TOMÁS CUESTA:
"MÁS allá de los tópicos sobre las recepciones del embajador, la diplomacia es una de las pocas disciplinas en las que la simulación, la hipocresía y la doble moral no sólo tienen cabida sino que son imprescindibles, como la mantequilla para ligar las malas salsas. Las relaciones internacionales requieren una cierta cultura, por lo que es creencia extendida que sus protagonistas atesoran virtudes y hábitos tan recomendables como difíciles de practicar. Sin embargo, los modales austro húngaros se aparean con las intenciones tártaras, lo que proporciona a la carrera diplomática un halo de respetabilidad muy adecuado para convertir una llamada a capítulo en un navajazo por la espalda. Así, el despliegue de amabilidades y parabienes de tan altos funcionarios no es más que la coartada imprescindible para emplearse como auténticos cafres."
("LA POSICIÓN ESPAÑOLA" en ABC)
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