miércoles, 29 de junio de 2016


DEL BREXIT O DE CÓMO SE SUICIDAN LOS PAÍSES


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No sólo las personas cometen suicidio, también los países pueden caer eventualmente en el mismo fatal destino.
Los desequilibrios y los temores no superados, infundados o no, en ambos casos, son la causa fundamental de ese trágico resultado.

Cuando reflexionamos sobre el llamado Brexit, ésa es la primera idea que se me viene a la mente. Y quizás en una primera aproximación, uno tienda a exagerar los efectos.
Sin embargo, la gravedad del hecho está allí, las percepciones y pronósticos que observo no son muy halagüeños en el corto y mediano plazo, en especial, para los británicos.
Éstos, y por una diferencia mínima, pero mayoría al fin, decidieron salirse de la Unión Europea. Algunos ya se están arrepintiendo por haber votado a favor o por haberse mantenido al margen.
Sobre este insólito evento una avalancha de análisis se ha derramado en los distintos medios del mundo.
Estadistas, políticos y especialistas de todos campos y latitudes adelantan su opinión y preocupación.
Quienes por razones académicas y profesionales hemos tenido contacto con la realidad de la integración europea, nos resulta incomprensible tal deriva suicida por parte no solo de un pueblo, sino también de sectores de otros que amenazan con el mismo proceder.
Obviamente, la Unión Europea no es una construcción perfecta que no requiera de cambios y adecuaciones a las nuevas realidades en permanente evolución. No es la misma de los ‘Treinta gloriosos’ años que la llevaron a reconstruirse, alcanzar altas cotas de crecimiento y desarrollo, y labrarse un lugar central en el mundo.
Europa supo sortear muchas crisis, adoptando decisiones que no ponían en tela de juicio la integración. Lo que garantizaba la continuidad del proyecto fue siempre más integración, cooperación y confluencias de políticas.
La sociedad del bienestar europea que logró estructurarse durante casi 7 décadas, mucho le debe a la convergencia de los países en un proceso de acercamiento  de sus economías con vistas a la creación de una sola.
El ideal de una federación, acariciado por siglos, la propuesta de “Los Estados Unidos de Europa” que inspiró a pensadores, filósofos y políticos de varias generaciones, no era nada descabellado, ni imposible de conseguir, sin mencionar su conveniencia.
Era también la forma de acabar de una vez por todas las guerras seculares inútiles. Era edificar un futuro distinto sobre la base los valores de la libertad y la democracia.
Desgraciadamente, la irreversibilidad, característica que creímos sustancial a estos procesos, se está mostrando dudosa, discutible, aunque haya efectos reales que se resistan y no puedan ser borrados de un plumazo, a pesar de estas derivas absurdas. 
Es lamentable, igualmente, cuando la vemos producirse en nuestro entorno latinoamericano más cercano.
Una retórica populista, ultranacionalista, racista y xenofóbica, que estuvo siempre presente pero marginal en los países, es ahora alimentada y potenciada por crisis políticas, financieras y migratorias.
Resulta insólito ver líderes políticos estimular y aprovechar movimientos, miedos y humores sociales, sólo porque han visto en ello una oportunidad de hacerse con el poder en sus países, no importándoles poner en riesgo el bienestar de sus conciudadanos y dar motivo para confrontaciones que se creían enterradas.
En nuestro hemisferio americano hemos experimentado las consecuencias nefastas de estas visiones extraviadas.
El ejemplo europeo sirvió de paradigma para nuestro continente. Si bien no hemos sido muy fieles ni muy exitosos respecto de ese modelo, es de reconocer que no es porque los principios hayan sido desacertados, sino por los defectos de los que han intentado ponerlo en práctica.
Queremos seguir viendo una Europa fuerte que contribuya con los equilibrios mundiales necesarios. Debilitarla no le conviene a ella ni a los que estamos del otro lado del charco.
En un mundo interdependiente como el que tenemos y que se intensificará, los problemas tendrán su solución con la integración y la cooperación de los pueblos del planeta.
Reconociendo los intereses y aspiraciones de cada quien, los beneficios pueden ser compartidos mejor con la convergencia económica y preservando la paz, sobre la base de principios y normas aceptadas y acatadas por todos en el marco de entes multilaterales que persigan objetivos comunes.
Ojalá y los efectos del suicida Brexit puedan ser minimizados y/o neutralizados. Los líderes europeos están haciendo lo que hay que hacer para superar esta gran crisis. Albergamos la esperanza que el mal ejemplo del Reino Unido no se esparza más allá, y de que pueda producirse un regreso mas temprano que tarde.  Sus coletazos los sufriremos en nuestro Hemisferio. 

EMILIO NOUEL V.



lunes, 27 de junio de 2016

LA CARTA DEMOCRÁTICA INTERAMERICANA (CDI) ESTÁ ACTIVADA


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Hemos escuchado y leído sobre la última reunión del Consejo Permanente (CP) de la OEA interpretaciones erróneas, incluso jurídicas, acerca de lo que en definitiva allí ocurrió en el Caso Venezuela.
No voy a explayarme sobre los enfoques generados al respecto por la ignorancia, los simplismos o los intereses políticos subalternos.
Desde el mismo momento en que el SG  de la OEA, Luis Almagro, introdujo su petición de reunión del CP para considerar un Informe suscrito por él sobre la grave situación venezolana, basado en el artículo 20 de la CDI, ésta se activó. No tengo la menor duda.
La primera fase del mecanismo contemplado por aquel instrumento se cumplió, independientemente de que no fuera acordado expresamente por esa instancia.
Estas fueron las palabras de Almagro: “Conforme al artículo 20 de la Carta Democrática Interamericana, y en pleno cumplimiento del derecho internacional y de las disposiciones de esta Organización, y en mi calidad de Secretario General, solicito al Consejo Permanente que realice ‘una apreciación colectiva de la situación’ en Venezuela y adopte ‘las decisiones que estime conveniente’".
Para que tal ‘apreciación colectiva’ ocurra es necesario tal impulso procedimental, el cual  podía realizarlo o un Estado miembro o el mismo SG.
No comparto, por tanto, la opinión de algunos de que la CDI no está activada ya. Para éstos pareciera que sólo se ‘activa’ cuando se vota alguna medida por parte del CP o cuando se adopta una sanción.  Éstos son esclavos de los formalismos o las solemnidades jurídicas.
Según el Diccionario de la Academia de la Lengua española, activar es “Hacer que se ponga en funcionamiento un mecanismo”.
Al ejercer una competencia que le otorga la CDI, el SG está disparando un procedimiento, poniendo en acción un mecanismo previsto en ese instrumento jurídico. Que este llegue o no a una conclusión, no significa que el dispositivo no haya sido activado.
A mi juicio, el SG Almagro impulsó la aplicación de la CDI hasta donde él está facultado, todo de conformidad con el marco de sus atribuciones. Incluso expresó claramente su propósito al final de su Informe: “El objetivo hoy no es castigar ni sancionar a Venezuela. Estamos aquí para apoyar a un Estado miembro y ayudarlo a volver al camino de la democracia”.
Es decir, el SG ha abierto una fase inicial que apunta a la consideración por parte de los decisores, de un problema a resolver.
Es más, el propio Almagro interpreta que la Carta ya está activada, cuando declara, con posterioridad a la reunión del CP del pasado 23 de Junio, que se está “en el proceso de ‘evaluación colectiva’ de Venezuela, al amparo de la CDI”.
¿Cómo afirmar entonces lo contrario, jurídicamente hablando?
Lo que ha pasado es que muchos esperaban candorosamente que de una vez se aceptara el Informe del SG y se asumiera una posición condenatoria del gobierno de Venezuela, aun cuando, por cierto, se pudo inferir de varias intervenciones que lo planteado por Almagro es compartido.
Particularmente, quien escribe estas líneas albergaba la esperanza de que al menos se aprobara la creación de un grupo de países amigos que abordara el caso venezolano, quedando así asumido un rol central de parte de la OEA. 
Pero como se ha dicho hasta la saciedad, y ocurre en las cosas de Palacio, en los ambientes diplomáticos también todo va despacio, y detrás de bastidores se pueden estar moviendo hilos que no son evidentes al observador de a pie.
En el Caso Venezuela, es probable que los representantes de los países en la OEA se mantengan a la espera del desarrollo de los acontecimientos al interior del país y de los contactos informales que se vienen dando entre los distintos actores nacionales e internacional que están involucrados en nuestro drama.
No descartaría que un gobierno, a partir de como vayan dándose los eventos internos, pida, de conformidad con la normativa, una nueva reunión del CP.
Las gestiones que adelantan los 3 ex presidentes designados desde UNASUR, han sido vistas con buenos ojos en la OEA y gozan, en principio, de su apoyo.
Es posible que ese grupo pueda ser ampliado tal y como lo plantearon algunos gobiernos.
No obstante, si nos atenemos a las palabras de Almagro, por lo pronto, se está haciendo, a la chita callando, la ‘evaluación colectiva’ de Venezuela, conforme al procedimiento de la CDI. es decir, se está aplicando esta última.
Una sanción para el gobierno de Venezuela, como sería la suspensión de su membresía en la organización, no está planteada.
Lo que sí es ya un triunfo para los demócratas venezolanos es que ha sido conocida y reconocida por la mayoría de los gobiernos del continente, incluso algunos que votaron con el de Maduro en la OEA, que hay una crisis gravísima en nuestro país.
Que, igualmente, el camino hacia una sanción política y moral es ahora más factible.
Que en los organismos internacionales no valdrán las marramucias de una canciller de muy lamentable performance y de sus amanuenses, para impedir que  se sepan los atropellos que cometen contra el Estado de Derecho y la democracia. La derrota sufrida en las votaciones lo demuestra.
Está visto que La lucha desigual que estamos librando los venezolanos contra un gobierno incapaz de gobernar, corrupto y perverso, está teniendo también un sustento formidable en el ámbito internacional, en particular, en el Sistema Interamericano. No estamos solos.
La CDI está activada gracias a la valentía y consecuencia de un funcionario internacional que ha puesto por delante los valores de la democracia y la libertad.


EMILIO NOUEL V.


lunes, 20 de junio de 2016


                    DELINCUENCIA Y POLÍTICA

                         

                          

Hace unos años atrás, Robert D. Kaplan en su libro ‘La anarquía que viene’, escribía sobre cómo el mundo del crimen estaba ya permeando crecientemente hacia la política en algunos países africanos. No se refería sólo al soborno y al financiamiento de ciertos movimientos políticos por parte de grupos delincuenciales, también apuntaba a la participación directa de los mismos criminales en la política activa. Ya no serían tanto “el poder detrás del trono”, ahora buscaban  sentarse en él.
El venezolano Moisés Naim, en un importante trabajo titulado ‘Ilícito’, también subraya el fenómeno de la influencia creciente del delito en los asuntos de la política.

Otro autor, historiador muy reconocido en la academia mundial, el inglés Eric Hobsbawn, escribió mucho antes sobre el tema y abunda en casos de distintos ámbitos, europeos y americanos (‘Bandidos, rebeldes primitivos y revolucionarios’). Allí registra ejemplos de personajes que en la historia son bien conocidos por su relevancia en la vida pública de los países, incluso admirados y venerados, y cuyo origen es el bandidaje, el cual no dejaron de practicar.
Así, la política, una actividad social plausible, no ha estado exenta de ser salpicada por la delincuencia.
No obstante, es importante destacar que particularmente los movimientos insurgentes y revolucionarios hicieron uso del ímpetu anárquico, violento y anti-establisment de los grupos al margen de la ley, para sus propósitos políticos. Bolcheviques, nazis y la guerrilla latinoamericana contaron entre sus filas a delincuentes, a los que veían como émulos de Robin Hood.
Lo nuevo de todo esto es que ha crecido el número de malandros que se dedican a la política, lo cual plantea desafíos complejos y riesgosos a esta actividad y a la democracia.
Esta apretada introducción me sirve para puntualizar al fenómeno en nuestro entorno más cercano y actual, sobre todo, cuando observamos el espectáculo sórdido y repugnante que está teniendo lugar en ciertos países.
Me contaba un amigo abogado con vocación por la defensa de los DDHH, que a comienzos del gobierno de Chávez, un dirigente de ese partido que, por cierto, con el tiempo ha ostentado altos cargos, se le acercó exultante para decirle que ahora sí iban a ganar mucho dinero con casos de violaciones a tales derechos, pues en el nuevo gobierno iban a tener más influencia para aligerar esos asuntos.
A mi amigo, que no estaba en esa lucha por lo que pudiera obtener crematísticamente, el comentario no le cayó muy bien, a pesar de simpatizar por la misma causa política.
Es ésta una clara muestra de cómo aquel personaje veía utilitariamente y desde sus intereses personales, la militancia y un asunto de tanta impacto social.
En los días que corren ha estallado en España una trama que evidencia también la degeneración de las luchas sociales por parte de una delincuencia organizada que se vistió de justiciera, adornada con una retórica supuestamente reivindicadora de los derechos de los ciudadanos y de los atropellados por el poder.
Manos Limpas’ y ‘Ausbanc’ son dos ONG de ese país que gozaban de prestigio por las causas sociales que habían abrazado. La lucha contra la corrupción en el gobierno y la protección de  los usuarios bancarios.
Ahora se demuestra que sus dirigentes chantajeaban y extorsionaban con las demandas que introducían dizque en nombre de las víctimas de banqueros y  gobiernos. Si mediaban grandes sumas cantidades de dinero, los justicieros, o no intentaban o retiraban sus querellas de los tribunales. Así era el modus operandi de estos delincuentes.
En nuestro país, ha habido casos recientes de fiscales del ministerio público que extorsionaron a empresarios para excluirlos de algunas causas a cambio de fuertes cantidades de dinero.
A estos delincuentes de la política le erigen estatuas, y denominan instituciones o vías públicas con su nombre. Les rinden homenajes y los ponen de ejemplo ante sus colectividades, presentándolos como grandes ciudadanos y/o revolucionarios inmaculados.
Afortunadamente, estos ídolos con pies de barro se han ido derrumbando. Estamos viendo, entre otros, las tropelías y atracos al tesoro público de la banda de los Kirchner en Argentina, el gang de Lula Da Silva y en nuestra Venezuela, la pandilla chavista, todos hermanados en una suerte de internacional de la corrupción.
En los espacios institucionales internacionales, como UNASUR, por ejemplo, vemos una efigie de un depredador del erario público a la entrada de su sede: Néstor Kirchner. Una vez revelada la obscena y monumental trama de corrupción que tejió  en su país, lo menos que deberían hacer sus directivos es removerla.
Mientras en nuestros países no haya una transformación cultural sobre este asunto y no exista una fuerte institucionalidad que erradique la impunidad, como ha ocurrido desgraciadamente en Venezuela en los últimos años, la delincuencia organizada terminará por tomar la política por asalto y seguiremos padeciendo el grave mal de la corrupción, que a quien más perjudica es a los más pobres, pues el efecto directo del peculado, la malversación de fondos y el tráfico de influencias, es la resta de recursos para las políticas sociales que las mayorías demandan.

EMILIO NOUEL V.

@ENouelV   

miércoles, 15 de junio de 2016


GOBIERNO VENEZOLANO, EN EL BANQUILLO INTERNACIONAL DE LOS ACUSADOS

De hecho, ya se está aplicando, en su primera fase, la Carta Democrática Interamericana (CDI) a Venezuela.

Las gestiones diplomáticas que se iniciaron a través de UNASUR, detrás de las cuales hay contactos informales con EEUU y otros actores que las auspician, forman parte del entramado que está en desarrollo.

He dicho que el sólo hecho de que en la OEA se haya ventilado el caso venezolano en los términos en que lo hemos observado, es ganancia para las fuerzas democráticas. En otros tiempos hubiera sido impensable, aunque las circunstancias actuales de gravedad de la situación política y económica son más notorias que antes.

En relación con la CDI es conveniente recordar que en caso de que hubiesen los votos suficientes para sancionar al gobierno venezolano, la punición mayor sería la de suspender la membresía de Venezuela en la OEA y nada más. Obviamente, esa medida extrema sería un duro golpe político  y moral para el gobierno, cuyos efectos negativos no solo lo alcanzarían a él, también al país en su conjunto. Pero conocemos la experiencia reciente de Honduras y qué fue lo que pasó.

En cualquier caso, activar la aplicación de la cláusula democrática de la OEA, como en teoría pudiera ocurrir el próximo 23 de Junio, requeriría, en primer lugar, porque así lo establece la norma,  unas gestiones diplomáticas previas antes de adoptar eventualmente la sanción mencionada.

El artículo 20 de la CDI dispone que el Consejo Permanente, “según la situación, podrá disponer la realización de las gestiones diplomáticas necesarias, incluidos los buenos oficios, para promover la normalización de la institucionalidad democrática”.

Si tales gestiones fueren infructuosas, podría convocar una sesión extraordinaria de la Asamblea General, para que ésta adopte una decisión, incluso adicionales gestiones diplomáticas, todo de conformidad con el ordenamiento jurídico de la organización y el Derecho Internacional.  

Visto lo visto, en la práctica, las gestiones diplomáticas ya están siendo realizadas, aunque no desde el punto de vista formal-institucional de la OEA.


La sesión del CP del 23 de Junio próximo definirá si la OEA asume el rol principal  o se pliega al que está en curso mediante UNASUR, el cual, como se sabe, goza del beneplácito de otros actores distintos a esta última organización. Está claro que la petición del gobierno de Venezuela de que se reúna el CP dos días antes, tiene el propósito de influenciar  la decisión que se tome.

La reunión sostenida esta semana entre John Kerry y la canciller de Venezuela, si bien apunta a los asuntos bilaterales, no puede ser desligada de toda la trama hemisférica. Es un elemento importante que incidirá en el resultado del encuentro del 23.

Sobre UNASUR hay que recordar que ella ya no es más la de Chávez, Lula o Kirchner, a pesar de que en la Secretaría general esté un amigo del gobierno venezolano. Un “rebarajo” se ha producido en su seno, después de los cambios políticos de Brasil y Argentina, en particular.  A Samper, le quedan en el cargo alrededor de 3 meses, y se está notando en sus declaraciones ciertos cambios y matices, que anuncian al gobierno chavista que no seguirá contando con ese protección incondicional.

Se cambiaron las tornas, definitivamente. Está en marcha en el entorno internacional, afortunadamente, un proceso, respecto de Venezuela, favorable para las fuerzas democráticas. En OEA, UNASUR y MERCOSUR se voltearon las cosas.

El expediente sobre la conducta antidemocrática del gobierno venezolano ha sido bien sustanciado. Fuera del país, conocen perfectamente sus arbitrariedades y atropellos al Estado de Derecho. El Informe de Luis Almagro es contundente.

Pero más allá de lo que se acuerde el próximo 23 de Junio en la OEA, el régimen venezolano está en el banquillo de los acusados y enfrentando pruebas concluyentes de sus desmanes.

No obstante, será lo que hagamos los venezolanos, a lo interno, lo que en definitiva determine la recuperación de la democracia y las libertades.

EMILIO NOUEL V.

@ENouelV

emilio.nouel@gmail.com




jueves, 2 de junio de 2016

¡A JUGAR EN TODOS LOS TABLEROS INTERNACIONALES!

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Venezuela sigue en boca de medio mundo.  Salimos en los principales medios a diario, y  no siempre como para sentirse orgulloso.
Su crisis no es ajena a ningún foro internacional; incluso el G7, reunión de los países más poderosos del planeta, se ha referido a nosotros, lo que no es poca cosa.
Presidentes y ex presidentes, políticos, artistas, escritores y deportistas se han pronunciado de cara al drama venezolano, manifestando su preocupación por lo que nos está sucediendo o pudiera suceder, de continuar agravándose la situación. Hasta en la campaña electoral española, es asunto de debate.
En nuestro hemisferio, en la OEA, Mercosur y Unasur, se cocinan iniciativas que persiguen solventar tan grave asunto antes de que la sangre llegue al rio. Se mencionan la activación de la Carta Democrática o de los Protocolos de Ushuaia, o los intentos por iniciar un diálogo/negociación entre las dos fuerzas enfrentadas.
En varios tableros se juega la suerte del país. Y en todos ellos las fuerzas democráticas están obligadas a actuar, no sólo por necesidad, también porque conviene. De ninguna cancha debemos estar fuera. Todo espacio hay que asumirlo sin complejos, sobre todo porque las circunstancias cambiaron, a pesar de que algunos no se han percatado de ello.
UNASUR y Mercosur no son más los cotos exclusivos en los que Chávez, Lula, Rousseff, Mujica y Kirchner, hasta hace poco, hacían lo que querían. Esas instancias están trastocadas, volteadas, y ahora abiertas a la consolidación de la democracia y la paz en el Hemisferio. El populismo y el autoritarismo, por ahora, están de retirada, y eso es una buena noticia.
Ambas organizaciones están en otra tesitura. Los gobernantes de dos países grandes como Brasil y Argentina son expresión de orientaciones políticas y económicas contrarias a las que predominaban. Los de Uruguay y Paraguay  andan en esa misma dirección. Chile, Perú y Colombia también.
Si sacamos una pequeña cuenta, de los 12 países de UNASUR, al menos 9 no van a consentir un disparate contra la mayoría de los venezolanos, a pesar de que en la Secretaria General del organismo esté un amigo del gobierno militarista de Maduro, el inefable Samper.
La mayoría en MERCOSUR está en contra de la deriva antidemocrática y enloquecida del gobierno venezolano.
¿Por qué entonces temer a reunirse con los ex presidentes Zapatero, Fernández y Torrijos?
Estos pueden hacer o deshacer o proponer lo que deseen, pero no tienen la última palabra. Primero, sus gestiones y resultados al interior de UNASUR deben pasar por la aprobación de sus miembros, cuya mayoría sabemos cuál es.  Segundo, la oposición democrática venezolana, que tiene claro lo que quiere, deberá aceptar o no lo propuesto.
Y ni hablar de lo que pudiera pasar en Mercosur.
Por otro lado, en la OEA, los vientos también son otros. Sin embargo, allí el asunto es más complicado, son 34 los países, y se mezclan otros temas, crematísticos unos, diplomáticos otros.
Lo importante, y esto es un triunfo indiscutible para las fuerzas democráticas venezolanas, es que el Secretario General de esa organización, Luis Almagro, ha tomado el toro del autoritarismo venezolano por los cachos, y valientemente, se ha enfrentado a los desmanes de ese gobierno, llamando las cosas por su nombre, fundamentado en la normativa internacional vigente y en valores y principios políticos y morales universales.
Se habla que allí estaría enrarecido el ambiente, aunque, desde mi modesta opinión, los demócratas venezolanos ya ganamos por el solo hecho de que nuestra situación esté siendo considerada, cosa impensable años atrás.
La correlación de fuerzas en la OEA, como en Suramérica, no es la de la anterior década. No sabemos qué puede suceder en términos de decisiones formales. Es el organismo máximo hemisférico y a él, sobre todo, corresponde un pronunciamiento sobre la crisis venezolana.
Ya tiene en sus manos un Informe amplio, profundo y objetivo sobre el asunto -el de Almagro- para comenzar a evaluar nuestra tragedia, en proceso de agudización, de no adoptarse correctivos urgentes. Sería imperdonable que la institución no lo considerara a la brevedad. Tiene una enorme responsabilidad. La asumió decorosamente su Secretario General, jugándose el cargo y su reelección. Para mí, quemó sus naves como el conquistador aquel, pero ganó en grandeza política y moral. Estoy seguro que la vida se lo compensará, y con creces.
Se ha iniciado, pues, una nueva fase  promisoria de la lucha por recuperar la libertad en Venezuela. Lo determinante es que los venezolanos, en el marco de ese entorno internacional que hoy no es favorable, enfrentemos unidos los desafíos políticos. Mientras el gobierno da múltiples traspiés en la ONU, OEA o UNASUR, comportándose como un bellaco,  al margen de las formas diplomáticas, de la Ley y de la decencia, la oposición debe perseverar en su conducta sobria e inteligente.
Sin miedo, juguemos en todos los espacios, y si lo hacemos bien, la recompensa no tardará en llegar. La veo cada día más cerca.

EMILIO NOUEL V.