EL GRAN
RELAJO Y EL RESORT DE
TOCORÓN
TOCORÓN
E. Nouel V.
Por donde sea que lo mires el gobierno venezolano
actual es un inmenso relajo. Desde el tránsito terrestre, pasando por las
empresas estatales, hasta en las leyes que hace. Todo es un despelote, no hay
ideas ni iniciativas razonables. Esto no puede llamarse administración pública
ni nada que se le parezca, le queda grande el nombre. Y el que pudo en algún
momento esperar de él otra cosa, lo hizo por ingenuidad o ignorancia. A
Venezuela la desgobierna la barbarie, sin duda.
Y este fenómeno, que no es exclusivo de nuestro país, ya ha
venido siendo advertido por diversos estudiosos del tema.
Cuando vemos lo que está ocurriendo en Venezuela no puedo
menos que recordar los trabajos realizados por dos destacados analistas
internacionales algunos años atrás.
Me refiero al periodista Robert D. Kaplan (“La anarquía que viene”, 2000) y al
economista Moisés Naím (“Ilícito”,
2006), quienes, desde sus puntos de vista particulares, alertan sobre la forma
como las redes de delincuentes, en virtud de la pérdida de capacidad y la
creciente vulnerabilidad del Estado para controlar las distintas expresiones
criminales nacionales e internacionales y enfrentar los problemas sociales, han
comenzado a influir en la política y en algunos casos, los más graves,
arrebatando el monopolio de la fuerza armada a aquel; tal y como sucede, sobre
todo, en ciertos países de África.
Naím, y esto viene muy a propósito de nuestro país, dice
certeramente en su formidable estudio: “Los
enormes y constantes márgenes de beneficio del narcotráfico global en las
regiones más vulnerables, darán lugar a un poder político sustentado en el
dinero obtenido gracias a las drogas
y viceversa. Las formas que adopten estas combinaciones pueden variar desde
la corrupción hasta los ‘estados forajidos’, pasando por la secesión, pero la
dinámica subyacente será siempre la misma: los gobiernos están en desventaja
frente a los narcotraficantes.”
Lamentablemente, en nuestra Venezuela estamos viendo aquí y
allá manifestaciones de este fenómeno global que está empoderando a las redes
de criminales de todo pelaje.
La trama del caso Makled y sus conexiones con altos
personeros del gobierno son una muestra palpable. Ciertas similitudes con el
caso de Escobar Gaviria en Colombia son protuberantes. Solo recordemos que este
personaje siniestro llegó a ser parlamentario en su país. Las relaciones del
gobierno venezolano con las terroristas FARC no son un secreto. Chávez llegó a
cometer el exabrupto de decir que Venezuela limitaba territorialmente por el
Oeste con ellas. Ese grupo colombiano, es vox populi, se dedica al narcotráfico;
de allí que no sea inadecuado afirmar que esas relaciones ratifican una deriva
demencial que si no se le pone coto puede llevarnos a situaciones como las que
en África describe Kaplan en su libro.
La crisis carcelaria en Venezuela nos está mostrando hasta
donde ha llegado el poder de la delincuencia. Un Estado casi destruido,
debilitado, dirigido por incompetentes e intoxicados por ideologías
demenciales, ha tenido que arrodillarse, someterse, ante criminales que portan
kalashnikov y todo tipo de armas. Un Estado retrocediendo ante el impulso desenfrenado
de un crimen organizado que no consigue impedimento en quienes están obligados
a meterlo en cintura.
El último episodio de las cárceles de la revolución, que es un
síntoma más del relajo in crescendo que
experimentamos los venezolanos, es el de la cárcel de Tocorón en el estado
Aragua, convertido en una suerte de club vacacional.
De acuerdo con la prensa, allí funciona una discoteca,
llamada Tokyo, que publicita incluso sus saraos a través de cuñas en la radio. La
fiestas duran 3 días y más; hacen conciertos de cantantes de vallenato y salsa,
contratan strippers y DJs, el alcohol corre a borbotones, imagino que igual las
drogas. Hay piscina y negocios diversos; el dinero circula en millones. Es
decir, las cárceles se han convertido en resorts para el esparcimiento y solaz
de sus inquilinos. ¡Qué maravilla¡
¿En qué país del mundo civilizado puede permitirse semejante
desaguisado? Sólo en éste del socialismo
del siglo XXI.
Esta situación sólo puede darse en un gobierno en que reinen
el desorden, la desidia, la incompetencia y la locura ideológica.
Pregunto: ¿En las manos de quiénes estamos realmente?
¿Vamos a seguir permitiendo que este bochinche se profundice?
¿Es nuestro destino caer en la anomia social y en la anarquía
política?
Los venezolanos tenemos una oportunidad electoral formidable
el 7 de Octubre próximo para evitar este rumbo desquiciado que nos está
conduciendo a un desastre seguro como sociedad. El contubernio entre hampones y
seudopolíticos que permiten este relajo no puede vencer a un pueblo que desea
ardientemente la prosperidad, la seguridad y la paz.
En las manos de todos, civiles, iglesia, universidades,
trabajadores, militares, medios, reposa la solución definitiva. No la
desperdiciemos.
EMILIO NOUEL V.
TWITTER:
@ENouelV