FRENTE AL USURPADOR ¿QUÉ HAREMOS?
Nadie, por muy encumbrado que esté, puede estar por encima de
la Constitución y las leyes de la República. En un Estado de derecho, eso no
tiene cabida.
Mucho menos alguien que no cuente con la legitimidad democrática
que otorga el ser electo de acuerdo con los mecanismos constitucionales establecidos.
En cualquier país del mundo democrático y civilizado, quien
llegara a hacerse del poder violentando estos principios, sería calificado de usurpador
del poder y repudiado sin contemplaciones, sin perjuicio de su enjuiciamiento
posterior. Y ya sabemos que según nuestra Constitución (artículo 138), toda autoridad usurpada es ineficaz y sus actos son nulos.
En Venezuela, estamos presenciando una evidente usurpación
del gobierno, avalada por unas instituciones políticas envilecidas y sumisas a
un poder que progresiva y calculadamente ha venido vaciando de contenido toda
nuestra democracia y el Estado de Derecho.
Es la forma impune como nuestro particular neoautoritarismo
militar está operando, bajo la mirada impasible de muchos en el mundo.
La conducta abyecta y repugnante de los magistrados del Tribunal
Supremo de Justicia (TSJ) de Venezuela pasará a la historia igual que la de los
juristas del horror nazis. Su mediocridad profesional e inmoralidad sin paralelos
será siempre recordada en nuestro país, como la época más oscura del poder
judicial.
Gracias a los desaguisados perversos de ese tribunal, somos testigos
hoy de cómo el poder hace lo que le viene en gana irrespetando toda norma,
pisoteando el Estado de Derecho a voluntad.
Así, tenemos que un candidato ganador de unas elecciones que
no cumplió con su juramento de ley por
las razones que ya conocemos y, además, no alcanzó a nombrar a su tren de
gobierno, por arte de birlibirloque, es sucedido por un “Presidente encargado”,
que no fue electo democráticamente, pero que está ejerciendo con todas las
atribuciones constitucionales de uno electo.
¿Cómo puede ocurrir esta aberración? ¿Cómo tal absurda y retorcida
interpretación de la Constitución, tal desacatamiento flagrante a la Ley, pueden
ser defendidos, sin sentir un mínimo de vergüenza?
La interpretación disparatada y acomodaticia de los que están
al frente del TSJ, no puede ser calificada sino de obra de aprendices de brujo,
que no de juristas serios comprometidos con la verdad y los principios del
Derecho.
Estamos viviendo tiempos de degradación sin precedentes en
nuestro país. En la larga historia de dictaduras que ha vivido Venezuela, nunca
se llegó a ver un cuerpo de magistrados que llegaran a esos extremos de
deshonor y piratería.
Venezuela tiene, en estos momentos, un “Presidente” usurpador,
de eso no tengo la menor duda. No sé qué piensan hacer en los días venideros,
una vez pase el duelo por el fallecimiento del presidente Chávez.
Lo cierto es que Nicolás Maduro está firmando decretos sin
estar constitucionalmente facultado para ello. Maduro no goza de legitimidad
democrática alguna.
La Constitución Nacional, como en toda la última década,
sigue siendo un instrumento devaluado y decorativo, que es utilizado a su antojo
por el poder autoritario militar establecido.
¿Qué harán al respecto las fuerzas democráticas?
Emilio Nouel V.
twitter: @ENouelV
email: emilio.nouel@gmail.com
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