Los acontecimientos recientes en Mercosur nos convocan a la reflexión por los efectos insospechados que pueden
tener en nuestro país y en los demás de la región.
¿Cuales razones políticas de peso
esgrimió la presidente Dilma Rouseff en relación con el ingreso forzado de
Venezuela, para que se saltaran a la torera consideraciones
fundamentales de naturaleza jurídica sus pares Mujica y Kirchner?
¿Qué grave asunto planteó la
Rouseff en reunión privada a los dos presidentes que haya ameritado la
exclusión de cancilleres y asesores "molestos" a la hora de la decisión?
¿De qué no debían enterarse
éstos?
Algún día lo sabremos a ciencia
cierta. Por lo pronto sólo nos queda, de un lado, dar rienda suelta a las
conjeturas, y de otro, constatar el daño que se le ha hecho a la
institucionalidad y a la imagen exterior de esa organización, que ya venía
desde hace tiempo proyectando un perfil decadente, incluso para observadores al
interior de ese bloque.
Pero no es sólo eso. Este
quilombo mercosuriano amenaza con afectar a otros actores.
UNASUR, CELAC y OEA tendrán que
tocar el tema en algún momento.
A menos que le apliquen una
sordina regional, las evidencias de la intromisión del gobierno chavista en los
asuntos internos de Paraguay, conducta reiterada y documentada también en otros
países, no son de poca monta.
Las testimoniales de los altos
jefes militares paraguayos de que fueron presionados a sublevarse ante la inminente expulsión del
poder del señor Fernando Lugo mediante un impeachment constitucional, han sido
concluyentes.
El inicio de una investigación de
aquellos hechos por la fiscalía paraguaya, el retiro del embajador en
Venezuela, la declaración de persona non grata del embajador venezolano, la
averiguación en el parlamento uruguayo sobre la visita de 200 militares
venezolanos sin autorización, el anuncio de acudir a instancias judiciales para
dirimir el caso de la suspensión de Paraguay en Mercosur, molestias de Rouseff con Itamaraty y el ingreso de
Venezuela a este bloque, constituyen hechos que hacen escalar las tensiones
político-diplomáticas en la región.
Si a esto sumamos las
declaraciones del canciller y el Vicepresidente de Uruguay, personalidades,
cámaras empresariales y políticos (Parlasur) de todos los países de Mercosur,
rechazando la forma cómo se hizo entrar a Venezuela a ese bloque comercial, es
de esperar días muy movidos en el vecindario.
Desde Venezuela, todo este
embrollo, principalmente, el ingreso a Mercosur aun no consumado, se vive con una
incertidumbre llena de interrogantes por parte de los sectores económicos que
se verán envueltos en esa competencia comercial más intensa que la actual, cosa que poco interesa al gobierno nacional.
Definitivamente, nuestro aparato
productivo a la hora presente no tiene las fortalezas necesarias para afrontar
tales retos. El entorno nacional que podía ayudar en esa tarea es adverso. Las
nefastas políticas económicas gubernamentales han disminuido las capacidades
instaladas y le han restado competitividad a nuestras empresas. Se impone, sin duda, la necesidad de un tiempo
que permita la recuperación y una amplia consulta a la sociedad.
Un nuevo gobierno, con políticas
de estímulo a las inversiones, eliminación de controles perversos y que impulse
modificaciones legales imprescindibles, podría crear un clima propicio para
hacer cara a las exigencias de nuestra inserción internacional. Habrá que
pensar en la definición de nuestras relaciones económicas y comerciales hacia
el futuro, y esperamos que los países socios comprendan las circunstancias y
nos acompañen en el esfuerzo, todo, por supuesto, en el entendido de que vemos
como crucial para nuestro desarrollo la interdependencia global.
Obviamente, estos deseos debemos
enmarcarlos en un espacio hemisférico agitado por las tensiones diplomáticas
señaladas.
Brasil, bajo el gobierno Rouseff,
reitera su aspiración de liderazgo y hegemonía. En estos momentos está claro
que busca poner a Suramérica a su cola, propósito consistente con viejos
anhelos. No le conviene que el proyecto Mercosur naufrague, sobre todo, cuando ve que surgen nuevos esquemas como el de la Alianza del Pacífico. Dentro de sus
planes está repotenciar la idea de un poder suramericano mediante la incorporación de todos los países de la
región. Eso requerirá modificaciones sustantivas del régimen establecido.
Sin embargo, si lo
político-ideológico, como parece ser, es lo crucial en ese objetivo, el proyecto no tendrá largo aliento. Si la integración que persigue Brasil se sustenta sólo en la amistad de presidentes circunstanciales y no en instituciones fuertes y duraderas, no le veo futuro.
Según Pepe Mujica, presidente de
Uruguay, razones políticas muy poderosas esgrimidas por la señora Rouseff lo
hicieron decidirse por que Venezuela se incorporara a Mercosur desdeñando la
normativa jurídica obligante. No obstante, a mi juicio, lleva razón su
vicepresidente, Astori, cuando dice que esa decisión es “una herida grave al
corazón del Tratado de Asunción” y que “Ojalá se pueda hacer algo para
revertirlo”.
Por otro lado, también es certero el ex canciller brasileño Luiz F. Lampreia, firmante del Protocolo de Ushuaia, al
señalar que "El Mercosur es hoy un
mecanismo político orientado solo por razones ideológicas", que "desde
hace mucho tiempo está dañado como espacio comercial".
Ya lo dijimos en otra oportunidad. No
todo es oro lo que en Mercosur brilla. Aunque son de esperarse como
naturales los desencuentros en todo proceso de este tipo, las reiteradas
controversias por los mismos temas, las crónicas quejas de los pequeños y los
lamentos por la precariedad institucional presentes en este régimen comercial,
no parecen aminorar sino aumentar con el tiempo. Estas divergencias crecientes
que deterioran las relaciones internas, amenazan con neutralizar o suprimir los
logros obtenidos. Y los retrocesos respecto de los compromisos jurídicos de
integración de las 4 economías que fundaron Mercosur, son cada vez más
frecuentes. Reinstalar las barreras comerciales eliminadas, subir aranceles consolidados,
imponer de nuevo licencias de importación, cupos o establecer nuevas trabas,
representan acciones de retorno de cara a los logros de liberación comercial
alcanzados en fases anteriores. Eso no tiene otro nombre sino proteccionismo
redivivo puro y duro. Esto es lo que está haciendo hoy, con desparpajo, Argentina.
Es por eso que hace un tiempo un observador europeo decía sobre Mercosur: “Ilusión óptica, pura vocinglería, nula eficacia”.
Es por eso que hace un tiempo un observador europeo decía sobre Mercosur: “Ilusión óptica, pura vocinglería, nula eficacia”.
Es allí en ese espacio económico
preñado de contradicciones, incumplimientos de compromisos y desencuentros
políticos, en donde Chávez nos quiere meter, por cierto, para incordiar como lo
hace dentro de Venezuela.
EMILIO NOUEL V.
@ENouelV
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