SALIDA DE LA CIDH, RETROCESO
DEMENCIAL
Represión militar en Venezuela
EMILIO NOUEL
Desde hace unos cuantos años
vengo expresándolo. A Chávez y a su gobierno, los organismos internacionales,
sean de la naturaleza que sea, les resultan camisas de fuerza para sus propósitos
políticos y la concepción ideológica que lo anima.
No se trata sólo, como ahora, de
la denuncia del tratado de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos. La
alergia que le producen los compromisos internacionales que obligan al país y
sus gobernantes a actuar de acuerdo con unos estándares aceptados mayoritariamente
por la comunidad internacional, se evidencia en un sin número de declaraciones
y una conducta reiterada que va a contrapelo de aquellos.
Mientras no se sintió seguro de tener
todos los poderes públicos bajo su égida, siguió el juego de las organizaciones
internacionales, no pudiendo esconder, en algunos momentos, sus profundas
intenciones y afectos políticos. Varios gestos ya anunciaban por dónde iban los
tiros. El desafío que representó visitar a Sadam Hussein era una muestra palpable
de los tiranos con los que se identificaría con el correr de los años. Después
vino su apoyo a Mugabe, Gadafi, Ahmadinejad, Al Bashir y Al Assad, todos
déspotas y genocidas. Sin olvidarnos, obviamente, de los tiranos cubanos.
Queda claro que este talante político-ideológico
es la consecuencia lógica de una visión autoritaria y obsoleta del poder. Un
caudillo militarista anacrónico, como Chávez, no podría comportarse de otra
forma.
Unos atrás, el presidente
venezolano, refiriéndose a la OMC, dijo: “Es
un monstruo”. En su engendro “integracionista”, la ALBA, se habla de
enfrentar la “influencia nefasta de los
organismos internacionales”. Obviamente, no desecha del todo las organizaciones internacionales mientras no afecten sus planes; aprovecha las que no signifiquen obligaciones rígidas, como Mercosur, y sirvan a sus intereses geopolíticos.
Y qué decir de los conceptos denigrantes
y desconsiderados emitidos contra los organismos y funcionarios hemisféricos
encargados de la defensa y garantía de los derechos humanos.
En el fondo de la ideología
demencial que inspira al gobierno venezolano, está una noción -lo hemos dicho
infinidad de veces- de soberanía demodé, no acorde con los tiempos modernos y
el actual desarrollo del Derecho Internacional y sus principios.
Esta peligrosa y anacrónica idea comporta un retroceso hacia situaciones
históricas que creíamos en gran medida superadas. Se pretende imponer la
utilización de un concepto de soberanía à
la carte, contrario a la normativa internacional contemporánea, acomodaticio
a los intereses de los gobernantes, el cual, al final del día, se erige en una
suerte de burladero para no responder de las arbitrariedades cometidas al
interior de los países.
Chávez ha ordenado públicamente a su canciller sacar a Venezuela “de una vez por todas” de la Corte
Interamericana de DDHH. De concretarse, se estaría cometiendo no sólo un disparate
político aberrante; también una violación, otra más, a nuestra Constitución, toda
vez que ésta dispone que las normas de los tratados internacionales tienen
jerarquía constitucional y prevalecen en el orden interno, y además son de
aplicación inmediata y directa (art. 23 CN); es decir, son derecho supraestatal
reconocido por la Carta Magna, sobre el cual no se puede echar marcha atrás,
denunciando el tratado (Convención Americana sobre Derechos Humanos), sin violentar
el principio de la progresividad de los DDHH (art. 22 CN).
Sacar a Venezuela de esa Convención representa un retroceso democrático,
una violación de la Constitución Nacional y una desmejora de la garantía de los
DDHH de los venezolanos, que deben ser conocidos por el mundo.
Me pregunto qué dirán al respecto los gobiernos amigos de Chávez de la región,
para los que la Corte Interamericana fue muy útil y vital para denunciar las
atrocidades de los gobernantes militares que padecieron.
Twitter: @ENouelV
Email: emilio.nouel@gmail.com
1 comentario:
Para retirarse de CIDH se requiere preaviso de 1 año, para entonces Capriles será presidente. Hay un Camino
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