"Continuar pensando en una posición en términos
de divisiones
fijas, como Norte-Sur, sólo puede
conducir al error.
Nuestro interés nacional
requiere de una estrategia
de geometría variable.”
Partido Social-Demócrata
Brasileño
Hace unos días cumplió 25 años el Mercosur, bloque comercial
hijo de la democracia recuperada en el Cono Sur del continente americano.
Como se sabe, luego de la caída de las dictaduras militares
que asolaron a los cuatro países que lo fundaron, durante los años ochenta del
siglo pasado revivió un viejo proyecto de integración que nunca había podido concretarse,
a pesar de varios intentos.
El Barón de Rio Branco, creador de la afamada cancillería
brasileña, Itamaraty, quiso, a comienzos del siglo XX, unir al Cono Sur en lo que
llamó la “ABC” (Argentina, Brasil y Chile) sin éxito. Otros intentos
posteriores tampoco se alcanzaron hasta que en 1991 se firma el Tratado de
Asunción, impulsado desde Argentina por Raúl Alfonsín y desde Brasil por José
Sarney, entre otros.
La idea fue crear un mercado común entre sus países miembros
sin llegar a constituir organismos supranacionales como la Unión Europea o la
CAN, lo cual si bien podía tener ciertas ventajas para los países tomados
individualmente, conspiraba contra una institucionalidad comunitaria autónoma y
fuerte que pudiera imponer políticas, normativas y una jurisdicción que
disciplinaran a los países del bloque, como ocurre en el ámbito europeo. El
soberanismo se imponía, los gobiernos de los países seguían siendo “los señores de los tratados”, lo cual iba
a permitir que éstos adoptaran conductas individualistas cuando de defender sus
intereses particulares se tratara, todo en detrimento de la necesaria perspectiva
comunitaria. Así, la institucionalidad sería, más bien, intergubernamental, por
tanto, endeble, quebradiza e inconsistente.
No obstante, en términos comerciales Mercosur obtuvo
importantes logros e integró de manera intensa las economías participantes,
aunque el país más grande (Brasil) estuvo y se mantuvo más integrado a la
economía mundial que el resto de los mercosurianos. El intercambio mercantil de
ese país con sus socios ha oscilado entre el 15% y el 20% del total de su
comercio.
En cambio, Uruguay y Paraguay, los pequeños del bloque,
dependen en la mayor parte de su comercio exterior, de los socios grandes.
En términos simbólicos y mediáticos, y sobre todo, por la presencia
de Brasil y Argentina, Mercosur fue recibido y visto por la comunidad
internacional como un nuevo actor a considerar a la hora de valorar las
relaciones internacionales económicas y geopolíticas.
En los últimos lustros, y por la emergencia de gobiernos de izquierda
y populistas en Suramérica, el rostro, el funcionamiento interno y la conducta
de Mercosur sufrió cambios que han llamado la atención de los observadores, por lo negativos que fueron.
Los triunfos electorales de Lula Da Silva, Nestor Kirchner,
José Mujica y Fernando Lugo en Mercosur, aunados a los de Hugo Chávez, Evo Morales y
Rafael Correa, trastornaron el cuadro político suramericano.
Para Mercosur significó un cambio de orientaciones. Pesó más
lo político-ideológico que lo económico, razón de ser fundamental del bloque.
Las posturas anti-mercado, contrarias al libre comercio, se impusieron. El
bloque, inspirado en políticas proteccionistas anacrónicas, se cerró sobre sí
mismo, mientras a su alrededor comenzaban a desarrollarse otras dinámicas que ampliaban los horizontes económico-comerciales en el ámbito planetario.
En el Pacífico se abrían otras posibilidades de la que
participaban otros países del hemisferio, y frente a Europa, el Mercosur no
lograba un acuerdo negociado por tres lustros infructuosos.
Esto ha llevado a una situación de inercia, de parálisis, del
bloque, que de no revertirse, puede dar al traste con el esquema establecido, en
los próximos años.
El nuevo gobierno argentino ha manifestado preocupación al
respecto y desea revitalizar Mercosur y abrirlo al mundo. Uruguay está en la
misma tesitura. Brasil anda metido en sus graves problemas y no se sabe en qué
va a parar su crisis presente, aunque habría allí también una intención de relanzar el bloque.
El gobierno de Venezuela, lamentablemente, no pinta nada en
todo esto, es un cero a la izquierda, la irrelevancia. Entró allí por razones políticas
exclusivamente, y poco o nada tiene que decir.
¿Hacia dónde va Mercosur? ¿Hará los necesarios cambios
conceptuales e institucionales que lo fortalezcan hacia al futuro? ¿Languidecerá
por inercia hasta desaparecer? ¿Se abrirá, al fin, ante el mundo para no morir? ¿Se atreverá a pensar en términos hemisféricos y/o globales y actuar en consecuencia?
EMILIO NOUEL V.
@ENouelV