EL MITO DE CHAVEZ EL
INTEGRADOR
Ya he perdido la cuenta de las veces que
he recordado un principio inconmovible en materia de uniones económicas
internacionales: sin mecanismos concretos que generen vínculos fuertes y
duraderos entre los que participen en estos proyectos, la integración no
llegará a feliz término, porque con sólo retórica no se hace integración.
Al observar los regímenes de integración
que han avanzado y/o logrado resultados satisfactorios, el denominador común es
el establecimiento de estructuras institucionales y dispositivos efectivos, más
allá de la palabrería.
La Unión Europea, caso emblemático, nos ha
legado una enorme experiencia al respecto. Si bien hubo un impulso político
inicial y necesario, protagonizado por el liderazgo de postguerra, la
construcción comunitaria europea que hoy conocemos, se alcanzó gracias a las
regulaciones, disciplinas y mecanismos puestos en práctica. Con pura retórica,
no se hubiera llegado a lo que hoy es esa Unión. Muy bien lo decía Jean Monnet: petits mots, grands pas. Pocas
palabras, grandes pasos.
Estos comentarios iniciales me permiten
abordar el papel exagerado que algunos han conferido al ex presidente Hugo
Chávez en esta materia, llevados solo por el centimetraje discursivo de éste.
En los funerales recientes de este
mandatario, hemos visto un desborde de discursos, declaraciones y artículos
laudatorios que han ido más allá de lo que es natural frente estos eventos. Se
ha adulterado, a mi juicio, el papel cumplido por él en el tema que nos ocupa.
Hay algunos, incluso Presidentes, que hasta llegan a llamarlo falsamente
forjador, promotor o artífice de la integración, cuando no hizo nada que pueda
acreditarlo como tal o que lo coloque por encima de lo que otros presidentes
igualmente hicieron, aunque con menos estridencia.
Y uno puede hacerse varias preguntas: ¿a
cuál integración se refieren los que le otorgan tal rol determinante? ¿Es
integración la ALBA? ¿Es contribuir con la integración sacar a Venezuela de la
CAN y el Grupo de los 3?
Ciertos desinformados le han adjudicado a
Chávez la autoría o el impulso de la propuesta y creación de la Comunidad de
Estados de Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) y la de la Unión de Naciones
Suramericanas (UNASUR). ¿Tiene esto sustento?
Demos respuesta a estas interrogantes.
La integración que defendió Chávez fue
meramente retórica. Nunca habló ni le interesó aquello que hace que los países
se integren, que erijan lazos perdurables: lo económico- comercial. El creía,
fundamentalmente, que era un asunto político-militar y que lo demás vendría por
añadidura, si es que esto último fuera necesario.
La ALBA es una suerte de junta de
beneficencia presidida y financiada por Venezuela. Este país es el centro de la
iniciativa. Hacia los demás miembros reparte recursos sin contrapartida alguna;
y en el mejor de los casos (CUBA), recibe servicios en condiciones leoninas o
de sobrefacturación para nuestro país. La ALBA no tiene reglas de intercambio
comercial, ni una institucionalidad que pueda llamarse tal, ni siquiera tiene personalidad
jurídica. Sus fines son político-ideológicos, contrarios al mercado, excluyentes
y de confrontación con el mundo desarrollado. La verdadera integración brilla
por su ausencia.
Venezuela, incorporada a la
interdependencia e integración económica hemisférica antes de la llegada de
Chávez al gobierno, pudo sacar provecho económico de su pertenencia a la
Comunidad Andina y el Grupo de los 3. Las cifras positivas son
elocuentes. Sin embargo, el “Artífice de la Integración”, de manera
absurda denunció aquellos tratados, causando un golpe mortal a esos regímenes,
y graves perjuicios a la economía de nuestro país. Con estas políticas
anti-integración ¿se puede hablar de Chávez como “paladín de la integración”?
Por último, debemos salir al paso a otra
mentira repetida muchas veces en estos días de discursos funerarios. Se
adultera la verdad cuando se dice alegremente que Chávez es inspirador,
propulsor y creador de entes como UNASUR y CELAC.
Si bien se puede admitir que Chávez
siempre tuvo a flor de boca el tema de la integración –y ya sabemos a qué tipo
de integración se refería- en todos sus discursos proferidos en los ámbitos
internacional y nacional, no puede llegarse a afirmar sin faltar a la verdad,
que es el mentor de los entes mencionados. UNASUR siempre fue un proyecto
impulsado por Brasil, y que Chávez haya sugerido el nombre, como lo hizo,
cuando dejó de llamarse Comunidad Suramericana de Naciones, no lo hace su
creador.
Por su parte, la CELAC se construye sobre
la base del Grupo de Río y la CALC, y a propuesta del presidente de México,
Felipe Calderón, en la XX Cumbre del Grupo de Río en 2008, que tuvo lugar en
República Dominicana, no de Chávez.
Frente a este asunto, lo que al final nos
queda es la convicción de lo fácil que sucumbe una gran parte de los medios,
analistas, observadores y políticos, ante la retórica de un hombre carismático,
demagogo y dicharachero, cuya ejecutoria real en este campo dista mucho de las
profesiones de fe integracionistas de los discursos inflamados y declaraciones
altisonantes que embriagan a muchos descaminados.
No hay duda, Chávez sólo persiguió dividir el continente.
No hay duda, Chávez sólo persiguió dividir el continente.
¿Chávez integracionista? ¡A otro perro con
ese hueso!
EMILIO NOUEL V.
Twitter:
@ENouelV
E-mail:
emilio.nouel@gmail.com
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