encima de cualquier otro objetivo.

Sin embargo, y aunque lo nieguen en la Asamblea, los diputados democráticos deben pedir la declaratoria de ausencia temporal del Presidente. Con base en los escenarios posibles, hay que tener a la mano iniciativas políticas que los partidos deben adelantar junto a la sociedad civil.

Los próximos meses nos pueden deparar sorpresas, circunstancias inéditas, imponderables.

Lo crucial: cabeza fría, inteligencia, ojo avizor, oído permanentemente pegado a lo que acontece en el país, en las organizaciones populares, en las instituciones, y, particularmente, seguir cuidadosamente el drama que se está viviendo en el seno del adversario.

Ciertamente, aquí todo se trastocó,

EMILIO NOUEL V.

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