martes, 19 de abril de 2016


LAS DIFERENCIAS EN LA OPOSICIÓN Y EL FUTURO DE LOS VENEZOLANOS


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Las diferencias de perspectivas en el seno de cualquier colectividad son consustanciales a ellas, y no es de lamentar que existan. Por el contrario, con el debate sus integrantes se enriquecen, afinan los argumentos, convencen a los interlocutores, cambian opiniones previas, se adoptan las de los demás y se corrigen errores. 
Así que el contraste de ideas deba ser bienvenido en todo momento, no es negativo, ayuda más bien a la acción mancomunada de las organizaciones ciudadanas, los partidos o las coaliciones de estos últimos.
Obviamente, el intercambio de opiniones estará condicionado por unas circunstancias particulares, y habrá que calibrar hasta dónde ése toma y daca de visiones puede llegar, sin que los objetivos que se persiguen no se resientan o pongan en riesgo. De allí, la necesidad de reglas para la discusión, los contenidos y su límites.
Los venezolanos estamos viviendo momentos muy difíciles y excepcionales. La complejidad presente nos impone un esfuerzo casi sobrehumano de cabeza fría, y no es fácil mantenerla en tal temperatura. Hay demasiadas razones para la indignación y el estallido rabioso. Ver tantos desmanes cometidos, tanta incompetencia, corrupción e indolencia gubernamentales, no nos produce en nosotros más que repudio y rebeldía.

En la oposición democrática venezolana hay divergencias, no debe negarse tal realidad. Como ocurre en la vida, y en política también, desde que el mundo es mundo, hay aspiraciones e intereses individuales o de grupo. Pasiones parciales no faltan. Seríamos querubines si no hubiera competencia por el liderazgo. Con eso debe convivirse, nos guste o no.
No obstante, visto lo visto, y las circunstancias presentes que harto conocemos, la unidad de propósito, de acción y de dirección, es un imperativo insoslayable, vital, para alcanzar lo que las mayorías del país anhelan: salir lo más pronto posible del nefasto gobierno que tenemos.  
De allí que urge ponerse de acuerdo particularmente en los medios más idóneos y eficaces para el logro del objetivo, desechando vías que entorpezcan, distraigan y/o alejen el triunfo definitivo.
Consensuado y decidido un camino, todas las fuerzas políticas deben colocarse en función de su recorrido. No valen aquí posturas individualistas, prioridades contradictorias, declaraciones incongruentes, predominio de intereses partidistas o personales.
Por supuesto, no es sencillo conseguir este estado ideal. Pero tampoco es imposible alcanzarlo en gran medida. La oposición venezolana lo ha obtenido en varias ocasiones y le ha hecho cosechar triunfos importantes en la ardua contienda de estos años.

Para lo que viene, sean las muy importantes y próximas elecciones de gobernadores, la negociación de un eventual acuerdo nacional o el tortuoso e incierto camino del revocatorio, hace falta una unidad férrea de los demócratas de cara al tránsito por recorrer ya decidido, aún admitiendo que haya matices y divergencias a su interior, las cuales deberán ser procesadas en armonía e inteligentemente.

A los venezolanos de a pie nos queda armarnos de paciencia, organizarnos, movilizarnos, reclamar nuestros derechos de manera pacífica pero firme, y  exigir del liderazgo democrático cohesión y altura de miras. Pero también comprender mejor las realidades de la política, sus exigencias y naturales imperfecciones, no siempre del agrado de todos.

Es verdad, en medio de tantas penurias y problemas agravados por un gobierno desastroso que no quiere resolverlos, ocuparse de los asuntos de la política es una carga adicional para el cúmulo de agobiantes preocupaciones cotidianas. Sin embargo, estamos obligados a atender ese tema, porque en ello se nos va también la vida.

Los ciudadanos conscientes de esta realidad tendremos que jugar un papel crucial en un futuro no muy lejano, que será distinto, mucho mejor que el presente que tenemos. Debemos, por tanto, empezar a desterrar la intolerancia y abrirnos al diálogo no excluyente. Todos los venezolanos, sin excepción, queremos salir del atolladero en que estamos. De él saldremos todos juntos, reconciliándonos, haciendo justicia, en función de un país próspero y libre.  El sacrificio habrá valido la pena.

EMILIO NOUEL V.


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