martes, 11 de junio de 2013

                        EL CAPAGATOS DE CHÁVEZ 

                                     

En tertulias políticas a las que asistí en los últimos años, siempre estuve en minoría cuando se hablaba de las andanzas del señor Diosdado Cabello. Observaba yo entonces, en contra de la opinión mayoritaria, que a la chita callando, él estaba acumulando poder político y financiero, doblando la cerviz ante el caudillo cuanto fuere necesario, aguantando regaños y humillaciones sin chistar, sometido a sus dictados y caprichos cual perro fiel, haciendo lo que le ordenara y para lo que hiciera falta.
Me decían mis contradictores: fíjate, lo mandaron de candidato a Monagas; en el PSUV no sacó los votos necesarios para ser directivo, no lo quieren ver ni en pintura por corrupto, y así, unos cuantos alegatos más que abonaban la posición que decretaba prácticamente el declive inexorable del que llaman hoy “El magnate de El Furrial”.
Sin embargo, el personaje luego fue nombrado Ministro en un despacho que maneja grandes recursos financieros; primer vicepresidente de su partido y más tarde presidente de la Asamblea Nacional. Cual dirigente chino que en la época de la Revolución Cultural fue enviado a campos de reeducación, Cabello “resurgía” como ave fénix.
Por lo visto, el hombre no estaba condenado al ostracismo, tal y como afirmaban mis contertulios.
Mi opinión no era producto sólo de elucubraciones o conjeturas, eran muchas las informaciones que se recibían por distintos vericuetos de la vida cotidiana, que contradecían la supuesta minusvalía política o desgracia en la que habría caído Cabello, todo lo contrario estaba sucediendo.
Cabello, como se sabe, se moviliza con un cortejo nutrido de vehículos y espalderos mal encarados y bien artillados. Las medidas de seguridad que lo rodean son extremas. Dicen que hasta dispone de artilugios técnicos avanzados para interceptar las llamadas que vayan dirigidas a inmuebles dentro del perímetro geográfico en que se encuentre. 
El presidente de la Asamblea se cuida y muy bien. Él sabrá los callos que ha pisado, sobre todo, los de su propio partido, en el que muchos y encumbrados no le quieren bien.
En estos días anda de viaje, haciendo “diplomacia”. Y todos nos preguntamos a santo de qué, si ésa no es su función. ¿Qué fue a hacer a Cuba 3 días? Seguirá a Rusia y China. ¿Será que no se quiere quedar atrás, mientras su contendor interno, Maduro, va a reunirse con Francisco I?
¿Será que a los cubanos, para curarse en salud, no les quedó otra que reconocerle su peso determinante en el post-chavismo y entre los militares? Rusos y chinos ¿habrán hecho el mismo cálculo?
Lo cierto de todo es que el personaje de marras se ha convertido en factor fundamental en la situación política actual. Y habrá que seguir con cuidado sus pasos. Dispone de enormes recursos materiales y de poder de fuego. Es un caradura que administra muy bien su discurso radical para el público de galería.  
Antes de que se despidiera el finado caudillo, se me ocurrió en cierta ocasión hacer una comparación de Cabello con Juan Vicente Gómez, cuando este último era el segundo del Cabito Castro.
Muchos conocen la anécdota. Doña Zoila de Castro, primera dama de entonces, dicen que llamaba al Vicepresidente de la República, a la sazón el general Gómez, para que le capara unos gatos que tenía en casa, que la molestaban con sus bochinches con las gatas. Y el señor general, ni corto ni perezoso, y para complacer nada menos y nada más que a la esposa de su compadre presidente, cumplió con el cometido degradante, sin rezongo alguno.
Todos saben cómo finalizó esa historia de traición entre compadres.
Mutatis mutandi, como acostumbran decir los letrados, hay ciertas semejanzas entre aquella historia y la presente. La traición nunca la pudimos ver en vida del caudillo, suerte de “Cabito del siglo XXI”, desaparecido de la escena, como sabemos, por muerte natural. Pero la traición a su memoria y obra -Mario Silva dixit- estaría teniendo lugar en manos de él.
En cualquier caso, ellos son rojos y se entienden; o más bien, se desentienden, sobre todo, si advertimos la sorda y cruenta disputa que protagoniza una federación de grupos cada uno salvaguardando sus intereses, y luchando por el reparto de la herencia política del finado, así como del gordo botín petrolero,.

EMILIO NOUEL V.
@ENouelV

emilio.nouel@gmail.com

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