PERSECUCIÓN POLÍTICA, DEGRADACIÓN
MORAL Y DESVERGUENZA INSTITUCIONAL
Tensa es la actual situación política. De nuevo, el poder
autoritario arremete contra la oposición democrática, y Venezuela sigue dando
qué hablar.
De un país que tiene esbirros por fiscales del ministerio
público y verdugos por jueces, no se
puede decir nada bueno. Nuestra administración de justicia es de vómito.
En Venezuela, estamos viviendo momentos álgidos de desvergüenza
institucional, de oprobio político. Desde los que usurpan el poder hasta todos
los poderes públicos.
La degradación moral, con una que otra excepción, no puede
ser mayor. Ha batido el record histórico nacional. Algo nunca antes visto.
Las más recientes acciones arbitrarias contra dirigentes de
la oposición democrática atestiguan hasta dónde son capaces los que gobiernan
de pisotear sin ningún pudor todo principio o norma legal.
A Pablo Pérez y Leopoldo López les ha tocado en esta
oportunidad ser víctimas del atropello. Éste forma parte del plan de
persecución fraguado desde un poder en decadencia, que se pudre en sus entrañas,
por la corrupción y el canibalismo interno.
Es muy difícil no sentirse abochornado por la imagen que
estamos trasmitiendo al mundo. Si ya ésta era patética en los últimos años, qué
se puede decir de lo que está sucediendo en los días que corren.
La burla de que somos objeto todos los venezolanos con la
situación opaca de la enfermedad del presidente raya en la obscenidad. Es un
escándalo para cualquier observador. Los extranjeros que conocen de nuestros
asuntos no pueden comprender, y algunos ni creer, cómo en nuestro país puede
estar aconteciendo semejante cosa.
Las violaciones flagrantes y reiteradas a la Constitución,
avaladas por un poder judicial infame, que constituirían una afrenta para cualquier
pueblo de un país medianamente civilizado, son en el nuestro el pan de cada
día.
La barbarie, que ha tomado el poder desde hace más de una
década, infringe como le viene en gana, el ordenamiento jurídico. No respeta
principios constitucionales, ni normas legales.
La crueldad de quienes gobiernan de cara a los presos políticos
que injustamente han sido sentenciados o están en proceso, llega a los niveles
de sadismo. La monstruosidad de esta conducta sólo tiene explicación en un grave
desequilibrio psicológico o en una enajenación producto de la ideología mortífera que los
inspira.
No otra puede ser la conclusión a la que uno puede llegar
sobre los salvajes que operan la descomposición social que experimenta lamentablemente
Venezuela.
Este horror sin duda, nos sobrecoge. Nunca, ni por asomo, me pasó
por la mente que cosa parecida pudiera llegar a ocurrir aquí. El resentimiento
y el odio que han sido potenciados y alimentados desde el poder han transformado
el alma de muchos venezolanos, para mal, y eso requerirá de mucho esfuerzo para
revertirlo.
Esta atrocidad tiene que parar. Debemos pararla. Política y
éticamente estamos obligados a ello. A las fuerzas democráticas les corresponde
un delicado papel en la reorientación política, económica y social del país. Y
en la coyuntura que se avecina, debe demostrar su capacidad e inteligencia para
que el necesario viraje se dé en las condiciones menos traumáticas.
El pulso de los acontecimientos no se puede perder. Las acciones
políticas de protesta, denuncia y movilización que sea menester adelantar,
deben estar signadas por la estrategia diseñada y consensuada en el seno de la
unidad de los partidos democráticos y otras organizaciones. Perseverar en ella
es la garantía del triunfo definitivo.
EMILIO NOUEL V.
No hay comentarios:
Publicar un comentario