No hace mucho Obama pronunció las palabras que encabezan estas líneas.
No se refería
sólo a sus conciudadanos estadounidenses. Incluía en la expresión a todos los
que habitamos el continente desde Alaska hasta la Patagonia: anglos, hispanos y
portugueses.
Dijo “Todos
somos americanos” cuando restablecía las relaciones con Cuba, vínculos
rotos por muchas décadas de desencuentro áspero y doloroso que hasta pudo llegar
a la confrontación bélica nuclear, si no hubiera sido porque se impuso la
sensatez y no la locura de Fidel Castro.
Fue una frase feliz
y auspiciosa, toda vez que apunta –quizás sin buscarlo- a rescatar y desempolvar
del baúl de la historia, una visión hemisférica perdida en la historia, la de
aquellos americanos del Norte, Centro y Sur que hermanados por las ideas de
libertad lucharon por la independencia de estas tierras dos siglos atrás.
Son bien sabidas
las razones del distanciamiento entre la “dos Américas”. Las culpas hay que
repartirlas, y no son exclusivas de solo una de las partes en discordia. Las
realidades condicionantes de la política y de la economía no pueden ser
soslayadas a la hora de los balances. La arrogancia e ignorancia de unos y
otros, tanto las de más allá como las de más acá del rio
Bravo. Sin duda, las acciones arbitrarias
procedentes del 'gigante' del patio han atizado los resentimientos y
animadversiones, y agudizado las incomprensiones mutuas. Son estas últimas las
que más han exacerbado las confrontaciones entre americanos de ambas
latitudes.
El liberal
mexicano Daniel Cosío Villegas decía: “Nosotros, ni predestinados a la democracia
como EEUU, ni con el genio creador teórico de Francia, ni con la paciencia
inglesa que acumula infinitas pequeñas experiencias, para aprovecharlas, hemos
alimentado nuestra marcha democrática bastante más con la explosión
intermitente del agravio insatisfecho que con el arrebol de la fe en una idea o
teoría, lo cual por sí solo ha hecho nuestra vida política agitada y violenta y
nuestro progreso oscilante con avances profundos seguidos de postraciones al
parecer inexplicables”.
Palabras certeras en que aludía a sus compatriotas pero extensibles a
todos los latinoamericanos.
Por su parte, y en relación con tal desencuentro, el venezolano Carlos Rangel
recordaba que EEUU, con su extraordinario desarrollo social, representaba “un
escándalo humillante para la otra América”, de allí ciertas animosidades y
no pocos complejos.
El historiador cubano Rafael Rojas ha señalado que los líderes
latinoamericanos mantienen un discurso que se basa en el repertorio de
ultrajes de EEUU contra Latinoamérica y el Caribe,
“los dos últimos siglos son
narrados como una sucesión de despojos y ofensas de Estados Unidos”.
La iniciativa de
recuperar los vínculos con Cuba desafía esta visión no enterrada de
incomprensión y desencuentro históricos, justificados o no, y apunta a
reconstruir, de ahora en adelante, otro marco de relaciones hemisféricas,
basado en una cooperación y/o integración política y económica más
realista, respetando las diferencias y matices, todo hacia la eventual
concreción de un entorno continental más armónico y beneficioso para todos.
La visita de Obama
a Cuba es un hito muy importante para el rescate de una perspectiva que tiene
sus raíces en un curso histórico que se extravió. Es un mirar hacia adelante,
buscando enterrar agravios, rencores e incomprensiones mutuas.
Lo es también el
encuentro que seguidamente hará a Argentina.
Ambas citas
diplomáticas podrían, si corremos con suerte, abrir un nuevo ciclo provechoso
en las relaciones hemisféricas. Los gobiernos anti EEUU están en retirada. En
el Norte, a pesar de las amenazas de políticos repugnantes como Trump, es muy
probable que una nueva administración traiga una orientación no muy distinta a
la de Obama, hacia sus vecinos del Sur.
Los americanos
todos, anglos y latinoamericanos, deben seguir, a pesar de los
desencuentros, profundizando sus lazos de amistad secular y de convergencia
política y económica, sobre la base de valores espirituales occidentales
compartidos y de intereses materiales interdependientes.
EMILIO NOUEL V.
@ENouelV
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