“Ustedes
son lamentables, están aislados. Son la
bancarrota, vuestro papel está acabado, a partir de ahora
váyanse a donde quieran, al basurero de la historia.”
León Trosky en 1917
El convencimiento aplastantemente
mayoritario de que los que desgobiernan a Venezuela deben tomar las de
Villadiego sin mayor aplazamiento es un hecho sin discusión.
El
estropicio no puede ser más criminal. Son años parejos de inconsciencia,
ineptitud y desidia incomparables, difícilmente vistos en otras latitudes o en
países que han gozado de tantos recursos materiales como el nuestro.
El desastre económico-financiero que
vivimos y que anuncia aún lo peor es la consecuencia natural de una visión
desquiciada de la política y de lo social. Es el resultado directo de una
ideología demencial y fracasada en todo tiempo y lugar.
Y para mayor inri, al nefasto colectivismo
económico socialista se ha sumado la más obscena y chocante corrupción, en lo
cual se hermanan con todos los gobiernos que en la región comparten formas,
enfoques y conductas deleznables.
Afortunadamente, parece que a todos
ellos les está llegando su hora final, y la de la Justicia. La cloaca se ha
reventado, y el origen de la fetidez que ya sentíamos no puede ser más ocultado.
Se derrumba el liderazgo del PT brasileño y van cientos de funcionarios y
empresarios a la cárcel. Los testaferros del kirchnerismo peronista comienzan a
ser apresados también. Los negocios ilícitos de los
populistas latinoamericanos y europeos son revelados con lujo de detalles
por medios y redes sociales.
De allí que la frase lapidaria del
mercurial revolucionario ruso que encabeza estas líneas, aunque en
un contexto distinto, venga muy a cuento en esta hora aciaga para los
políticos delincuentes que asolan nuestra comarca.
La debacle nacional venezolana tiene mucho que ver con ese entorno. En
mala hora caímos en manos de mafias que embobaron a las masas y a ciertas
elites con una retórica de redención, de justicia social y de honestidad en el
manejo de los dineros públicos. Todo un bluf, una engañifa, una estafa.
8 de cada 10 venezolanos los repudian, desean que se vayan. Ahora sólo
les queda irse, y cuanto más rápido mejor.
No pueden, no quieren o no saben cómo salir del monumental destrozo que
crearon. Se niegan tercamente a concertar con los actores diversos del país las
soluciones que ya no esperan más. Por el contrario, perseveran en sus errores,
se hunden y hunden aún más al país.
Antes de que se instale el caos definitivo, que a todos, sin distingos, nos
afectaría por igual, hay que presionar por todos los medios democráticos y
constitucionales, la partida de estos bárbaros destructores. Desde el exterior y el interior del país hay que
motorizar una gran fuerza que obligue a los que están demoliendo la Nación, a
marcharse de una vez por todas, y permitir que los venezolanos reiniciemos en
paz el camino de la recuperación nacional.
La oposición democrática debe fortalecer su unión y evitar en momentos
tan graves, que las naturales diferencias la pongan en riesgo. A ella, sin
duda, por la legitimidad de la que goza, corresponderá, junto a la sociedad
toda, la tarea principal.
EMILIO NOUEL V.
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