LA DANZA MADURISTA DE LA LLUVIA
“…oramos para que llueva en Venezuela”
Delcy Eloina Rodríguez, canciller
de Venezuela
No falta mucho para que veamos a los del gobierno chavista
escenificando en cadena nacional la danza de la lluvia.
En un ejercicio de pura imaginación y con mala leche, imagínese
el lector el maravilloso espectáculo que nos brindarían. Reventarían el rating.
Sería, pongámonos noveleros, una suerte de ceremonia a lo
alto del Ávila -¡perdón! - de Waraira Repano, velas y velones por doquier, imágenes del Negro Felipe, la India Rosa y la Reina Guillermina, en la que la inefable “cancillera” del país, ataviada cual
indiecita maquiritare, con tocado de plumas de guacharaca y collar de quiguas y
pepas de zamuro, unas maraquitas en cada mano, bailara sobre unos carbones al
rojo vivo, como en Sorte, pidiendo a “La
Reina” que interceda ante el espíritu de Guaicaipuro, deidad de la Corte
India, para que lance sobre nuestra tierra reseca un diluvio aliviador que nos
rescate de la sed, la oscurana, la sarna y el malo olor corporal.
A su alrededor, en círculo estricto, Nicolás, dando saltos con
un tambor culo e’puya terciado al hombro; Aristóbulo, disfrazado de San Juan Guaricongo,
fumando un habano enviado por el mismísmo Fidel; Diosdado, de incógnito, vestido
como Mono de Caicara para que no lo reconozcan los militantes del PSUV; Carreño
de Burriquita girando enloquecida y Cilia de sacerdotisa Beatriz Veit Tané,
tomando y escupiendo buches de cocuy; todos en trance, en un baile frenético, echando
espumas por la boca, mascullando una lengua ininteligible, al ritmo de una
pieza escrita para la ocasión, por el excelso compositor folklórico Paul
Silvester Gillman, y por supuesto, presidiendo el rito, una gigantografía de la
deidad principal: el Difunto, el Eterno y Mayor Destructor de la comarca.
La performance sería
para coger palco, sin duda. Incluso,
algunos dolaritos, que tanto está necesitando el gobierno, podrían sacarse
vendiendo los derechos de transmisión a HBO, fungiendo de presentadora del
programa la dulce y simpática Iris Valera escoltada por Winston Vallenilla y el
humorista Padrino López. No es mala idea, quizás compensaríamos parte de lo que
no nos pagan del petróleo los gorrones caribeños, sobre todo, los cubiches.
A propósito de estos últimos, no estaría mal que colaboraran
en este espectáculo con un grupo de babalaos, paleros ñáñigos y santeros abakuá,
que podrían, con su participación, dar lustre a la ceremonia y, quién sabe, ayudar
un poco al logro del objetivo, con algunos sacrificios de gallos o palomas, echada de caracoles mediante.
Con la ceremonia -la presentadora dirá- el gobierno demuestra fehacientemente, que es una
cochina mentira la de la oposición democrática, de que el desastre de los servicios de agua y electricidad no se debe a
una conducción gubernamental incompetente, ignorante y corrupta. Que es una falsedad
eso de que en otros países que padecen igual o peor el fenómeno del Ñiño, no falta
la electricidad y la luz. Que de lo que se trata es que no hemos rezado u orado
lo suficiente a María Lionza o Sai Baba, que no nos hemos practicado “despojos”
y “limpiezas”, y aplicado los sahumerios indicados, y que, en fin, no hemos encomendado
nuestros espíritus a los brujos y médiums adecuados.
Si seguimos imaginando la escena en cuestión, se me ocurre que
no faltaría en el paroxismo de ella, un espontáneo que valientemente salte al
ruedo -un columnista de Aporrea, por ejemplo- y que achispado por unos
traguitos de más, de guarapita hecha en
socialismo por Lácteos Los Andes, se mande con una estrofa como ésta:
“El vice Aristóbulo, aé,
cabeza pelá, aé,
el año que viene, aé,
cesante estará…aé”.
Tam tam tam tam tam tam tam tam…..
EMILIO NOUEL V.
@ENouelV
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