¿DÉFICIT DEMOCRÁTICO EN VENEZUELA?
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En años recientes se ha puesto de moda en nuestro país hablar
de déficit democrático para
caracterizar la situación política que vivimos, sin reparar mucho en si ésa es
una expresión que puede explicar realmente y en toda su dimensión, el régimen
político bajo el cual vivimos.
En general, se habla de déficit
cuando hay una carencia de algo, bien sea dinero o alimentos, pero no casi falta
total de esos bienes. Es un concepto relativo que remite a una situación
determinada, muy concreta. Así, oímos hablar en economía, de déficit comercial
o presupuestario, o en el campo de la psicología, de déficit de atención.
¿De dónde viene el concepto de déficit democrático?
Un rastreo del camino seguido por la noción, nos conduce
a Europa, a la del último medio siglo.
Particularmente, a la que ha perseguido unirse en un proyecto federal.
Como es conocido, en ese espacio territorial no sólo se ha
querido construir una sola economía, un mercado único, sino también un gobierno
federal: Estados Unidos de Europa, lo
denominó el escritor Víctor Hugo.
La idea que ya había aparecido en pensadores del siglo XVIII,
obviamente, no ha sido fácil de llevar a cabo. Napoleón quiso unificar a
Europa, pero bajo su égida, y ya sabemos cómo resultó la aventura.
Sólo después de varias guerras, con saldos de millones de
muertos, la lucidez de grandes estadistas abrió el camino hacia la comunidad de
países que es hoy, levantada sobre valores democráticos universales.
Sin embargo, las instituciones comunitarias creadas,
supranacionales, con amplias atribuciones y competencias económicas y políticas
por encima de los Estados, han sido acusadas de no ser democráticas por el
hecho de no haber sido electas directamente por los pueblos, con excepción del
Parlamento Europeo, que sí cuenta con ese respaldo.
Es decir, que los “eurócratas”,
los funcionarios que diseñan políticas y sancionan leyes obligatorias para todo
el conjunto europeo, no estarían, según algunos críticos tanto de izquierdas
como de derechas, investidos de una legitimidad democrática suficiente; de allí
que haya, para ellos, un déficit en
la Unión Europea.
Esta carencia se señala desde sistemas democráticos
establecidos y consolidados, que, por supuesto, tienen imperfecciones y
disfunciones, pero los cuales no pueden ser catalogados de regímenes
autoritarios por ningún respecto.
Venezuela, en los últimos años y aun más en tiempos
recientes, se ha ido perfilando como una autocracia militar con vocación
totalitaria, que ha utilizado los mecanismos de la democracia liberal para
destruirla desde dentro. No estamos en Venezuela frente a un caso de democracia, sino de cara a un remedo de
ella. A un híbrido, un mutante, de los viejos autoritarismos.
Visto el origen de la expresión ¿Cabe hablar en Venezuela de déficit democrático cuando no existe separación, independencia y contrapesos entre los poderes públicos, el Estado de derecho ha sido desnaturalizado, se pisotea salvajemente los derechos humanos, como ocurre en los días que corren; los tribunales son una dependencia repugnante más del poder ejecutivo utilizados para encarcelar o sancionar a los opositores, la educación se ideologiza, se controla los medios y los militares se hacen parte del partido político en el poder? Al hablar de tal déficit ¿No se estará cayendo en esa práctica muy común de adoptar alegremente ciertos conceptos, sin atender a su procedencia y justificaciones, ni a los entornos políticos en que fueron generados, y sólo por novelería?
Visto el origen de la expresión ¿Cabe hablar en Venezuela de déficit democrático cuando no existe separación, independencia y contrapesos entre los poderes públicos, el Estado de derecho ha sido desnaturalizado, se pisotea salvajemente los derechos humanos, como ocurre en los días que corren; los tribunales son una dependencia repugnante más del poder ejecutivo utilizados para encarcelar o sancionar a los opositores, la educación se ideologiza, se controla los medios y los militares se hacen parte del partido político en el poder? Al hablar de tal déficit ¿No se estará cayendo en esa práctica muy común de adoptar alegremente ciertos conceptos, sin atender a su procedencia y justificaciones, ni a los entornos políticos en que fueron generados, y sólo por novelería?
Definitivamente, en Venezuela no puede hablarse de déficit democrático, no se corresponde
con la realidad existente, y la expresión no puede explicar fielmente la
magnitud de la ausencia de democracia en la práctica; sin duda, se queda corta.
Progresivamente, la democracia en nuestro país, ha ido desapareciendo, sólo quedando,
si acaso, aspectos formales, aparentes, que se han vuelto cada vez más inútiles
y ineficaces, desde el punto de vista del ciudadano y de las instituciones, todas
o demolidas o colonizadas calculadamente por una oligarquía militar-civil incompetente,
mafiosa y arbitraria, que está llevándonos al despeñadero social.
¿Déficit democrático en Venezuela? Más adecuado, a mi juicio,
es hablar de residuos de democracia, de despojos democráticos, en fin, de tiranía
en proceso de instauración.
EMILIO NOUEL V.
@ENouelV
emilio.nouel@gmail.com