EL CAPAGATOS
DE CHÁVEZ
En tertulias políticas a las que
asistí en los últimos años, siempre estuve en minoría cuando se hablaba de las
andanzas del señor Diosdado Cabello. Observaba yo entonces, en contra de la
opinión mayoritaria, que a la chita callando, él estaba acumulando poder
político y financiero, doblando la cerviz ante el caudillo cuanto fuere
necesario, aguantando regaños y humillaciones sin chistar, sometido a sus
dictados y caprichos cual perro fiel, haciendo lo que le ordenara y para lo que
hiciera falta.
Me decían mis contradictores:
fíjate, lo mandaron de candidato a Monagas; en el PSUV no sacó los votos
necesarios para ser directivo, no lo quieren ver ni en pintura por corrupto, y
así, unos cuantos alegatos más que abonaban la posición que decretaba
prácticamente el declive inexorable del que llaman hoy “El magnate de El
Furrial”.
Sin embargo, el personaje luego fue
nombrado Ministro en un despacho que maneja grandes recursos financieros; primer
vicepresidente de su partido y más tarde presidente de la Asamblea Nacional. Cual
dirigente chino que en la época de la Revolución Cultural fue enviado a campos
de reeducación, Cabello “resurgía” como ave fénix.
Por lo visto, el hombre no estaba
condenado al ostracismo, tal y como afirmaban mis contertulios.
Mi opinión no era producto sólo de
elucubraciones o conjeturas, eran muchas las informaciones que se recibían por
distintos vericuetos de la vida cotidiana, que contradecían la supuesta
minusvalía política o desgracia en la que habría caído Cabello, todo lo
contrario estaba sucediendo.
Cabello, como se sabe, se
moviliza con un cortejo nutrido de vehículos y espalderos mal encarados y bien
artillados. Las medidas de seguridad que lo rodean son extremas. Dicen que
hasta dispone de artilugios técnicos avanzados para interceptar las llamadas
que vayan dirigidas a inmuebles dentro del perímetro geográfico en que se encuentre.
El presidente de la Asamblea se
cuida y muy bien. Él sabrá los callos que ha pisado, sobre todo, los de su
propio partido, en el que muchos y encumbrados no le quieren bien.
En estos días anda de viaje,
haciendo “diplomacia”. Y todos nos preguntamos a santo de qué, si ésa no es su
función. ¿Qué fue a hacer a Cuba 3 días? Seguirá a Rusia y China. ¿Será que no
se quiere quedar atrás, mientras su contendor interno, Maduro, va a reunirse
con Francisco I?
¿Será que a los cubanos, para
curarse en salud, no les quedó otra que reconocerle su peso determinante en el
post-chavismo y entre los militares? Rusos y chinos ¿habrán hecho el mismo
cálculo?
Lo cierto de todo es que el
personaje de marras se ha convertido en factor fundamental en la situación política
actual. Y habrá que seguir con cuidado sus pasos. Dispone de enormes recursos
materiales y de poder de fuego. Es un caradura que administra muy bien su
discurso radical para el público de galería.
Antes de que se despidiera el
finado caudillo, se me ocurrió en cierta ocasión hacer una comparación de Cabello
con Juan Vicente Gómez, cuando este último era el segundo del Cabito Castro.
Muchos conocen la anécdota. Doña
Zoila de Castro, primera dama de entonces, dicen que llamaba al Vicepresidente
de la República, a la sazón el general Gómez, para que le capara unos gatos que
tenía en casa, que la molestaban con sus bochinches con las gatas. Y el señor
general, ni corto ni perezoso, y para complacer nada menos y nada más que a la
esposa de su compadre presidente, cumplió con el cometido degradante, sin
rezongo alguno.
Todos saben cómo finalizó esa
historia de traición entre compadres.
Mutatis mutandi, como acostumbran
decir los letrados, hay ciertas semejanzas entre aquella historia y la
presente. La traición nunca la pudimos ver en vida del caudillo, suerte de “Cabito
del siglo XXI”, desaparecido de la escena, como sabemos, por muerte natural. Pero la
traición a su memoria y obra -Mario Silva dixit- estaría teniendo lugar en manos de él.
En cualquier caso, ellos son
rojos y se entienden; o más bien, se desentienden, sobre todo, si advertimos la
sorda y cruenta disputa que protagoniza una federación de grupos cada uno salvaguardando sus intereses, y luchando por el reparto de la herencia política del finado, así como del gordo botín petrolero,.
EMILIO NOUEL V.
@ENouelV
emilio.nouel@gmail.com
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