USHUAIA, PARAGUAY Y LOS MODERNOS BANDEIRANTES
Emilio Nouel V
En solidaridad con su amigo Lugo, los presidentes de Mercosur decidieron suspender a Paraguay de ese bloque comercial, violentando su ordenamiento jurídico y “comprando” un problema que traerá en el futuro consecuencias letales para un proyecto que ya viene cojitranco desde hace algunos años.
Alegaron un supuesto golpe de estado
que sólo ellos y algunos cuantos descaminados vieron en un procedimiento
estrictamente constitucional, puesto en práctica por un poder autónomo legitimo
y democrático. Pero éste fue el pretexto perfecto para otro despropósito
adicional.
La jugada les permitió incorporar
a la peña mercosuriana a otro de sus amigos, el presidente Chávez, cuyo
gobierno, en materia de integración económica, no tiene la menor idea y se incorpora
allí con objetivos contrarios a lo que han sido hasta ahora los principios que
inspiran esa empresa.
Pepe Mujica, a pesar de que su
gobierno iba con la línea de no aceptar a Chávez en el club, torció la decisión, apremiado, según lo afirma él mismo, por poderosas razones de orden político
que diera la señora Dilma Rouseff en petit
comité. Las cuestiones jurídicas
pasaron a un segundo plano. A confesión de parte…..
Se cuidaron, sí, de no afectar la
parte comercial aduciendo que con ello se afectaría al pueblo de ese país. Que
no se vaya a creer que tal decisión fue por los negocios mercantiles, ¡No¡, ¡Por
favor¡, ni tampoco por los miles de brasiguayos que echaron el grito al cielo. Por
delante, las razones humanitarias¡ No sea el lector malpensado.
A todas éstas, el gobierno
paraguayo resuelve intentar una demanda por ante los órganos establecidos en el
bloque para la solución de las controversias que pudieren surgir entre sus
miembros.
Tenemos entendido que han
recurrido o recurrirán ante el Tribunal Permanente de Revisión, creado
fundamentalmente para las divergencias de carácter comercial. Aunque lleva el
nombre de Tribunal, si nos atenemos a sus competencias y procedimientos, antes
que un mecanismo jurisdiccional, como es el Tribunal Andino de Justicia, es más bien un órgano de arbitraje sobre
materias comerciales, no políticas, tal es el caso de la suspensión ilegal de que es
víctima Paraguay.
La medida se fundamentaría en el Protocolo
de Ushuaia, el cual contiene, en síntesis, la llamada cláusula democrática. El
Protocolo establece que en caso de que se produzca una ruptura en el orden
democrático de un país miembro, los otros podrán tomar medidas en su contra.
Estas medidas podrían llegar a la
suspensión del derecho a participar en los órganos del proceso de integración o
de los derechos y obligaciones emergentes de él.
Ahora bien, para disponer
cualquiera de tales medidas, el artículo 4 dispone que “los Estados Partes promoverán las consultas pertinentes entre sí y con el Estado afectado”. Y sólo cuando estas consultas resultaren
infructuosas es que se podría decidir las medidas antes mencionadas.
En el caso paraguayo -y es aquí
en donde vemos el doble discurso, la doble medida, de los presidentes
mercosurianos- la consulta obligatoria con el Estado afectado no se produjo. No
hubo ni siquiera un diálogo con las nuevas autoridades constitucionales paraguayas.
El ejercicio del derecho a la defensa que se pidió para el señor Lugo, que, a mi
juicio, no operaba, fue obviado en éste caso, violación que se hace más patente,
sobre todo, cuando ese requisito está estipulado de manera expresa en el Protocolo en cuestión.
Dudo que la demanda de Paraguay
vaya a tener ninguna acogida en el tribunal referido, no sólo por las razones
expresadas, sino también porque a los otros países no les interesa darle curso.
Lo jurídico, sin ninguna duda, no es la prioridad.
Las motivaciones económicas y geopolíticas
se imponen. Brasil ha decidido reactivar y ampliar el Mercosur. El canciller brasileño Antonio Patriota lo confirma en su
comparecencia reciente ante el senado: “Venezuela
representa mercado de gran potencial para los socios de Mercosur: casi 30
millones de consumidores”; “la
adhesión de Venezuela es un paso crucial en el rediseño de la geopolítica de la
región”; “Con Venezuela, la dimensión
territorial de Mercosur pasa a incorporar una importante conexión entre la
Amazonia y el Caribe”. Más claro, el agua.
Mientras en su paranoia, Chávez acusa
a EEUU de lo que ocurrió en Paraguay, el gigante brasileño lo aprovecha para
avanzar en su inveterado proyecto hegemónico en la región, posicionando sus
empresas y captando negocios para ellas.
Los
modernos bandeirantes están haciendo su trabajo.
EMILIO NOUEL V.
@ENouelV
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