LA LEY HABILITANTE: ¿DONDE ESTÁ LA MADRE DEL CORDERO?
Me cuenta un querido amigo que a la espera de un marroncito en una panadería, otro cliente en lo mismo le disparó a quemarropa la pregunta, no la de los 400.000 euros delictivos que admite impunemente el gobierno haber trasladado a Bulgaria, sino la de los 64.000 bolívares débiles y devaluados de hoy: “¿para qué servirá la habilitante, maestro?”.
Mi amigo, un tanto descolocado, no sólo por la hora tempranera, trastabilló antes de dar una respuesta, que esperaba no lo dejara mal parado ante el inopinado compañero de barra cafetera.
Lo cierto -confiesa el amigo lleno también de dudas- es que no alcanzó a dar una réplica satisfactoria, aunque aventuró una explicación improvisada de contenido opositor del tipo de “ésa es otra vaina más del gobierno para seguir jorobando al país”.
Y ciertamente, todos los venezolanos estamos en la misma, preguntándonos sobre la utilidad de tal propuesta, si es necesaria en las actuales circunstancias (por cierto, muy graves) o qué hay detrás de ella.
Nadie sabe de qué viene la fulana Ley habilitante, y está más que claro que para combatir la corrupción no es. ¡A otro perro con ese hueso! Normas y organismos tenemos suficientes; otra cosa es que nos quieran marear con la propuesta.
¿Para enfrentar una supuesta “guerra económica” contra el país? ¿cuál? Porque la única que conocemos es la ha que ejecutado el chavismo durante 15 años en los que ha destruido el aparato productivo público y privado con políticas absurdas.
¿De qué se trata entonces todo este tinglado?
Sin embargo, hay mucha gente sencilla que no termina de comprender el asunto, y cómo eso pudiera mejorar, si es que ésa fuera la intención, la ya precaria y angustiosa situación económica de los venezolanos.
El gobierno de Maduro está en un brete serio, que cada día que pasa se complica más y más. Por los vientos que soplan, en las elecciones de diciembre les irá muy mal. Está siendo sobrepasado por las circunstancias. No hay luces ni talento y mucho menos deseos de rectificación en la burocracia chavista, que haga a uno pensar que se quiere resolver tamaño problemón.
Ante tal desastre tantas veces advertido ¿Tendrá la ley habilitante pedida una intención correctiva del rumbo económico, a pesar de nuestro escepticismo? ¿Es ése el objetivo, enderezar semejante entuerto? ¿O es un señuelo más del gobierno para que nos distraigamos del acogotamiento de la escasez y el alto costo de la vida?
¿Forma parte de un guión fraguado por los amos cubanos del gobierno, que apunta a profundizar los rasgos de un modelo político-económico fracasado, y así cerrar más el cepo autoritario?
¿O es también una huida hacia adelante sin brújula, producto de la improvisación de quienes, incompetentes e ignorantes proverbiales, no saben gobernar ni administrar?
¿Quién tendrá la clave de todo este embrollo? ¿Dónde está “la madre del cordero”?
Mientras tanto, los venezolanos, víctimas de la falta de transparencia, seguimos desconociendo para qué serviría la habilitante. Su contenido sigue siendo un misterio. Quizás ésa sea la idea. Una ley para hacer y deshacer a voluntad.
En su discurso “histórico-trascendental” de estos días, creo haber oído que Maduro habló del fetichismo de la ley. Me pareció entender -no sé si él se comprendió a sí mismo- que el respeto al Derecho no sería algo fundamental. La ley sería un fetiche.
Y si es un tal fetiche, nos preguntamos: ¿por qué entonces solicitar una ley habilitante?
La única explicación que nos damos sería la de que la necesitan como barniz formal “legal” para esconder propósitos inconfesables. Es lo que han hecho todos estos años con leyes inconstitucionales. Utilizaron la legalidad y la institucionalidad para socavar a la democracia desde adentro.
Goebbels, que parece ser uno de los maestros de quienes gobiernan hoy a Venezuela, escribió sin muchos escrúpulos en 1928: ““Entramos al Parlamento para tomar las armas de la democracia. Si la democracia es tan estúpida como para darnos entrada gratis y salarios por ese trabajo, ése es su problema. Cualquier forma de traer la revolución es buena para nosotros (…) El Parlamento no es nuestro objetivo. No venimos como amigos, ni siquiera como neutrales. Venimos como enemigos. Como el lobo que ataca el rebaño de ovejas, así venimos.”
Y así vinieron también los chavistas. Destruyeron instituciones y forjaron leyes en función de sus objetivos demenciales.
¿Será la ley habilitante otro apretón de tuercas en la deriva tiránica del chavismo?
“¿Para qué servirá la habilitante, maestro?”, le reiteramos la pregunta también nosotros al amigo, y la respuesta sigue siendo una incógnita, aunque barruntamos que no es para nada bueno.
EMILIO NOUEL V.
emilio.nouel@gmail.com
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