¿TENDRÁN QUE RESOLVER LOS
ELECTORES MONAGUENSES EL CONFLICTO SORAYA-GATO BRICEÑO?
La divergencia suscitada en Monagas sobre la candidatura
única de la oposición ha generado no poco debate. Incluso en las redes sociales
se ha desatado una polémica al respecto.
El tema no es de fácil abordaje, mucho menos lo es su solución. Sobre todo por lo que está
en juego: ganar o perder la gobernación de ese estado.
Como se sabe, Soraya Hernández es candidata oficial de la
oposición después de haber ganado en unas elecciones primarias organizadas y
reguladas por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD).
En tal sentido, como candidata, es poseedora no sólo de
legitimidad política, sino también de legalidad. Su opción cuenta con un
respaldo popular expresado en elecciones libérrimas, consensuadas y aceptadas
por los que participaron en ellas. Y esto no es una tontería que puede
despacharse así como así, por razones de realismo político, tal y como lo
proponen algunos.
Al momento de esa elección, todos suponíamos que el candidato
a vencer sería José Gregorio “El Gato” Briceño u otro que el dedo de Chávez
designara. La oportunidad de triunfo que la candidatura de Hernández tenía
entonces, a juicio de muchos, era muy precaria. Para muchos, entre ellos me
cuento, Monagas no estaba entre los nuevos espacios institucionales que
conquistaríamos.
Pero era Soraya la abanderada oficial de la oposición y con
ella había que llegar hasta el final, haciendo honor a los compromisos asumidos
por todas las fuerzas políticas y a la voluntad de los que fueron a las
primarias a votar.
Sin embargo, después sobrevino la defección de “El Gato”
Briceño de las filas chavistas. Las razones de ello todos las conocemos. Más
adelante, él manifiesta su apoyo a Henrique Capriles, lo cual desencadenaba el
problema electoral regional que ahora estamos enfrentando.
“El Gato”, según las encuestas, goza de un amplio respaldo en
su estado. Mayor que el que tiene Soraya. Él ha propuesto resolver el conflicto candidatural de varias formas,
pero Soraya se ha negado, fundamentada en que ella es la abanderada oficial de
la oposición.
La MUD nacional, en vista de una decisión tomada en días
pasados por un grupo mayoritario de organizaciones políticas de Monagas,
apoyando a “El Gato” Briceño, se vio obligada a emitir su opinión, y en ella
ratifica a Soraya.
Así las cosas, estamos ante un conflicto no solo entre dos
aspirantes a candidatos, sino también entre la dirigencia nacional y la
regional de la oposición.
Algunos, partidarios de la opción representada por “El Gato”,
la que consideran como la que tiene chance de ganar, han salido a cuestionar a
la MUD nacional. Han dicho que no ha sabido manejar el asunto, es decir, que
habrían fallado en su liderazgo político, al no haber impuesto la candidatura
de Briceño; dando por descontado que en la MUD nacional todos estarían
contestes en que “El Gato” es el que puede ganar, pero que estarían atrapados
en una suerte de leguleyismo que les impide tomar la decisión política
adecuada. Esta conducta obligaría, según éstos, a revisar el papel de la MUD en
lo sucesivo.
Para quienes estamos viendo el problema, no tanto desde la
barrera, pero sí fuera de los mecanismos decisorios, el asunto es harto
complicado. Resulta difícil inclinarse por una u otra posición.
En este debate, están envueltos valores y principios
políticos, por un lado, y por otro, realidades y necesidades políticas. También
hay pasiones, intereses, resentimientos, ojerizas, enemistades, desafectos, e
imagino que hasta odios, entre las partes en conflicto.
¿Cómo lidiar con todas estas cosas juntas en un solo problema
que es político?
¿Cómo hacer para mandar al diablo la voluntad expresada por
miles de personas en unas primarias y desconocer el legítimo derecho de una candidata
que respetó y se sometió a unas reglas, y forzar a la brava la candidatura del
que está mejor posicionado en las encuestas?
¿Cómo hacer para despreciar lo que realistamente indican unas
encuestas y reafirmar, a pesar de ello, una decisión tomada democrática y
legalmente en primarias?
Tengo entendido que la MUD y algunos dirigentes gestionaron
para que se llegara a un acuerdo satisfactorio entre las partes enfrentadas en
este caso. Y no lo lograron.
Ante esta situación ¿Qué otra cosa podía hacer la MUD sino
ratificar lo decidido en primarias, en vista del desacuerdo mantenido?
Si no lo hacía, a mi juicio, todo su prestigio se hubiera
venido abajo. Lo decidido es la reiteración de una conducta responsable y
seria. Institucionalmente hablando, no cabía otra salida, a pesar de que
pudiera haber el convencimiento mayoritario de que con ello se podía estar
decretando la derrota en Monagas. No se puede pisotear todo un andamiaje político-jurídico levantado con pinzas y
mucho esfuerzo, sólo porque el realismo político indique un curso contrario
determinado.
Sé que decir estas cosas puede ser objeto de burlas del que
ve la política desde la perspectiva realista pura y dura, la que sólo ve el
resultado eficaz final. Quien escribe estas líneas, no pocas veces la ve también
así. Pero creo que los costos a pagar en términos de credibilidad y respeto
pudieran haber sido más altos si la MUD hubiera actuado de otra manera.
Es verdad, ha habido casos que se salieron de los
resultados de las primarias, pero en ellos no hubo conflicto alguno y la
negociación entre los involucrados operó. En el de Monagas no ha sido posible;
por tanto, a la MUD no le quedaba más que hacer lo que hizo, y por ello no
pueden ser puestos en tela de juicio su liderazgo y proceder acertados.
Si no hay un acuerdo en los próximos días, quizás
se pierda para la oposición la gobernación de Monagas. Ojalá que no, y ocurra
el milagro de un acuerdo de última hora. Porque por encima de todo está el bien
superior que es la unidad de las fuerzas democráticas. Hubiera querido que se
hubiera solucionado este impasse de la mejor manera.
En cualquier caso, ¿tendrá que ser el pueblo elector monaguense el que al final resuelva la divergencia no saldada entre las partes enfrentadas?
En cualquier caso, ¿tendrá que ser el pueblo elector monaguense el que al final resuelva la divergencia no saldada entre las partes enfrentadas?
EMILIO NOUEL V.
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