viernes, 1 de abril de 2016

LOS "PURGADOS"
                              
             
Cómo no andar angustiados frente a una situación social y personal que cada día que pasa se deteriora más y más, hundiéndonos en una honda incertidumbre y lacerante frustración.
Cómo no sentir rabia e impotencia ante la incompetencia y la corrupción obscena de un gobierno que ha demolido la institucionalidad democrática y dañado profundamente la economía privada y pública.
Cómo no desesperarse ante tanta desidia e inacción de un liderazgo oficialista  que se resiste a rectificar o a dar paso a otro de carácter amplio que abra salidas a la crisis política-económica que nos agobia y enrumbe al país por otros caminos de progreso y bienestar social para todos.
Sobran los motivos para impugnar a un gobierno inepto y envenenado de ideologías caducas y fracasadas urbi et orbe.
No obstante, hay que tener claro que resolver los perjuicios materiales y morales que ha causado el chavismo a la sociedad venezolana son de tal envergadura, que para reiniciar una vida medianamente normal, se va a requerir todavía recorrer un trecho aún mayor, que no será fácil y demandará de todos, antichavistas o no, una dosis importante de entereza. Porque no hay soluciones mágicas ni sectarias ni ‘relancinas’.
Obviamente, reconocer que no hay remedios rápidos para los males que padecemos,  no quiere decir que nada hagamos y nos sentemos a esperar el cambio político que llegará inexorablemente.
Haber logrado el triunfo del 6D no ha sido poca cosa. Después de varios años de extravíos y de minusvalía político-electoral, la oposición democrática, gracias a una estrategia democrática ampliamente consensuada y  racional,  se ha recuperado al obtener el favor popular mayoritario.
Había muchas expectativas frente a esa fecha, algunos llegaron a creer equivocadamente que tener la mayoría de la Asamblea comportaría un cambio de la situación de la noche a la mañana. Que los chavistas se rendirían y no pondrían cortapisas a la acción del nuevo liderazgo legitimado, utilizando de manera inconstitucional y arbitraria una institucionalidad que controlan a su antojo.
Muchos creyeron eso honestamente, y quizás la oposición no les supo transmitir en su justa dimensión lo que tal triunfo significaría. Que eso era solo el inicio del cambio y que aun quedaba un camino complicado por transitar.


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Otros, los impacientes de siempre, los ‘purgados’, propulsores de golpes milagrosos, los que se opusieron a la estrategia electoral, los proclives a aventuras locas, los que no entienden los ritmos de la política, en fin, los que se equivocan todo el tiempo, a esos, que, por cierto, tienen cierto poder mediático, les tiene sin cuidado lo complejo de la situación, no calibran adecuadamente los obstáculos, sus ritmos y exigencias. De allí que ya hayan reiniciado su labor de zapa preferida, la que es su obsesión: atacar a la dirigencia democrática, a sus diputados, a la MUD, simplemente porque han pasado tres meses y aún no han tumbado al gobierno.  
Me dirán algunos que para qué gasto pólvora en zamuro con estas líneas, sí son apenas grupos minoritarios. Quizás tengan cierta razón.
Sin embargo, creo, que no hay que rehuir ese debate y dejar en el campo de juego a los que hacen mucho daño transmitiendo desesperanza y críticas enfermizas, producto de la exasperación personal y de la incomprensión del momento grave que se vive.
Todos los venezolanos estamos experimentando desasosiego, intranquilidad,  penurias y hasta ira por lo que ocurre. Pero debemos hacer un esfuerzo particular de discernimiento y asumir que sólo saldremos del atolladero de manera definitiva con inteligencia, acción colectiva y paciencia, mucha paciencia. Y no se trata de apoltronarnos en nuestras casas ni de resignarnos. Lo que sí está claro es que con los ‘purgados’ no se va a ninguna parte. Con sus estallidos irracionales, desahogos sin rumbo y una retórica carente de propuestas concretas, ellos son la garantía de que los que gobiernan sigan mandando.

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