LAS DIFERENCIAS EN LA
OPOSICIÓN Y EL FUTURO DE LOS VENEZOLANOS
Las diferencias de perspectivas en el seno de cualquier
colectividad son consustanciales a ellas, y no es de lamentar que existan. Por
el contrario, con el debate sus integrantes se enriquecen, afinan los
argumentos, convencen a los interlocutores, cambian opiniones previas, se adoptan
las de los demás y se corrigen errores.
Así que el contraste de ideas deba ser bienvenido en todo
momento, no es negativo, ayuda más bien a la acción mancomunada de las
organizaciones ciudadanas, los partidos o las coaliciones de estos últimos.
Obviamente, el intercambio de opiniones estará condicionado
por unas circunstancias particulares, y habrá que calibrar hasta dónde ése toma
y daca de visiones puede llegar, sin que los objetivos que se persiguen no se
resientan o pongan en riesgo. De allí, la necesidad de reglas para la
discusión, los contenidos y su límites.
Los venezolanos estamos viviendo momentos muy difíciles y
excepcionales. La complejidad presente nos impone un esfuerzo casi sobrehumano
de cabeza fría, y no es fácil mantenerla en tal temperatura. Hay demasiadas
razones para la indignación y el estallido rabioso. Ver tantos desmanes
cometidos, tanta incompetencia, corrupción e indolencia gubernamentales, no nos
produce en nosotros más que repudio y rebeldía.
En la oposición democrática venezolana hay divergencias, no
debe negarse tal realidad. Como ocurre en la vida, y en política también, desde
que el mundo es mundo, hay aspiraciones e intereses individuales o de grupo.
Pasiones parciales no faltan. Seríamos querubines si no hubiera competencia por
el liderazgo. Con eso debe convivirse, nos guste o no.
No obstante, visto lo visto, y las circunstancias presentes
que harto conocemos, la unidad de propósito, de acción y de dirección, es un
imperativo insoslayable, vital, para alcanzar lo que las mayorías del país
anhelan: salir lo más pronto posible del nefasto gobierno que tenemos.
De allí que urge ponerse de acuerdo particularmente en los
medios más idóneos y eficaces para el logro del objetivo, desechando vías que
entorpezcan, distraigan y/o alejen el triunfo definitivo.
Consensuado y decidido un camino, todas las fuerzas políticas
deben colocarse en función de su recorrido. No valen aquí posturas
individualistas, prioridades contradictorias, declaraciones incongruentes,
predominio de intereses partidistas o personales.
Por supuesto, no es sencillo conseguir este estado ideal.
Pero tampoco es imposible alcanzarlo en gran medida. La oposición venezolana lo
ha obtenido en varias ocasiones y le ha hecho cosechar triunfos importantes en
la ardua contienda de estos años.
Para lo que viene, sean las muy importantes y próximas elecciones
de gobernadores, la negociación de un eventual acuerdo nacional o el tortuoso e
incierto camino del revocatorio, hace falta una unidad férrea de los demócratas
de cara al tránsito por recorrer ya decidido, aún admitiendo que haya matices y
divergencias a su interior, las cuales deberán ser procesadas en armonía e inteligentemente.
A los venezolanos de a pie nos queda armarnos de paciencia,
organizarnos, movilizarnos, reclamar nuestros derechos de manera pacífica pero
firme, y exigir del liderazgo
democrático cohesión y altura de miras. Pero también comprender mejor las
realidades de la política, sus exigencias y naturales imperfecciones, no
siempre del agrado de todos.
Es verdad, en medio de tantas penurias y problemas agravados
por un gobierno desastroso que no quiere resolverlos, ocuparse de los asuntos
de la política es una carga adicional para el cúmulo de agobiantes
preocupaciones cotidianas. Sin embargo, estamos obligados a atender ese tema,
porque en ello se nos va también la vida.
Los ciudadanos conscientes de esta realidad tendremos que
jugar un papel crucial en un futuro no muy lejano, que será distinto, mucho
mejor que el presente que tenemos. Debemos, por tanto, empezar a desterrar la
intolerancia y abrirnos al diálogo no excluyente. Todos los venezolanos, sin excepción,
queremos salir del atolladero en que estamos. De él saldremos todos juntos, reconciliándonos, haciendo justicia, en función de un país próspero y libre. El sacrificio habrá valido la pena.
EMILIO NOUEL V.
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