DIPLOMACIA TAPA
AMARILLA
Se conoce ampliamente qué denota tal expresión en el habla
popular: producto de mala calidad, falsificado, copia mal hecha, y así, un sin número de significados, la mar de peyorativos todos.
No hay que darle muchas vueltas al asunto. El encapuchado tirapiedras que aparentemente regenta lo que queda de una destartalada cancillería, reiteradamente ha
demostrado que su mira, con mucho, no trasciende los confines geográficos de la
Cortada del Guayabo. Su universo
cognoscitivo y vital no va más allá del alcance de una pedrada, y nunca mejor
dicho.
La patética
performance en varios asuntos de la competencia de ese ministerio, revela la
incapacidad sin par para el cargo que ostenta. La “diplomacia” de Jaua, que es la misma de su finado jefe, no nos
queda la menor duda, es un producto pirata, de deleznable calidad -si es que
tiene alguna- cuyo efecto claro es la lesión reiterada a la imagen del país, de
por sí bien quebrantada desde los tiempos de Chávez.
Y esto es un asunto de no poca monta que debería inquietarnos
como venezolanos, a pesar de que en los últimos tiempos nos han querido
acostumbrar, como si fuera algo irremediable, a la mediocridad de los que están al frente de las palancas de
mando del Estado venezolano.
Ésta de la Cancillería, es otra de las grandes desgracias que
nos han caído encima en los 3 últimos lustros, y el incidente reciente con
Colombia es la reincidencia en una conducta caracterizada por la novatería y la
carencia de todo profesionalismo.
Los que han pasado por ese despacho ministerial en estos años
no han hecho otra cosa que destruirlo progresiva y sostenidamente. En
ejecución, contenidos y formas, es lamentable su record.
Y no es que en ese Ministerio, antes de la llegada de la
barbarie roja, todo caminara a las mil maravillas. Defectos importantes tenía,
pero que vistos hoy en perspectiva y comparados con el desastre actual, aquel
era una institución muy superior en todos los sentidos y aceptable dentro de
los parámetros básicos para este tipo de entes.
Las historias sobre episodios cotidianos de lo que allí
ocurre en la actualidad, contadas por funcionarios de anteriores gobierno que
aún se mantienen, son de bochorno. La ignorancia sobre los asuntos
internacionales campea, el desprecio por el correcto cumplimiento de las
necesarias formalidades que toda actividad diplomática impone, es notorio a todo
nivel; la calidad del trabajo es gris; el funcionario que ingresa no tiene la
preparación requerida, entra avalado sólo por el carnet partidista, y así
muchos otros aspectos lastimosos, que en su conjunto configuran un cuadro
administrativo desastroso en un área que en el mundo de hoy es atendida con
el mayor cuidado por la mayoría de los países.
¿Qué puede esperarse de parte de individuos ayunos de
experiencia y conocimientos sobre este sector tan capital para nuestro país, distinto de las reacciones improvisadas, ideologizadas y pueriles, nocivas a los
intereses de la Nación, que hemos visto?
La política exterior de un país y su brazo administrador son
asuntos serios. No se puede dejar en manos de personas sin conciencia de la
importancia de la misión primordial que les ha tocado, y cuyas cabezas estén
pobladas de toda suerte de cucarachas ideológicas. Sin embargo, eso es lo que
hoy sucede en la Casa Amarilla.
Nuestro país continúa haciendo el ridículo y convertido en el
hazmerreír de las cancillerías del mundo, con sus historias paranoicas de supuestas conspiraciones, magnicidios, invasiones e inoculaciones de veneno con rayos láser.
El papelón del inefable Chaderton en la reunión de la OEA en
Guatemala y antes, la reacción desproporcionada e impropia frente al encuentro
de Henrique Capriles con el presidente Juan Manuel Santos, son evidencias concluyentes
de lo que estamos comentando.
Si a esto le agregamos que en Venezuela pareciera que no hay
un conductor político indiscutido al volante del carro del poder, y que sean varios los voceros oficiales del
país de cara al mundo, como ocurrió en el impasse con Colombia (Diosdado,
Maduro y Jaua), el panorama resulta desolador y preocupante.
EMILIO NOUEL V.
@ENouelV
emilio.nouel@gmail.com
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