AMÉRICA
LATINA VA A DOS MARCHAS
18/06/2014- Noticias de
América Latina
El
decenio dorado de los altos precios de las materias primas y la entrada de
dinero a espuertas en América Latina toca a su fin y con ello se está
profundizando la brecha entre los países de la costa del Pacífico, más
dinámicos y abiertos, y los del Atlántico, más proteccionistas y
burocráticos. Si durante los primeros años del nuevo milenio —el periodo
más influyente del chavismo—, la región estuvo dividida en términos
políticos entre Gobiernos conservadores y de izquierdas, ahora la ruptura
es predominantemente comercial en dos grandes bloques: la Alianza del
Pacífico (Chile, Perú, Colombia y México) y el Mercosur (Argentina, Brasil,
Paraguay, Uruguay y Venezuela).
Los más
recientes informes sobre perspectivas económicas mundiales, empezando por
el del Fondo Monetario Internacional (FMI) o el del Instituto para las
Finanzas Internacionales (IIF) de Washington, dan cuenta de que el futuro a
corto y medio plazo de la Alianza del Pacífico es más prometedor que el del
Mercosur. El primer bloque crecerá este año entre un 3% y 4%; mientras que
Brasil, Argentina y Venezuela, las economías que representan el 98% del
producto interior bruto (PIB) del segundo bloque, crecerán apenas entre un
0,6% y 1%. Uruguay y Paraguay tienen mejores previsiones de crecimiento que
sus socios, pero sus economías son muy pequeñas.
“A corto y medio plazo, creo que la ventaja de la Alianza del Pacífico
sobre el Mercosur tenderá a ampliarse”, opina Ramón Aracena, economista
jefe del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF) de Washington. “La
Alianza está demostrando ser más resistente a las crisis, refleja un
compromiso firme con el modelo de libre mercado que ha adoptado y, sobre
todo, goza de un intangible que es la credibilidad. El Mercosur puede
cambiar dentro de un tiempo y abrirse más a los mercados internacionales,
pero va bastante rezagado... La Alianza nace de intereses pragmáticos, de
abajo arriba impulsada por la comunidad empresarial de los países miembros,
no de arriba abajo como un proyecto político. Y este origen es clave en su
desarrollo y su futuro como bloque comercial”, añade el economista chileno.
La
Alianza del Pacífico crece más deprisa, pero el Mercosur tiene un mayor
gasto social
Muchas cosas separan a uno y otro bloque. La Alianza del Pacífico, creada
en 2011, ha apostado por la economía de mercado y por los acuerdos de libre
comercio con EE UU, Europa y Asia. Cuenta además con una mayor confianza de
los inversores internacionales y los organismos de crédito, y los
dirigentes que los gobiernan tienen una tendencia menor a caer en la
demagogia.
En cambio, las tres grandes economías del Mercosur —fundado en 1991—, son
más intervencionistas y son percibidas como menos amigables con el libre
comercio y la inversión extranjera. Los Gobiernos populistas de Argentina y
Venezuela, además, tienen problemas para controlar la inflación y para
conseguir financiación externa. En cuanto al gasto social, los países del
Mercosur superan a los de la Alianza del Pacífico. Pero aunque las ingentes
ayudas públicas han permitido a mucha gente salir de la pobreza extrema,
los desembolsos no han supuesto una verdadera revolución en el
desequilibrio de la renta y la desigualdad de oportunidades, flagelos a los
que ningún país de la región escapa.
Brasil,
la mayor economía latinoamericana, ha sufrido dos revisiones a la baja de
su solvencia financiera por parte de las agencias Moody’s y Standard and
Poor’s en lo que va de año. A pesar de que el país probablemente registre
el mayor crecimiento del bloque Atlántico este año (entre el 1,8% y 1,5%,
según se mire al FMI o al Banco Mundial), éste seguirá siendo más bajo que
el de México (entre el 2,3% y 3%), el menos abultado de los países del
bloque del Pacífico. La oleada de protestas con epicentro en São Paulo de
hace un año y las que sacuden al país con motivo del Mundial de fútbol han
sembrado inquietud entre los inversores internacionales sobre el futuro
brasileño, a pesar de que el país sigue siendo el principal receptor de
inversión extranjera directa de toda la región.
La
inflación en el país se ha elevado más de lo previsto, sobre todo por
problemas en la cadena de suministro derivados del déficit energético, lo
que ha mermado el poder adquisitivo de la clase media que creció durante
los años de fuerte expansión (2005-2010). El país ocupa el puesto 116 del
total de 189 países del informe Doing Business 2014 del Banco Mundial. Se
tarda 107,5 días en abrir un negocio frente a la media de 36,1 del resto de
la región. Una vez abiertas, las firmas tienen que invertir 2.600 horas
anuales en asuntos fiscales frente a las 369 horas de media en la zona.
En la prensa generalista y en las publicaciones especializadas de Brasil
crecen las voces de empresarios que piden una mayor apertura de la economía
para dar un impulso a una actividad que viene decayendo desde hace tres
años y que se arriesga a un estancamiento prolongado. La élite económica
teme que el país pierda mucha competitividad exterior si la Alianza del
Pacífico avanza en sus planes de libre asociación con 12 países asiáticos
(entre ellos Japón y Corea del Sur, pero no China e India).
El temor
a perder cuota como gran exportador también ha elevado en Brasil el tono
del debate sobre el corsé que suponen las reglas del Mercosur para que uno
de sus miembros pueda negociar pactos comerciales con cierta manga ancha.
Esto lo vivió de cerca Uruguay cuando quiso acercarse más a EE UU; y los
propios brasileños y argentinos, en sus intentos de cerrar un acuerdo con
la UE. Las constantes disputas comerciales entre Brasilia y Buenos Aires
han desgastado el Mercosur tras 25 años en los que el proceso de
integración ha avanzado poco. “La Alianza dice: tengamos libre comercio
entre nosotros y con el mundo. El Mercosur: tengamos libre comercio entre
nosotros e impongamos tarifas al resto”, explica Aracena. “Creo que si a la
Alianza le va muy bien, aumentarán las presiones en el seno del bloque del
Sur para cambiar el modelo”, añade.
El modelo
de fomento de la demanda interna a través del gasto social y la inversión
muestra signos de agotarse
Brasil, que no depende tanto de las materias primas (35,4% de sus envíos al
exterior son de manufacturas), enfrenta “muchos cuellos de botella” en
infraestructura y “no ha definido si los resolverá con inversión pública,
que no alcanza, o privada, que tiene sus condiciones”, observa Jürgen
Weller, economista de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe
(CEPAL). “El modelo que llevó a crecer más en la década pasada se debilita.
El empleo no aumenta, los salarios ya no tanto, con lo que la demanda
interna se debilita. Esa demanda interna de los últimos años hizo crecer
las importaciones y, al igual que en muchos países, esto trajo déficit en
la cuenta corriente. Hubo depreciación del real, la inflación no es tan
alta, pero el banco central subió los tipos de interés al 11%, lo que
también rebaja la actividad, el crédito se contrae”, dice Weller.
Argentina
y Venezuela tienen serios problemas tanto para controlar la inflación como
para conseguir financiación tras años de dar la espalda al mercado y
maquillar o intentar ocultar las cifras macroeconómicas. La difícil vida
entre el desabastecimiento y el nivel de precios más alto del mundo (59,3%)
ha disparado una protesta social en Venezuela que se ha cobrado la vida de
más de 40 personas en lo que va de año. Argentina ha tenido que blanquear
sus estadísticas y reconciliarse con los acreedores externos para
reinsertarse en el sistema financiero internacional y obtener dinero en el
exterior. La jugada le ha servido para aliviar un poco el llamado
riesgo-país, que es el más alto de la región tras Venezuela, pero llega un
poco tarde para revertir de pleno la delicada situación del país a poco más
de un año de las elecciones. Tanto el FMI como el Banco Mundial prevén el
estancamiento tanto de la economía venezolana como de la argentina para
este año.
“Muchos
analistas suelen tratarlos juntos, pero el caso argentino no es tan
negativo. En ambos ha habido mala gestión económica, pero en Argentina
nunca hubo el grado de distorsión de Venezuela, donde no se entiende que
con un barril de petróleo a 100 dólares haya crisis cambiaria”, opina el
economista colombiano José Antonio Ocampo, profesor de la Universidad de
Columbia y coautor junto con el Nobel Joseph Stiglitz del libro Tiempo de
una mano visible: lecciones de la crisis financiera mundial de 2008. Este
experto coincide con el informe del Banco Mundial en que Argentina ha
adoptado este año medidas para revertir su situación, como la devaluación
del peso, la normalización de las estadísticas públicas, el acuerdo para el
pago de la deuda con el Club de París (grupo de 19 países acreedores), y la
indemnización a Repsol por la expropiación de YPF. “Pero debe hacer más
ajustes”, señala Ocampo.
Argentina
y Venezuela tienen problemas con la inflación; es más grave en el país
caribeño
“Son medidas de estabilización, pero no de estímulo”, advierte Weller sobre
Argentina, un país donde las manufacturas suponen el 32,6% de las
exportaciones y donde precisamente las fábricas de coches y sus componentes
son las que están suspendiendo o directamente despidiendo trabajadores.
Venezuela, donde las exportaciones no petroleras son apenas el 4,7% del
total, está más lejos que Argentina de resolver su escasez de divisas. El
país caribeño enfrenta un alto déficit de energía eléctrica que afecta al
sector productivo y problemas para tornar eficientes las numerosas empresas
nacionalizadas por el chavismo.
En el
bloque de la Alianza del Pacífico a todos les va mejor que a los del
Atlántico, pero entre sus asociados hay también bastantes diferencias. En
el informe del Banco Mundial aparecido el miércoles, Colombia es la única
de las grandes economías que va a crecer más en 2014 que el año pasado.
País exportador de petróleo y minerales (solo el 22,8% de sus ventas
externas son manufacturas), “Colombia se ha visto impulsada por un
ambicioso programa de inversión pública en infraestructuras y vivienda, y
por el auge de un nuevo sector de materias primas, el del carbón”, explica
Weller.
Hace unas
semanas, el embajador colombiano en Madrid, Fernando Carrillo, aventuró
ante los empresarios canarios que un acuerdo de paz entre el Gobierno y las
guerrillas de las FARC y del ELN podrá añadir hasta dos puntos porcentuales
al PIB si los recursos de la guerra se destinan a servicios públicos que
apuntalen el desarrollo, según la agencia Efe.
El
segundo grupo dentro de la Alianza es el de los países que moderan su
crecimiento por la caída de la demanda de productos mineros: Perú y Chile.
El primero de estos países va a soportar mejor la desaceleración de la
demanda porque el precio de los hidrocarburos y de los metales preciosos se
mantiene fuerte. “Además, Perú”, dice Weller, “crece un poco más porque
viene de fortalecer el mercado interno con el surgimiento de una nueva
clase media. En Chile eso había ocurrido ya en los noventa”. La presidenta
chilena Michelle Bachelet, que regresó al poder en marzo pasado, impulsa
una reforma para mejorar las oportunidades educativas y otra para
diversificar una economía en la que las exportaciones industriales suponen
solamente el 13,5% del total. En Perú son el 14,7%.
A la hora
de juzgar a los dos bloques por sus progresos sociales, los resultados son
diferentes de los datos macroeconómicos
México se
expande más que el año pasado, pero a un paso más lento de lo esperado tras
las reformas que el presidente Enrique Peña Nieto emprendió en 2013, como
la que abrirá el negocio petrolero al capital privado y extranjero. “El
Gobierno identificó los cuellos de botella que habían provocado un
crecimiento débil en años anteriores, hizo las reformas, pero quizás se
generaron expectativas exageradas de un efecto inmediato. Además, en
México, en contraste con Sudamérica, se fomentó la competitividad con un
control de los costes laborales que hizo bajar el salario mínimo en los
noventa y mantenerlo congelado en 2000. En cambio, en Sudamérica se fomentó
la demanda con subidas del salario mínimo, y esto dio dinamismo en el
mercado interno, que ahora está llegando a su fin porque se financiaba
gracias a la demanda externa [de productos básicos]”, dice el experto de
CEPAL.
A la hora
de juzgar a los dos bloques por sus progresos sociales, los resultados son
diferentes de los datos que trazan el comportamiento macroeconómico. Entre
2005 y 2013, la pobreza bajó en Brasil a la mitad, del 36% al 18%; en
Argentina, un tercio, del 30% al 20%, según la cifra del año pasado que
esta semana recalcularon los técnicos del Instituto Nacional de
Estadística, negándose a practicar cualquier manipulación de las cifras.
Mientras, en Venezuela, se redujo del 37% al 27%. Sin embargo, tanto en
Buenos Aires como en Caracas se teme que el flagelo de la pobreza vuelva a
dispararse este año de la mano de la alta inflación. Mientras tanto, en la
Alianza del Pacífico, Colombia logró disminuirla del 45% al 32% y Perú, a
la mitad, del 52% al 25%; pero México sufrió un retroceso, del 31% al 37%,
y Chile, que partía de una mejor situación, la redujo del 13% al 11%, según
el último informe social de CEPAL.
La
desigualdad de ingresos entre el 20% más rico de la población y el 20% más
pobre entre 2002 y 2012 bajó más de 10 puntos en Brasil, entre cinco y diez
en Argentina, Venezuela y Perú, y menos de cinco en Colombia, Chile y
México. La región más injusta del mundo en lo que se refiere a
redistribución de la renta logró progresos en esta materia, en
contraposición con el resto del planeta, pero esas mejoras están
estancándose, según un informe de George Grey Molina, economista jefe para
Latinoamérica del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Fuente: El País (Es)
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